Alejo R. Romero (La Habana, 1990) es uno de los creativos más dinámicos dentro del panorama actual del diseño gráfico cubano. Sus carteles e ilustraciones, que pueden ir desde el más estricto monocromo blanquinegro, hasta los amarillos, rojos y naranjas más fauvistas, se han colocado en varios de los festivales y bienales de diseño más importantes del mundo.
Con una formación autodidacta en el diseño, decidió abandonar –quizá con la radicalidad que dejan ver algunos de sus carteles (me confiesa que diseñar un cartel es lo que más le apasiona)– una carrera que no tiene “nada que ver” con el diseño gráfico. Cuando se graduó en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales de La Habana fue dando “tumbos” hasta que “la vida se encargó de ponerlo en el camino correcto”.
Aunque me asegura que siempre le ha gustado dibujar, con la ayuda de otro de los diseñadores cubanos más activos, Javier G. Borbolla, empezó a diseñar sus primeros carteles y a ganar, desde el comienzo, algún premio. Luego de estudiar un diplomado de diseño gráfico en el Centro de Estudios Fray Bartolomé de las Casas, auspiciado por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), de Argentina, en su recorrido no ha habido casi descansos.
Alejo R. Romero se ha logrado insertar, de una manera esplendente, en un mapa creativo –el cubano– donde confluyen tanto diseñadores consagrados, “los monstruos de nuestro tiempo”, como “gente que va creciendo y que tiene potencial”. Para conocer más acerca de la formación, experimentación y puesta en circulación de la obra de este diseñador cubano, decidimos entablar la siguiente conversación.
Edgar Ariel
Alejo, ¿cómo pudieras recordar tu comienzo como diseñador gráfico? ¿Cuál fue el principio? ¿Qué momentos han marcado ese recorrido?
Son muchos los momentos que han marcado mi recorrido como diseñador. Tengo muy presente la primera vez que tuve un cartel en una exposición. Fue en diciembre de 2018, en la galería Carmen Montilla, en la Habana Vieja. Un cartel sobre San Lázaro.
Recuerdo que el proyecto independiente de gráfica cubana CartelOn y la Embajada de Chipre en Cuba organizaron ese concurso en el que participé. Casi acababa de comenzar a trabajar en el mundo del diseño gráfico. Lo hacía de manera autodidacta. En ese concurso no tenía muchas expectativas, pero me llevé una gran sorpresa. Me sentí muy feliz cuando supe que mi cartel había sido seleccionado para formar parte de la exposición.

Recuerdo también cuando ganamos –digo ganamos porque fue un trabajo que hicimos a cuatro manos entre Javier G. Borbolla y yo– la licitación para el 4to Festival de Cine Europeo en Cuba y tuve, por primera vez, la oportunidad de hacer una campaña gráfica.
Luego de eso seguí trabajando mucho, haciendo carteles y participando en muchos concursos hasta que el proyecto CartelOn –proyecto al que le agradezco las oportunidades– me convocó para hacer un cartel serigráfico. Esta convocatoria fue todo un reto, pero, al mismo tiempo, un sueño cumplido: mi primer cartel en serigrafía 2001: Odisea del espacio, para la colección de Clásicos Restaurados del Cine Europeo II.

¿Cuáles han sido tus principales referentes? ¿Qué diseñadores consideras tus maestros?
Uno siempre ha escuchado hablar de los grandes del diseño cubano y tiene una noción básica sobre sus trabajos, pero desde que comencé a adentrarme en el diseño gráfico de manera más seria, desde que comencé a leer, estudiar e investigar sobre lo que Ñiko [Antonio Pérez], [Alfredo] Rostgaard, [Rafael] Morante, [Antonio Fernández] Reboiro, [René] Azcuy, [Eduardo Muñoz] Bachs y muchos otros grandes maestros aportaron con sus trabajos, la manera en que diseñaban, el estilo propio de cada uno, el uso de los colores, etc., sin dudas quedé fascinado.
Ellos fueron mi punto de partida, mis primeros maestros, mis referentes más cercanos. Creo que siempre lo serán y volveré a ellos de alguna manera.

En el ámbito internacional también hay artistas contemporáneos que considero. Xavi Forné, Calvin Sprague, Pierre Kleinhouse, Owen Davey, Mari Fouz son algunos de los diseñadores que se conectan, creo, con lo que busco hacer, no sólo por el estilo, sino también por el uso del color y la geometría en sus diseños.
Por otro lado, actualmente en Cuba hay muchos, muchos buenos diseñadores que son referentes para mí. No sería justo mencionar a unos y a otros no. No obstante, me detengo un segundo para agradecer a un gran amigo diseñador, Javier G. Borbolla, quien ha sido un maestro para mí. A él debo mucho de lo que he aprendido.
¿Cuáles crees que sean las características que distinguen tu trabajo? ¿Cómo entiendes el color? ¿Cómo y por qué el color domina, ferozmente, muchas de tus creaciones visuales?
Al igual que otros diseñadores –supongo que sea así– no me impongo un estilo característico a la hora de crear, simplemente es algo que viene con uno y sale solo. Es algo que se ve en el resultado final. Te confieso que, en ocasiones, resulta todo un desafío cuando te llega un encargo, pues la mayoría de las veces el cliente busca o espera ver en tu diseño ese “estilo único” que distingue lo que haces.

Soy muy fan del monocromo, de las ilustraciones, sobre todo, en blanco y negro; pero sí, es verdad, el color domina muchos de mis diseños. Ahora que lo pienso, esa es una de las características de mis creaciones. Cunado trabajo, utilizo en mis composiciones colores intensos, hago muchas pruebas y experimento sobre la marcha. Siempre experimento y exploro nuevas maneras de hacer. Eso me obsesiona. Creo que los colores en general, pero sobre todo mis preferidos: amarillos, rojos, naranjas y el negro, aportan a la composición gráfica la fuerza visual para comunicar y entender el cartel o la ilustración que hago.
Alejo, ¿pudieras comentarme sobre las causas, las necesidades, que te llevaron a estudiar diseño gráfico de una manera bastante autodidacta, aunque leí que realizaste un diplomado de diseño gráfico en Argentina?
Siempre me ha gustado dibujar, una especie de pasatiempo que disfruto mucho, pero nada serio profesionalmente hasta hace unos años. Soy graduado de Relaciones Internacionales, nada que ver con el diseño gráfico.
¿Qué pasó luego de que te graduaste de esa carrera?
Cuando terminé la universidad hice mi servicio social y fui dando tumbos hasta que, como dicen, “la vida se encarga de ponerte en el camino correcto”. En eso tengo mucho que agradecer, como te conté antes, a Borbolla. A partir de ese momento, digamos 2017, comencé a trabajar de manera bastante autodidacta y a hacer mis primeros trabajos profesionales gracias a su ayuda.

Al mismo tiempo, la necesidad de contar con un título o “algo” que avalara lo que de manera autodidacta hacía ya, muy en serio y casi a tiempo completo, me llevó a investigar sobre dónde cursar estudios de diseño gráfico. Fue así como descubrí que en el Centro de Estudios Fray Bartolomé de las Casas existe un diplomado para graduados universitarios, con profesores muy preparados, profesionales del diseño, que además cuenta con el apoyo de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), de Argentina, quien patrocina este diplomado e incluso certifica los estudios terminados en la especialidad de diseño gráfico. Entonces hice las pruebas de aptitud y entré a estudiar en el diplomado.
¿Qué es lo que prefieres diseñar? ¿Cartel? ¿Qué relación tienes con el cartel?
Diseñar un cartel para mí siempre es un reto, pero, sin dudas, es lo que más me apasiona. El diseño de carteles despierta en mí un interés muy particular, sobre todo después de haber conocido y experimentado la técnica de la serigrafía. Es mágico ese momento en el que estás en el taller imprimiendo, el olor a tinta, ver cómo poco a poco se van superponiendo las capas de colores hasta que finalmente ves a tu “bebé” nacer.

Asimismo, creo que estar vinculado al Festival de Cine de La Habana ha hecho que mi relación con el cartel sea más cercana, sobre todo con el diseño de carteles culturales y cinematográficos. Ese ambiente ha sido otra de mis influencias.
¿Y con la ilustración, qué relación tienes?
La ilustración llegó un poco después. Para mí ha sido un proceso de descubrimiento, de a poco, paso a paso. Considero que ilustrar es muy difícil, pero al igual que el diseño de carteles, es otra de mis pasiones. Aquí siento que tengo más libertades creativas y posibilidades para experimentar con colores y texturas.
En esto de la ilustración agradezco al proyecto La Jeringa, con quienes me encanta trabajar. La Jeringa es un proyecto que sirve como plataforma para dar a conocer el arte joven que se hace en Cuba bajo las circunstancias en las que nos encontramos. Creo que el hecho de colaborar regularmente con ellos, creando ilustraciones para sus artículos, ha abierto el mundo de la ilustración para mí.
¿A qué crees que se deba tu inclusión, en el último año, en varias bienales y festivales de diseño?
Este último año, a pesar de haber sido un momento muy difícil en nuestras vidas y de habernos obligado a posponer planes y proyectos personales debido a la pandemia, me ha servido para, en casa, aprovechar el tiempo al máximo en función de crear y seguir aprendiendo. Durante este periodo he puesto mi empeño y todos mis esfuerzos en crecer como profesional.

Gracias a la posibilidad que tenemos hoy de estar conectados y en muchos lugares a la vez sin la necesidad de salir de casa, he podido participar en cuantas bienales y concursos han existido. Al final creo que ha valido la pena, he recogido los frutos. Mi trabajo ha sido seleccionado para ser parte de bienales de diseño muy importantes y para estar en exposiciones alrededor del mundo. La verdad, me siento muy afortunado por eso.
¿Tienes rutinas para diseñar?
No, no creo. Siempre le doy mil vueltas a una idea antes de llevarla al papel y luego a la PC. Unas veces hago mucho trabajo de mesa y otras, simplemente, voy directo a dibujar de manera digital. Todo depende de cuán claro tenga lo que quiero hacer.
¿Qué horarios prefieres? ¿La noche?
Cuando soy libre de diseñar lo que me apasiona, cualquier horario resulta perfecto, pero coincido en que la mayoría de nosotros somos como una especie de criatura nocturna. Aprovechamos para crear en el silencio y la tranquilidad que supone la noche, sin el ruido de los carros, las motos, la gente pasando por debajo de tu casa o el panadero gritando que vende diez tipos de galletas.
¿Qué no debe faltar en tu estudio?
Creo que música. La música siempre me ayuda a pensar y me motiva a crear.

¿En qué proyectos te encuentras actualmente?
Luego de unos cuantos meses detenido por la Covid-19, acabo de participar en el III Festival Akokán “Arte e innovación social”, con un proyecto de carteles por el medioambiente llamado “Carteles por el Futuro”, una exposición que contó, en primer lugar, con el empeño y el esfuerzo personal de muchos colegas diseñadores y, además, con la ayuda de la Embajada de España y CartelOn. Es un proyecto que continúa dando muchas alegrías a todos los involucrados. Lo seguimos moviendo por cualquier espacio que tengamos disponible.
¿Cuáles son los proyectos fututos?
Siempre hay mucho por hacer. Casi siempre estoy trabajando en mil cosas a la vez, pero lo más próximo es un proyecto personal que me he propuesto sobre ilustraciones para un libro. Algo que aún se está “cocinando”, pero que tengo muchas ganas de hacer.

Aprovecho el tiempo, también, para continuar participando, entre una cosa y otra, en bienales y concursos internacionales de carteles. Siempre es un punto que ocupa mi agenda de trabajo.
Alejo, ¿cuál es tu posición con respecto al diseño gráfico cubano en la actualidad?
El diseño gráfico cubano es un reflejo de nuestro tiempo, de las circunstancias en las que nos ha tocado vivir. Creo que, a veces, es irreverente, transgresor; otras veces creo que es complaciente. Desde mi punto de vista, más próximo a la cartelística cultural y a la ilustración, nuestra manera de hacer diseño gráfico es muy peculiar, muy diferente de lo que se hace en otras partes del mundo. Aun así, creo nos falta mucho por alcanzar y para tener mayores espacios de difusión.
¿Hacia dónde crees que apunta la creación gráfica en Cuba?
Como comunidad gráfica continuamos creciendo. Eso es bueno. Aunque, como dije antes, no tenemos todos los espacios o la visibilidad que deseamos. Eso no nos ha detenido. Hay muchas iniciativas que impulsan la creación gráfica en Cuba: el Club de Amigos del Cartel (CACa) y el proyecto de gráfica cubana CartelOn, por sólo mencionar dos ejemplos, son espacios independientes que aglutinan y favorecen la creación y el intercambio.

Actualmente hay muchos diseñadores buenos, gente ya consagrada, sí, los monstruos de nuestro tiempo, pero también hay gente que va creciendo y que tiene potencial. Esos colegas están ahí y, en su mayoría –lo digo desde mi experiencia– encuentran cabida en el espacio digital. No creo que prescindamos, nunca, del físico para la exhibición de nuestros diseños: carteles, ilustraciones, etc., pero la creación gráfica en el mundo digital cada vez está más presente, cobra más fuerza. Creo que por ahí tiran los hilos de la creación gráfica en la Cuba de hoy.
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