La época del expresionismo y el dadaísmo es también una época de pintores-poetas: Oskar Kokoschka, Vassilly Kandinski, Georg Gross, Paul Klee, Albert Paris Gütersloh, Ludwig Meidner, Egon Schiele… Los poemas de Schiele, paisajes dramáticos de vibrante vitalismo, funcionan como cuerpos resonantes que transcriben las cualidades de su pintura: el dibujo nervioso, torturado, la percepción de lo maligno, los colores intensos, la condición visionaria repercuten en las imágenes comprimidas en palabras compuestas, el cromatismo antinaturalista, la desarticulación sintáctica, en un ritmo acelerado, violento, en la confusión de tiempos verbales en el tiempo vivo de la conciencia. En los poemas de Schiele encontramos singulares intuiciones de las amenazas cósmicas y epifanías fulgurantes.
Noche húmeda
He querido escuchar la noche, su fresca respiración,
los negros árboles de los elementos,
lo digo así: los negros árboles de los elementos.
Después las moscas, las plañideras,
los toscos pasos de los campesinos,
las campanas que resuenan a lo lejos.
Quería oír los árboles que bordean la regata
y ver como el mundo cae y choca.
Las moscas cantaban como alambres en el país de invierno,
pero el gran hombre negro quebraba los sones de sus cuerdas.
La ciudad dispuesta, fría en el agua, estaba frente a mí.
Traducción y nota de Francisco Díaz Solar