El artista cubano Dagoberto Rodríguez (Caibarién, 1969) inauguró este 19 de enero la exposición personal Babel. Entendida como un “ensayo pictórico”, podrá visitarse hasta el 22 de febrero en la galería madrileña Hilario Galguera (sita en el número 12 de la calle Dr. Fourquet).
Según la web de la galería, Babel es “un ensayo pictórico que entrelaza tiempos históricos para pensar en las posibilidades de lo real y los alcances de la creación humana”. Al mismo tiempo, entrelaza dos series de pinturas “que revisitan el antiguo mito de la Torre de Babel a través de la mirada de la tecnología contemporánea”.
De la misma manera, pudiera entenderse esta muestra como “una inmersión profunda en los ciclos de la historia”. La historia como espiral que asciende y desciende al mismo tiempo. Pero la historia también como una sucesión de presentes. Es, asimismo, una interrogante en torno a eso que denominamos “nuevas tecnologías”. Una interrogante “sobre las fragilidades del futuro”.
La nota de prensa de la exhibición explicita que “las obras entretejen conexiones de tiempos pasados y futuros por medio de una perspectiva única sobre la creación humana y las complejidades contemporáneas de la comunicación”. Lo hace a través de arquitecturas utópicas que desprenden ciertas posibilidades imposibles. Rozan lo posthumano. Utópicas, sí, pero distópicas a la vez. Eso tienen las pinturas y esculturas de Dagoberto Rodríguez: juegan al equilibrio de la ambivalencia.
El artista cubano solicitó a la inteligencia artificial (AI) imágenes de la Torre de Babel. Obtuvo resultados sorprendentes: “arquitecturas masivas que se asemejan a los zigurats de la antigua Mesopotamia, fusionando la estética histórica con el imaginario futurista de la ciencia ficción”. Una torre para alcanzar el cielo. Es el pensamiento babélico de lo imposible.
Dagoberto Rodríguez actualmente reside y trabaja en Madrid. Se graduó, en 1994, en la Universidad de las Artes de Cuba (ISA). Dos años antes había fundado, junto a Marco A. Castillo y Alexandre Arrechea, el colectivo Los Carpinteros (1992-2018). El trío puso en tensión las nociones de oficio, arte, artesano, artífice y artista al tematizar la relación entre las bellas artes y las artes aplicadas.
La producción creativa de Dagoberto Rodríguez, que relaciona tanto la arquitectura, como el diseño, la escultura y la artesanía, en constantes desplazamientos físicos y simbólicos, se ha presentado en varios de los museos y galerías más importantes del mundo. Obras suyas forman parte de colecciones resguardadas en el MoMa, el Whitney Museum of American Art, el Guggenheim Museum de Nueva York, el Centre Georges Pompidou, la Tate Modern o el Museo Centro de Arte Reina Sofía, entre otras.
Ahora, con Babel, “activa un diálogo con aquellos templos milenarios, el poder del mito y los relatos actuales de una humanidad que lucha por comunicarse armoniosamente”. Por ejemplo, en Refugee Camp retoma su exploración en torno a los campos de refugiados, que son, a fin de cuentas, espacios de protección para cuerpos vulnerables. Aunque, a la vista de muchos, son campos de juegos en que el poder vence.
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Rodríguez, entonces, “se sumerge en el urbanismo de los campos de refugiados [y utiliza] imágenes satelitales [para abordar] la problemática de los desplazamientos causados por conflictos geopolíticos y la crisis medioambiental mediante una serie de acuarelas que reflejan una perspectiva abstracta y distópica de la realidad. Inspirado por la estética de los juguetes Lego, el artista recrea las aristas de su hogar en Cuba en las obras Bloque I, II y III. Este gesto, nacido de la experiencia migrante, refleja la capacidad humana de construir hogar y recrearlo en nuevos entornos, tema central en migraciones y desplazamientos masivos”.
La Torre de Babel, quizá el zigurat más famoso de la historia, sigue siendo un misterio. También son un misterio los campos de trabajo/concentración/refugiados que Dagoberto Rodríguez construye con legos. Territorios (im)posibles de pervivencia. Territorios ritualistas. Monumentales. Una pervivencia donde los humanos no existen, pero se infieren.
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