¿Estás trabajando en algún proyecto ahora mismo en tu estudio? Si es así, ¿podrías describirlo brevemente?

Riera Studio, Art Brut Projet Cuba, nuestro estudio-taller y mi casa son un mismo espacio. Ante la expansión de la Covid-19 a nivel de pandemia y su dispersión en nuestro país a principios de marzo, inicialmente reestructuramos el trabajo con los artistas de Art Brut Project Cuba –proyecto de ejecución permanente hacia el desarrollo y promoción del Art Brut y el Outsider Art en nuestro país–. Pusimos en marcha la realización de actividades in situ para reenfocar el trabajo desde el aislamiento social sugerido. Es así que en vez de los artistas viniesen a nuestro espacio, comenzamos a atenderlos desde sus hogares de manera remota. Se aportó para ello los materiales de arte necesarios para un tiempo de trabajo. Nuestro método de emergencia casi no se notó porque siempre insistimos y preparamos a los padres y a los propios artistas para que puedan continuar desarrollando su trabajo creativo en sus hogares. Por tanto, Art Brut Project Cuba continúa en permanente ejercicio. Quedaba reacondicionar mi propio ejercicio del arte y adecuarlo a las circunstancias actuales, disponiendo para ello, quizás como única ventaja, con el tiempo suficiente para experimentar en procesos nuevos de creación, que imponía la propia situación de cuarentena.

Casualmente el año pasado, casi en esta misma fecha, ya habíamos puesto en marcha un proyecto internacional llamado Picturing Climate, junto a un conjunto de artistas, activistas e investigadores de Reino Unido, Bosnia-Herzegovina y Jordania. Este proyecto tenía como objetivo incentivar la toma de conciencia sobre el cambio climático a partir de estrategias y metodologías del arte y las ciencias humanísticas. Realizamos una serie de acciones con niños de escuelas primarias en relación a la toma de conciencia sobre la importancia de la agricultura urbana. También condicionamos un espacio de la propia escuela como huerta.

Es así que bajo las condiciones actuales, apenas unos días después de recluirnos en casa, creamos Laboratorio Arte en Confinamiento. Comenzamos a trabajar Derbis Campos y yo en una serie de acciones que organizamos bajo las etiquetas Archivo y Envolving Natura. Tenían el objetivo de generar estrategias alternativas ante las problemáticas actuales de tipo social y que invaden a los campos de la comunicación, la alimentación, el llamado desarrollo cultural, incluso la agricultura, que buscaran establecer diferentes enfoques positivos desde la realidad urbana ante la reciente situación de aislamiento o confinamiento social. Decidimos relacionar el arte y la experiencia de vida tomando en cuenta las crisis como objetivo y la obra como suceso logrado. Para ello Derbis y yo modificamos rutinas de nuestras vidas y comenzamos a utilizar todo a nuestro alcance como componentes para la creación de diferentes objetos, esculturas, dibujos, fotografía, que luego formasen parte de un ciclo evolutivo, donde la obra nace, crece, para luego ser parte de nuestro propio sustento. Comenzamos, asimismo, a preparar brotes de lentejas, frijoles, calabaza, y apoyándonos en manuales y prácticas empíricas logramos cultivos hermosísimos. Comenzaron a germinar unas plantas extraordinarias que poco a poco vinculamos con conceptos de la arquitectura fractal. Entonces estos cultivos se convirtieron en obra, en alimento y en ecosistema. El tema de la agricultura y otros conceptos asociados nos permitían poner en práctica varias ideas. Incluso comenzamos a experimentar con los pigmentos que obteníamos de flores silvestres recogidas de la calle, cuando caminábamos por los alrededores del vecindario en busca de comida y aseo. Estos pigmentos fueron usados en dibujos y fotografías. Almacenamos muestras para obras futuras. Efectivamente, en suma, todo era gran un laboratorio, donde cada proceso significaba descubrimiento y goce.

¿Cuál es su receta para sobrevivir en un momento de casi sólo malas noticias?

La mejor receta es continuar tu trabajo lo mejor posible, reacomodarlo si es necesario y no permitir que tu mente la ocupe el ocio o el temor a lo inevitable y la incertidumbre. Soy de los que aprende con las malas noticias, de otra manera no gano experiencia. Por otro lado, trato de independizarme hasta lo imposible de la realidad que me sujeta, eliminar dependencias, pensar siempre en el riesgo y valorar el tiempo, cada minuto indispensable que me posibilite una mejor realidad. Apreciar mis esfuerzos y lo que creo no como un fin, sino como resultados o experiencias que puedan ser continuadas o desarrolladas a una mayor escala cuando las condiciones así lo permitan.

¿Qué es algo que todos (cada uno de nosotros, personalmente) podríamos hacer para hacer del mundo un lugar mejor cuando este desastre llegue a su fin?

Unas de las cosas que admiré con el confinamiento fue la ausencia de ruido. Comencé a percatarme que a mi pequeño jardín −si lo ves te sorprenderás de lo pequeño− venían nuevas aves. Con las lluvias, la vegetación se volvió más verde y la mayoría de las plantas florecieron, había árboles que jamás me percaté de sus flores aun cuando pasaba delante de ellos periódicamente. Sin dudas, nuestra coexistencia con la naturaleza es totalmente dominante, hemos desplazado a la vegetación y a los animales por tratar de ser más sociables y pretendiendo ser más humanos. ¿Qué hemos logrado? ¿Crecer como sociedad? No lo creo. Lo demás, sabemos cómo termina. El mundo está girando hacia nuevos enfoques y formas de pensamiento, nuestra sociedad necesita hacerlo de igual modo para acoplarse a un sentido más amplio del pensamiento universal, de coexistencia natural y pacífica entre nosotros y con la naturaleza.

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¿Cuál es la principal lección que el mundo del arte debería aprender de todo esto? ¿Cómo te imaginas la escena del arte posapocalíptico?

El artista debe ser un sujeto vivo en la sociedad y no exclusivo del arte. Ante las condiciones actuales de confinamiento, las prácticas artísticas casi desaparecieron al cesar sus actividades las diferentes instituciones culturales. ¿No hay arte sin institución? Claro que sí. El arte evoluciona desde su independencia, crítico en sus valoraciones, sensibilizador, motivador e impaciente, pero si nos adaptamos a que el contenido del arte es exclusivamente dictado por el mercado, las estéticas predominantes o las instituciones culturales, perderemos mucho de la visión más pura del pensamiento creativo, generando sólo una cultura fragmentada a la espera de ser notada. Valoro mucho el emprendimiento del arte fuera del arte con una visión respetuosa a lo social, humano y natural del pensamiento artístico.

Creo que antes de pensar en un arte posapocalíptico, tendríamos que visibilizar un planeta posapocalíptico, una realidad sumergida en un inimaginable desastre natural donde todas las estructuras socio-político-económicas se desvanecen y las sociedades sucumben al caos, por lo que valorar la vida y respirar sería el hecho más pleno para todos, únicamente comparado a La Creación y esto pasa por entender que el simple nacimiento de una planta sería el goce más anhelado para todos. Mi pregunta es: ¿llamaríamos a esto Arte? El arte posapocalíptico no existiría como no existiría la concepción que tenemos hoy día de Arte, el arte sería la apreciación de cosas y elementos comunes que hoy pasan desapercibidos por la gran mayoría, sería crear los elementos básicos de subsistencia, sería generar los elementos básicos de comunicación entre los que hayan sobrevivido y dejar constancia de nuestras rutinas de sobrevivencia para cuando el mundo curase, si es posible tal perspectiva.

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SOLVEIG FONT
Solveig Font Martínez (La Habana, 1976). Licenciada en Estudios Socioculturales. Se desarrolló como especialista en artes plásticas en la Asociación de Artes Plásticas de la UNEAC y más tarde en la Galería Villa Manuela de la misma institución. Trabajó como curadora en la Fábrica de Arte Cubano (FAC) hasta el 2015. En el 2014 fundó el espacio de arte Avecez art space, donde ha trabajado con artistas y curadores nacionales e internacionales. Ha realizado más de veinticinco exposiciones dentro y fuera de Cuba. Ganó en 2015 la Residencia de RCAAQ en Montreal, Canadá.

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