En el SVA Theater de Manhattan, este 2021, tuvo lugar el estreno de For the Love of Friends (“Por el amor a los amigos”), un documental de la directora debutante Cara Consilvio, que pone el reflector sobre la notable y extensa trayectoria del activista Brent Nicholson Earle, figura pionera en la lucha por la concientización en torno al VIH en Estados Unidos, y uno de los “veinte individuos que marcaron la década de los ochenta”, según aseguró la revista People en 1990.
La última de las exhibiciones privadas en el SVA Theater de Manhattan ocurrió este diciembre como antesala del recorrido que la película emprenderá por festivales el próximo año. La directora Cara Consilvio asistió por Zoom a la discusión que se abrió luego de la proyección en la sala neoyorquina, en la que participó también Brent Nicholson Earle.
For the Love of Friends recoge entrevistas realizadas al activista exclusivamente para el documental y material de archivo aparecido en los medios en diferentes épocas. “Nuestra película, dirigida por @caraconsilvio, explora lo que mantuvo y mantiene a Brent en marcha”, anuncia la página del documental en Instagram. En el tráiler, difundido en redes sociales por la productora del documental (Hup Productions), Earle asegura que si su estado de salud se lo permitiera, volvería a correr otro maratón, porque todavía hay mucho por hacer.
El esfuerzo titánico de Brent Nicholson Earle comenzó justo en los ochenta, luego de superar la paralización inicial que le provocarían la muerte y el sufrimiento de tantos amigos y otra gente cercana a causa del sida.
La manera en que emprendió el activismo ya es legendaria. Nunca había corrido en su vida. En marzo de 1986, arrancó un maratón en solitario a lo largo de 16 mil kilómetros a través de Estados Unidos y Canadá. La carrera terminaría en octubre de 1987. Durante la década de los noventa emprendería otras.
El objetivo de este hombre, que en el comienzo de aquella famosa carrera tenía 35 años, era reunir diez millones de dólares para la Red Nacional del SIDA, la organización que empezaba a coordinar la recaudación de fondos y la educación relativas al virus. Durante 20 meses, Earle, escoltado por un auto y una furgoneta, corrió casi unos 30 kilómetros por día, entregó material educativo en pueblos y ciudades y dio charlas en un momento en que la ignorancia sobre la enfermedad era la norma.
Luego de este intenso periplo que él nombró la American Run for the End of AIDS (Carrera americana por el fin del sida), de vuelta en casa, Earle fue diagnosticado también con VIH. Su activismo continúa hasta el día de hoy.
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