‘Hojas de K’, una película urgente. Entrevista con la cineasta nicaragüense Gloria Carrión

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Fotograma de ‘Hojas de K’ (2022); Gloria Carrión
Fotograma de ‘Hojas de K’ (2022); Gloria Carrión (IMAGEN hojasdek.com)

Hojas de K. (2022), de la nicaragüense Gloria Carrión, trenza en una sola voz los testimonios de varias mujeres nicaragüenses reprimidas por el régimen de Daniel Ortega durante las protestas masivas de abril de 2018. En los primeros días de este diciembre, la realizadora centroamericana sumó esa verdad múltiple a los gritos de libertad creativa reunidos en la selección oficial del IV Festival de Cine INSTAR –que culminó la víspera con la premiación del documental Mafifa (2021), de la cubana Daniela Muñoz Barroso.

El silencio absoluto en que los estados totalitarios sueñan sumergir las posturas y representaciones divergentes de su monocorde versión de la realidad será siempre desafiado –y, a la larga, derrotado– por esos discursos que escapan en el viento, como hojas ligeras.

A través de Messenger y WhatsApp llegaron las respuestas de Gloria Carrión a mis interrogantes sobre los procesos, motivos y consecuencias de las páginas clandestinas que escribe la protagonista plural de Hojas de K. Esas que han logrado escurrirse entre las muradas represoras para revelar otras versiones de la realidad: los rostros subyacentes tras la sonrisa congelada que presenta el régimen al mundo.

K. es un cuerpo colectivo representado como una joven estudiante. ¿Todos los testimonios compilados son entonces de adolescentes y jóvenes? ¿O también contaste con los de otras generaciones?

La mayor parte de los testimonios fueron brindados por mujeres jóvenes. Entre adolescentes y jóvenes de un máximo de 22 o 23 años. Entrevisté a un total de diez. Solo dos eran mayores. Una tenía como 40 años y la otra tenía 30. Todas participaron, en distintas zonas del país, en las protestas cívicas de abril de 2018.

Me encontré con cada una de ellas, ya sea de manera presencial o virtual. Estábamos en el mismo país, pero algunas residían en otras zonas. Otras no podían salir de sus casas porque estaban bajo asedio policial. Las encontré a través de organizaciones feministas de base, y también de derechos humanos, con las que yo estaba cooperando. Y fue a través de ellas que hice los contactos.

La verdad es que residía en Nicaragua en ese momento; todas estábamos residiendo en Nicaragua. Y me comuniqué con todas. Sin embargo, cuando terminé la última entrevista, me di cuenta de que mi centro de pensamiento, donde trabajaba, estaba siendo perseguido. Ya no pude continuar realizando entrevistas.

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Póster de ‘Hojas de K.’ (2022); Gloria Carrión
Póster de ‘Hojas de K.’ (2022); Gloria Carrión (IMAGEN hojasdek.com)

De hecho, iba a filmar una serie documental sobre el levantamiento cívico de abril antes de irme de Nicaragua: ya no pude hacer eso. Y me llevé los testimonios conmigo, en mi maleta. Tuve tres días para salir del país, por la represión, y cuando salí, y logré desempacar la maleta, pues recordé que tenía estos audios. Y la animación se convirtió en la única manera posible que encontré para contar esta historia.

La mayoría del equipo creativo de Hojas de K. emplea seudónimos. ¿Cuáles son los peligros a los que se arriesgan de revelar sus nombres?

La mayoría del equipo creativo usa seudónimos, y el peligro a que se arriesgan es ser ellos mismos víctimas de la persecución estatal, [y también] riesgos para sus familias, hasta el exilio forzado. En Nicaragua la situación es tan terrible, por la represión, por la violencia estatal, que haber participado en un corto como este pues puede tener consecuencias muy grandes, incluso la cárcel. Porque ahora ya nadie está exento de terminar en prisión por decir o hacer cosas que contradigan la versión del gobierno sobre lo que sucedió en 2018.

Si alguno de los miembros del equipo reside aún en Nicaragua, ¿puede decirse que la Hojas de K. es una “coproducción” entre la Nicaragua física y la Nicaragua diaspórica?

Puede decirse definitivamente que Hojas de K. es una coproducción entre la Nicaragua física y la Nicaragua diaspórica, sin duda alguna. De hecho, la empecé a concebir, y la terminé, estando ya en el exilio, colaborando con personas que estaban dentro del país. Se puede afirmar eso definitivamente, y creo que también es un testimonio sobre la resiliencia de los cineastas nicaragüenses, quienes, al igual que las y los creadores cubanos, tratamos de hacer cine y contar nuestras historias a pesar de las adversidades y la persecución la política.

¿Reconoces alguna influencia creativa fílmica o de otras artes en Hojas de K.?

Pues definitivamente la literatura tiene una influencia enorme en mi trabajo. Amo la poesía, me encanta; pero también la narrativa. Leo mucho; de hecho, entré al cine a través de la literatura y creo que nunca la he la he dejado atrás. Siempre ha sido como un terreno de mucha inspiración, un mundo creativo personal; forma parte de mi constelación creativa, de mi universo creativo.

El título y la estructura visual que tiene el corto justamente se asemejan a los de un diario. Son como hojas que son escritas a escondidas, pasadas, intercambiadas a través de las rejas de las celdas. La idea era dar esta sensación de diario personal, de diario de la memoria personal. Sin dudas encuentro en la literatura mucha inspiración. También en la pintura. Toda la escuela impresionista me gusta mucho, y hay algo de esto también en la forma en que las manchas, los colores, invaden la pantalla. Dialogo mucho con la pintura. Mis trabajos tienen como un elemento plástico, me parece, que siempre me gusta explorar. Me encanta ahondar en estas fronteras entre las artes, y un poco ser desobediente. Nunca muy purista en nada.

Hojas de K. es una película de animación; entonces, ¿qué ventajas y/u obstáculos has tenido para participar en festivales, para distribuirla?

Creo que por el hecho de que Hojas de K. sea una animación documental ya a veces cuesta presentarla, sobre todo, a festivales o espacios más tradicionales para exhibir cine documental, donde se considera lo documental como algo aún muy de estructura lineal o tradicional. Entonces, en esos espacios ha sido complejo poderla mover.

Me han cuestionado el hecho de considerarla un documental, y creo que tiene mucho que ver con una conversación que se está dando cada vez más; pero definitivamente vale la pena continuar: todos los géneros se están contaminando.

Porque la verdad es que todo es una puesta en escena. No creo mucho (desconfío mucho) en la representación documental como una imagen que puede revelar la verdad. Para mí no existe la verdad como una cuestión completamente monolítica. Me parece que es más complejo eso, y también creo que esta contaminación, por así decirle, entre los géneros, y entre las distintas formas de contar una historia, pues se asemeja mucho a la vida y se parece mucho a algo que fluye, está vivo, y no tiene una sola forma de contarse. Creo que tiene mucho que ver con esto que te decía de la desobediencia de la forma que me atrae tanto. Y sobre todo porque me parece que en sí mismo tiene la semilla de la libertad.

Busco mucho eso: poder escribir, contar, narrar en libertad, desde la libertad y para la libertad. Y más en un contexto de persecución y adversidad política. Me parece que es muy importante, o al menos a mí me da mucha fuerza y ganas de seguir contando cosas, resistir a través de las historias, a través del cine y del arte. Me parece fundamental para seguir viva.

¿Hojas de K. ha sido visionada en Nicaragua, ha sido distribuida de alguna forma en tu país?

No ha sido visionada en Nicaragua. No ha habido ninguna forma de distribuirla por el control férreo que hay, pero también porque, hasta cierto punto, me siento responsable del equipo que trabajó conmigo. Y la verdad es que no quiero exponerlos a ninguna repercusión ni nada de esto. Entonces aún no hemos dado el paso para distribuirla en Nicaragua.

Pero espero que en algún momento sí logremos hacerlo, porque me encantaría que esta película se viera en Nicaragua. Es una película fundamental para el país, y también para la región, sobre todo en el marco del auge de los gobiernos autoritarios y dictatoriales que tristemente van ganando espacio. Me parece que es una película muy urgente.

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ANTONIO ENRIQUE GONZÁLEZ ROJAS
Antonio Enrique González Rojas (Cienfuegos, 1981). Periodista y crítico de arte. Textos especializados suyos aparecen en publicaciones como La Gaceta de Cuba, Cine cubano: La pupila insomne, El Caimán Barbudo, Hypermedia Magazine, Altercine (IPS Cuba), Cine Cubano, Esquife, Noticias de Arte Cubano, Bisiesto (Muestra Joven ICAIC), Enfoco (EICTV), la revista del Festival de Cine de La Habana, y otras. Ha sido guionista de varios programas televisivos especializados en audiovisual como Lente Joven, Banda Sonora e íconos del celuloide. Ha integrado jurados de la prensa en eventos como el Festival de Cine de La Habana. Ha publicado libros de ficción y crítica de cine, entre los que se encuentran: Voces en la niebla. Un lustro de cine joven cubano (2010-2015) (Ediciones Claustrofobias, 2016) y Tras el telón de celuloide. Acercamientos al cine cubano (Editorial Primigenios, 2019). Un tercer volumen titulado “Críticas, mentiras y cintas de video” está en proceso de edición.

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