Fotograma de ‘Hellraiser’, Clive Barker dir., 1987
Fotograma de ‘Hellraiser’, Clive Barker dir., 1987

Además de Lennon y McCartney, el puerto de Liverpool engendró a otro hijo ilustre. Se trata de un escritor que en 1986 sacó en edición barata una novelita titulada The Hellbound Heart y que al año siguiente luchó por adaptarla al cine. El resultado fue Hellraiser (Puerta al infierno, en Latinoamérica), película que renovaría para siempre el género del terror.

Tanto Hellbound Heart como Hellraiser fijan definitivamente algo que es posible evidenciar en otros textos de Clive Barker, como El juego de las maldiciones o Tortured Souls: este mundo nuestro está superpuesto sobre otro, que quiere infiltrarlo y dominarlo. ¿Cómo? A través de humanos que se dejan tentar por aquel pecado capital que nos pierde a todos (sí, ese. No, la gula no. El otro…). La exploración de la sexualidad, entonces, no es otra cosa que la literal “puerta al infierno” por la que se inmiscuyen seres que pertenecen a la mitología personal de Barker, muy compleja y detallada, cuyo intertexto remite a la metafísica griega, la masonería y las mil y una noches.

Vamos a la historia. Frank Cotton es un bon vivant que lo ha experimentado todo y que, por lo mismo, todo le aburre. Hasta que en Marruecos consigue La Caja de Lemarchand, un antiguo juguete que se abre mediante un hermético acertijo. En el desván de una casa, Frank consigue descifrarlo y contactar a unas criaturas llamadas cenobitas (que se autodenominan “teólogos de la Orden de la Incisión” y responden a un líder, llamado El Ingeniero). Ante él aparecen seres constituidos por cuero y metal, piercings, clavos y ganchos, en señal clara al dolor que deberá Frank atravesar para llegar al placer extremo. El más conocido es, por supuesto, Pinhead (interpretado por el actor Doug Bradley), una criatura con clavos incrustados en el cráneo y un rostro dividido en cuadrícula, quien le advierte que, como siempre, tras su satisfacción habrá consecuencias. Frank hace caso omiso a la advertencia y es despedazado en un acto extremo (los maravillosos efectos especiales son de Bob Keen, quien venía de colaborar con George Lucas en Star Wars). A esa misma casa llega posteriormente a vivir el hermano de Frank, Larry, con su esposa Julia y su hija Kristy. Durante la mudanza, Larry se hiere la mano y su sangre va a dar al piso donde tuvo lugar el ritual de la Caja de Lemarchand, provocando el inicio de la espantosa resurrección de Frank. Como Tom Sorvolo Ryddle en Hogwarts, Frank también necesita más sangre para volver entero a la vida. Lo que Larry no sospecha es que en el pasado Julia había tenido un breve pero intenso romance con su cuñado, y será ella quien le suministre las víctimas para completar el retorno a la vida.

Barker dijo alguna vez que el cine que había visto en los años setenta lo “hizo querer contar una historia sobre el bien y el mal en la que la sexualidad era el tejido que conectaba a ambos”. Hellraiser cumple con maestría ese propósito de este escritor metido a cineasta. Y es que además de su producción literaria (puerta de acceso segura: Los libros de sangre), a lo largo de estos años Barker se ha afirmado como director en Nightbreed (Hijos de la noche, 1989, una película entretenida aunque poco vista, donde aparece David Cronenberg, otro grande del género, como psiquiatra asesino) y Lord of Illusions (El amor del terror, 1995, un film sobre hechiceros poderosos que se hacen pasar por magos palurdos, a lo David Copperfield), y también como guionista (es responsable del script de Candyman, de 1992, dirigida por Bernard Rose, aquella película donde una estudiante invocaba cinco veces el nombre de un fantasma homicida que tenía un gancho en lugar de mano).

Jon Landau, el famoso productor musical, dijo alguna vez impresionado por las performances de The Boss: “He visto el futuro del rock & roll y su nombre es Bruce Springsteen”. La misma sentencia la parafraseó el ninguneado, pero enorme Stephen King, años después: “He visto el futuro del terror y su nombre es…”. Adivinaron.

Colabora con nuestro trabajo
Somos una asociación civil de carácter no lucrativo, que tiene por objeto principal la promoción y fomento educativo, cultural y artístico. En Rialta nos esforzamos por trabajar con el mayor rigor profesional en la gestión, procesamiento, edición y publicación de los contenidos y la información. Todos nuestros contenidos web son de acceso libre y gratuito. Cualquier contribución es muy valiosa para nuestro futuro.
¿Quieres (y puedes) apoyarnos? Da clic aquí.
¿Tienes otras ideas para ayudarnos? Escríbenos al correo [email protected].
FELIPE RÍOS BAEZA
Felipe Ríos Baeza (Santiago de Chile, 1981). Escritor, comunicólogo social y doctor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Es autor del volumen de cuentos Satori (2018) y de las novelas Clowns (2016) e Infectados (próxima aparición: 2020). Ha publicado, además, El texto desbordado. Aproximaciones contemporáneas al fenómeno literario y artístico (2019); El desvarío ilustrado. Ensayos sobre literatura hispanoamericana contemporánea (2014) y los dos volúmenes de Roberto Bolaño: una narrativa en el margen (2013 y 2016), entre otros libros académicos. Se ha desempeñado como profesor e investigador en varias instituciones de educación superior, en materias de literatura, cine, filosofía y estética, además de escribir y coordinar libros críticos dedicados a autores contemporáneos como Enrique Vila-Matas, César Aira y Juan Villoro, entre otros.

1 comentario

Deja un comentario

Escriba su comentario...
Por favor, introduzca su nombre aquí