María Carla del Río
María Carla del Río

¿Te consideras un(a) cineasta independiente? ¿Por qué?

Sí, me considero cineasta independiente. Porque para mí, cine independiente en Cuba es el que se origina y desarrolla al margen de las productoras del Estado: ICAIC, RTV, ICRT y FARTV. Es el cine en Cuba que muchas veces proviene de graduados de la FAMCA o EICTV, que se unen para hacer sus proyectos, siendo ellos los propietarios de los mismos y con la autonomía para decidir quién o quiénes serán sus socios y colaboradores. Hay determinados proyectos, principalmente de ficción, en los que los realizadores independientes precisan de la colaboración de las productoras estatales para obtener permisos de filmación e importación de equipos, visados, acuerdos con los bancos para recibir sumas de dinero que una persona natural cubana no puede recibir, entre otras gestiones que solos no pueden resolver.

Por eso, dentro del cine independiente cubano conviven filmes como: Juan de los Muertos de Alejandro Brugués, filme de gran presupuesto, producido por 5ta Avenida (productora independiente), en coproducción con España y con una participación minoritaria del ICAIC; Nadie de Miguel Coyula, producida por él mismo, financiada con sus fondos propios y sin colaborador estatal de ningún tipo; La obra del siglo de Carlucho, producida por Uranio Films (productora independiente), y coproducida por Argentina y Alemania, en colaboración con el ICAIC; El proyecto de Alejandro Alonso, producida por él mismo y por Yamila Marrero con fondos propios, de la Embajada Noruega y alguna colaboración de la EICTV, Venecia y Jirafas de Kiki Álvarez, ambas producidas por él mismo junto con Largasluces Producciones (productora independiente) y Galaxia 311 de Colombia, con aportes propios, crowdfunding y apoyo de la EICTV; Molinas Ferozz y toda la filmografía de Molina, producida con apoyo de muchos amigos y fans, de crowdfundings y con la colaboración con la EICTV; y hasta A media voz de Heidi Hassan y Patricia Pérez.

La lista es larga y variada en cuanto a estética, géneros, temas, diseño de producción y esquema financiero, pero todas tienen en común que la producción está a cargo de cineastas que operan por cuenta propia.

¿Qué criterios –económicos, políticos, culturales– han condicionado tu autonomía creativa para hacer cine en Cuba?

Diría que principalmente son los criterios políticos los que más condicionan la autonomía creativa para la realización. Porque, como sabemos, la mirada del cineasta independiente se ha demonizado y existe mucho recelo y censura por parte del Estado hacia su criterio y obra. El miedo a las represalias ha creado una desconfianza para dar algún testimonio frente a cámara que el Estado pueda interpretar como oposición, o a mostrar una realidad o hecho determinado que suenen a reproche. Sólo obtener los permisos de filmación se torna una hazaña, porque el proyecto debe ser revisado y estudiado por no sé cuántos burócratas, ministerios e instituciones, antes de ser aprobado. Algo que pudiera conseguirse en uno o tres pasos, vía email, pagando una tarifa preestablecida y cumpliendo con las regulaciones de protección del lugar, demora meses. Por eso hay quien opta por hacer cine con sus propios recursos, en su casa, o se arriesga a filmar sin permiso con tal de realizar su obra sin lidiar con ese proceso tedioso y desmoralizante. Pero cada proyecto es distinto y tiene sus propias necesidades. Por ejemplo, las ficciones son producciones más complejas y en su mayoría precisan de los dichosos permisos.

Yo siempre pienso que, con tantos cineastas talentosos, miradas auténticas y diversas, con tantas historias, temas y reflexiones pertinentes que poner sobre la mesa, en Cuba, entre cubanos, es una pena que se pierdan porque simplemente niegan el acceso. ¿Imaginas un documental hecho por un realizador independiente sobre la cotidianidad del Presidente, como lo hizo Oliver Stone con Fidel, o sobre un hospital psiquiátrico, –como el de Frederick Wiseman, producido sin apoyo institucional–? Lamentablemente sólo se lograría algo así con una cámara oculta, o siendo un director extranjero ganador de Oscares y Palmas de Oro.

Desde los años noventa, el campo cinematográfico cubano ha experimentado importantes transformaciones, entre ellas, la pérdida de la hegemonía productora del ICAIC. En este panorama, ¿hacia dónde apunta la denominación “cine independiente” en el caso cubano? ¿Tiene sentido hablar de cine independiente hoy?

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Creo que mientras el ICAIC siga siendo la única productora, distribuidora y exhibidora de cine válida para el gobierno, siempre habrá un cine independiente cubano del que hablar.

El día en que sólo existan productoras independientes o privadas, y el ICAIC sólo funcione como instituto de cine, tal cual lo hacen sus homólogos en Canadá, Latinoamérica y Europa, el término de cine independiente cambiaría su sentido y nacerían otras definiciones condicionadas por tendencias visuales y narrativas, temáticas, presupuestos, ideologías, etc.

Recientemente, el Gobierno cubano ha legislado sobre el cine nacional. ¿Cómo impacta el decreto ley 373 las condiciones de posibilidad de los cineastas? ¿En qué medida responde a los intereses y las demandas del gremio?

Tengo que reconocer la voluntad política del ICAIC para escuchar y tomar nota de las opiniones, sugerencias de los realizadores independientes, y apoyarse en los más experimentados para debatir y elaborar las bases del decreto, y defender este cambio.

Muchos de nosotros albergamos esperanzas. De hecho, se lograron avances, como que el cine apareciera en la agenda del Gobierno, que se reconociera la figura del cineasta independiente, y que se creara un fondo estatal para apoyarlo.

Sin embargo, se tiene que seguir trabajando en los cambios, porque todavía no se responde a todas las demandas de los cineastas. Por ejemplo, de las condicionantes la que más me choca es la de inscribirse en el registro del creador para poder ejercer como cineasta, acceder a los permisos de filmación y al fondo, poder crear el colectivo o productora, en fin, para que te validen. Me suena a demasiado control sobre la actividad de los realizadores y a algo excluyente.

Otra limitante es que no es una ley, la cual, a diferencia del decreto, tiene más fuerza, perdurabilidad y es más difícil de anular. Otra limitante es que no se otorga personalidad jurídica a las productoras o colectivos y no se permite la asociación unipersonal ni de hasta dos miembros. Tampoco se contempla la distribución y exhibición de contenidos de manera alternativa o independiente. Con lo cual, es todavía un decreto con muchos puntos pendientes a tratar y mejorar.

¿Cómo evalúas el modelo de desarrollo cinematográfico que supone la puesta en vigor del Fondo de Fomento? ¿Cuáles son sus principales beneficios y limitaciones?

El modelo de desarrollo que propone el Fondo lo encuentro bien. Tiene en cuenta muchas etapas de la producción, el monto del apoyo es alto y se puede otorgar aún cuando no tengas fondos asegurados previamente. Los tiempos de ejecución son claros, los documentos solicitados son los usuales en cualquier otro fondo de este tipo… Por supuesto, el Fondo obliga a justificar gastos a través de informes, comprobantes y a organizar la contabilidad de los proyectos de manera estricta, como tiene que ser, y como te pediría cualquier otro inversor, sobre todo si se trata de un fondo estatal.

Quizás algunas personas encontrarán un problema en adaptar el cronograma de su película a los tiempos del Fondo si quisieran optar por él. Siento como una limitante el hecho de que el productor o realizador tiene que ser parte del Registro del Creador Audiovisual para poder solicitarlo. Que el monto otorgado haya que reembolsarlo al fondo con las ganancias de las ventas, es también algo que tendría que replantearse a partir de un cambio en el modo de distribuir cine en Cuba, donde no existe la distribución, y por tanto, no se va a recuperar absolutamente nada de la distribución nacional. También el Fondo hace un intento por promover los donativos de privados hacia el cine, pero no creo que esto funcione sin darles nada a cambio, como descuentos de impuestos o cosas parecidas que sean motivos reales para apoyar y hacer donativos.

¿Cuáles son los desafíos, los límites y las posibilidades para el desarrollo de una industria audiovisual en la Cuba actual? ¿Cómo será el cine cubano del futuro?

En mi opinión, el principal desafío y límite para la industria del cine es el sistema político económico del país, que no vislumbra el desarrollo de ninguna industria en Cuba.

El cine es considerado un arte y un medio esencial para preservar la cultura de cualquier nación, por lo que me parece muy acertado que sea del interés de cualquier Gobierno; pero también es industria (del entretenimiento), y su destino final son las pantallas de los espectadores (salas de cine, canales de TV, Internet). Debe ser una actividad económica rentable, pero el modelo político económico de Cuba no deja espacio a la rentabilidad ni crecimiento económico de este sector.

Se sabe también que la industria del cine es una fuente de ingreso de divisas para el país, como lo es el turismo y lo fue la caña de azúcar. Muchos países del Caribe promueven que las grandes productoras se vayan a filmar escenas dentro de sus locaciones y dejen allí millones de dólares. Cuba, con tanto personal calificado que forma en sus escuelas de cine, y con tanta riqueza cultural y belleza natural que tiene, está dejando ir esa fuente de ingresos. A través de los servicios de producción que se brindan a proyectos internacionales se genera trabajo para cientos de personas y se pueden beneficiar económicamente comunidades, ciudades e instituciones. Pero, de nuevo, el sistema anula cualquier posibilidad de florecimiento de este tipo.

Si no se produce algún cambio, veo que el futuro de la industria promete muy poco. A raíz del nuevo decreto ley, creo que sí emergerá un movimiento de nuevas miradas y voces, y habrá más producciones y coproducciones que las que hay hasta ahora, pero no será como en República Dominicana, donde la industria del cine está a toda máquina. Tienen una Ley de Cine que contempla un fondo para el cine nacional, incentivos fiscales para atraer producciones internacionales y para que las empresas privadas del país realmente se sientan motivadas a apoyar el cine nacional. Dominicana es en estos momentos el principal productor de cine de la región caribeña, y presenta elevadísimos niveles de ventas en salas del cine nacional por encima del internacional, y una cantidad considerable de filmes y realizadores dentro de los circuitos de festivales internacionales.

Así que las posibilidades son muchas, pero, desde mi parecer, debe ocurrir un cambio más radical.

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MARÍA CARLA DEL RÍO
María Carla del Río. Productora cubana, miembro de EAVE y graduada de producción en la EICTV. Desde 2017, funge como Directora Ejecutiva de Nuevas Miradas EICTV, el único laboratorio internacional en Cuba para filmes en desarrollo. En 2018 recibió el premio de Mejor Producción que otorga la Muestra Joven del ICAIC, por el largometraje La música de las esferas (Biarritz Latin-America FF, 2018). Participó en Berlinale Talents (2015, 2017) y Talents Guadalajara en el 2015. En 2015 fue una de las productoras emergentes de Latinoamérica invitada por el CNC de Francia para participar en la octava edición del Producer Network del Festival de Cannes. En 2015 fue parte del Programa Emerging Leaders of Latin-America, en Concordia University, Montreal. Dirige Marinca Filmes, grupo de producción junto con Lila Falcón y Julio Vega.

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