María Carla del Río, productora cinematográfica cubana, recibió la distinción francesa de Caballero de las Artes y las Letras

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Laurent Burin des Roziers, embajador de Francia en Cuba, entregó la distinción de Caballero de las Artes y las Letras a la productora María Carla del Río (FOTO Cortesía de María Carla del Río)
Laurent Burin des Roziers, embajador de Francia en Cuba, entregó la distinción de Caballero de las Artes y las Letras a la productora María Carla del Río (FOTO Cortesía de María Carla del Río)

La productora de cine María Carla del Río (1986) recibió, de manos de Laurent Burin des Roziers, embajador de Francia en Cuba, la distinción de Caballero de las Artes y las Letras.

En vísperas de la fiesta nacional francesa, en el 234 aniversario de la Toma de la Bastilla, la legación europea reconoció el jueves último a “una de las productoras cubanas más activas de su generación”.

Un breve comunicado en la web de la embajada señala que su trabajo como productora ha sido galardonado internacionalmente y subraya que “acabó de participar en el Mercado del Festival de Cannes 2023 con la esperanza de conseguir un número creciente de coproducciones con sus homólogos franceses”.

“Su último proyecto de ficción, Obra de choque, de Marcos Díaz Sosa, también ha recibido la Aide aux Cinémas du Monde del Centre National du Cinéma et de l’Image Animée (CNC) y fue seleccionado por la Fabrique Cinéma del Institut Français en 2017”, agrega la nota citada.

“Me resulta increíble que se me haya concedido un honor tan grande, el cual han recibido destacadísimas personalidades de la cultura mundial”, declaró en la ocasión María Carla del Río. “Pero, al mismo tiempo, agradezco el gesto de reconocer a una productora joven, porque el productor de cine es una figura creativa fundamental, que toma muchos riesgos desarrollando los proyectos cinematográficos, es también un creador de ideas para llevar a las pantallas, e impulsa el talento y las colaboraciones internacionales, artísticas y financieras; y a pesar de su gran labor para con la industria cinematográfica, permanece a la sombra y es poco reconocida. Así que, muchas gracias por resaltar con la orden de Chevalier, el valor cultural del trabajo de producción de cine”.

Graduada en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños (EICTV), Del Río fundó en 2015 la productora independiente Marinca Filmes, que –tal como destaca la misión francesa en La Habana– “apoya a un gran número de cineastas cubanos emergentes”.

Asimismo, coordinó entre 2017 y 2019 la iniciativa Nuevas Miradas EICTV, único laboratorio en la isla que respalda proyectos cinematográficos en desarrollo.

La filmografía de María Carla del Río incluye laureados filmes como La música de las esferas (Premio Mejor Documental y Mejor Producción, Muestra Joven ICAIC, 2018; Premio Mejor Documental en Recontres de Cinemas Martinique, 2019) y La opción cero (mejor documental del MiradasDoc 2022; mejor documental iberoamericano en el Festival Internacional de Cine Documental de Buenos Aires en 2022; mejor documental en el Trinidad and Tobago Film Festival 2021); ambos dirigidos por Marcel Beltrán.

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María Carla del Río
María Carla del Río

También ha coproducido el filme alemán Vamos a la playa (2022), de Bettina Blümner, y ha fungido como productora de los cortometrajes Un hombre nuevo (2014), de Alejandro Arango, o La despedida (2014), documental de Alejandro Alonso, o Aburo (2021), de Cecilia Otero Rivas.

Acerca de los desafíos para la producción cinematográfica en las condiciones específicas de Cuba, María Carla del Río decía hace algún tiempo en entrevista para Rialta Magazine: “Diría que principalmente son los criterios políticos los que más condicionan la autonomía creativa para la realización. Porque, como sabemos, la mirada del cineasta independiente se ha demonizado y existe mucho recelo y censura por parte del Estado hacia su criterio y obra. El miedo a las represalias ha creado una desconfianza para dar algún testimonio frente a cámara que el Estado pueda interpretar como oposición, o a mostrar una realidad o hecho determinado que suenen a reproche”.

“Solo obtener los permisos de filmación se torna una hazaña”, ejemplificaba entonces, “porque el proyecto debe ser revisado y estudiado por no sé cuántos burócratas, ministerios e instituciones, antes de ser aprobado. Algo que pudiera conseguirse en uno o tres pasos, vía email, pagando una tarifa preestablecida y cumpliendo con las regulaciones de protección del lugar, demora meses. Por eso hay quien opta por hacer cine con sus propios recursos, en su casa, o se arriesga a filmar sin permiso con tal de realizar su obra sin lidiar con ese proceso tedioso y desmoralizante”.

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