‘Mato seco em chamas’: Adirley Queirós y Joana Pimienta repostulan el cine de género para pensar la realidad brasileña

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Fotograma de ‘Mato seco em chamas’ (2021); Adirley Queirós y Joana Pimienta (IMAGEN YouTube / Cinema City Portugal - trailer)
Fotograma de ‘Mato seco em chamas’ (2021); Adirley Queirós y Joana Pimienta (IMAGEN YouTube / Cinema City Portugal - trailer)

Adirley Queirós es prácticamente un realizador de culto para los cinéfilos latinoamericanos. El director brasileño no deja de ganar adeptos con cada nueva película, que es siempre un juego con el lenguaje cinematográfico y una operación crítica sobre la realidad. Queirós es un innovador, un creador audiovisual que descree de las facturas complacientes y esculpe obras de una férrea y personalísima autoría. Su más reciente producción, Mato seco em chamas (2021), constituye otra espléndida apuesta por la libertad creativa y la conciencia política, consumada esta vez junto a la directora portuguesa Joana Pimienta.

A la par de su quehacer como cineasta, Pimienta ha emprendido un apreciable trabajo como artista visual y como profesora universitaria, campos que han influido en la presentación expresiva y conceptual de su obra cinematográfica. Su colaboración con Queirós no empieza con Mato seco em chamas. Pimienta también fue codirectora de Rádio Coração (2016), y fotógrafa de Era uma vez Brasília (2017).

Ambos creadores se han vuelto a unir en este audaz ejercicio fílmico que resulta una intencionada vuelta de tuerca a las convenciones dramáticas del cine, y en particular a la gramática realista que predomina en la producción del subcontinente. Mato seco em chamas está lleno de licencias narrativas y experimentación expresiva; soportes del humanismo con que se cuenta una historia de resiliencia acerca de mujeres sometidas a toda clase de violencias patriarcales y gubernamentales.

Esta obra no ha dejado de llamar la atención en el circuito internacional de festivales. Tras su estreno en la Berlinale ha cosechado éxitos por todos lados: en el Festival Cinéma du Réel, en Francia, obtuvo el Gran Premio, y en el de Mar del Plata, Argentina, consiguió el Premio Especial del Jurado de la Competencia Latinoamericana. Y la travesía del filme continúa: por estos días integra la selección oficial del 43o Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.

Como en las películas anteriores de Queirós, la historia de Mato seco em chamas registra la periferia urbana brasileña: esos ambientes marginados donde la ilegalidad y el crimen devienen comportamientos heroicos, actos de enfrentamiento a un poder político y económico que relega a las peores condiciones de supervivencia. El argumento se adentra en la vida de la favela Sol Nascente para explorar el imaginario y la conducta de una pandilla de mujeres que rigen un negocio de contrabando de petróleo. Esta cofradía femenina se ha granjeado, armas en mano, un sólido status al interior de la jerarquía criminal que dicta las reglas del lugar. Esas mujeres son un regimiento en guerra contra un gobierno que las mantiene bajo amenaza constante.

Fotograma de ‘Mato seco em chamas’ (2021); Adirley Queirós y Joana Pimienta (IMAGEN YouTube / Cinema City Portugal - trailer)
Fotograma de ‘Mato seco em chamas’ (2021); Adirley Queirós y Joana Pimienta (IMAGEN YouTube / Cinema City Portugal – trailer)

Chitara y su hermana Léa (recién salida de prisión), apoyadas por Andreia y un grupo considerable de exconvictas, refinan y distribuyen en la favela el combustible que roban de una tubería subterránea. Chitara resolvió construir una máquina extractora, y con ella estableció un mercado ilegal de petróleo en medio de ese descarnado ambiente. Ella, su hermana y sus amigas lo ofrecen a un precio menor que el fijado por las autoridades del Distrito Federal, cuya policía circula por la ciudadela con el propósito de desmantelar el negocio. Para garantizar su protección, estas empoderadas mujeres sellan un trato con sus principales clientes: los motoristas de Sol Nascente, una cuadrilla que opera como un comando de respuesta rápida. El enfrentamiento entre el grupo de féminas y las fuerzas militares del Distrito constituye el hilo argumental a partir del cual Queirós y Pimienta alientan una extraordinaria experiencia estética a la vez que edifican una aguda panorámica social y política del Brasil contemporáneo.

La trama de Mato seco em chamas, de estilo sutilmente gansteril –la dinámica del negocio remeda la de un cartel de narcotraficantes–, está estructurada fragmentariamente. Antes que seguir una línea expositiva ascendente, la narración emprende una superposición de capítulos que, en conjunto, dibujan el modo de vida, las dinámicas sociales de la favela, y extraen de las protagonistas una visión del mundo. Esa deconstrucción de la linealidad expositiva tiene una justificación en la mezcla de documental y ficción que conforma el cuerpo narrativo. El filme, que destina un considerable espacio a registrar la naturaleza de la camaradería femenina, rompe de forma regular el pacto ficcional para insertar documentos de la realidad de esas mujeres, actrices naturales que representan una versión ficcional de sus propias vidas. Entre los momentos que mayor densidad conceden a la construcción de los personajes se encuentran justo aquellos donde Chitara y Léa ofrecen testimonios “en directo” acerca del curso de sus vidas: sus infancias en la favela, sus días en la cárcel…

Esa arrojada estructura, gozosa de su indistinción entre documental y ficción –tendencia cada vez más recurrente en el cine contemporáneo–, no es el único factor de riesgo patente en esta brillante película. Mato seco em chamas juega con los códigos de género, tanto en el diseño de la imagen como en la concepción de la puesta en escena. Perteneciente a la misma prole que Bacurau (Kleber Mendonça Filho), y amorosa parodia de Mad Max, el filme es un coctel de distopía, ciencia ficción y Western, aderezado con elementos culturales intrínsecos de la periferia brasileña. Inspirada en el estilo labrado por la ciencia ficción clase B, la fotografía envuelve los hierros de la máquina extractora, los angostos y poco iluminados callejones de la favela, la estructura metálica de los blindados camiones en que se mueve la policía federal…, en una elocuente y poderosa atmósfera (post)apocalíptica. Sin miedo a dedicar extensas secuencias a la sola contemplación de pasajes sociales, laborales y festivos que acontecen en ese mundo desolador, este filme constituye un rebelde y estimulante ejercicio de estilo.

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Mas toda esa hibridez genérica, ese irónico apego a las opciones estéticas del cine comercial, garantiza la reciedumbre de la articulación del discurso fílmico. Contrastado con dichas variantes genéricas, el registro documental de fiestas y bailes populares, de los sermones evangélicos visitados por Andreia, de las labores en el aserradero y la fábrica de bloques, de las manifestaciones pro Bolsonaro, consigue exponer mejor el cosmos en que se mueven las mujeres protagonistas.

Hay otras dos particularidades que respaldan la rotundez de Mato seco em chamas: su fervorosa conciencia feminista y su militancia política. En su intrépida representación de ese mundo matriarcal, donde unas lesbianas resueltas exhiben a plenitud su identidad y sus deseos eróticos, la película consuma una declaración de principios acerca de los usos del cuerpo femenino. Estas mujeres se niegan a que algún mandato cultural o paradigma sexual controle sus relaciones, los modos físicos de expresión de sus subjetividades. De sus cuerpos extraen la fuerza para enfrentar ese mundo turbulento, precario, atroz. El personaje de Andreia es el signo más explícito de indisciplina política. Convencida de que la política es un camino para la redención, funda el Partido del Pueblo de la Prisión, donde militan convictas y exconvictas. En determinado momento salen a manifestarse a las calles contra ese enjambre de conservadores de derecha que claman por el ascenso de Jair Bolsonaro.

Cercadas por la policía, insubordinadas en la cárcel, negociando los precios del petróleo, entre los balazos y el polvo levantado por las motos, estas mujeres subversivas y sus historias colocan frente al espectador una estampa oscura, compleja del Brasil presente.

Mato seco em chamas se instala en ese universo femenino, vulnerable y robusto a un tiempo, y desde ahí abre caminos para el cine por venir. Se trata de un genuino ejemplo de ensayo fílmico y de cine político: una obra erigida sin temor alguno a replantear las formas como vía para impugnar el orden del mundo.

Fotograma de ‘Mato seco em chamas’ (2021); Adirley Queirós y Joana Pimienta (IMAGEN YouTube / Cinema City Portugal - trailer)
Fotograma de ‘Mato seco em chamas’ (2021); Adirley Queirós y Joana Pimienta (IMAGEN YouTube / Cinema City Portugal – trailer)
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