Jesús Díaz: “Literatura revolucionaria: respuesta a una encuesta”

Tomado de ‘Bohemia’, año 58, n. 29, 22 de julio de 1966, p. 26.

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¿Qué entiende usted por literatura revolucionaria?

El problema tiene demasiadas aristas y no es posible, en espacio y tiempo tan reducidos, abarcarlas todas. ¿Debe ser la literatura revolucionaria necesariamente literatura de épocas de revolución social? ¿Una literatura que toque profunda y novedosamente problemas humanos –Dostoyevski– es o no revolucionaria? ¿Cómo explicar la superioridad –a que aludía Engels– del “católico y reaccionario Balzac”, que, sin embargo, al decir de Marx, supo prever el futuro, sobre Zola? ¿Es revolucionaria una buena parte de la literatura soviética –Chapaiev, La joven guardia— que a pesar de tratar en todas sus páginas el tema de la Revolución quedarán en la historia como ejemplo de mala literatura? Y en Cuba, ¿son ejemplos de literatura revolucionaria las décimas del Indio Naborí, o las cuartetas de Martín Proletario? ¿Puede el socialismo aceptar que la antigüedad queda representada en la historia literaria por la Ilíada, la edad media por el Cantar del Mío Cid, el capitalismo por La montaña mágica, y quedar él representado por una literatura reducida a la consigna?

Me voy a permitir alterar, para responder positivamente siquiera una parte, la pregunta: ¿qué entiende usted por literatura revolucionaria en Cuba ahora? En primer lugar, creo que el universo que rodee una literatura que en Cuba hoy pretenda ser revolucionaria, debe ser la Revolución; y para eso es necesario que la óptica del escritor, el escritor mismo, sea profunda y decididamente militante. Esta condición, es decir, la certeza de la militancia, resuelve una serie de posibles problemas; el del temor a plantear los conflictos de la nueva sociedad; el del punto de vista sobre estos conflictos, de los que el escritor al cumplir primero la condición de simple revolucionario, trabajador voluntario, soldado de la Patria, es parte, a los que el escritor no ve desde afuera, con los que choca no por diferencias con la Revolución, sino por rebeldía ante los problemas con los que la Revolución se enfrenta. Así, la obra surgirá desde la Revolución, que no será vista como el limbo perfecto e incoloro que no es, sino como el mundo alucinante, desgarrador, contradictorio y hermoso que con su sudor y su sangre el escritor –como un ciudadano revolucionario más– está construyendo.

Pero esto no basta. Es necesario que esa obra, para ser considerada obra de arte, lo sea efectivamente, y el arte tiene sus leyes, y estas son rígidas. Las décimas del Indio Naborí o las cuartetas de Martín Proletario a las que me referí anteriormente pueden, en el mejor de los casos, tener una muy relativa eficacia política inmediata, pero no son arte, no pueden ser ejemplo de literatura revolucionaria. La propaganda política puede y debe servirse de algunas formas artísticas, esto es lícito y necesario, pero confundir la propaganda con el arte, o reducir la función del arte revolucionario a la de cartel, es inaceptable. Una literatura revolucionaria en Cuba hoy debe saber traducir la gran epopeya de la Revolución Cubana, vanguardia del mundo subdesarrollado, en términos de vanguardia artística universal.

¿Cree usted que puede hablarse ya de una literatura cubana de la Revolución? ¿Por qué?

No creo que pueda hablarse de una literatura de la Revolución Cubana. Las razones son muchas, casi todas conocidas. Se han realizado, y se realizan esfuerzos; pero aceptar lo hecho como literatura de la Revolución sería exigirnos demasiado poco. La literatura de la Revolución Cubana tiene que estar a la altura de la REVOLUCIÓN CUBANA. Tenemos que llegar a ocupar con relación a la literatura latinoamericana el lugar que con relación al deporte latinoamericano ocuparon nuestros atletas en Puerto Pico. Claro que literatura y deporte no son lo mismo, ni la condición del escritor es igual a la del deportista; pero ¿a cuántas medallas de oro equivaldría una novela tan admirable como El siglo de las luces con nuestra epopeya actual como asunto?

¿Cree usted que la realidad revolucionaria sólo puede expresarse a través del Realismo?

¿Qué realismo? ¿Realismo crítico? ¿Realismo socialista? ¿Naturalismo a lo Zola? ¿Qué significa realismo a secas? Creo que ya lo dije antes, que una literatura revolucionaria en Cuba ahora tiene que tener como universo, como formante y como asunto, la Revolución; que el creador tiene que ser militante; y que tiene que tratar de estar a la altura más alta de la contemporaneidad. Una esos tres ingredientes, agítelo antes de usarlo y espere un poco.

¿Qué tres títulos de la literatura internacional recomendaría a un joven escritor revolucionario?

La pregunta tiene bastante de juego de azar, una suerte de lotería literaria. Sin embargo, ya que estamos en el juego…

La condición humana, A. Malraux.

U.S.A., J. Dos Passos.

Caballería roja, I. Babel.

Todos como ejemplo de exquisito tratamiento literario de conmociones sociales. Los grandes movimientos de masas en China ligados a la revolución y a la Internacional. La Grandeza y la miseria de los Estados Unidos. La tremenda lucha de la Caballería Roja durante la guerra civil en los primeros años de la Revolución de Octubre.

Si un extranjero le pidiera tres obras literarias que reflejaran el proceso revolucionario, ¿qué libros recomendaría?

El juego de lotería continúa, pero casi no quedan bolas en el saco.

La situación, L. Otero.

Bajo palabra, M. González.

Antología de poetas. Que aún no está hecha, donde no podrían faltar Guillén, Retamar, Fayad y Padilla.


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