Una conversación con las curadoras cubanas Dayneris Brito y Patricia G. Kasaeva: “Todo al final deviene archivo”

El fragmento es, en sí mismo, sintomático de la generalidad de la cual procede, no solo como memoria histórica –archivo–, sino como discusión vigente. Las curadoras cubanas Dayneris Brito y Patricia G. Kasaeva organizaron una exposición como se organizan una infinitud de teselas desperdigadas. Teselas como fragmentos de memorias. Teselas como microcápsulas de vacíos. Teselas como, también, micropolíticas de los tiempos; de los tiempos como presentes continuos. De los tiempos y de los miedos. La exposición Tengo miedo de un día olvidarlo todo (Haba Gallery, Barcelona) entrelaza las poéticas de las creadoras Jenny Feal (La Habana, 1991) y Antònia Del Río (Capdepera, 1983). La memoria, entendida como una geografía sensible que nos construye, es la cualidad basal sobre la que se sustenta la muestra. Nos convertimos en barqueros en el mar de los posibles.

Tengo miedo de un día olvidarlo todo es, creo, un ensayo en torno a una noción en particular: la memoria. Dentro de la exposición, ¿cómo esta noción se infiltra entre las piezas de Jenny Feal y Antònia Del Río?

Patricia G. Kasaeva (PK). La memoria y el olvido funcionan como dos fuerzas opuestas entre sí. La primera, relacionada a los momentos de euforia, dolor y al attachement, y la segunda, vinculada a la capacidad de dejar ir, del disattachment. Las obras de ambas artistas son como cápsulas de memoria que llevan al campo de la creación el juego apetecible entre memorizar y olvidar, retener y soltar.

La exposición discurre de la misma manera que hacemos el recorrido en una casa. Comienza por “el patio”, donde se introducen las formas estéticas de ambas artistas con dos grandes instalaciones. Aquí se emplean desde los materiales más artesanales (A la sombra y con sombrero, de Jenny Feal), hasta formas estrictamente conceptuales (Silencio, de Antònia del Río).

En A la sombra y con sombrero, Feal nos introduce en su lugar de pertenencia, un exterior campesino. Silencio, por su parte, simboliza una imposibilidad de diálogo que prohíbe el acceso a la memoria, así como la dependencia a estructuras de poder para articular el conocimiento y su transmisión.

A continuación, pasando al “interior” de la casa, ambas artistas nos presentan a su familia y sus familiares ausentes. En ambos casos son los abuelos. Antònia del Rio lo hace a través de Indicios de familia y Sábanas frías. Por su parte, Jenny Feal presenta Siento que tus versos son flores que llenan tierras y tierras.

Del Río nos muestra una Biblioteca ausente, efímera, casi imperceptible, de los libros desaparecidos a lo largo de la historia a causa de la censura, el expolio, el robo, los desastres naturales y un largo etcétera de motivos. Un conocimiento al que ya no podremos acceder, que ya no nos pertenece.

A su vez, Feal muestra sus Diarios, una serie de escritos ilegibles sobre platos en torno a un resentimiento político autocensurado, del que se comenzaría a despojar tras su llegada a Lyon. Estas ideas se encuentran superpuestas como si se “protegieran” de una posible mala interpretación.

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Siguiendo esta misma idea, Trofeo, de Feal, representa esas vivencias complejas que se dejan atrás, como una carga que se extirpa para dejar paso a nuevos aprendizajes. Ambas obras funcionan, aunque de diferente manera, como un proceso de sanación a partir del olvido.

Por último, está Sueños de parafina, de Antònia, una idealización de la casa, ese espacio de la memoria que hemos recorrido durante la exposición, en relación con el barro como elemento asociado a la tierra y a aquello que nos enraíza y, a la vez, cobija lo que está a punto de surgir.

¿Qué estrategia curatorial quisieron seguir al escoger a estas dos artistas?

PK. La intención curatorial que teníamos era encontrar dos artistas que confluyeran en sus motivaciones, aunque provinieran de contextos socioculturales disímiles. Así, Jenny Feal, una artista franco-cubana, y Antònia del Rio, catalana de Mallorca, confluían en prácticas basadas en la memoria y el olvido. Como eje vertebrador, estas dos creadoras utilizan el archivo, la biblioteca y, en definitiva, el pasado sobre el presente.

Aunque en un principio eran creadoras distantes, el resultado de la exposición demuestra que sus poéticas son muy cercanas. ¿De qué manera se encontraron y cómo entrelazaron sus propuestas?

PK. Una cuestión importante que tuvimos en cuenta en la selección de las artistas era que no se conocieran entre ellas. De esta manera, la complementación y “ensamblaje” entre sus trabajos e ideas sucedió desde el descubrimiento de un “otro común”. Estuvimos haciendo varias sesiones de videollamadas entre las cuatro. Fuimos encontrando los puntos de cohesión más sólidos (la biblioteca, la familia, la nostalgia, lo delicado, lo que nos duele dejar atrás y lo que nos impulsa a seguir, de dónde venimos y a dónde vamos, los cuidados tradicionales, la presencia de los abuelos y la estructura doméstica) para luego entretejer el resto de la red simbólica.

Un ejemplo claro de esta cohesión es la entrada a la segunda sala, o al interior del espacio doméstico, cuando ambas artistas nos presentan tanto a su familia como a los abuelos ausentes (Indicio de familia, Sábanas frías y Pienso que tus versos son flores que llenan tierras y tierras). Por otra parte, la obra de Antònia de la primera etapa de su trabajo se encuentra más cercana a la de Jenny, de manera formal, que la obra que trabaja actualmente, en relación con el uso de materiales. En este sentido, al trabajar con una selección de ambos períodos artísticos, se pudo mostrar este trabajo con los materiales más tradicionales de Antònia (Habitar, Fósiles) y las instalaciones más conceptuales (Silencio, Almacén de la memoria).

Han dicho que Tengo miedo de un día olvidarlo todo es un “ejercicio de voluntad”. ¿En qué sentido?

Dayneris Brito (DB). Lo es por muchas razones. Es una exposición que suscitamos desde el principio, desde la selección de las artistas hasta la puesta en escena. Jenny y Antònia nunca habían coincidido en un espacio expositivo. No se habían conocido. La mayor voluntad radica en querer, no de manera forzada, sino espontánea, poner a dialogar estas dos creadoras.

Los temas muchas veces son, por elementos o circunstancias, impuestos en las exposiciones. En no pocas ocasiones son pretextos para unir determinadas estéticas o para cumplir con un programa determinado dentro de un museo o galería. En nuestro caso, teníamos toda la libertad creativa para trabajar con un tema o no. Escogimos trabajar con el tema –llamémosle así– de la memoria y su relación con el olvido.

En el caso de las obras de Jenny y Antònia se produce una búsqueda de la memoria de una manera muy reiterada, si bien las historias de ambas son muy diferentes. Quisimos mostrar cómo dos artistas aparentemente distantes eran capaces de, utilizando un mismo recurso expresivo, llegar a obras que al final tienen mucha similitud.

También afirman que es parte de una “necesidad de aferrarnos”. ¿A qué? ¿A quién? ¿Dónde?

PK. Creo que una de las cuestiones interesantes de esta memoria y olvido como temas son las divergencias. El qué, el quién y el dónde son diversos entre cada una de nosotras y también entre el público. Las lecturas de las obras y sus referencias son intrínsecamente subjetivas, teniendo en cuenta el “lugar” del que venimos. El contexto sociocultural se implica, pero no es lo más importante, sino cuestiones relacionadas al ámbito y la forma familiar e infantil en los que nos identificamos.

Partiendo de esto, en mi caso la memoria y el olvido están imbricados a mi relación familiar con el Alzheimer, que de alguna manera ha generado en mí cierta obsesión por la documentación de la vida, tal vez pensando en clave poshumanista en la “solución” de dicho dolor/miedo.

La relación con los abuelos, sus muertes y los aprendizajes, ha sido una constante en esta relación con el volver a algún lugar. Jenny Feal, por su parte, se refiere a la relación con su abuelo que fue encarcelado por ser disidente político y del cual heredó una gran biblioteca que se ha convertido en un eje estructural de su obra. En el caso de Antònia del Río, también resulta medular la relación con los abuelos y la simbología de la casa, del espacio físico donde se desarrolla la vida, el Alzheimer y, en general, la noción de olvido, tan presente en su obra, se formaliza desde el archivo y la biblioteca.

La memoria tiene, inevitablemente, espacios vacíos, insondables. ¿Dentro de La Galería by Lastcrit cómo se organizan –si fuere posible– estos vacíos?

DB. Podemos hablar de vacíos desde lo que visualmente representa esta exposición (la museografía) hasta las obras y el concepto que se despliega. El propio espacio de Galería by Lastcrit nos permitió trabajar con mucha soltura las obras, aunque eran casi una veintena. No trabajamos sobre el horror vacui. Se puede caminar de manera muy aireada entre las piezas. La exposición también tiene varias instalaciones de gran tamaño, como A la sombra y con sombrero, de Feal, o Almacén de la memoria, de Del Río, obras que obligan al espectador a recorrerlas. Tuvimos muchos retos en la museografía. Pero los vacíos ya estaban presentes desde el momento en que decidimos trabajar en un tema como la memoria.

Tengo miedo de un día olvidarlo todo atendió a la memoria desde diferentes aspectos: familiar, social, infantil, material, ideológica, política… En la nota de prensa también se refieren a la “felicidad”. ¿Por qué asocian la felicidad con todo lo anterior?

DB. Tanto a Patricia como a mí nos interesa investigar mucho el ámbito de la psicología. Se ha especulado mucho sobre qué es y dónde está la felicidad. ¿Acaso existe la felicidad? Cuando hablamos de felicidad hablamos de recuerdos. La felicidad se vive desde el presente o de recordar momentos felices.

Antònia y Jenny coinciden en que utilizan el arte como un proceso de sanación. Lo hacen con la intención de desempolvar objetos, archivos, materiales de esas felicidades ocultas. Como es el caso de la obra Fósiles, de Antònia Del Río, donde reproduce en pequeño formato esculturas de objetos muy simples como un libro, un biberón… Objetos relacionados con su maternidad. Un momento de felicidad.

Por ejemplo, el banco de Jenny Feal [Pienso que tus versos son flores que llenan tierras y tierras] alude a la muerte, a la desaparición de su abuelo. A la misma vez, es el resultado de una relación epistolar que ella mantuvo con él, alguien a quien no pudo conocer físicamente. Esta pieza es la formalización de un recuerdo que pasa por el filtro de la felicidad. Representa una presencia/ausencia.

Tengo miedo de un día olvidarlo todo se puede analizar de una manera pesimista o melancólica, pero donde se trabaja mucho con la felicidad.

En la inauguración, el 18 de mayo, la creadora Gabriela Burdsall presentó Aquí, un performance que recupera una relación con su abuela, la bailarina y coreógrafa Lorna Burdsall. Es una relación con el pasado. Es una relación con lo que nos sostiene. Es un paracaídas. ¿En qué medida creen que Aquí se conecta con las investigaciones de Jenny Feal y Antònia Del Río?

PK. Las tres creadoras trabajan sobre la línea de aquellos elementos que tienen la capacidad de conservar, en forma de contenedores, la memoria. Es el caso del paracaídas que Gabriela ha heredado de su abuela, de la biblioteca que Jenny heredó de su abuelo, y también es el caso de los fósiles que Antònia heredó de su familia política. La relación con los abuelos en toda la muestra también es una constante. Gabriela basa su trabajo en el conocimiento y redescubrimiento diario de las enseñanzas de su abuela, así como Jenny vertebra su trabajo a partir de la figura de su abuelo y su historia con ella.

Otra noción central en la exposición es el archivo. Capa sobre capa de información. Dentro del arte contemporáneo el archivo es ahora mismo una noción/idea/intertexto muy utilizado. ¿El archivo es en sí mismo un material para deconstruir? ¿O solo a veces?

DB. Sin ánimos de generalizar, un gran porciento de los artistas contemporáneos trabaja con el archivo de alguna manera. Todo al final deviene archivo. En el caso de Jenny y de Antònia el archivo funciona como un material para deconstruir, pero no necesariamente. Por ejemplo, en una obra como Almacén de la memoria, de Antònia del Río, el archivo funciona como un recurso visual que le permite enunciarse.

Bibliotecas, cuerpos migrantes, estructuras domésticas, coreografías de la nostalgia. ¿Siguen teniendo miedo a un día olvidarlo todo?

DB. Quiero responderte esta pregunta de una manera muy espontánea. Escogimos el título de la exposición porque, al mismo tiempo, hace referencia a una obra de Jenny Feal. Esta obra da la bienvenida a la exposición. Consiste en una alfombra de barro y se encuentra en el suelo. Esta alfombra tiene inscrita una frase: “Tengo miedo de un día olvidarlo todo”.

Miedo y olvido son palabras que asociamos con lo negativo. En este caso es miedo, sobre todo al vacío. Al vacío y a no recordar. Miedo a dejar ir. La exposición demuestra que el arte está para marcar esos espacios de recuerdo a los que siempre podemos llegar, aunque en apariencia lo hayamos olvidado todo.