Detalle de cubierta de 'Cuba Posrevolucionaria. Una mirada panorámica'
Detalle de cubierta de 'Cuba posrevolucionaria. Una mirada panorámica'

Cuba posrevolucionaria. Una mirada panorámica (2023, Buenos Aires, Editorial Dunken, 206 pp.) es una propuesta de Gobierno y Análisis Político A.C., cuya importancia logra exhibirse desde varios puntos de vista. La propia naturaleza del texto, coordinado por Liliana Obregón González, hace de él una lectura interesante, al unir especialistas de diversas áreas en las ciencias sociales para llevar a cabo un diagnóstico –panorámico, pero en ningún momento carente de rigurosidad teórica, pertinencia empírica y profundidad analítica– sobre la realidad de Cuba a más de sesenta años del triunfo de la revolución liderada por Fidel Castro. Esta pluralidad de autores abona, simultáneamente, a una pluralidad de perspectivas metodológicas, conceptuales e, incluso, existenciales, que enriquecen al libro y aseguran al lector un acercamiento cabal con la situación cubana.

Se trata, en efecto, de una plétora de estudiosos quienes, además de una sólida formación académica y larga trayectoria profesional por diversos rincones del globo –desde Sudamérica hasta México y el Caribe, pasando por los Estados Unidos y Europa–, son originarios de la isla, motivo por el cual conocen mejor que nadie los avatares revolucionarios, sus presumibles logros, fallidas promesas, momentos críticos y, en general, los procesos responsables de configurar, hoy, un régimen cerrado a la competencia, pluralidad y participación política. Causante, además, de las enormes desigualdades socioeconómicas que se experimentan desde hace tiempo en la mayor las Antillas.

El libro se encuentra compuesto por once capítulos, cada uno de los cuales versa sobre las diferentes aristas que constituyen el entramado sociopolítico cubano, desde el sistema electoral, económico y las relaciones internacionales, hasta la articulación de la cultura y el espacio público, en donde afloran no solamente reclamos de apertura política y participación ciudadana, sino también de reconocimiento a las nuevas identidades y movimientos sociales, tópico que es desarrollado tanto en el artículo de Armando Chaguaceda y Johanna Cilano, “Cuba: desafíos de la sociedad civil”, como en los de Mabel Cuesta –“Vida en los márgenes; ni milicianas, ni lesbianas normalizadas: el constante acto de hacer de la Revolución un espacio queer”– y Tito Mitjans Alayón, “De la plantación esclavista a la plantación socialista: primeros apuntes para un análisis feminista decolonial”.

Estos tres textos son un buen ejemplo de cómo, en el armado general del libro, los objetos de estudio llegan a converger, al tiempo que los análisis realizados por sus autores abordan los problemas desde posiciones teóricas, si bien complementarias, diversas. Mientras Chaguaceda y Cilano optan por la teoría de la sociedad civil desarrollada por Jean Cohen y Andrew Arato, aderezada con herramientas de política comparada que les permiten evidenciar con claridad las restricciones al espacio cívico cubano frente a países vecinos con características demográficas y económicas similares –Costa Rica y República Dominicana; Mabel Cuesta aborda un estudio histórico sustentado en algunos elementos de semiótica y análisis del discurso, los cuales facilitan a la autora contraponer la narrativa oficial de un feminismo revolucionario –llamémosle así– frente a otra clase de feminismo político voluntario, organizado por intelectuales, académicas y obreras, que a día de hoy integra nuevas identidades raciales y de género. Por último, Tito Mitjans adopta una perspectiva queer desde donde pretende situar las “estrategias de resistencia construidas desde los márgenes del movimiento afrocubano, que brindan herramientas alternas o fortalecen las ya existentes”.

No debe pensarse, sin embargo, que el libro en cuestión se encuentra de algún modo fragmentado en tópicos disímiles cuya concurrencia adquiere un carácter accidental. Por el contrario, cada uno de los artículos que lo componen, si bien examinan espacios delimitados de la realidad cubana, asumen un hilo conductor que robustece la totalidad la obra y la dota de aún mayor sentido. De tal forma, es notorio el esfuerzo por acercarse a los episodios más actuales del devenir cubano –como revisamos de manera breve–, pero también por adoptar una perspectiva histórica que dé cuenta de las causas del momento presente.

Este eje diacrónico-sincrónico que acompaña a la obra se ilustra desde el primer capítulo, “Cuando las revoluciones terminan: la experiencia cubana”, escrito por Haroldo Dilla Alfonso. Dicho artículo logra esgrimir en pocas páginas un recorrido a través de las mutaciones ideológicas del proyecto revolucionario surgido en 1956, más tarde convertido en Gobierno, oscilantes entre un nacionalismo democrático primigenio, la puesta en marcha del socialismo, así como la plena asunción del modelo estalinista y algunos interludios de fracasado reformismo. En virtud de ello, el autor logra delinear cómo el declive de los indicadores sociales cubanos se explica por la dependencia del régimen posrevolucionario hacia la ayuda económica de una Unión Soviética agonizante, que, junto al afianzamiento del autoritarismo en la isla, manifiesta en nuestro siglo lamentables consecuencias.

Cubierta Cuba posrevolucionaria | Rialta
Cubierta de ‘Cuba posrevolucionaria. Una mirada panorámica’

El acomodo del texto antes descrito en el principio de la obra resulta atinado, puesto que algunos de los elementos que ahí se abordan abren una amplia discusión posterior. En este sentido, el tópico de la influencia soviética en la conformación del ahora régimen autocrático de La Habana es un lugar común para varios de los autores, lo cual se puede observar en capítulos como el de Carlos Manuel Rodríguez Arechavaleta, “El sistema electoral en Cuba: lealtad versus preferencias”, donde se analiza de qué manera nociones como el centralismo democrático del marxismo-leninismo ocupan hoy un lugar privilegiado en el sistema electoral cubano, cuyo armado responde al de un régimen de partido único, excluyente de toda expresión de pluralidad y, por lo tanto, de oposición política y competencia interpartidista. Algo similar sucede con las contribuciones sobre la política exterior de Cuba, realizadas por Juan Antonio Blanco –“Apuntes sobre el Estado cubano y su política exterior (1959-2020)”– y Jorge I. Domínguez –“La política exterior de Cuba: ¿se puede ser potencia mundial en el Caribe?”– los cuales, si bien con matices propios, ponen en perspectiva los retos a los que la diplomacia cubana se enfrenta después de la caída de la URSS, aliado de incalculables beneficios para la isla.

Quienes participan en el texto comparten, asimismo, preocupaciones relativas a la crisis humanitaria causada por el prolongado éxodo de los cubanos, producto de una economía en decadencia y la incapacidad estatal para proveer servicios públicos. Esto se ve reflejado en cada uno de los capítulos, los cuales, además de rastrear las causas materiales de semejante crisis, denuncian los excesos y falencias de la dictadura, expresados en constantes ejercicios represivos hacia movilizaciones ciudadanas, en la ineptitud frente a oportunidades de apertura económica –como lo fue el “deshielo” de las relaciones comerciales con EE. UU.– y, desde luego, en el rechazo hacia cualquier intento de reforma política.

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Sobre este último punto es notable la crítica al carácter antireformista de la vigente constitución cubana. En términos generales, los autores de la obra aquí reseñada despliegan, desde sus propios ámbitos, una serie de razonamientos por los cuales explican cómo el documento promulgado en 2019 carece de alternativas –legales, políticas y económicas– para mitigar en la sociedad isleña el impacto de un sistema con graves problemas estructurales, en donde convergen escasez, falta de productividad e inversión extranjera, corrupción, restricción a las libertades cívicas y garantías democráticas. Todo ello no es impedimento, sin embargo, en el avance hacia un momento propositivo del texto que refleja las diversas áreas de especialización de sus autores, quienes ofrecen algunas directrices de cuantiosa valía para la virtual formulación de agendas democratizadoras.

En resumidas cuentas, Cuba posrevolucionaria. Una mirada panorámica es un libro académico al que puede acercarse tanto el lector especializado en la experiencia cubana como aquel cuyo interés es novel. Vocación por dar a conocer la realidad de Cuba –desmitificando la revolución en el camino–, claridad en el lenguaje usado y anclaje en la actualidad son elementos que aumentan el atractivo del texto, necesario en nuestro tiempo y espacio. Ante la opinión benevolente con las autocracias regionales, propagada desde medios, líderes y Gobiernos, la obra en cuestión permite vislumbrar cómo la rigidez ideológica del régimen cubano, aunado a un ejercicio discrecional del poder, ha conducido a severas y constantes crisis. Solo una perspectiva plural y en sumo grado informada, como la que esta obra adopta, puede ofrecer respuestas viables al acontecer auténtico de la isla, opacado en el exterior por una retórica oficialista que, a 64 años del movimiento revolucionario, sigue cosechando adeptos.

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