Destaca la presencia de América Latina en el Festival de Cine de Berlín

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‘Batalla en el cielo’, Carlos Reygadas, dir., 2005.
‘Batalla en el cielo’, Carlos Reygadas, dir., 2005.

Dos películas latinoamericanas compiten este año por el codiciado Oso de Oro del Festival Internacional de Cine de Berlín: Pepe, del director dominicano Nelson Carlos De Los Santos Arias, y La cocina, del realizador mexicano Alonso Ruizpalacios. Ambas obras integran la Competencia principal de este evento, cita ineludible del calendario cinematográfico mundial cuya 74o edición comenzó este jueves 15 y se extenderá, durante diez días, hasta el 25 de febrero.

Los filmes de Ruizpalacios y De Los Santos Arias (cuarto y tercer largometraje de ficción de sus respectivos catálogos) compiten junto a dieciocho títulos más de una selección que consigue un escrupuloso “equilibrio entre autores que admiramos y nuevas voces poderosas del panorama del cine independiente”, comentó Carlo Chatrian, director artístico del festival.

Destacan en esa lista otros filmes como Black Tea, del mauritano Abderrahmane Sissako; L’ Empire, del francés Bruno Dumont; Another End, del italiano Piero Messina (protagonizada por otro latinoamericano, el actor Gael García Bernal); Hors du temps, del francés Olivier Assayas y Las necesidades de un viajero, del prolífico surcoreano Hong Sangsoo.

Este último director, curiosamente, vuelve a la competencia principal tras ser galardonado durante tres años consecutivos por el certamen berlinés: en 2020, obtuvo el premio a Mejor director con La mujer que escapó; en 2021, fue premio a Mejor guion con Introduction y en 2022, se alzó con el Gran Premio del Jurado por The Novelist’s Film.

Este 2024 el jurado responsable de entregar los galardones se encuentra presidido por la actriz Lupita Nyong’o y lo integran, además, los directores Ann Hui, Christian Petzold y Albert Serra, la escritora Oksana Zabuzhko y los intérpretes/realizadores Brady Corbet y Jasmine Trinca.

Coproducida entre República Dominicana, Namibia, Alemania y Francia, Pepe es la primera película dominicana en participar en la Competencia principal de la Berlinale. Carlo Chatrian dijo en una conferencia de prensa que este filme es el “más inclasificable de la selección”. Argumentó que es “un sorprendente modo de hablar sobre las contradicciones de nuestro mundo globalizado desde una perspectiva no occidental” y que el autor dominicano “ha dado pruebas de su destreza para fusionar géneros, pero aquí sorprende con una montaña rusa realista y estilística”

Tales criterios no resultan extraños respecto al quehacer de De Los Santos Arias, un creador cuyas dos anteriores obras, Santa Teresa y otras historias (2015) y Cocote (2017) (premiada en el Festival Internacional de Locarno), resultan ejercicios de corte ensayístico instalados en la tradición del cine experimental. La inclusión de Pepe en la categoría rectora de la Berlinale contribuye al merecido reconocimiento de este realizador caribeño como una voz relevante del panorama fílmico contemporáneo.

La historia de Pepe gira alrededor de un hipopótamo asesinado en la selva por el Ejército colombiano. En la forma de un fantasma, “que no entiende la percepción del tiempo”, su voz testimonia una aventura que comenzó con su traslado de África a América Latina para residir en el zoológico privado del famoso narcotraficante Pablo Escobar. Además de una original revisión de conflictos, mitologías y particularidades culturales del subcontinente, esta película promete ser otro inaudito expediente estético en su mezcla de diversos registros visuales, archivos de noticieros, imágenes electromagnéticas, entre otros.

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La cocina, una coproducción entre México y Estados Unidos, es el primer trabajo de Ruizpalacios fuera de su país y su tercera película consecutiva en participar en la Berlinale. Museo (2018), que fue premio a Mejor Guion, y Una película de policías (2021), reconocida con un Premio de Contribución Artística, se estrenaron también dentro de la Competencia oficial. Esta nueva entrega, en la que Ruizpalacios trabajó durante alrededor de cinco años, se inspira en una obra teatral homónima del dramaturgo británico Arnold Wesker, que en 1961 tuvo una primera versión cinematográfica dirigida por James Hil bajo el mismo nombre. Ruizpalacios vuelve, con un tratamiento semejante, sobre un tema que trató antes en su cortometraje Café Paraíso (2008): la experiencia de los inmigrantes en Estados Unidos.

Rodada en blanco y negro, La cocina cruza registros del documental y la ficción, tal como había ensayado el director en Una película de policías, así como códigos de la comedia y el drama.

“Extremadamente bien elaborada”, en palabras de Carlo Chatrian, esta película emplaza su argumento en un restaurante del área más turística de Nueva York, Time Square, donde trabajan indocumentados, procedentes de múltiples países. La historia se centra en la relación entre una mesera norteamericana (interpretada por Rooney Mara) y un cocinero mexicano (interpretado por Raúl Briones), acusado, y principal sospechoso, de robar el dinero de la caja. La cocina busca abrir el diálogo sobre la situación de los inmigrantes ilegales en Estados Unidos y profundizar en el sentido de su condición de sociedad multicultural.

Por supuesto, estas no son las únicas obras latinoamericanas en Berlín. Otras muchas obras están distribuidas entre el resto de las secciones. Encounters, apartado competitivo creado con el objetivo de apoyar formas novedosas en ficción y documental, acoge esta vez tres filmes de creadores de la región con una trayectoria ya sólida: Cidade; Campo, de la brasileña Juliana Rojas; Dormir de olhos abertos, de la germano-argentina Nele Wohlatz, y Tú me abrasas, del argentino Matías Piñeiro.

Galardonada en 2017 con el Premio Especial del Jurado en Locarno, por As Boas Maneiras, Juliana Rojas regresa ahora con un relato sobre la emigración, centrado en la experiencia de dos mujeres resilientes que deben dejar sus casas después de atravesar unos duros acontecimientos. Nele Wohlatz cuenta, en tono de comedia, una historia de desarraigo ambientada en una ciudad costera de Brasil. Mientras que Matías Piñeiro, uno de los autores latinoamericanos contemporáneos que más ha inquietado a la crítica internacional, propone esta vez, según explica la sinopsis, “una adaptación de ‘Sea Foam’, un capítulo de Dialoghi con Leucò de Cesare Pavese, en el que la poeta griega Safo y la ninfa Britomartis hablan del deseo y la muerte”.

A la competencia de cortometrajes, Berlinale Shorts, llegaron dos filmes de América Latina: Al sol, lejos del centro, de los chilenos Luciana Merino y Pascal Viveros, y Un movimiento extraño, del argentino Francisco Lezama. Interesados en el cine híbrido y el trabajo con las cualidades expresivas de la imagen digital, los realizadores de Al sol, lejos del centro emprendieron una suerte de sinfonía de la ciudad de Santiago de Chile, que registra detalles de la vida urbana a través de una mujer que camina por sus calles. Mientras, el filme de Lezama es una comedia que se ocupa de una guardia de seguridad de un museo, que predice la subida del valor del dólar en su país, y tras ser expulsada de su centro laboral es inesperadamente indemnizada.

También habrá presencia latinoamericana en la sección Panorama, cuyo programa da espacio a discursos abiertamente queer, feministas y políticos. Tres películas rivalizan en esta categoría que premia el público: Betânia (Brasil), de Marcelo Botta; Memorias de un cuerpo que arde (Costa Rica), de Antonella Sudasassi Furniss, y Yo vi tres luces negras (Colombia), de Santiago Lozano Álvarez. Mientras que Forum y Forum Expanded, apartados consagrados al debate sobre los sentidos estéticos del medio cinematográfico, acogerán: La piel en primavera (Colombia), de Yennifer Uribe Alzate; Reas (Argentina), de Lola Arias, y Oasis (Chile), de Tamara Uribe y Felipe Morgado; Barrunto (Puerto Rico), de Emilia Beatriz; Nanacatepec (México), de Elena Pardo y Azucena Losana, y Quebrante (Brasil), de Janaina Wagner.

Dedicada a las experiencias infantil y juvenil, la sección Generation programó otras siete producciones latinoamericanas: Aguacuario (México), de José Eduardo Castilla Ponce; Los tonos mayores (Argentina), de Ingrid Pokropek; Raíz (Perú), de Franco García Becerra; Reinas (Perú), de Klaudia Reynicke; Uli (Argentina), de Mariana Gil Río; Lapso (Brasil), de Caroline Cavalcanti, y Un pájaro voló (Colombia), de Leinad Pájaro de la Hoz. En la nómina de Berlinale Classics figura, además, la versión restaurada del excepcional filme Batalla en el cielo, del reconocido realizador mexicano Carlos Reygadas.

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