IV Festival de Cine INSTAR: Tres miradas a la crisis migratoria cubana

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Fotograma de ‘La opción cero’ (2020); Marcel Beltrán
Fotograma de ‘La opción cero’ (2020); Marcel Beltrán (IMAGEN YouTube / AFISilverTheatre)

A las puertas del IV Festival de Cine INSTAR, quisiera llamar la atención sobre algunas de las miradas que su programa tiende sobre la emigración. Ya por desencuentros con el poder político, ya por razones económicas, Cuba ha experimentado, desde 1959 hasta hoy, sucesivas oleadas migratorias. Dado el volumen de personas que salió en cada momento, y su impacto inmediato en el país, tres accidentes migratorios resultan especialmente atendidos por quienes piensan (investigadores, artistas, políticos…) el devenir de la Revolución: el llamado “exilio histórico”, entre 1959 y los primeros años de la década del sesenta; el éxodo del Mariel, en 1980, y la crisis de los balseros entre 1994 y 1995. A esa cronología podemos sumar ahora la crisis migratoria desatada alrededor de 2015, que con diversos picos se extiende hasta el presente, condicionada tanto por el agravamiento de la ya precaria vida cotidiana como por el despertar de una conciencia –y una sociedad– civil que, cada vez más, disiente del gobierno. Hacia este último capítulo miran tres de los filmes en competencia en el inminente festival de INSTAR: los documentales La opción cero (Marcel Beltrán, 2020) y Llamadas desde Moscú (Luis Alejandro Yero, 2023), y la ficción Un homme sous son influence (Emmanuel Martín, 2023).

De todos esos acontecimientos se ha ocupado el cine cubano, de una u otra manera, en su sistemática vocación de hacer balance de la impronta de la Revolución en la vida insular. Han mostrado sus perspectivas tanto producciones del ICAIC como desde la diáspora. Por supuesto, las indagaciones fílmicas en torno a la problemática migratoria se han enriquecido considerablemente en los últimos años; gracias, por ejemplo, a la emergencia del cine independiente y el desarrollo de su condición transnacional, a la descentralización del ICAIC, así como al activo diálogo entre las creaciones consumada dentro y fuera de la isla. Esto último se ha visto favorecido, entre otros motivos, por el tráfico de contenidos a través de Internet y, más específicamente, por la emergencia de eventos como el propio Festival de Cine INSTAR. 

La opción cero, Llamadas desde Moscú y Un homme sous son influence se ocupan, desde la especificidad de sus tramas, de la emigración como índice del estado de suspensión en que hoy vive el cubano en la isla, como testimonio del fracaso del proyecto de sociedad prometido por el discurso revolucionario, y –en última instancia– como evidencia de una crisis humanitaria. Y consiguen todo eso sin que sus autores renuncien al propósito de consumar auténticas obras cinematográficas; cada una de las visiones de la realidad o las reflexiones contenidas en estas películas resultan de las elecciones estéticas de Beltrán, Martín y Yero.

La opción cero se adentra en un campamento de refugiados cubanos en Ciudad de Panamá que, después de atravesar la selva del Darién, se encuentran en un limbo migratorio, ilusionados con llegar a Estados Unidos en algún momento. Llamadas desde Moscú explora la experiencia de un grupo de jóvenes varados en la invernal capital rusa, justo en el periodo en que está por estallar la guerra con Ucrania. Un homme sous son influence mira hacia la cotidianidad de un cubano asentado en Canadá, que se desplaza de un sitio a otro, entre disímiles faenas laborales, en diálogo con otros emigrantes, imposibilitado de consumar una aventura amorosa.

Still de ‛Un hombre bajo su influencia’; Emmanuel Martín
Still de ‛Un hombre bajo su influencia’; Emmanuel Martín (IMAGEN Cortesía del realizador)

Los tres filmes tienen la mayor virtud en concebir sus tramas como inmersiones en el universo emocional y racional de los individuos migrantes. Antes de fugarse al tiempo de la Historia –aspecto que preocupa especialmente a los realizadores, inscritos ellos mismos en sus narraciones–, estas películas se ocupan de las experiencias singulares de sus personajes. La crisis de la nación se experimenta desde el cuerpo individual (la idea misma de nación es puesta interrogada/reformulada por estas obras). Por eso Beltrán deja que los videos tomados por las personas con sus celulares durante la travesía exhiban el dolor y la violencia de esas horas: sus imperfecciones, su escasa calidad visual, resultan el testimonio estético de violentas desventuras. Las erráticas, díscolas palabras del protagonista de Un homme sous son influence, quien intenta expresar ideas en muy precarios inglés y francés, resultan una metáfora de la imposibilidad de encontrar una versión completa de sí mismo en plena fractura cultural. El poético criterio de puesta en escena al que recurre Yero es el modo idóneo de aprehender, a través del registro de los sucesivos estados del cuerpo, las vibraciones sensibles de sus personajes.

Yero alquiló un apartamento en Moscú para auscultar las estremecidas subjetividades de Dariel Díaz, Daryl Acuña, Eldis Botta, Juan Carlos Calderón; ahí escenificó sus rutinas cotidianas. En el documental cada personaje parece habitar solo el lugar, y los vemos unas veces tirados en algún sillón, otras en la cocina hablando por teléfono, o acostados en la cama, alguna vez trabajando en línea, y otra grabando reels para Instagram en el baño… Ese principio de realización ase de alguna manera el estado de suspensión en que se encuentran los personajes y favorece que sus identidades cuir contaminen la forma. El planificado diseño visual, el estatismo de la imagen, su pronunciada plasticidad, refuerzan la sensación de fracaso, cerco, soledad e incertidumbre respecto al futuro. La compleja mirada de Llamadas desde Moscú trasparenta en la subjetividad de sus personajes la salida de Cuba como éxito y la experiencia de la inmigración como fracaso; tal como sucede también en Un homme sous son influence.

Para los jóvenes de Llamadas desde Moscú, el clima, la diferencia lingüística, las leyes homófobas rusas y el estatus de ilegalidad hacen compleja la integración a la nueva realidad, sin contar la situación sanitaria desatada por el coronavirus y la gravitación simbólica de la guerra. Para el protagonista homónimo del filme de Emmanuel Martín –interpretado por él mismo–, la fuga constante de una posible pareja, interpretada en cada intervención por una actriz diferente, es un espejo de sus dificultades para consolidar vínculos con el país de destino; rodeado siempre de otros emigrantes, siempre desplazándose en los márgenes, experimenta una tensión entre el lugar de origen y el nuevo contexto que lo somete a una viciosa huida de sí.

Así como Martín asume su protagonista, en un guiño autoficcional, Beltrán y Yero entran a escena en sus documentales, dejan escuchar sus voces cuando hacen entrevistas. Esa necesidad de transparentar la instancia que recorta la realidad deja claro que estos filmes –sobre todo en los documentales, aquejados genéricamente de una obstinada demanda de objetividad– vehiculan específicamente las perspectivas del fenómeno que interesan a sus autores.

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Fotograma de ‘Llamadas desde Moscú’ (2023); Luis Alejandro Yero. Película incluida en la sección Forum de la 73 edición del Festival Internacional de Cine de Berlín (16-26 de febrero de 2023) (IMAGEN www.berlinale.de)
Fotograma de ‘Llamadas desde Moscú’ (2023); Luis Alejandro Yero. Película incluida en la sección Forum de la 73 edición del Festival Internacional de Cine de Berlín (16-26 de febrero de 2023) (IMAGEN www.berlinale.de)

Desde ese subrayado del yo realizador, La opción cero y Llamadas desde Moscú se preguntan por qué alguien elige emigrar y permanecer fuera de Cuba bajo tales condiciones. Un homme sous son influence también ofrece una respuesta a dicha interrogante; se muestra al personaje principal entre las fauces del trabajo y el poder capitalista, sin embargo, retornar su país no es una opción para él. En algún momento, dice a unos colegas que valoran si visitar la isla en sus vacaciones: “Cuba is really fucked up right now”. Cuando uno de los muchachos informa a Yero que labora en la construcción, este último comenta: “Trabajar en la construcción es un trabajo bastante fuerte, ¿no?”, y el otro responde de inmediato: “Sí, obvio, normalmente; pero era más fuerte vivir en Cuba, desgraciadamente. No soy feliz. Pero, para vivir en Cuba y vivir las necesidades que se están viendo en el país, prefiero estar aquí”. La misma idea se revela en uno de los refugiados de La opción cero cuando dice a cámara: “Aunque tenga que meterme ahí en ese lugar, en el monte ese, un año, el tiempo que sea… Pero pa´llá yo no voy ni loco. Olvídate de´so. ¿Tá loco? He pasado mucho trabajo yo en Cuba”.

Tal es la deriva existencial del cubano que muestran estas tres películas. Salir del país es para cada una de estas personas el único modo de tomar las riendas de su destino. Todos parecen convencidos –por muy aciaga que resulte la travesía para dejar atrás Cuba, o las circunstancias en el país de acogida– de “seguir adelante”, de “esperar”, como dicen en Llamadas desde Moscú.

Beltrán, Yero y Martín tejen elocuentes testimonios de la violencia inherente a la experiencia migratoria, así como de la conmoción radical que sobre la sensibilidad individual dejan el régimen cubano y la aspereza de la vida en la isla. En La opción cero hay –creo– un momento capaz de condensar la visión política compartida por los tres filmes, las miradas de sus directores sobre las experiencias singulares de sus respectivos personajes. Es la secuencia en que se alternan grabaciones de una celebración del día de las Fuerzas Armadas con los videos de redes sociales sobre la travesía por el Darién. Además de marcar el falso triunfalismo del discurso político cubano, se apunta a la responsabilidad histórica de esa deriva ideológica sobre el destino de los emigrantes. En sus exploraciones/testimonios sobre la emigración cubana hoy, La opción cero, Llamadas desde Moscú y Un homme sous son influence desnudan el despotismo del gobierno cubano, en tanto cuerpo institucional en que ha derivado la Revolución de 1959.

Fotograma de ‘La opción cero’ (2020); Marcel Beltrán
Fotograma de ‘La opción cero’ (2020); Marcel Beltrán (IMAGEN YouTube / AFISilverTheatre – Trailer)

Entre las dificultades que implica salir de país y hacer vida en otro, y la sensación de triunfo (quizás temporal) experimentado tras la salida, Cuba se expresa en estos filmes como trauma, condena, fatalidad histórica… La isla expulsa al cubano, tanto como se resiste a acogerlo el lugar de destino.

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