inCUBAdora publica un libro sobre Waldo Balart, maestro del arte concreto

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Waldo Balart. Foto: El País.
Waldo Balart. Foto: El País.

Waldo Balart (Cuba, 1931) es un tipo singular de artista contracorriente. En los años sesenta del pasado siglo, cuando el mundo artístico se despedía de la vanguardia histórica y abrazaba los primeros gestos del posmodernismo, Balart decide asumir el programa del concretismo y la abstracción geométrica como su credo estético. En Nueva York, entonces epicentro de la escena artística internacional, mientras el minimal, el pop art o el nuevo realismo seducían a muchísimos creadores, este artífice insistía en continuar las rutas abiertas por Piet Mondrian, Kazimir Malevich y Theo van Doesburg. Como buen autor, desde entonces hasta hoy, viene persistiendo en esa práctica creativa y tal porfía es la clave de su éxito y de su trascendencia artística.

Balart se mantiene activo, trabaja aún bajos los códigos del arte concreto y sus obras resultan, además de visualmente seductoras, auténticos retos al espectador. Sus geométricas composiciones (racionales y excitantes a un tiempo debido al protagonismo del color) invitan a pensar en la autosuficiencia de las formas artísticas.

De todo esto da cuenta Waldo Balart. Injerencias, un libro publicado este año por inCUBAdora Ediciones en su Colección Documenta. El volumen muestra que las obras de este autor (fiel heredero del modernismo) deleitan al sacrificar toda remisión verista o articulación temática para entregar investigaciones plásticas/estéticas sobre el color, el espacio, la luz y la composición interna del plano.

Waldo Balart. Injerencias, de la curadora, investigadora y crítico de arte Beatriz Gago, disponible para su descarga en el portal de inCUBAdora, es un sustantivo aporte a la valoración y promoción del trabajo de Balart. El volumen preparado por Gago acoge una selección de pinturas de las series más recientes de Balart (realizadas entre finales de los noventa y el 2023); un conjunto de registros fotográficos de capítulos singulares de su trayectoria; así como una reveladora entrevista al artista y un documentado estudio introductorio en el que Gago repasa cronológicamente el devenir vital y creativo de Balart, desde sus inicios en la escena neoyorkina hasta el presente, a la vez que indaga en claves estéticas, influencias y variaciones estilísticas/estadios de su producción.

Hacia el final de su ensayo, Gago se pregunta, retóricamente, “hasta qué punto resulta necesario ahondar en la historia del arte concreto en Cuba e incorporar, definitivamente, a su cronología nombres de una magnitud tal como los de Carmen Herrera, […] cuya primera exposición concreta se realizó en el Lyceum de La Habana en 1950, sólo un mes después de que se expusieran las Estructuras pictóricas de Sandú Darié, primera exposición concreta del arte cubano, o Waldo Balart”. Dije retóricamente porque el propio libro responde a esa pregunta.

El arte concreto irrumpió en Cuba hacia finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta; para entonces varios creadores se nuclearon en el conocido grupo Diez pintores concretos. Con el triunfo de 1959, la experiencia estética ofertada por tales autores fue de inmediato suplantada por la demanda “realista” y de remisión analógica al nuevo régimen político. Al repasar ahora el camino recorrido por Balart, quien emprendió su labor entrados los años sesenta y en la diáspora, el libro de Gago complejiza y enriquece las narrativas del arte cubano, por tanto tiempo constreñidas a los límites físicos de la isla; favorece, en específico, la revaloración de la abstracción geométrica entre nosotros, sólo recientemente atendida en su justa medida; y además participa de la necesaria inserción de este artífice (y sus aportes) en el mapa visual y el paisaje cultural del país.

Balart deja Cuba “en la madrugada del primer día del año 1959” y “nunca volvió”, escribe Gago. En Nueva York decide “abandonar su oficio como economista para realizar un sueño siempre pospuesto: estudiar arte”. Por esos días frecuenta la escuela del Museo de Arte Moderno (MoMA), estudia “las teorías del push and pull de Hans Hofmann y la Interacción de los colores de Josef Albers”, se acerca al quehacer de Malévich y del constructivismo… Por supuesto, también recibe los influjos del pop art —fue amigo de Warhol y colaboró en algunos de sus filmes– y del minimal.

En tal clima cuajó su imaginario, que en lo adelante se desplegaría en creaciones que, mientras extendían el programa del concretismo, consagradas al estudio plástico del espacio, la luz y los colores como recursos autosuficientes, asumirían formas escultóricas e instalativas. Aunque en su madurez Balart abrazaría la pintura como soporte esencial para su sensibilidad –expone con precisión Gago– entre finales de los años sesenta y durante los setenta, consumaría obras en franco diálogo con la arquitectura y el environment, que destilaban cierta filiación posmoderna. “Fiel a su formación como artista concreto”, subraya Gago, “Balart se adelantó a su tiempo con el propósito de enriquecer los espacios citadinos con obras instalativas y solidificar la percepción del arte como una experiencia de cotidianeidad antes que como una realidad extrañada”.

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A finales de los setenta, sin embargo, Balart se instala en la capital española, donde tropieza con un clima propicio para dar rienda suelta a su sensibilidad. Después pasa unos años en Lieja, que consolidan su quehacer como uno de los más importante del concretismo internacional, y finalmente regresa a Madrid. Por esa época ya es un artista absolutamente resuelto, poseedor de un repertorio expresivo personal y de un pensamiento sistematizado, evidente en su elaboración del Código de la Estructura de la Luz (CEL), un orden axiomático de raíz matemática que fundamenta muchos de sus ensayos con el color. Comenta Gago que las soluciones estéticas de este artista cubano si bien “emergen del pensamiento concreto de los fundadores del movimiento [concreto]”, consiguen mantener “una asombrosa actualidad e íntima armonía con el pensamiento contemporáneo”.

Como se puede constatar en el volumen publicado por inCUBAdora, Balart ha sido un creador sumamente fiel a su sensibilidad, un mérito a reconocer. Cuando Gago pregunta a Balart en la entrevista si se declara concreto, él responde con total decisión: “concreto”. Una de las mayores conquistas de esta porfía de Balart en el concretismo es haber conseguido fraguar un voz personal, teniendo en cuenta que los códigos de ese movimientos se desentienden tanto de la subjetividad y suponen un reto a la conquista de la autoría.

Este libro toma su nombre de una series del artista, Injerencias, donde singularmente muchos títulos de obras evocan a temáticas diversas. Esa es una herejía que el tiempo concede. En general, las imágenes despliegan ante los ojos atractivas composiciones plásticas donde espacios de color, geométricamente delimitados, se ensanchan y contraen; donde planos cromáticos se superponen, combinan e interactúan, en una producción de ritmos y melodías visuales, que en ocasiones trasgreden los dictados del arte concreto.

Esas geografías visibles en series como Nudos, (Campos de sentido) o Permanencia, son muy cerebrales en su elaboración y de una asombrosa pulcritud en la delimitación de las áreas cromáticas, y justo por tal motivo es tan impactante el tejido impar de la relación y el juego entre los colores. “Mis primeros 80 años” o “Verde que te quiero verde”, por mencionar un par de obras, confirman que no importa el repertorio de recursos expresivos o la militancia en un estilo cuando se está ante un creador genuino… Con Balart la experiencia artística es siempre mayúscula.

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ÁNGEL PÉREZ
Ángel Pérez (Holguín, Cuba, 1991). Crítico y ensayista. Compiló y prologó, en coautoría con Javier L. Mora y Jamila Media Ríos, las antologías Long Playing Poetry. Cuba: Generación Años Cero (Casa Vacía, 2017) y Pasaporte. Cuba: poesía de los Años Cero (Editorial Catafixia, 2019). Tiene publicado el libro de ensayos Las malas palabras. Acercamientos a la poesía cubana de los Años Cero (Casa Vacía, 2020). En 2019 fue ganador del Premio Internacional de Ensayo de la revista Temas, en el apartado de Estudios de Arte y Literatura. Textos suyos aparecen en diversas publicaciones de Cuba y el extranjero. Vive en La Habana.

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