A casi tres décadas de su fundación, El Ciervo Encantado sigue irrumpiendo en la escena cultural cubana como en sus primeros días, incesante en su propósito de sacudir el marasmo y la fatiga de un público/una escena necesitados de ideas.
Dice la escritora Katherine Perzant que una irrupción es “la apropiación de un espacio y un tiempo de forma intempestiva y definitoria”. Y también: “una forma inmediata de estar, de hacerse sentir […], que demanda valentía para enfrentarse al otro en un contexto que le pertenece y sobre el que no tenemos total dominio”. En tal sentido, la experiencia de El Ciervo Encantado resulta una sucesión redentora de irrupciones, tal como se verifica en las páginas de un libro-catálogo de Nelda Castillo y Mariela Brito, titulado precisamente Irrupciones, donde las fundadoras del distinguido colectivo teatral compilan 69 performances e intervenciones públicas emprendidas entre 1997 y 2022.
El volumen –editado por Perzant y diseñado por Lissette Solórzano– ha comenzado a circular desde su presentación el pasado 11 de julio en la Galería Jeff ArtPlus de La Habana, cuando se cumplió otro aniversario del histórico estallido social acontecido en 2021.
Las palabras de Perzant corresponden justamente al lanzamiento de este catálogo de “las Irrupciones de El Ciervo Encantando que han tenido lugar en Cuba y el extranjero […], en calles, muelles abandonados, salones de galerías, bibliotecas, lugares céntricos de La Habana, barrios periféricos, y en las tres sedes donde ha habitado el grupo”. El libro es, agrega su editora, “un testimonio visual y textual de la investigación y el diálogo con la sociedad cubana que han mantenido sus autoras, Nelda Castillo y Mariela Brito, a través del performance, la instalación y las colaboraciones con artistas de diversas disciplinas desde […] 1996”. En sus páginas, dice Perzant, “se registra cómo El Ciervo… ha procesado e incorporado a su red de estudios diversas épocas y acontecimientos que han marcado la isla, […] enfocados siempre en develar e interpretar la esencia de esta isla mutante y su anverso”.
En otras palabras, Irrupciones posibilita constatar la sistematicidad con que el colectivo habanero ha venido mortificando la experiencia cultural de esta isla, abriendo grietas en su horizonte histórico para encontrar y producir sentidos capaces de pensar y “reinventar” soluciones para nuestras contradicciones. Gesto que Susan Sontag advertía como un deber de cada época.
En su condición de archivo, el libro-catálogo deviene un contenedor para la memoria. Y la memoria no es solo importante para sostener una identidad, sino también para imaginar futuros. Irrupciones es una estocada al (im)probable olvido de la excepcional labor consumada por El Ciervo… en materia de colaboraciones, intervenciones y performances… Asimismo, el libro deja ver cuán inherente es la performance al pensamiento creativo de este proyecto, cuán definitorio de su singularidad en el paisaje escénico cubano.
“Lo performativo como concepto es consustancial a toda la obra de El Ciervo Encantado, y de mi obra en general, desde antes de su fundación, en mis trabajos iniciales como directora en el grupo Buendía”, dice Nelda Castillo en conversación con Rialta Noticias. “Es una condición que se expresa desde lo más visible –como puede ser el hecho de no partir de la dramaturgia teatral (nunca he montado una obra de teatro)– hasta en el interés en la presentación y no en la representación. Y en la cuestión de que la obra sea un acontecimiento, que ocurre aquí y ahora, que involucra al espectador como parte activa de la acción, hasta implicar de forma extrema e intensa su cuerpo, sus sentidos y su intelecto, para que no salga del espacio de presentación del mismo modo en que llegó, para que sea sacudido físicamente y su pensamiento se movilice”.
Quienes consulten Irrupciones advertirán cómo, performance mediante, El Ciervo… ha tomado las calles, el espacio público, institucional o no, con una vocación interventiva francamente política, que infringe las lógicas y las codificaciones del entorno, que interroga a la colectividad. Eso evidencian sus acciones a propósito de “la guerrita de los emails” –Enriqueta al debate intelectual (febrero, 2007); La lista de Schhhhhh…… (enero, 2007)–, o bien, más cercanas en el tiempo, Chela 349 (agosto, 2018); El hombre, el siglo y las luces (abril, 2019), y Celebración (julio, 2022).
Sostiene Nelda Castillo que, en efecto, para El Ciervo… “la intervención pública es de vital importancia; intervenir el espacio público desde lo artístico es la posibilidad de expandirnos más allá de los espacios convencionales de presentación y encontrar públicos y contextos diferentes con quienes establecer diálogo y reflexionar sobre temas urgentes sobre los cuales nos interesa dar nuestra opinión como intelectuales comprometidos con nuestra realidad”.
Las performances, intervenciones y colaboraciones emprendidas por ese laboratorio creativo dan fe de una vocación investigativa que es mucho más que un camino para llegar a las obras y alimentar la puesta en escena o la elección de los recursos expresivos. Esa vocación investigativa transfigura el gesto artístico en exploración del mundo. Nelda Castillo afirma: “Sin investigación no hay descubrimiento ni crecimiento”.
“Todas nuestras piezas nacen de un proceso intenso de investigación, empezando por el entrenamiento, que es básico, pues cada tema, cada texto o pretexto, supone un entrenamiento particular que debe ser descubierto en el proceso”, explica. “Negar para avanzar hacia un nuevo aprendizaje es indispensable; si no todas las obras se parecerían y caeríamos en el acomodo, las fórmulas, y la mecanización de las formas y de nuestro pensamiento. Eso no tiene ningún valor. Investigar es lo que garantiza acceder a resultados que nos sorprendan y nos den vida en principio a nosotros, y luego al espectador activo con quien nos interesa comunicarnos. Pero incluso con la obra «terminada» y compartida con el público no se deja de investigar. Como organismo vivo sigue sujeta a cambios más o menos evidentes”.
Irrupciones también destaca el carácter colaborativo de El Ciervo… Sobre todo, se aprecia su fuerte vínculo con artistas visuales; cercanía que tal vez defina esos montajes tan orgánicos entre palabra y visualidad en cada puesta. De hecho, la fundadora del grupo asegura: “No podría hablar de ninguna obra nuestra donde no esté presente el imaginario y la potencia de las artes visuales”.
“Siempre he trabajado con referentes e inspiraciones de artistas visuales que considero también mis maestros (Rodin, Caravaggio, Goya, El Greco, Ponce, Antonia Eiriz, entre muchos más)”, subraya Nelda Castillo. “Y mi obra tiene una importante impronta visual, de imagen en relación orgánica con la acción, el texto, etc. Por eso, y por la condición performativa de la que te hablaba antes, no siento que pertenecemos a un marco genérico instituido, nos desplazamos en una frontera imprecisa, borrosa y porosa, que nos puede ubicar en diferentes espacios de presentación, desde la sala teatral hasta la galería o la calle”.
Y añade: “Nuestra existencia por once años en un local de la Facultad de Artes Plásticas del ISA [Instituto Superior de Artes de La Habana] también fue vital para el establecimiento de relaciones orgánicas con el mundo de las artes visuales, a partir de la colaboración y el intercambio fluido con estudiantes, profesores y proyectos tanto del ISA como otros que gravitaban alrededor de ese mundo, y con los que fuimos vinculándonos y generando no solo obra, sino también un espacio concreto que daba la posibilidad de expresarse a esos artistas en unos años de aguda crisis institucional, dada por la estampida de profesores y maestros que salieron del país o de la academia. Y esos profundos lazos nacidos durante ese tiempo en el ISA se mantuvieron y crecieron en el tiempo y en los nuevos espacios en que El Ciervo… ha estado, creándose nuevos vínculos como es el caso de Omni-Zonafranca, el proyecto Boceto para una isla, Yulier P, Walfrido Hau…”.
A propósito de sus colaboraciones con Omni-Zonafranca, recapitula Nelda Castillo: “Con Omni tuvimos una estrecha relación creativa y de amistad. Participamos en sus excelentes festivales Poesía Sin Fin, colaboramos en su Cabaret Poético, organizamos un hermosísimo concierto de David (de Omni), que lastimosamente fue suspendido por la institución, y también estuvimos a su lado en el pésimo momento en que su proyecto fue cancelado. Las descargas poéticas, conciertos de rap e intervenciones de Omni fueron durante muchos años un imán y un surtidor de artistas desde una comunidad marginada que llegó a ser visible y respirar un poco gracias a la presencia de ellos allí”.
Irrupciones empieza con una “intervención performática” titulada Antes de la lluvia, realizada en marzo de 1997, durante la VII Bienal de La Habana, en la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad de las Artes de Cuba. Y cierra con otra intervención, El pasillo de las ausencias, de diciembre del 2022. Entre una y otra, disímiles acciones, gestos, actos esencialmente alternativos… Accidentes escénicos donde salta a la vista el principio pedagógico del colectivo –en que se han formado múltiples creadores de la ínsula–; la riqueza de su repertorio estético; la sensibilidad y la agudeza de su mirada, y, sobre todo, una capacidad para no ser asimilado jamás por una institucionalidad que (de)limite su práctica y su imaginación. La experiencia de El Ciervo… atomiza continuamente los cercos genéricos de la performance y el espectáculo teatral.
Y, una vez más, esa vitalidad se respira al hojear Irrupciones: o sea, al rememorar la participación de El Ciervo… en Factografía operativa –aquella muestra del Instituto de Artivismo Hannah Arendt en la Documenta 15 de Kassel que presentaba las novedosas narrativas artísticas que intervenían/pensaban en la realidad cubana en el presente–, al volver sobre las huellas de Montaquetequedas, El cuerpo de esos zapatos, A la eterna memoria…