katherine bisquet
Imagen de cubierta de ‘Uranio empobrecido’, (detalle de una obra de Hamlet Lavastida)

En camino a Tijuana, por la carretera interestatal 5, en la localidad de San Onofre, California, pueden verse dos cúpulas en forma de tetas que se levantan sesenta metros por encima de la costa. Son los reactores de una estación nuclear fuera de servicio.

Dentro de ocho años, al final de las labores de desmontaje, no quedará nada de ellas. Veinte toneladas de material radioactivo serán trasladadas en trenes especiales hacia un centro de acopio. El proceso de desguace de una termonuclear es lento y costoso. Las tetas serán lo último en desaparecer. Martillos hidráulicos irán desbaratando sus anillos hasta que los pezones colapsen en cámara lenta. Temo el día en que dejaré de verlas en el camino de Tijuana.

Katherine Bisquet nació en un lugar parecido. A su llegada al mundo, en diciembre de 1992, la planta termonuclear de Cienfuegos ya había muerto. La fecha de nacimiento de Katherine es el año cero de este libro. La central atómica fue la nodriza de la niña nacida en el seno de una familia nuclear de finales de milenio.

El monstruo inconcluso es su horizonte de eventos. “Pero qué tengo que ver yo con lo inconcluso…”, protesta la poeta. El fuera-del-juego de los años sesenta del siglo XX decae, en las páginas de Uranio empobrecido, en un eterno fuera-de-lugar. La poesía como desecho de la hecatombe revolucionaria: la ciudad de Cienfuegos como nueva Hiroshima.

Katherine Bisquet es la poeta de una posguerra indefinidamente pospuesta. Ella es la última mujer, y su voz es terminante: el poema reducido a un mínimo de imágenes radioactivas. Cuando todo lo material ha perdido el núcleo, queda el desecho empobrecido, la Pompeya del proletariado. La potencialidad del Apocalipsis, la amenaza constante, el disparo de nieve, son sus temas.

Fallout Zone. La levedad cataclísmica del poema, su equívoca menudencia, desciende sobre el lector y lo desintegra. Textos corrosivos que resultan de la rotura del núcleo originario: el polvillo del discurso cae como escarcha en nuestra conciencia.

Katherine Bisquet con un ejemplar de ‘Uranio empobrecido’ (Perfil de Facebook de la autora)
Katherine Bisquet con un ejemplar de ‘Uranio empobrecido’ (Perfil de Facebook de la autora)

Estamos en Cienfuegos, una ciudad que nos fue familiar, pero que ya no ocupa el centro de ningún entramado. La revolución es el proyecto faraónico que debió generar luz y se convirtió en hueco negro que trastorna las relaciones geométricas y vuelve extraño lo conocido. Katherine conoce de oídas los fastos de la “ciudad-que-más-me-gusta-a-mí”: los camaroneros en el horizonte, los cimientos sumergidos de las mansiones de los cayos, la pobreza prematura.

“La isla quedará vacía­ / y se hundirá en el mar / por la parte sur / porque Cienfuegos es una ciudad muy débil / y una pérdida más puede significar su deshacimiento”.

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La termonuclear inconclusa no rompió el núcleo, sino que provocó una fusión de elementos sociales dispersos: la poeta, el lumpen, la artista, el soñador, el okupa y el rapero. Es el efecto Solaris descrito por Estanislao Lem en sus ficciones futuristas, y la única versión de Cuba que aún apunta al porvenir.

El hueco negro crea simulacros de lo familiar: Katherine Bisquet y sus personajes aparecen como materialización de los terrores y delirios de una época. Últimamente, encontramos a la autora ante las puertas de la Ley, reclamando del Poder un gesto de poesía. Pero, ¿realmente puede la imaginación asaltar el Poder?

“¡Si el poeta eres !”. Ese verso, declamado por un antiguo juglar, tardó décadas en hacerse inteligible. La revolución no era poesía; la poesía era otra: la Ciudadana K ovillada en el asiento trasero de una perseguidora en marcha. Eventualmente, la gran termonuclear pudo transfigurar lo poético en lo policíaco. Le correspondía a K, como a su homólogo en la Praga del siglo pasado, reconvertir lo policíaco en lo poético.

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“Mural dixit”; “No nos sirve de nada el miedo / en la misma medida / en que no nos sirve de nada el dolor”. “Así es Cuba, dirán”; “El asfalto arderá”; “La carretera del infierno / conduce únicamente / al infierno”; “Ve / y dile a Dios que lo siento…”.

Cubierta de ‘Uranio empobrecido’, de Katherine Bisquet, Rialta Ediciones, 2021
Cubierta de ‘Uranio empobrecido’, de Katherine Bisquet, Rialta Ediciones, 2021

Uranio empobrecido, no trata de lo imaginario sino de la realidad real donde poesía y verdad confluyen, de un tipo de imaginación que nunca aspiró al Poder. Futuros excavadores pisarán las calles calcinadas por las centrífugas de las revoluciones, gustarán el licor de sus tetas caídas, descubrirán los anillos concéntricos donde está escrito: “Todos / Sin exclusiones / Somos víctimas / De las peripecias del ha/ombre”.

mayo 2021


* Este texto es el prólogo al cuaderno de poemas Uranio empobrecido, Rialta Ediciones, 2021.

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