El poeta Javier L. Mora, uno de los más destacados autores cubanos contemporáneos, fue arrestado arbitrariamente en la provincia de Holguín en la mañana del viernes 16 de julio, en las cercanías de su domicilio, mientras salía a comprar café y realizar otras gestiones personales. El poeta sólo alcanzó a comunicarse con su pareja, la también escritora Zulema Gutiérrez, quien de inmediato alertó a varios amigos y algunos medios de prensa independientes.
“Se acaba de llevar, un oficial del MININT [Ministerio del Interior], a mi marido, escritor importante de este país. Sólo porque sacó en Facebook que dimitía de la UNEAC [Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba], cosa que es su derecho. Si pronto no lo sueltan, yo voy a salir con un cartel, me van a tener que llevar a mí también”, comentó una Zulema Gutiérrez claramente afectada en un audio enviado a medios de prensa y colegas.
Javier L. Mora estuvo en paradero desconocido hasta que, en la noche de este viernes, un funcionario del Ministerio del Interior se comunicó con su familia para solicitar que se presentaran a las oficinas de Instrucción Penal con aseo y avituallamiento para el detenido, según informó su esposa, mediante llamada telefónica, a Rialta Noticias.
Todo indica que el arresto –uno entre los múltiples emprendidos por el régimen contra individuos vinculados a las protestas ciudadanas del pasado domingo– se prolongará indeterminadamente, en una demostración más de las continuas violaciones legales cometidas por las autoridades cubanas.
En horas de la tarde, Zulema Gutiérrez había procedido a entregar un hábeas corpus a favor de Javier L. Mora, pero se vio imposibilitada porque las oficinas correspondientes sólo trabajan hasta alrededor de la 1 del mediodía. El lunes próximo, de no encontrase el poeta en libertad, intentará nuevamente presentar el recurso.
El arresto de Javier L. Mora parece estar vinculado a su ejercicio de la libertad de expresión. El poeta ha hecho públicas, a través de las redes sociales, sus opiniones respecto a la situación política que atraviesa Cuba en estos momentos. Recientemente, manifestó su postura en relación con las protestas multitudinarias ocurridas el día 11 de julio a lo largo de toda la isla, cuando una gran representación del pueblo de Cuba se manifestó en las calles en contra del Gobierno exigiendo libertad, agobiados por la pésima administración durante la pandemia, período en el que la cúpula gubernamental cubana ha emprendido una serie de medidas con nefastas consecuencias para amplios sectores poblacionales del país.
El día anterior a su detención, Javier L. Mora dio a conocer, a través de Facebook, su renuncia a la membresía en la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y en la UNEAC, instituciones a las que pertenecía como escritor. Su decisión tuvo lugar luego de la reacción indiferente de las mismas a la respuesta clasista y violenta del régimen ante las demandas del pueblo, permitiendo que las fuerzas policiales reprimieran de forma atroz a los manifestantes. En su muro de Facebook, el poeta escribió:
He estado esperando, desde hace tiempo (y reconozco que ingenuamente), algún tipo de reunión de la Asociación de Escritores de Holguín, o del Comité en pleno al que pertenecía hasta hoy, para decir varias cosas que, por problemas de espacio y actualidad, ya no caben aquí: cosas que habrían significado mi expulsión automática de la organización. He estado esperando esa reunión, y la esperé, otra vez, en estos días, en los que supuse se reunirían para repetir e inculcar, en la membresía, la postura oficial del gobierno cubano ante las legítimas protestas y manifestaciones que se sucedieron en todo el país.
Pero ya no hay tiempo: si esa reunión se hace, no estaré allí.
Es incomprensible, desde cualquier postura ideológica, que los artistas cubanos (salvo honrosas y contadas excepciones) hayan seguido impávidos las imágenes del atropello policial, de los arrestos domiciliarios, de las golpizas en plena calle de agentes del Gobierno que, con o sin uniforme, aplastaron a palos, tiros y crueles palizas no sólo las marchas y manifestaciones del 11, 12 y 13 de julio: también pisotearon, en sus narices, a la propia Constitución.
¿Cómo es posible que sigan en su impío mutismo ante la violencia desatada por el Estado cubano para reprimir a su propio pueblo? ¿Cómo es posible que sigan en silencio frente a la incitación al odio entre cubanos que provocara el llamado de Díaz-Canel con aquello de tomar las calles y “la orden de combate está dada”? ¿Cómo es posible que vean mentir al canciller sin rastro alguno de pudor en la televisión, ante incómodas preguntas sobre la supresión del Internet y el atropello policial? ¿Cómo es posible que siga en su lugar el ominoso presidente de la República luego de que una ingente masa de pueblo saliera a gritarle que no lo quiere ahí?
Ya no valen las retractaciones, no valen las resoluciones a la carrera, no valen los gestos (falsos) de concordia. Si ayer, entre otros, se burlaron de los artículos 54 (libertad de expresión) y 56 (libertad de manifestación) de la tan cacareada Constitución, hoy se siguen burlando del 49 (domicilio inviolable), al salir a buscar, como a liebres en cotos de caza, a los manifestantes.
(Si conservo algún recuerdo alegre de la UNEAC, no es, por supuesto, de la institución, sino de la amistad que profeso y me une a Rodulfo Vaillant, presidente del Comité de Santiago de Cuba, hombre digno de sí y los artistas que dirige, a quien lo he visto deslindar, con la bravura de un brigadier oriental del XIX, el arte de la ideología, y anteponerlo a la sinrazón).
Este es (era) mi carné de miembro. La hierba crece donde mismo crecen las flores. Yo seguiré apartándome de la maleza, aunque no pueda ver la luz.
Inmediatamente después de conocerse la detención de Javier L. Mora, varios medios de prensa cubanos independientes se pronunciaron para denunciar la arbitrariedad, y otras plataformas digitales emitieron sus demandas, llamando la atención además sobre los innumerables arrestos forzosos llevados a cabo en los últimos días por agentes de la Seguridad del Estado, que mantiene en paradero desconocido a cientos de personas, sin ofrecer información alguna sobre su situación legal, en una indudable violación de los derechos humanos. También varios escritores e intelectuales levantaron su voz, entre los que destacan los poetas Legna Rodríguez Iglesias, Michel H. Miranda, Lizabel Mónica, Nara Mansur, Alberto Garrido o José Luis Serrano.
“Mi amigo Javier Mora ha sido secuestrado por la policía política. Es un poeta y un crítico literario que no ha hecho mal a nadie. No cree que el COMUNISMO sea bueno como proyecto social y lo manifiesta libremente. No ha roto vidrieras ni ha tirado piedras contra hospitales ni agentes del orden. Es una persona pacífica. No concuerdo del todo con su manera de pensar, lo cual no ha interferido nunca con nuestra amistad. He permanecido en silencio hasta este minuto porque no quería creer (ingenuidad, miedo) que nuestro proyecto social está podrido. Estoy claro de que mis declaraciones tendrán consecuencias funestas. Me duele mucho exponer a mi familia (sobre todo a mi hijo, con síndrome de Asperger) a lo que pueda venir después de mis palabras. Es el precio de la dignidad. Dios se apiade de nosotros”, escribió Serrano en su página de Facebook.
Según ha informado Zulema Gutiérrez, directivos de AHS de Holguín, ciudad donde residen ambos, se comunicaron con ella y le hicieron saber que Mora es acusado de trabajar para una editorial cubana de la diáspora financiada por la CIA. El poeta y escritor Pablo de Cuba Soria, director de la Editorial Casa Vacía, donde Mora colabora como editor, se pronunció al respecto.
“Al poeta Javier L. Mora lo están acusando ahora mismo en Cuba de trabajar para editorial Casa Vacía, una empresa que, según la seguridad de Estado cubano, «financia la contrarrevolución dentro de Cuba», «que está financiada por la CIA» (palabras textuales del agente de la Seguridad que atiende su caso, dichas a su pareja), y cuantas mentiras se les ocurra. Editorial Casa Vacía es una empresa privada, personal, que ha salido adelante gracias a la ayuda desinteresada de varios amigos. Javier L. Mora ha colaborado y colabora en términos editoriales con Casa Vacía, con su obra y conocimiento editorial, al igual que lo han hecho y hacen otros escritores y artista cubanos y de otras nacionalidades. Editorial Casa Vacía no está financiada por ninguna agencia federal ni estatal, es un sueño mío que llevé adelante, repito, con la ayuda de amigos. La financiación sale exclusivamente de mi bolsillo y de la venta de los libros, cuyos ingresos reciclo para seguir publicando”, afirmó De Cuba Soria en el perfil de Facebook de Editorial Casa Vacía.
La prestigiosa PEN América, organización que procura defender las libertades que hacen posible la expresión creativa de los escritores alrededor del mundo, y que coordina además el programa Artists at Risk Connection (ARC), dedicado a asistir a escritores en situación de vulnerabilidad y a fortalecer las organizaciones que los apoyan, se hizo eco del arresto del poeta cubano, demandando su inmediata liberación.
“La aparente detención de Javier L Mora es otro doloroso ejemplo de cómo Cuba ha transformado incluso la expresión del deseo de producir arte fuera de los límites de los lugares aprobados por el Estado, en un acto criminal”, comentó Julie Trébault, directora de ARC.
Según se lee en el comunicado. PEN America no sólo hace un llamado a la inmediata liberación del escritor, pide también al Gobierno cubano que detenga la criminalización del arte y la literatura independiente del país.
Javier L. Mora ha mantenido una activa participación en la escena intelectual cubana, siendo merecedor de los Premios David de poesía y Pinos Nuevos de ensayo, que otorgan instituciones cubanas, también obtuvo el Primer Premio de Poesía convocado por la Editorial Hypermedia con el libro Ablandar una lengua. Su trabajo literario, de un marcado carácter experimental –continuador del espíritu del grupo Diáspora(s)–, y de un acentuado discurso político, lo han posicionado entre los autores más relevantes de la literatura cubana que emerge con el siglo XXI.
Al señorito Mota no le gustó oirse decir lo que dijo en los audios desde la cárcel, o los desesperados reclamos de su esposa que ayudaron a los medios a presentar una reclamación en su favor para que saliera de la cárcel antes de tiempo. Los otros menos afortunados, que no tienen amigos en la prensa de la gusanera, todavía están el prisión sin colchoneta y sin cigarros, mientras Mota se dedica a denunciar a los medios que lo ayudaron en su hora de necesidad. La próxima tendrá que llamar a la Uneac.