Fotograma de KIRAC 27, película filmada por el colectivo Keeping It Real Art Critics
Fotograma de KIRAC 27, película filmada por el colectivo Keeping It Real Art Critics

Ha sido una de las novedades literarias del año que casi termina. Ahora que en muchos sitios están empezando a envolver en papel de regalo las consabidas listas de los mejores libros de 2023, vale la pena adelantarse y colar ahí una película.

¿Y por qué no una lista de los mejores libros no publicados en 2023? Esta sería una película no estrenada, de la que solo vimos el tráiler, pero que tuvo un buen carrusel de titulares: “La película porno de Houellebecq”.

Hay que recordar la pinta que tenía el escritor francés, por ejemplo, cuando se interpretaba a sí mismo en El secuestro de Michel Houellebecq (Guillaume Nicloux, 2014). No es una película porno: los captores de Houellebecq, en lugar de violarlo (que es lo que muchos hubieran querido ver) sostienen discusiones intelectuales con él. Sobre Auschwitz, sobre poesía. Y sobre Lovecraft, a quien su rehén dedicó un libro. Quieren que Houellebecq se desnude, sí, pero diciendo cosas. Recuerdo la escena en que un fisiculturista le lee un poema que ha escrito, para que el poeta profesional le dé su opinión, y Houellebecq lo escucha con el cigarro en la mano, con sus greñas del mismo color que el humo del cigarro; con todo su aspecto de clochard parisino al que se le adivina la dentadura postiza.

O sea, que una película porno donde salga Houellebecq, ya no es porno en absoluto. A menos que lo consideremos, creo que es la idea, una categoría particular de porno. El porno no es otra cosa que una manera de organizar, taggear y compartimentar la experiencia del consumidor, hacer más habitable la nube (la verdadera estrella xxx es Marie Kondo). Exploras una web y vas pinchando: Amateur, Milfs, Gangbang, Houellebecq…

Y ahí quizás te encuentras el tráiler que empezó a difundirse a principios de este año. Pero también otras cosas.

Dice Houellebecq: “Me resultaba atroz pensar que la única huella perdurable de mi vida sexual, la parte más viva de mi vida, fuese un coito mediocre con una cerda inerte, grabado por una cucaracha degenerada, un conjunto de una fealdad total. Merecía algo mejor. Cualquiera merece algo mejor”.

Yo creo que cuando Houellebecq escribe estas palabras, que pueden leerse en su último libro, sabe perfectamente que quien aporta la fealdad al conjunto es él, y le importa un comino. Porque es verdad que merecía algo mejor. No cualquiera, pero él sí. Sólo que, quizás, lo que él cree merecer (¡una película mejor!) ya no pertenece al ámbito audiovisual, ni al arte, ni siquiera a los coitos, sino a la literatura; y eso, él mismo se encarga de dárselo, a él o a la imagen que le devuelve el espejo, cuando se pone al mando del guion, de frente a la cámara, y se sienta a escribir Unos meses de mi vida. Octubre 2022 – Marzo 2023 (Anagrama, 2023).

Seis meses moviditos en la vida de un escritor celebrity, seis meses bastante traqueteados en la prensa rosa cultural. Lo que ya sabíamos: un artista holandés (la “cucaracha degenerada”) quiere hacer un filme porno con Houellebecq; la obra, del colectivo KIRAC (Keeping It Real Art Critics), se titularía KIRAC 27 (hay 26 episodios antes de este: demasiada gente haciendo cosas). Para ello, el realizador hace como los secuestradores guionizados por Nicloux: hablar de Lovecraft. De una ceremonia con elementos visuales inspirados en la obra del facha de Providence.

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Dice Houellebecq: “Reforzaba esta referencia la asociación ficticia entre una escuela de arte neerlandesa y la Miskatonic University, elemento importante del universo de Lovecraft… [La cucaracha] no tenía la menor intención de utilizar esta idea, sino de servirse de ella como un cebo para atraerme a Ámsterdam”.

Ficticia la asociación neerlandesa, pero el vínculo literario entre Houellebecq y Lovecraft es real, es potente, y siempre me ha llamado la atención. En 1991 se publicó en Francia H. P. Lovecraft: Contra el mundo, contra la vida (Siruela lanzó la versión en español en 2006, hace un par de años el libro fue recuperado por Anagrama). Según Houellebecq, este ensayo biográfico es su primera novela. Según Houellebecq, en Lovecraft hay algo “que no es del todo literario”.

De esta ambigüedad, por cierto, ese “algo no del todo literario”, se sirve el crítico Ignacio Echevarría en su reseña de El mapa y el territorio, premio Goncourt y para muchos (me incluyo) el mejor libro de Michel Houellebecq:

“Lo que confiere su aliciente particular a un autor como Houellebecq es eso mismo, que no es del todo literario. Más allá de sus actitudes provocadoras, lo que lo convierte en un escritor significativo de nuestro tiempo es la forma tan desinhibida con que se sirve del molde novelesco para hacer, mejor que nadie hasta el momento, lo que podríamos considerar literatura magazine”.

No se trata de un elogio, está claro. Viniendo de donde viene. Pero yo no tengo exigencias de crítico: siempre encontré muy aprovechables los magazines. Me suena superbién esa etiqueta para una escritura digamos paranovelesca (en el mismo sentido de paramilitar) que:

“Viene a ser una mezcla de etnología social, de revista de actualidad cultural, de filosofía de salón, de radar de tendencias, de guía para esnobs, de humorismo crítico, de vaciados de Wikipedia, en fin, de todo eso que despliegan semanalmente cualquiera de los magazines dominicales de la prensa diaria”.

Ahora bien, este diagnóstico (acertadísimo, por otra parte) está fechado en 2011. Desde entonces, revistas impresas de toda clase han ido adelgazando, cuando no extinguiéndose o virtualizándose. Y el escritor ha seguido en lo suyo, con lomo y corpóreo, y quizás ya sea más magazine que los magazines que ya no hay o que ya no da negocio imprimir. ¿Qué puede ser más revistero, más digest, más blogger, que un título como Unos meses de mi vida. Octubre 2022 – Marzo 2023? Actualidad en estado Houellebecq. Cuyo estado psicológico, en aquel período, con media Francia revuelta contra él, se había degradado aun más de lo que ya estaba.

Dice Houellebecq: “Había aumentado la virulencia de mis enemigos, mis amigos me habían traicionado en parte, pero sobre todo quedaba descartado que se me escuchara. El único que me comprendió de verdad en ese extraño período fue alguien mucho más famoso que yo: Gérard Depardieu. Tras haber compartido con él cartel en la película Thalasso [la secuela de 2019 de El secuestro…, donde Houellebecq vuelve a interpretar a Houellebecq], empecé a darme cuenta de que había ingresado en el equivalente fame de la lista Forbes de las grandes fortunas. Su primer comentario fue que al final la literatura gana siempre, cosa que Bernard-Henri [Lévy] ya me había dicho, casi con las mismas palabras, y yo sabía que tenían razón. Pero ese final, ¿tenía que coincidir con el mío?”.

Buena pregunta. Por el momento, el final que le interesa al escritor está en manos de los tribunales: intenta frenar la exhibición de su nueva película, el video porno. Pero ni en Francia ni en Holanda los jueces le dan la razón. Combínese Miskatonic University con jóvenes prostitutas, quizás universitarias o preuniversitarias; agítese esa combinación con alcohol y ansiolíticos, y como resultado tenemos a Houellebecq firmando la autorización que hoy se arrepiente de haber firmado. En Unos meses de mi vida… podemos consultar ese documento legal. El acápite 1.1, por ejemplo, dice así:

“El participante actuará en calidad de sujeto para una utilización en películas artísticas, de ficción, documentales, performativas, ensayísticas, eróticas, pornográficas y episodios de KIRAC”.

Entre paréntesis: una divertida cuenta parodia en la app de Elon Musk, antes Twitter, lleva por nombre Michel Houellebecq haciendo cosas. Ahí el escritor es utilizado también “en calidad de sujeto”. Michel Houellebecq haciendo cosas es literatura magazine trasladada a fanfiction, fanfiction autoficcional, o acaso pornoposteo (que no posporno) metaficcional, si es que la recursividad de las etiquetas todavía tiene algo de sentido.

Amateur. Oral. Houellebecq. Teens…

Hagamos click en Oral. En Unos meses de mi vida, el escritor no sólo aborda el affaire KIRAC, sino también la polémica que se armó a raíz de una entrevista suya con Michel Onfray, donde deja caer como una bomba la posibilidad de una guerra civil en Francia a causa de la inmigración (y la no integración) musulmana. Aquí, el terrorista de la incorrección política, si bien matiza y rectifica un poco sus afirmaciones, defiende su modelo de intervención en el debate público.

Dice Houellebecq: “En una entrevista oral no sólo se puede decir cualquier cosa, sino que a menudo es necesario hacerlo, o lo es al menos para algunas personas que necesitan expresar opiniones extremas, y hasta contradictorias, antes de definir la suya; que necesitan empezar explorando el abanico de discursos posibles. Yo soy, evidentemente, una de esas personas”.

No recuerdo ahora quién fue el que dijo que no podía saber qué pensaba sobre un tema hasta que se ponía a escribir sobre ese tema. Esto es lo mismo, pero en borrador. ¿Cuáles son los extremos, las fronteras, los puntos ciegos del discurso? Hay que ir hasta allí primero, peinar la zona, y después ya veremos. La práctica literaria es performance y pensamiento, es intervención en un pensamiento amorfo.

La editorial Anagrama, que no sabe nada de esto, pero sabe de brand-names, ha querido aprovechar el marcapasos mediático del que este último libro de Michel Houellebecq es resumen y testimonio, para lanzar en simultáneo una versión actualizada de Intervenciones (2010), miscelánea de textos del autor francés: entrevistas, artículos, cartas… Más intervenciones (2023), al lado de Unos meses de mi vida, son como dos gym-bros en un pinchazo recíproco de anabolizantes.

Dice Houellebecq: “Minados por la obsesión cobarde de lo politically correct, los occidentales contemporáneos ya no consiguen ser lectores; ya no logran satisfacer la humilde petición de un libro abierto: que sean simplemente seres humanos, que piensen y sientan por sí mismos”.

Y un libro que muchos han vuelto abrir (incluido su autor, que en Unos meses de mi vida recuerda muy bien los escándalos de otros años de su vida) es, por supuesto, Sumisión (2015). En esta novela, el carismático (a lo Trump antes de Trump) Mohammed Ben Abbes, líder de una formación política islamista, gana las elecciones presidenciales en Francia con el apoyo de los socialistas, pero también de la derecha.

Dice Houellebecq: “Me siento obligado a defender la islamofobia, ya sea yo islamófobo o no. Porque esta debe ser una de las opiniones que tenemos derecho a expresar, y punto. Atacar una religión es un derecho. Por lo tanto, me siento obligado, a mi pesar, a defender la libertad de expresión”.

Sumisión (que llegó a las librerías francesas el mismo día del atentado contra Charlie Hebdo, y que se actualiza por sí sola en cada noticiario) es, junto a El mapa y el territorio, el mejor Houellebecq. A mí me gustaron también (a mí me gustan todos sus libros) Serotonina, a la que la crítica dio palos, y Aniquilación, su última novela. Es inevitable que estos títulos forman parte ahora del magazine porno.

Exploramos la web y seguimos pinchando; el contenido de cada categoría xxx está perfectamente definido: Amateur, Houellebecq, BDSM, Sumisión, Musulmanas, Serotonina, Aniquilación…

Dice Houellebecq: “Cualquier acción violenta se puede considerar como la manera de salir de una anomia desesperante. El terrorismo y la militancia son medios de socialización. Nos sentimos más juntos cuando tenemos muchos enemigos. Eso crea verdaderas relaciones, una fuerte amistad, incluso amor en el caso de las mujeres de los yihadistas”.

Hay que decir que la mujer del escritor juega un papel esencial, de supporting role, en Unos meses de mi vida: Qianyum Lysis Li, poeta nacida en China, que fue parte del tráiler de la película, que hizo equipo detrás de las cámaras cuando su marido, veinte años mayor que ella, llevaba a cabo “un coito mediocre con una cerda inerte”, ha sido sistemáticamente invisibilizada en las reseñas del libro. Me huele que muchas feministas la odian más a ella que a su esposo. Pero imagino que esto le da igual. Su esposo tampoco tiene la mejor opinión de las feministas actuales: le parecen peores que sus antecesoras.

Dice Houellebecq: “El inmenso trabajo de domesticación llevado a cabo por las mujeres en el curso de los milenios precedentes para reprimir las inclinaciones primitivas del hombre (violencia, sexo, borracheras, juego) y hacer de él una criatura más o menos capaz de vida social, se ha visto reducido a la nada en el curso de una generación”.

Luego del repaso de derrotas en la batalla legal contra KIRAC, el libro termina a lo docu-reality con estas palabras: “La audiencia del recurso se celebrará dentro de dos días. Mis posibilidades de éxito son escasas”. Y a continuación, lugar y fecha: París, 16 de abril de 2023.

Me resulta fascinante el hecho de que, nada más poner ahí el punto final (puntual, como corresponde a un magazine), Unos meses de mi vida ya estaba revisado y publicado y traducido, y en tándem editorial con Más intervenciones. Instantáneamente. Antes de poner el punto final, incluso, a principios de abril si mal no recuerdo, ya Houellebecq daba una entrevista a El País donde se confiesa desvirilizado, impotente (es decir: deconstruido); una noticia que quizás hubiera contentado a muchxs, si no fuera porque a continuación vuelve sobre una idea ya tratada en el libro: su devenir-mujer-violada.

Dice Houellebecq (a El País): “Simplemente, es que no se me levanta. No sé… Creo que las mujeres violadas tampoco logran acostarse con sus maridos”.

Dice Houellebecq (en Unos meses de mi vida): “Aunque prevea sus alaridos [las feministas, por supuesto] no puedo evitar escribirlo: pensar que aquellas imágenes pudieran ser divulgadas contra mi voluntad me producía, por primera vez, algo que me parecía comparable con lo que describen las mujeres que han sido víctimas de una violación”.

No importa que en la entrevista rebaje el símil haciendo aritmética, aclarando que lo que deben sentir las mujeres es lo que siente él multiplicado por diez. Ya ha planteado la ecuación. Ya lo ha puesto por escrito. Sobre todo eso: sigue siendo el que no puede evitar escribirlo.

No consentido. Tríos. Asiáticas…

En la web no porno de los holandeses leemos este autobombo: “KIRAC is one of the most promising projects in recent years. Rebellious, perversely funny and crazy independent. Exactly what the art world, which suffocates itself following and examining its own codes, needs”.

Dice Houellebecq: “La literatura es un arte profundamente conceptual. Las palabras son conceptos, los tópicos son conceptos. Nada puede afirmarse, negarse, relativizarse, de nada se puede uno burlar sin ayuda de los conceptos y las palabras. De ahí la sorprendente robustez de la actividad literaria, que puede negarse, autodestruirse o decretarse imposible, sin dejar de ser ella misma”.

Vuelvo a H. P. Lovecraft, si es que en algún momento me he ido. En Contra el mundo, contra la vida, el biógrafo analiza la exacerbada xenofobia de su biografiado y concluye que es justo ahí, en ese núcleo de miedo, donde se originan el tema, la estructura y el estilo de sus mejores obras. El terror que salió de Providence y se volvió cósmico es también el idioma de un poeta, y la misión del poeta es “constituir una oposición permanente”.

Dice también Houellebecq, sobre Lovecraft: “Racista congénito, abiertamente reaccionario, glorifica las inhibiciones puritanas y juzga repelentes las manifestaciones eróticas directas”.

Kafka creó sus precursores, según Borges. Lovecraft creó amanuenses, herederos, sucesores. Personajes repelentes. Y el autor de Contra el mundo, contra la vida es, como se dice, todo un personaje. Una parte de la herencia de Lovecraft (Borges también lo homenajeó a su manera) recaló incluso en la teratofilia japonesa del erotismo con monstruos, erotismo basado en tentáculos.

Houellebecq. Hentai. Masturbación…

Y más.

Leemos en Más intervenciones: “Voy a ferias del libro y me presto de buen humor al juego de las firmas y las dedicatorias. Nunca he insultado a un fotógrafo. ¿Qué es lo que no funciona conmigo? Acepto las distinciones, los honores, las recompensas. Juego al juego. Soy un escritor normal. A veces me levanto de noche y me miro al espejo; observo mi cara, intento ver lo que ven los demás, y qué es lo que les causa desasosiego. ¿La mirada? Quizá la mirada. Lo único que uno no puede ver en el espejo es su propia mirada”.

Tengo la impresión de que, en medio de la depresión y la balacera de hace unos meses, cuando escribía aquella frase final de Unos meses de mi vida. Octubre 2022 – Marzo 2023: “Mis posibilidades de éxito son escasas”, Michel Houellebecq a pesar de todo sonreía. El día en que escribo este artículo, el estreno de KIRAC 27 continúa pospuesto, y el tráiler ya no está disponible. La mencionada página web de Keeping It Real Art Critics anuncia que el escritor francés ha publicado un libro, pero no dicen su título; también ofrece una lista escogida de links a reseñas en varios idiomas, todas negativas.

Houellebecq estrenó primero, y estrenó su propia película.

No estoy tan seguro de que al final la literatura gane siempre, como le dijeron sus amigos, pero me alegra que la escritura, da igual el calificativo que quieran ponerle, literatura magazine o lo que sea, derrote al arte contemporáneo, aunque sea por tiempo, o contra el tiempo, en el mismo trazo de una firma sobre un documento que automáticamente se convierte en documento literario.

Quizás el mapa puede sacarle ventaja al territorio, después de todo.

Es Michel Houellebecq, y no ustedes, quien está keeping it real.

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JORGE ENRIQUE LAGE
Jorge Enrique Lage (La Habana, 1979). Graduado de Bioquímica, carrera que nunca ejerció. Ha publicado los libros de ficciones El color de la sangre diluida (2008) y Vultureffect (2011), y es el autor de las novelas Carbono 14. Una novela de culto (2010), La autopista: the movie (2014), Archivo (2015, 2020), Everglades (2020) y Libros raros y de uso (2023).

1 comentario

  1. Neruda supo que «dar muerte a una monja con un golpe de oreja», era de una enorme expresividad subversiva en «Walking Around», pero una sola vez. Houellebecq nunca lo ha sabido, trivializa el escándalo. Breton se reiría de él.

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