Alex Hernández presenta en La Habana una exposición que reflexiona sobre el condicionamiento político del individuo

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‘Reflejo condicionado’; exposición de Alex Hernández en la galería El Apartamento, La Habana (IMAGEN www.artapartamento.com)
‘Reflejo condicionado’; exposición de Alex Hernández en la galería El Apartamento, La Habana (IMAGEN www.artapartamento.com)

La galería El Apartamento acoge por estos días una exposición del artista cubano Alex Hernández (La Habana, 1982). Su título: Reflejo condicionado. Inaugurada el pasado viernes 29 de septiembre, y abierta al público habanero durante los meses de octubre y noviembre, esta muestra llega para confirmar un par de ideas sobre las propuestas de este autor: que siempre urde un discurso inteligente capaz de retar las expectativas receptoras y que planifica cuidadosamente cada detalle de sus proyectos, tanto en términos de construcción plástica como curatoriales. Decía: esas ideas son ratificadas en Reflejo condicionado, mientras se despliega –¡y ahí reside su singularidad!– una sugestiva e inquietante reflexión estética sobre el individuo contemporáneo como sujeto político.

Esta vez Alex Hernández presenta pinturas, fotografías intervenidas, instalaciones, objetos… que responden a su diestro manejo de los mecanismos tradicionales de construcción artística (pinta bien, instala mejor…) y, sobre todo, a su inserción en los predios del arte procesual. Resulta valioso apuntar esto último, pues es desde tales coordenadas creativas que se comprenden las obras incluidas en la muestra: accidentes estéticos de un proceso de investigación que trae, al ámbito del arte, saberes generados en otros campos del conocimiento. (Podríamos decir incluso que Reflejo condicionado en sí misma resulta acá la auténtica obra, y que cada pieza en particular –nunca mejor dicho– no es sino cierto punto del todo, un resorte que cataliza el sentido pero que adquiere significado solo en el conjunto).

Procedimientos similares han sido emprendidos antes por el artista. Quienes conocen sus propuestas habrán advertido el interés por encontrar equivalencias o establecer correspondencias entre saberes y campos de conocimientos desemejantes, entre entidades divergentes, como lo biológico y lo cultural, lo artificial y lo natural. Inspirado en el conductismo pavloviano y la pedagogía tradicional, Alex Hernández articula ahora una experiencia estética que interroga sobre una problemática transhistórica, que, por supuesto, tiene una importancia significativa en el presente; en palabras de Luis Sicre: “la implementación de una ingeniería social para el control de las masas”. Con dosis de ironía, vista la concepción pop de algunas piezas inspiradas en juegos infantiles, Reflejo condicionado parece llamar la atención, más específicamente, sobre la vulnerabilidad del individuo preso de una tecnología social que hace pasar por voluntarios comportamientos políticos que, en puridad, son respuestas automáticas e inducidas.

En un recorrido espacial que convoca al receptor a tejer las conexiones necesarias para que emerja el sentido, se pueden ver en la muestra: un conjunto de fotografías de las plateas de los parlamentos de varios países (Rusia, Alemania, China, España, Estados Unidos, Reino Unido…); objetos inspirados en juegos escolares para la enseñanza de los colores y las figuras geométricas…; grandes lienzos que reproducen como puntos de colores –los colores que alcanzan a reconocer la visión humana y la de un perro– los diferentes asientos de un parlamento cualquiera, así como una suerte de archivos que informan sobre los experimentos del conductismo clásico, la diferencia en la captación de colores entre perros y humanos, y de la puesta en práctica de los experimentos en contextos militares y por el autor con su propio perro. Describo muy esencialmente la exposición para subrayar, en primera instancia, el ingenio con que Alex Hernández convierte atributos de la pedagogía o principios del conductismo en pura experiencia estética. Códigos de la abstracción, del art pop, del post-conceptualismo, de la gráfica, del minimal, confluyen en muchas de estas creaciones, en las que atrae el uso de los colores, la geometrización de los motivos, la serialidad de las formas, la pulcritud del diseño…

Ahora, el atractivo visual, esa elaboración estética que interpela al receptor, como se puede inferir, potencia la cadena de lectura, es el móvil de la narración visual que articula los paralelismos instaurados por la muestra. Esos paralelismos entre “el entrenamiento especializado de un perro” (bajo los principios del conductismo), “la educación infantil” y la “didáctica del poder” –como los resume elocuentemente Luis Sicre en su comentario para el catálogo– constituyen la propuesta última de Reflejo condicionado. ¡Y son sus resonancias discursivas lo que hace especialmente relevante esta muestra!

Al confrontar la pedagogía infantil, el entrenamiento canino y el conductismo pavloviano para hablar de la participación del individuo en la política, esta exposición llega a ser tan incisiva no porque exponga que la masa es reproductora de conductas o es proclive a la manipulación por parte del poder… Es tan incisiva porque invita a pensar nuestra identidad política como resultado de una formación de hábitos, como un comportamiento cultural prescrito subjetivamente. Allí cuando pensamos que estamos dando rienda suelta a nuestra libertad de acción o pensamiento, Reflejo condicionado se pregunta estéticamente: ¿acaso nuestras decisiones políticas son conductas inducidas que reproducimos sin mediación racional?

En sintonía con muchos autores de su generación, que crecieron bajo el régimen cubano, Alex Hernández parece preocupado por la domesticación de la conciencia y la artificialidad de nuestros comportamientos políticos. Es todavía más cuestionador el artista cuando abraza la idea de que somos entes instrumentados que normalizamos experiencias bajo una lógica cultural en que el poder se instala más en la subjetividad y menos en el cuerpo. Para Reflejo condicionado la libertad del cuerpo muchas veces es un velo ideológico que oculta la domesticación del pensamiento. Y resuelve pensar todo eso a través de una propuesta plática sugestiva, sólida, aguda.

"Quebrados" (2023; Pintura serigráfica inflable sobre lino Goya, 190 x 190 cm), de la serie ‘Trama inconclusa’. En ‘Reflejo condicionado’; exposición de Alex Hernández en la galería El Apartamento, La Habana (IMAGEN www.artapartamento.com)
«Quebrados» (2023; Pintura serigráfica inflable sobre lino Goya, 190 x 190 cm), de la serie ‘Trama inconclusa’. En ‘Reflejo condicionado’; exposición de Alex Hernández en la galería El Apartamento, La Habana (IMAGEN www.artapartamento.com)
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