Miguel Coyula, cineasta

En orden cronológico:

Desarraigo (1965, dir. Fausto Canel)

Memorias del subdesarrollo (1968, dir. Tomás Gutiérrez Alea)

Desde la Habana ¡1969! Recordar (1971, dir. Nicolás Guillén Landrián)

Los días del agua (1971, dir. Manuel Octavio Gómez)

Un día de noviembre (1972, dir. Humberto Solás)

Molinaʼs Ferozz (2010, dir. Jorge Molina)

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Entropía (2013, dir. Eliecer Jiménez Almeida)

La obra del siglo (2015, dir. Carlos Quintela)

El proyecto (2017, dir. Alejandro Alonso)

Brouwer: el origen de la sombra (2019, dir. Katherine T. Gavilán y Lisandra López Fabé)

Juan Carlos Calahorra, cineasta

Mi altar. Sólo pensando así esta selección duele menos lo dejado fuera. Todas estas películas me estremecieron y su aura llega hasta hoy. Muchas son de mis contemporáneos, y no es casual, porque una épica circunstancia me las ha hecho entrañables. He aquí la fe más cierta que puedo ofrecer, erigida con desvíos y dudas.

Delirio (2011, dir. Alejandro Alonso y Lázaro Lemus)

En vena (2002, dir. Terence Piard)

La Época, El Encanto y Fin de Siglo (1999, dir. Juan Carlos Cremata)

La obra del siglo (2015, dir. Carlos Quintela)

Madagascar (1994, dir. Fernando Pérez)

Oda a la piña (2008, dir. Laimir Fano)

Pizza de jamón (2011, dir. Carlos Melián)

Reportaje (1966, dir. Nicolás Guillén Landrián)

Sobre Luis Gómez (1965, dir. Bernabé Hernández)

Un día de noviembre (1972, dir. Humberto Solás)

Permítaseme colocar en la base de todas a nuestra película más inspirada, de manera que su brillo no ciegue.

Memorias del subdesarrollo (1968, dir. Tomás Gutiérrez Alea)

Carlos Melián, cineasta y periodista

Lucía (1968, dir. Humberto Solás)

Memorias del subdesarrollo (1968, dir. Tomás Gutiérrez Alea)

Lejos dentro de mí (2008, dir. Juan Carlos Calahorra)

Molinaʼs Mofo (2008, dir. Jorge Molina)

Molinaʼs Culpa (1993, dir. Jorge Molina)

En el iglú (2008, dir. Emmanuel Martín)

Los lobos del este (2017, dir. Carlos Quintela)

Nani y Tati (2012, dir. Adolfo Mena)

Los perros de Amundsen (2017, dir. Rafael Ramírez)

Duelo (2016, dir. Alejandro Alonso)

* El autor subraya que le gustan mucho las películas de Fernando Pérez, aunque no sabe cómo incluirlas en esta lista. Y que Plaff… (1989, dir. Juan Carlos Tabío) es un filme cuyo valor crecerá a medida que pase el tiempo; por esa razón no la incluye ahora mismo, pero podría incluirla dentro de unos treinta años.

** El autor confiesa que no ha visto películas de Marzel ni de un grupo de autores que José Luis Aparicio Ferrera ha estado revelando durante la cuarentena, por lo cara que es la conexión a Internet en Cuba.

*** El autor pone en el mismo lugar que Fernando Pérez la obra figurativa de Marcel Beltrán. La abstracta no la comprende.

**** El autor cree, sin embargo, que entre esas diez películas debería estar una de Cremata, cuyos filmes veía sintiendo que aprendía algo acerca de crear un universo.

Emmanuel Martín, cineasta

Mi generación es la generación de la TV y el video. Ir al cine era un paseo poco habitual. Para nosotros se trataba de quedarse en casa y esperar la parrilla de la programación televisiva, así como luego conseguir películas en VHS. Ha pasado un cuarto de siglo y ahora podemos darnos cuenta de que éramos adictos a esas cintas. En la génesis, sólo existían cinco o seis videocaseteras en todo el barrio. Si llegabas a una casa y bajo el TV veías ese aparato plateado o negro metálico, lo primero que hacías era preguntarle al dueño cuál era su colección, y ahí se concertaba la cita para el intercambio.

Para poder intercambiar, tenías que tener tus propios casetes. Se compraban en las tiendas, costaban 3.75 CUC. Después buscabas un amigo y te ponías a grabar, llevabas tu video para su casa o él llevaba su video para la tuya. Ambos equipos se enganchaban por un cable coaxial, algo muy sexual, al estilo de las pelis de Cronenberg. Los videos poseían tres velocidades de grabación: SP (dos horas por casete, mayor calidad), LP (cuatro horas por casete, calidad media), SLP (seis horas por casete, calidad menor). Casi todo el mundo grababa en la velocidad SLP para que cupiesen tres películas. Las cintas de VHS no eran baratas como para darse el lujo de grabar una sola.

Luego, con un pedacito de esparadrapo, le ponías los títulos. Los casetes grabados reposaban al lado del video o del televisor. Se ostentaban más que los títulos universitarios. Cuando llegabas a casa de alguien, lo primero que hacías era ir a ver su colección. Si se trataba de una persona muy cercana, te llevabas la pieza que querías; si no había confianza, entonces intercambiaban cintas. Muchos grababan los shows latinos de Don Francisco o Cristina, partidos de la MLB o videos musicales de Oscar D’León, los Premios Lo Nuestro, etc.

De esa manera conocí a uno de los mayores gángsters de Santiago de Cuba, El Gordo de Santa Rosa. Sí, un obeso tan bonachón como John Goodman. Le encantaba que yo le llevara videos musicales. Con ellos armaba tremenda tomadera con sus amigos del barrio. Así también conocí a un gran delincuente santiaguero, G., del Callejón de los Perros, el callejón más marginal. A G. y a su esposa les gustaban las películas de acción y suspense, me las pagaban a diez pesos cubanos. Por eso nunca me faltó dinero en mis años de preuniversitario en el Cuqui Bosch, el más insigne pre de Santiago, donde estudiaron figuras del arte cubano como Jorge Molina, Pablo de Cuba Soria, David Suini, Fidel Betancourt y Julio Jiménez.

Algo raro: las cintas porno. Era tan extraño conseguirlas, tan morboso, que a veces algún sórdido chama del barrio traía una y cuatro o cinco requesones iban hasta mi casa para que se las pusiera. Así terminabas con cinco tipos con el nabo empalmado por dos horas en la sala de tu casa, mientras tus padres trabajaban.

La cultura del VHS fue emocionante. A veces uno se enteraba de que en cierto barrio distante vivía un sujeto que tenía cierta película de cierto actor, ¡la nueva!, ¡la última!, y hasta allá yo me iba a buscarla.

¡Vampiros en La Habana! (1985, dir. Juan Padrón)

Clandestinos (1987, dir. Fernando Pérez)

Juan de los Muertos (2011, dir. Alejandro Brugués)

El acompañante (2015, dir. Pavel Giroud)

Los sobrevivientes (1978, dir. Tomás Gutiérrez Alea)

Un hombre de éxito (1986, dir. Humberto Solás)

Se permuta (1985, dir. Juan Carlos Tabío)

Capablanca (1987, dir. Manuel Herrera)

Selección de cortometrajes:

Sarima a.k.a. Molina’s Borealis 2 (2014, dir. Jorge Molina)

Monte Rouge (2004, dir. Eduardo del Llano)

5 minutos (2009, dir. Carlos Melián)

El ejercicio (2008, dir. José Armando Estrada)

Knoc knoc (2000, dir. Guille de la Rosa)

Temporal (2006, dir. Demian Rabilero)

Camionero (2011, dir. Sebastián Miló)

El Televisor (2003, dir. Arturo Infante)

Tractatus (2008, dir. Rafael Ramírez)

Gloria Eterna (2017, dir. Yimit Ramírez)

El Secadero (2019, dir. José Luis Aparicio Ferrera)

Fotogenia (2018, dir. Fernando Guerra Cruz)

Selección de series de televisión:

Su propia guerra (dir. Abel Ponce & José A. Torres) y algunos episodios independientes de Día y Noche

Hermanos (dir. Eduardo Macías)

Los campeones (dir. Willy Franco)

Los papaloteros (dir. Eduardo Macías)

Blanco y negro ¡No! (dir. Charlie Medina)

Algo más que soñar (dir. Eduardo Moya)

Proyectos inéditos de largometrajes de ficción que me gustaría ver hechos:

Molina’s Alicia (dir. Jorge Molina)

Estrella muda (dir. Carlos Melián)

La última película del samurái (dir. Carlos Lechuga)

Year of meteors (dir. Rafael Ramírez)

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JOSÉ LUIS APARICIO y KATHERINE BISQUET
La poeta Katherine Bisquet (Ciudad Nuclear, 1992), autora del cuaderno Algo aquí se descompone (Colección Sur Editores, La Habana, 2014), y el cineasta José Luis Aparicio Ferrera (Villa Clara, 1994), quien ha dirigido, entre otros, el corto de ficción El Secadero (2019) y el elogiado documental Sueños al Pairo (2020), coordinan el proyecto Cine Cubano en Cuarentena, una iniciativa de rescate, promoción e investigación sobre el séptimo arte de la isla.

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