Open City Documentary Festival de Londres programa un homenaje al cineasta cubano Nicolás Guillen Landrián

0
Fotograma de ‘Coffea Arábiga’ (1968); Nicolás Guillén Landrián
Fotograma de ‘Coffea Arábiga’ (1968); Nicolás Guillén Landrián (IMAGEN Vimeo / DOCLA)

El Open City Documentary Festival 2024, que tiene lugar en Londres desde el 24 hasta el 30 de abril, celebrará el legado fílmico del documentalista Nicolás Guillén Landrián (Camagüey, Cuba, 1938 – Miami, Florida, 2003) con la proyección el lunes próximo de cuatro piezas clásicas de la cinematografía cubana de los años sesenta. En una segunda sesión, se exhibirá Landrián (2023), filme de Ernesto Daranas que explora la biografía y la impronta creativa del mítico realizador.

“Nicolás Guillén Landrián: A Gaze Restored” (“…Una mirada restaurada”) –una programación comisariada por Jonathan Ali– incluirá los documentales En un barrio viejo (1963), obra temprana de Guillén Landrián que los organizadores describen como “un mosaico sincopado de la vida cotidiana en un barrio habanero”; Ociel del Toa (1965), un viaje a Baracoa, en el extremo oriental de Cuba que deviene en retrato de un personaje de trece años y, sobre todo, en “una meditación poética y sensual sobre la vida rural y los ritmos cotidianos del trabajo, la domesticidad y el juego”; Los del baile (1965), “una celebración inmersiva de la vida nocturna musical de La Habana” (y específicamente una incursión en los dominios rítmicos del “mozambique” de Pello el Afrokán), “acaso la afirmación más directa de la identidad afrocubana de [Guillén] Landrián”, según la curaduría, y, finalmente, Coffea Arábiga (1968), “una epopeya en miniatura de la historia colonial cubana y una crítica de los fracasos de la Revolución”.

En la presentación del programa, no se pasa por alto que esta última película de apenas 17 minutos llega como un “encargo oficial” tras la rehabilitación institucional del cineasta, quien para entonces acaba de purgar “dos años de prisión por «diversionismo ideológico», entre otras razones”. De alguna manera, Guillén Landrián se las arregla para convertir esa circunstancia represiva y burocrática en una suerte de milagro fílmico: “un montaje ensayístico de noticieros, texto como imagen, imágenes reutilizadas, metraje original, voz en off, además de propaganda y canciones pop”, que constituyen, de hecho, “el intento más concentrado del cineasta de realizar en la pantalla las múltiples capacidades de su imaginación creativa”.

“Las películas de Nicolás Guillén Landrián […] representan una de las obras más importantes del cine documental cubano posrevolucionario. Landrián, el primer cineasta afrodescendiente que trabajó en el instituto de cine del país (ICAIC), y sobrino del poeta nacional de Cuba, Nicolás Guillén, dirigió una veintena de noticieros y documentales cortos desde principios de los años sesenta hasta principios de los setenta”, resume su biografía el festival londinense. “Landrián estaba comprometido con una visión irreverentemente personal, que incluía un enfoque sin complejos en la vida y la cultura afrocubanas. Esto lo puso en desacuerdo con el Estado, y sus películas fueron censuradas y eventualmente prohibidas. Landrián fue enviado dos veces a campos de prisioneros donde fue sometido a tratamiento psiquiátrico, y en 1989 se exilió en Estados Unidos”.

‘Landrián’ (2022); Ernesto Daranas (IMAGEN YouTube / Altahabana Films - Trailer)
‘Landrián’ (2022); Ernesto Daranas (IMAGEN YouTube / Altahabana Films – Trailer)

A su vez, la película de Daranas es también el resultado de sus esfuerzos para rescatar/restaurar la herencia cinematográfica de Guillén Landrián a partir de una labor de investigación en los archivos fílmicos cubanos.

Landrián intenta comprender a un cineasta trágicamente atrapado entre el deseo de seguir su visión y una revolución con una concepción diferente del papel del artista”, reza la sinopsis de este documental: “oscila entre los testimonios de la viuda del cineasta, Gretel Alfonso, y su colaborador Livio Delgado [director de fotografía], con los diarios y poemas de Landrián y documentos de los archivos de la seguridad del Estado cubano, completando este sensible retrato de un cineasta cuya firma en pantalla fue la frase «Fin pero no es el fin».

Dean Luis Reyes ha ofrecido una clave para comprender la excepcionalidad trascendente de la mirada del cineasta, alguien dispuesto a explorar los abismos de un rostro entre la multitud, del individuo en el centro de la masa: “El autoritarismo epistemológico de buena parte del documental cubano de los sesenta da por sentado que puede hablar en nombre del pueblo, porque presume conocerlo”, señalaba el crítico cubano en Rialta Magazine. “Guillén Landrián viene a descubrir, sobre la trama del acontecimiento, el anonadamiento, el estupor que deja la Revolución en los sujetos, su descentramiento existencial.

Ociel del Toa Nicolás Guillén Landrián 1965 | Rialta
Ociel del Toa, Nicolás Guillén Landrián, 1965
Colabora con nuestro trabajo
Somos una asociación civil de carácter no lucrativo, que tiene por objeto principal la promoción y fomento educativo, cultural y artístico. En Rialta nos esforzamos por trabajar con el mayor rigor profesional en la gestión, procesamiento, edición y publicación de los contenidos y la información. Todos nuestros contenidos web son de acceso libre y gratuito. Cualquier contribución es muy valiosa para nuestro futuro.
¿Quieres (y puedes) apoyarnos? Da clic aquí.
¿Tienes otras ideas para ayudarnos? Escríbenos al correo [email protected].

Deja un comentario

Escriba su comentario...
Por favor, introduzca su nombre aquí