Severo Sarduy y Roberto González Echevarría
Severo Sarduy y Roberto González Echevarría

Las siguientes cartas pertenecen al volumen Son de la loma: cartas de Severo Sarduy, de Roberto González Echevarría, publicado en Rialta Ediciones el pasado año.

Cartas de Severo

Saint Léonard, algo así como 8 de junio [1970], calor divino!

Mira mijo,

Te felicito y tú sabes por qué: eres doctor y oíste el derecho de nacer: el doctor, como un Monte Merú, ocupa el centro del mandala nacional. Paragrama: Mamá Dolores (GIMIENDO).- Abbeticco, mijo, te boi a jacé una natillita que te va chupa loj deo. Alberto Limonta como el erotema-sol de la cubanidad, el doc­tor-ser recibiendo el oro lezamiano de la natilla, guapachá barroco. Aparte: feliz de que escribas algo sobre mí, porque será lo primero a partir del interior de mi lenguaje, a partir del centro generador de mis trabajitos, es decir de la lengua, del parlé cubano, tanto cha-cha-chá críptico, tanta chusmería pasada por Lacan, tanta guantanamera saussuriana no encontrarán mejor entendedor que tú. Ahora bien, un crí­tico amigo de Emir –Fernando Aínsa– me pidió hace unas semanas mi bibliografía, que le envié in extenso, con exóticos artículos en lenguas en que sobre la a se pone un ¨ o una ˆ. Ves? Por supuesto podría enviártela, pero dado que él ya había trabajado el asunto –pues tenía toda la panoplia publicada en español– y que la copia que conservé no está completa –como todos los días en París había una huelga, pero ese día era de algo, no recuerdo de qué, que me impidió copiarla o fotoco­piarla–, lo ideal sería que él, cuya dirección tiene Emir, si en su país no hay una huelga, te envíe una copia, creo que está todo lo publicado. Gracias por haber ayudado a Jill en la traduc­ción, ojalá que camine eso! Les escribo pronto a ellos, pero ya sé que no los veré en París, me voy del 19 junio al 1er agosto, pero el correo me sigue, te enviaré si quieres algo sobre los primeros pininos cubanos, aunque están recogidos en Ciclón y Lunes de Revo. Me gustaría darle a Roland copia de lo que hagas para Critique. Gracias por todo, mi viejo.

Grandes abrazos,

Severo

*  *  *

Saint Léonard, 7 de abril, 71

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Querido Roberto:

No recibí tu carta en la India porque para ver todo lo que quería tuve que desplazarme a una velocidad superior a la del mensaje postal, velocidad que allí es solo la de bimotores sofo­cados sin salvavidas y sobre el golfo de Bengala morado obispo, con una azafata obesa marcada de rojo en la frente y que cam­bia rupias en bolsa negra mientras, como calmante, reparte pimientos en salsa de curry. Me curé pues de mi miedo a los aviones y, ya en el vuelo número 23, llegué a sentir un pla­cer morboso; ahora me hacen falta los cuadritos abstractos de segunda mano que son las vistas desde un Air India.

Supsono –viva el frañol! cogno!– que has leído Cobra, sospe­cho el brillito de nácar y carey –como los prendedores de las putas cubanas– de esas escamas entre tus benévolas manos, ojalá que esa “boca que obra” no te decepcione, falta aún un “Diario indio” –que así se llama por el espejeo fonético i/io– que ahora reescribo, pues lo dicté entre millones de nativos desaforados ante el aparato, en una minicassette. Estoy con­movido de la atención que prestas a lo que he podido hacer hasta ahora, cita lo que quieras y dime cómo has recibido a la culebra. Déjate de infirmitaciones. Si vienes solo te voy a pre­parar una guachinanga en Pigale que te dé una pastilla de cantárida conocida con el nombre de Richelieu y te cante “La vie en rose” con acento marsellés y te diga cochinadas en el oído que le enseñaron en español los marinos de Filipinas.

1) Publiqué en Ciclón, que recuerde: un poema que comienza “El amor es impar…”, una crítica sobre un libro de textos sobre el Infierno, unos sonetos glaciales y no recuerdo nada más. 2) He publicado dos libros-objeto en Alemania, ambos con grabados de Ehrardt, ambos en Manus-Presse: Flamenco –Sttutgart, 69– y Mood Indigo –Sttutgart, 70–. Cincuenta ejemplares de cada uno. A mi bibliografía se pueden añadir ahora unos 20 artículos ale­manes sobre Der Strand La playa– representada este año en Kassel y actualmente en adaptación para una película (en colo­res producida por la TV de Colonia y el cine). Gestos –supongo que sea un infundio de algunas de las actrices negritas cubanas exiladas, pues no veo a una gallega en el rol– pasa en adaptación para la TV española, segundo canal. Quiero las cintas del Conde Negro, a quien rinden homenaje los poemas de Mood Indigo, una especie de historia del jazz; el título es de Ellington.

Ahora bien: por qué te vas de Yale, donde tanto te quieren? Qué te pasó este invierno –adivino: el tipo de corte epistemo-emotivo que hacen decir al protagonista: “Mi cabeza es un caos”, cf.: Cobra–? Qué escribes aparte del De donde? Por qué no juntas todos los ensayos en un volumen que puedo proponer a Mortiz para la serie del volador y que con el carisma de Emir enseguida saldría? Podré dar tu trabajo a Roland –que el año que viene dedica su seminario a 10 textos desde Sade hasta Cobra– para Critique? Y tú?

Escribe pronto, saludos a Emir, Jill, Ortega, Díaz…

Tuyo,

Severo

Sarduy y RGE | Rialta
Severo Sarduy y Roberto González Echevarría en Chantilly, circa 1975 (FOTO CORTESÍA DEL AUTOR)

Saint Léonard, 29 de mayo, 71

Querido Roberto:

La botaste! Te la comiste! In other words: el texto es esplén­dido, da una minuciosidad y una profusión en la información que me han dejado, a mí mismo, boquiabierto. Sabes, y te lo digo sin connotaciones laureadas, de mí, más que yo. Más: me has dado seguridad y deseo de seguir trabajando; no tenía el valor de hacer la relectura y el repaso final de Cobra, ahora lo emprenderé con ahínco, porque me has demostrado que lo que yo creía una dispersión de gestos, de signos, de actividades inconexas y escrituras incompletas, estaba organizado, aun­que a mí mismo me escapara el dibujo de esa red “maestra aunque secreta”, tenía sentido y dirección, buscaba una cifra, iba hacia un punto que por ahora es Cobra. Háblame de cómo percibiste ese último trabajo, aunque creo poder mejorarlo aún al hacer la lectura crítica final. Espero noticias de Buenos Aires para hacerla lo más lejos posible del momento en que lo he terminado, una semana o quince días ha.

Estoy ahora ansioso por leer la suite, el metalenguaje tuyo sobre De donde, que creo te dará tela para cortar. Esto debe de ser una denegación de mi narcisismo pero no importa: la idea del libro me interesa porque, aparte de lo personal, creo que sería justificar, dar la palabra a una cosa que tú y yo somos, y no encuentro otros ejemplos, es decir, una mezcla de exilio e ideología contestadora, de repudio –de Cuba– y nostalgia, de rigor y siesta. Eso nos hace inclasificables. Creo que si vienes en el verano –me iré del 16 de julio al 20 de agosto– trabajare­mos juntos la parte-cobra. Esto, sobre Gestos, me ha devuelto aquella Habana nuestra, el espacio y el reverso de la escritura. Te he hecho trabajar de lo lindo, eso sí, perdón. Bueno, esto es solo un abrazo, un “gracias Fidel” al que los eventos actuales ya nos impiden devolver la jerarquía y majestad que tuvo en aquellos días de la Entrada a La Habana, que proustianas, tus páginas, recuperan.

Bien à toi, abrazos a Emir.

Severo

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París, 3 de agosto, creo, del 71

Querido Roberto:

¡Me equivoqué, coño! Képler proponía la elipsis como forma de la rotación de los astros alrededor del sol, Galileo, que había observado que la rotación de las extremidades alre­dedor de sus puntos de inserción, convexos o cóncavos, era circular y que creía en aquello de microcosmos igual macro­cosmos, estaba a favor del círculo: era un esteta, gustaba de la pintura de Carrache, para él, el círculo era algo perfecto, la elipsis su degeneración. Cambia pues en la entrevista los nom­bres y mea culpa, como quiera, el resto del desarrollo es perti­nente. He averiguado más cosas sobre ese interesante capítulo de la topología subyacente del barroco, ya verás. Lo tuyo sobre Calderón me pareció magnífico, muy astuto, muy inte­ligente, puedes desarrollar más el hecho de que es el padre-sol-discurso-verdad-logos, el que oculta al hijo, como de los dos centros de toda elipsis uno es el sol –de toda elipsis pla­netaria– y otro es un centro obturado, muerto, al cual no se llega más que descifrando la superficie iluminada, sin fallas aparentes, la curva en apariencia perfecta, pero en realidad con tropiezos, con censuras –en el discurso– que demuestran la presencia del nudo censurado, del tema, del nudo patoló­gico, etc. Sigo trabajando todo esto con fervor para escapar al spleen de la rentrée, si estuvieras por acá sería más diver­tido. Ahora otro año de bruma y de emisiones radiofónicas, pero esta es la realidad, lo otro es lo imaginario. Nos queda al menos, para perturbar a estas ciudades programadas, el ero­tismo, el templete, cuya ceiba debía de ser el emblema de la liberación. Moral baja por Libre. Casa, en un número dedi­cado a la defensa, dice que es el nuevo Mundo Nuevo, ahora llamado Mundo Viejo. Gran contracandela habanera y general. Como la actriz principal de una pieza de teatro dada en fun­ción de una sociedad negra de Camagüey, en que mi familia –et encore!– era la única “blanca”, al caer el telón del segundo acto (era la vida de Maceo y los mataban a todos). “¿Qué será de nosotros?”.

Abrazos,

Severo

Cubierta Son de la loma: cartas de Severo Sarduy, de Roberto González Echevarría (Rialta Ediciones, 2023).
Cubierta de ‘Son de la loma cartas de Severo Sarduy’, de Roberto González Echevarría (Rialta Ediciones, 2023).

París, 7 de abril, 72

Querido Roberto:

¡Coño, por qué no escribes! ¿Te ofendiste porque te mandé con Emir una foto en pelota? Estás enfermo o es que quie­res amargar… Te supongo, no sé por qué intuición, en un veri­cueto emotivo, espirales del cuje. No te pierdas.

Cuéntote: hoy sale Cobra en francés. Gran sarao afroestruc­tural: Maria Antonieta de Saussure, Ninón Chomsky, hay dulce para todos. ¿Viste qué lindo el texto de Julio Rodríguez Luis in Insula (qué casualidad que esa revista se llame así)?

Estoy escribiendo un guapachá sobre isomorfía barroca, un poco lo que te hablé, pero he trabajado mucho con libros y con un gran astrónomo de aquí y estoy calé en Big Bang, en qua­sars y colapsars, en viajeras azules, huecos negros, gigantes rojos y enanas blancas. Hice un librito de astronomía paralela –ves la retombée literaria de los eventos galácticos arriba cita­dos– para unas máquinas de Alejandro. Leí el libro de Arrom, lo de la Caridad es lindo ¿no? Lo otro…

Bueno chico déjate de siesta metafísica y escribe. Y tiempla sabroso, que los chinos están al llegar y no va a quedar títere con cabeza.

Un abrazo,

Severo

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París, mayo 16, 72

Querido Roberto,

Pongo la máquina a dos espacios y te escribo a vuelta de correos. A tal punto me conmueve tu carta en papel de bode-ga con olor a galletas de la Paloma de Castilla. Creo que nuestra correspondencia y el paralelismo de nuestras preocupacio­nes llega a un grado casi esotérico –y es una lástima, sea dicho de paso, que no vivamos juntos, ¡en la misma ciudad quiero decir majo!–: yo también me torturo a cada día pen­sando que como pensamos no podemos vivir donde vivimos, que nuestro silencio y nuestra vida sirve de caución –no sé cómo se dice eso– a una serie de eventos grotescos, que afortunadamente que el alcohol y los papayones o lo que sea pueden hacernos olvidar la contradicción enorme en que vivimos; como sabes pertenezco por así decirlo a Tel Quel, groupe de maos, y sin pertenecer a Tel Quel basta con leer la prensa; estamos en convulsión política y moral y yo no quiero hablar de los ángeles mientras caen las bombas… en fin, me estoy dejando ir, la olivetti escribe sola, esa retórica es también grosera.

Creo que Cobra –que por cierto sigue viento en popa– escapa un poco a la frivolidad y protesta a su manera al reivin­dicar una ideología, sexuatransgresiva, al minar el lenguaje, etc., pero vivo como una pregunta concreta y cotidiana una participación más activa a lo que ocurre y no veo por dónde empezar, esa es la pregunta de los 35 mil dólares; estamos tú y yo en tres y dos.

Ahora bien, todo trauma tiene una solución catastrófica: la nuestra –la tuya– sería de tipo regresivo, con las tres conno­taciones más a mano de la palabra: regreso a la isla-claustro materno, etc., regreso físico e intelectual y conducta de tipo reaccionario, en cierto modo. No es la pequeña agitación revi­sionista, catolizante, moral y pequeño burguesa, el reino de los arribistas y los mediocres instalado en Cuba lo que pue-de responder a la inquietud radical, coño, que padecemos. Se trata de cambiarlo todo, desde el modo de pensar hasta el de mamar, y esto no es una boutade. Todo: y eso no va a pasar hasta que algo no estalle adentro –otra vez el lirismo metafí­sico!–. No sé. Tenemos que hablar.

Oye, trata de que me manden esa revista pues quiero verme-nos. No podemos juntarnos, tú y yo, en uno, porque eso es una actitud reaccionaria; pero podemos, eso sí, dividirnos, cada uno, en dos.

Un abrazo,

Severo

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Saint Léonard, 22 julio, 72

Querido Roberto:

¡Estás acabando! ¡Pocas veces disfruté tanto de una intro­ducción! Rumba, pero rumba de ca(o)jón. El método es bueno, exacto –lo leyó también François– y representa un avance crí­tico en tu obra. Ya en el Carpentier había notado cómo postu­las una teoría del hecho novelístico como metáfora (y no como repetición aleatoria, como en Borges) de un hecho paradig­mático precedente, el gráfico de Carpentier es la espiral: los hechos se citan a distintos niveles, el de Borges, el círculo; los hechos se repiten al mismo nivel anulando el tiempo; el texto tuyo es bello por lo que tiene de mapa; y por lo que pasa en él de los recorridos en la Florida, etc. Lo que más me gusta de la Introducción es lo que tiene de propiamente estructu­ral: el descubrimiento, que yo ignoraba, de la flecha ―→, de Oriente a Occidente, que, en efecto, lo condiciona todo en la historia insular (trayecto del Sol), sin que se sepa por qué; desde el Diario de Martí hasta el del Che. Recuerdo otra topo­logía, pero tendría que releerla: Fernando Ortiz refería la espi­ral del guamo taíno a la del trayecto de los ciclones y a ciertas organizaciones urbanas. Eso debe estar en el Contrapunteo del tabaco y el azúcar, libro que quisiera volver a leer. Pero, ¿por qué nuestras “largas marchas” van siempre de Oriente a Occidente? No dejo de pensar en esto: se va de la montaña al llano, del azúcar al tabaco (Pinar y las Villas), del día a la noche: no por azar los Matamoros repitieron este trayecto, el son de la loma es de Manzanillo, lo cantan en el llano para repetir.

Es el trayecto que sigue la Dolores Rondón. ¿Estará en el inconsciente de los fundadores todos (los taínos, esta vez, tam­bién) que venían del este (España, África, China)? ¡Qué arroz con mango, chico!

Es (?) que comprendí el último punto que nos separaba –devo-ción de “la pelota”–; la mía iba hasta ahora a las rumberas. Me regalaron un cha-cha-chá de los sesenta que dice: “La pelota va/ y va/y va…/ ¡Se fue!/ Han bateado un jonrón (sic)/…”, etc. Es un homenaje a Miñoso que me hizo llorar. Metafísica pura. Y la simultaneidad de palabra y evento en los primeros versos que me recuerda una décima de Fernández Retamar que termina: “Qué pájaro por el cielo/ va a pasar, pasa, ha pasado”. La nostal­gia de la música cubana: ¡barroco funerario! ¡Dame otro trago!

Me dicen que Otero Silva dijo que él no camina más si no le dan el caldo Gallegos; cándida que fue, pues, Eréndira. ¿Quién se comprará esta vez el apartamento y hará el dis­curso de izquierda?

Yo: como tú “¿Dónde me pongo?” (cf. Biondi), y también: “Tengo tantas cosas en mi cabecita” y/o “Mi cabeza es un caos”. Pero hay, en mí, un argumento que me empuja hacia la impugnación y el “que se vaya todo al requinto coño de la puñeta”, argumento que no cito para no hundir a tus padres en el bochorno patrio y lo que es más, no es ni siquiera por eso, aunque no sé por qué. También en mí el deseo –nota a la Oswald, pues este estaba personalizado– de bailar el gua­pachá final… Pero… (qué lástima que así empiece Cortázar su “Lezama”)… Pero ¿estaremos locos los dos?

Un abrazo… y mientras se oyen los manazos exagerados en la espalda y las toces –también provocadas por el humo del Partagás (ambos vestimos con jipi-japa y dril cien, zapatos de dos tonos, con punta fina, estamos perfumados con Maja y llevamos espejuelos calovares): “¡Roberto, viejo, tú eres mi hermano!”.

Severo

***

París, 28 de junio, 74

Querido Roberto:

Dos palabras sin la menor coba: tu trabajo es apabullante, es quizás lo más central de lo que se ha hecho sobre menda. No solo el texto es prodigioso –sereno– sino que, si así puede decirse, ha sido útil. Estaba trabado con la novela que escribo ahora, A Maitreya, no se sabía qué iba a hacer con la Tremenda en ese cabaret de patos del viejo San Juan, las descripcio­nes regresivas, con orquestitas de atardecer camagüeyano iban y venían, pero no pasaba nada, no se adelantaba. Tú me has hecho comprender que no soy un escritor sino –más– un manipulador, un titiritero, un personaje con un capirote, como los del Bunrakú, que maneja una muñeca, con la cual, a la vez, dialoga, y de cuyas travesuras se divierte. Es mi relación con el nuevo gato, Grisette, que es enano y travesti, y también con la bambina imbalsamata, Rosalía Lombardo, de las catacum­bas de Palermo. Soplar lo inanimado o lo animal, para que te devuelva la palabra. Todo esto lo comprendí leyéndote. Y también que, contrariamente a lo pensado, soy un autor casi exclusivamente cubano, la impugnación del padre insular carpenteriano me sitúa de lleno en la corona barroca isleña.

Quiero que este trabajo tuyo quede como testimonio de lo que he podido ir haciendo por acá. De modo es que te lo pido oficialmente, aún si lo publicas antes, para el S. S. que está preparando Julián Ríos –ya publicó un Guillermo y prepara un Paz, no sé si los viste. El S. S. llevará los dos Barthes, más una ensalada de ese gurú, un Paz que el cuate está escribiendo, lo he visto aquí y me lo aseguró ayer, el Sollers, un Emir, y esta recobra que me mandas. ¿Qué te parece? Irán también los pri­meros capítulos de A Maitreya y una biografía que comienza cuando papá conoce a mamá. Años treinta, retro puro… Te mandé, en buena versión francesa, Barroco. Ya está listo. No sé nada de mi texto, que hice con cuidado, para el Pen. ¿Qué pasó? ¿Se leyó? Cuenta. Salgo el doce de julio vía sur-tem­plete-islámico, pasando por el norte de España y Portugal-ventana de Tomar. Escribe, el correo me sigue. Ven como has pensado, París bien vale una misa de gallo bien cantada.

A mamar!

Severo

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SEVERO SARDUY
Severo Sarduy (Camagüey, 1937 - París, 1993). Escritor cubano. Escribió ensayo, crítica, poesía y narrativa. En 1959 se le concedió una beca en Madrid, de donde se trasladaría a París indefinidamente para no volver jamás a Cuba. Allí se involucra con el grupo nucleado alrededor de la revista Tel Quel, lo que marcará el resto de su obra literaria y pensamiento estético. Entre sus ensayos de carácter teórico destacan Escrito sobre un cuerpo (1967), Barroco (1974) y La simulación (1982). Su primera novela fue Gestos (1962) y le siguieron De donde son los cantantes (1967), Cobra (1972), Maitreya (1978), Colibrí (1984), Cocuyo (1990) y Pájaros de la playa (1993), publicada póstumamente. Como editor trabajó para Éditions du Seuil y Gallimard.

2 comentarios

  1. Lo mejor de todo, este augural consejo gozador que promete cercano cumplimiento: «Y tiempla sabroso, que los chinos están al llegar y no va a quedar títere con cabeza.»

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