Esther Díaz Llanillo
Esther Díaz Llanillo

Algo distingue la obra narrativa de Esther Díaz Llanillo en el contexto de las letras cubanas. Algo salta a la vista desde la primera aproximación a sus cuentos, y ese algo es justamente el carácter singular de su sensibilidad. Una sensibilidad que se manifiesta en la recurrencia del tema fantástico, a ratos terrífico, de lo paranormal: fantasmas, espíritus, sombras, todo un mundo de seres incorpóreos y fenómenos sorprendentes, inquietantes, paradójicos, que desafían tanto al sentido común como a los dogmas de la ciencia moderna, habitan sus relatos.

Esa singularidad, como cualquier otra práctica que se aleje de las tendencias dominantes en un contexto sociocultural específico, suele provocar dos tipos de reacciones extremas, una marcada por la fascinación y otra por el desprecio. Ambas son negativas en tanto nacen de una interpretación superficial, aunque, por supuesto, la segunda es siempre potencialmente más devastadora. Pero si se resiste a esos dos tipos de reacciones primarias, acaso viscerales, y se persiste en el empeño de entender las razones de ese alejamiento, puede llegarse a niveles más profundos de lectura, tanto de la obra como de las realidades que esta describe e interpela. Los cuentos de Esther Díaz Llanillo, y la propia autora, pasaron por esa primera etapa de fascinación y desprecio –aunque justo es decir que durante muchos años le tocó enfrentar a ella una cuota mayor del segundo–, y lograron sobrevivirlos.

Hay en los cuentos de esta autora, más allá de esa singularidad visible a primera lectura, ciertas cualidades que los convierten en una obra atendible y le otorgan un lugar único en el panorama de nuestra literatura, donde muchos otros escritores, también con voces singulares y auténticas, han hallado espacio y reconocimiento. La publicación de sus textos a partir de 1999[1] y la gradual –mas todavía incipiente– atención que esos textos han recibido de investigadores, críticos y promotores, no tendría sentido sin esas cualidades, sin ese valor literario que apreciamos como una constante en la obra de Díaz Llanillo.

De una parte, está la capacidad de sorprender, de inquietar, de sacudir a sus lectores mostrando, desde situaciones cotidianas, esa dimensión misteriosa de la realidad; una capacidad que nos aguza los sentidos y remueve la costra de hábitos perceptuales/interpretativos que median nuestra relación con el mundo y con el resto de las personas; una capacidad, en fin, que nos induce a asumir actitudes más abiertas, desprejuiciadas si se quiere, ante lo que acontece. Y, de otra parte, está el análisis de las costumbres, de la psicología, de las reglas que la vida social impone; costumbres y reglas que construyen un sentido de lo normal, un sentido a veces miope, a veces castrante, de lo sensato y lo correcto. Ambos aspectos dejan ver una voluntad, una intención autoral, un impulso irrenunciable por ampliar el horizonte de lo posible, de lo real. Así, la inquietud y la sorpresa que provocan sus cuentos son también una invitación a dudar, a indagar, a imaginar; y el análisis psicológico es, más que retrato o examen de las psiquis individuales de sus personajes, cuestionamiento y crítica a las idiosincrasias cristalizadas, a los estereotipos, reto a esa norma en que la imaginación y la creatividad natural de las personas se oxidan, se fosilizan. Ambos aspectos de su voluntad creativa aportan a un propósito que podríamos describir como emancipador y transformador, un propósito que enraizado en lo íntimo del individuo se expande hacia el espacio colectivo para irradiar una sensibilidad más diáfana, una disposición de ánimo más flexible –y a la vez más fuerte, más capaz– para enfrentar el misterio siempre renovado que es la existencia. Son cuentos que rompen el velo tácito de ciertos dogmas y tabúes al tiempo que nos electrizan con la tensión de arcanos misterios actualizados en el tejido de la vida contemporánea. Frente a ese hábito en que la conciencia colectiva nos educa y que asumimos como “sentido común”, estos relatos anteponen un sentido inusual, una alteración de las rutinas mentales, un estado de atención límite, acaso paranoide, paroxístico, donde la realidad pierde ese revestimiento de monotonía con que lo ordinario la agrisa y disminuye, y adquiere entonces una súbita profundidad donde lo imaginable parece también posible, donde el pensar se revela como aventura y riesgo.

Hay otro aspecto en la cuentística de Esther Díaz Llanillo que, en mi opinión, hace la diferencia entre una obra meramente interesante y una de calidad. Es el nivel de sugerencia, la hábil implicación del lector como cocreador de la historia, apelando a sus temores, a sus dudas, a su propia irracionalidad, para construir la atmósfera imprescindible de sus cuentos y el inevitable debate interior que se suscita entre esos dos universos en perpetua pugna; la realidad cotidiana y esa otra, no menos real, que la permea y asedia: la realidad de lo inusitado. Implicar al lector, forzarlo a explicarse esos mundos, guiarlo hacia la duda y la indagación del miedo y los dogmas, del prejuicio y el deseo de saber, aguijonear su curiosidad y su razonamiento, son quizás la marca inequívoca de un artista; y en los cuentos de Esther Díaz Llanillo esa marca es muy palpable.

Por eso, y por lo preteridas que fueron durante décadas la autora y su obra, es de agradecer cada nueva publicación de sus cuentos. En 2019, Cubanabooks trajo a la luz una edición bilingüe de casi todos sus relatos, traducidos al inglés por Manuel Martínez y Sara E. Cooper. Con el título Sobre espíritus y otros misterios / About Spirits and Other Mysteries, el volumen se presentó tardíamente en La Habana, en el Centro Cultural Dulce María Loynaz, el 19 de febrero de 2022. La pandemia impidió que se hiciera antes. Esther había muerto a sus 81 años en noviembre de 2015, en pleno proceso de selección y traducción de sus cuentos, pero durante los últimos quince años sus libros habían vuelto a editarse y esta nueva antología de Cubanabooks, con un lúcido ensayo final escrito por Sara Cooper y María DiFrancesco, hacían suponer que, tras aquella larga etapa de fascinación y desprecio, comenzaba a llegar para la autora el tiempo de su justa valoración. Sin embargo, la pandemia, la crisis económica que esta ha dejado como secuela, los drásticos reacomodos del poder en Cuba y allende durante estos años (pos)pandémicos, y la magna desidia, ubicua y raigal como la hierba, imponen todavía la espera para una obra que, no obstante los obstáculos que ha debido soportar, sigue resistiendo al tiempo.

Ars longa, podríamos decir, confiando en que ese momento llegará para ella y tantos otros autores cubanos que, por lo adverso de sus circunstancias, son poco o mal leídos dentro y fuera de la Isla. O podríamos decir también como Catulo: Obstinata mente perfer, obdura; porque sin esa firmeza de espíritu con que se afrontan la adversidad y la incertidumbre, ninguna obra nace o sobrevive. La de Díaz Llanillo continúa viva, ganando sin ruido la admiración de los lectores que se asoman a sus páginas, rompiendo esquemas mentales e invitando a ver el mundo desde una extrañeza que no es arcaica sino atemporal, es decir, contemporánea.


Nota:

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[1] Luego de casi tres décadas de silencio editorial impuesto, su relato “Anónimo” vio la luz en la antología Estatuas de sal. Cuentistas cubanas contemporáneas (Ediciones Unión, La Habana, 1996), compilada por Mirta Yáñez y Marilyn Bobes. A su único libro publicado hasta entonces, El castigo (1966), le siguieron Cuentos antes y después del sueño (1999), Cambio de vida (2002), Entre latidos (2005), Los rostros (2008), El vendedor de cabezas (2009) y La otra realidad (2016), que la confirman como una de las cuentistas más notables de la segunda mitad del siglo XX cubano.

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DANIEL DÍAZ MANTILLA
Daniel Díaz Mantilla (La Habana, 1970). Licenciado en Lengua Inglesa, narrador, poeta, ensayista y editor. Ha publicado las colecciones de relatos Las palmeras domésticas (Premio Calendario 1996), en·trance (Premio Abril 1997), El salvaje placer de explorar (Premio Alejo Carpentier 2013, Premio Anual de la Crítica Cubana 2014); la novela Regreso a Utopía (2007); los cuadernos de poesía Templos y turbulencias (2004), Los senderos despiertos (Premio Fundación de la Ciudad de Matanzas 2007), Gravitaciones (2018), y Words Colliding / Colisiones verbales (edición bilingüe, 2023).

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