Festival español MiradasDoc acoge una muestra de documentales cubanos

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Fotograma del tráiler de ‘Guillermina’, Aída Esther Bueno Sarduy, dir., 2019
Fotograma del tráiler de ‘Guillermina’, Aída Esther Bueno Sarduy, dir., 2019

Una selección de documentales cubanos arribará en estos días a Tenerife, España. Cuba es el país invitado de la XVI edición de MiradasDoc, festival internacional de cine documental celebrado anualmente en la ciudad Guía de Isora, Islas Canarias. Será durante los tres últimos días del evento que tendrá lugar la proyección de las ocho películas que integran la muestra de la nación caribeña, comisariada por la doctora en Antropología social y realizadora Aída Esther Bueno Sarduy y el director José Luis Aparicio.

MiradasDoc comenzó el pasado 27 de enero de 2023 y se extenderá hasta el 4 de febrero próximo. El grupo de filmes cubanos llegará al público español como un mapa de los “distintos enfoques narrativos” con los que el documental de la isla aborda “la pervivencia de la herencia africana y los conflictos raciales en la Cuba de hoy.”

Los dos curadores de la selección cubana lograron diseñar un programa donde se aprecia la asunción en la imagen cinematográfica de territorios de particular densidad interracial (prácticas religiosas, memoria de la esclavitud…), así como la conversión del cine en herramienta de indagación etnográfica al interior de esos espacios culturales. El conjunto de filmes resulta, de alguna manera, una contribución al rescate y conservación del patrimonio de la herencia africana, y una meditación sobre los conflictos ligados al mismo en el presente nacional.

MiradasDoc tiene entre sus propósitos fundamentales atender la producción documental anudada a los vínculos históricos, económicos, políticos, culturales, y otros, existentes entre África y América. El evento tiene especial interés en destacar las realizaciones documentales en que la experimentación y el riesgo creativo se encuentran motivados por la necesidad de explorar temáticas sociales, visibilizar procesos culturales, ahondar en problemáticas propias del sur global. El festival acoge el cine de lo real “como vigoroso reducto de la verdad”. MiradasDoc es “un tiempo y un lugar para la observación sin límites y para la inmersión en las arcillas del presente”, confiesa el equipo organizador. “Una ventana abierta a los ojos, un despertador de conciencias, una espoleta para los corazones. Aquí están las versiones del mundo, de norte a sur y de este a oeste, que nos ofrecen los cruzados de la realidad: los documentalistas”.

Vista la esencial importancia de la herencia africana en Cuba, y su protagonismo en los debates sobre el presente nacional y en las proyecciones de futuro, el evento convoca esta muestra. Con el programa diseñado, los curadores exponen reflexiones alrededor de temas como la memoria africana, la problemática negra, el racismo, la religión afrocubana, la mitología nacional, y en definitiva, la determinación, en el orden insular, de las tensiones entre clase, género, prácticas religiosas, color de la piel, etc.

Además de la riqueza de perspectivas ideológicas, estilísticas, productivas que ofrece sobre el documental cubano vinculado a la herencia africana, la muestra resulta relevante al descentralizar la noción misma de cine cubano. Varias de las películas incluidas fueron realizadas por estudiantes extranjeros egresados de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de Los Baños (EICTV), cuya cátedra de documental ha estado entregando muchas de las obras capitales (por su impacto estético y agudeza al explorar la realidad) de la última producción nacional; mientras el resto son trabajos de cubanos residentes en la diáspora.

Filmes como Pattaki, de la brasileña Everlane Moraes, y Kalunga, de la mozambiqueña Lara Sousa, sostienen, por sobre sus especificidades temáticas, un interesante diálogo cultural entre el país de origen de las directoras y Cuba.

Otro aspecto para destacar de la muestra es la presencia mayoritaria de mujeres realizadoras. Junto a Morales y Sousa, integran la nómina la española Claudia Claremi con El monte, la brasileña Michelle Coelho con O Mar Também é Seu, y las cubanas Daniellis Hernández Calderón con Pieza inconclusa para Martha Ndumbe, y la propia Aída Esther Bueno Sarduy con Guillermina.

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El monte irrumpe en el hábitat de la Sierra Maestra para registrar la especial relación de un abuelo con su nieta. El viejo José Manuel inculca a la pequeña sus arcanos conocimientos sobre la naturaleza y deposita en esa herencia la supervivencia de un mundo. En Guillermina, Bueno Sarduy modula un montaje entre imágenes de archivo y testimonio oral (en off), que relee, desde una experiencia particular, el lugar histórico de las nodrizas negras, y desmonta la trabada relación entre clase social, género y raza en la organización del cuerpo social. La mujer, su sensibilidad y su cuerpo, entendidos como receptáculos de la violencia, emergen en la película de Coelho, que abre un camino de reflexión alrededor del aborto. Mientras Hernández Calderón rescata la memoria de una afrodescendiente alemana que, durante la década del treinta en Berlín, experimentó las infaustas consecuencias del nacismo.

La música de las esferas, de Marcel Beltrán, y El niño del cañamazo, de Miguel Ángel García Velasco, son los dos materiales que completan la selección. Doctor en Antropología Social, García Velasco está comprometido con la preservación del acervo cultural de origen africano; como apunta la misma sinopsis, su documental registra formas de religiosidad “reconstruidas en América” y el rol esencial jugado por las mujeres en tal proceso. La película de Beltrán resulta un viaje personal a través de la historia de amor de sus progenitores. Un capítulo significativo de ese viaje es la oposición del abuelo materno a la relacion, dada la condición mestiza y humilde de su padre. La sensible mirada del director ejemplifica un conflicto intrínseco a la estratificada sociedad cubana. Estas películas, desde sus particulares perspectivas estilísticas y dramatúrgicas, ofrecen agudas visiones de los estratos que conforman una cultura.

Con esta muestra, MiradasDoc contribuye, sin dudas, a expandir a nivel internacional los focos de análisis del cine cubano, al confirmar el relieve que tienen hoy los conflictos raciales y las prácticas culturales afrodescendientes.

Cuba no se limitó en esta edición del evento español al programa orquestado por Bueno Sarduy y Aparicio. Los organizadores de MiradasDoc tuvieron a bien incluir una película cubana en su programa competitivo. El más reciente cortometraje de la realizadora Gretel Marín, Camino de lava, es el único material de la isla entre los aspirantes al premio otorgado por el certamen. El documental, se explica en la sinopsis, registra la experiencia de “una mujer negra queer [que] intenta educar a su hijo en una sociedad que lo desvaloriza. Juntos tendrán que aprender formas de encontrar la belleza por encima de todas las cosas.”

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