Pasada una década desde que Ricardo Piglia (1941-2017) dictara en la Televisión Pública de Argentina un recordado ciclo de conferencias sobre el devenir de la novela en ese país sudamericano, la editorial Eterna Cadencia acaba de lanzar el volumen que por fin recoge aquellas magistrales cuatro clases, y otros textos, del autor de Respiración artificial.
Escenas de la novela argentina es el título del libro, homónimo de aquellas celebradas intervenciones televisivas cuya transcripción habría llegado a revisar en 2016 el propio Piglia. Además, incluye cuatro ensayos inéditos, compuestos –“mediante un ejercicio de archivo y escritura”, según la editora a cargo– por el escritor nacido en Adrogué para complementar, al final de cada una, sus clases.
La edición comprende igualmente cuatro entrevistas mantenidas por Piglia, respectivamente, con Juan Sasturain, Ricardo Bartís, Horacio González y María Moreno.
“Desde el principio decidimos darle a esta intervención en televisión la forma de una clase”, decía Piglia al comenzar en la pequeña pantalla el ciclo organizado junto a la Biblioteca Nacional de Argentina. “Como saben, las clases tienen mala prensa, suelen ser consideradas algo completamente ajeno a lo que sería la circulación en los medios de masas, pero para nosotros se trata de adaptar la televisión a la cultura y no al revés. A mí me pareció importantísimo no sólo llevar la literatura a un espacio como la televisión, sino también llevar el formato de la clase, que tiene, como sabemos, algo de teatral y tiene también una larguísima tradición como forma de transmitir la experiencia, de transmitir ciertos saberes. Por eso creo que debemos conservar la forma de la clase como intercambio, eso le da cierto aire de conversación que estoy buscando”.
Y, ahora, la clase y la televisión mudan al formato libro, que idealmente permitirá un acercamiento más reposado a las reflexiones de Piglia, uno de los críticos y teóricos más lúcidos de la literatura latinoamericana de las últimas cuatro o cinco décadas.
Desde Juan María Gutiérrez, Juan Bautista Alberdi, pasando por Sarmiento y Mansilla, hasta tomar la senda de múltiples vías que une –y distingue– a Macedonio Fernández, Juan Marechal, Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, Rodolfo Walsh, Manuel Puig, Julio Cortázar, Ernesto Sábato, César Aira y él mismo… Ricardo Piglia hace en estas conferencias un notable despliegue de erudición y creatividad hermenéutica.
“Durante años la sociedad literaria ha tendido a corregir a Arlt y hasta los burócratas más melancólicos de nuestra literatura se han sentido con derecho a tratarlo con una especie de condescendiente benevolencia”, corrige el autor de Crítica y ficción, con serenidad, a los administradores de la literatura argentina. “La manifestación más visible de su rechazo, se expresa, por supuesto, en los juicios sobre su estilo. Difícil encontrar en la historia de nuestra literatura un ejemplo más claro de incomprensión y de ceguera”.
Sobre la temática de la novela argentina, Eterna Cadencia publicó también Las tres vanguardias (2016), que reúne las once clases de un seminario dictado por Piglia en 1990 en la Universidad de Buenos Aires.
“Los textos se proponen como un punto de partida para abordar los problemas que se plantean en la discusión contemporánea sobre la poética de la novela, con el concepto de vanguardia como contexto, en un momento en que se repite que ya no hay vanguardia y que esa posición ha sido superada por otras”, se lee a propósito de Las tres vanguardias en la web de la editorial argentina. “Después de cerrado el período de constitución de las grandes poéticas «argentinas» de la novela iniciado con Macedonio Fernández y que tiene entre sus figuras a Arlt, Marechal, Borges y Cortázar, se empiezan a constituir otras poéticas. Piglia toma las obras de Walsh, Puig y Saer como como textos centrales en la constitución de estas otras poéticas y desde ahí intenta definirlas, con sus continuidades y cortes”.
En 2012, un Piglia ya mayor y algo encorvado –quizá bajo el peso de una bibliografía que incluía además novelas como La ciudad ausente, Plata quemada y Blanco nocturno; libros de relatos como Nombre falso y Los casos del comisario Croce; así como los ensayos de Formas breves, El último lector, La forma inicial o Teoría de la prosa–, conquista por igual al público joven, un tanto reverencial, presente en sus clases y a nosotros, los siempre conjeturales televidentes de Escenas de la novela argentina.
Lo mismo poco tiempo después en otro ciclo acogido por la TV Pública argentina, Borges por Piglia: “Eso es la literatura fantástica… Lo que hace Borges es otra cosa. Es… ya la llamaría ficción especulativa […]. Y, si quieren, la llamaría literatura conceptual”, dice en uno de esos momentos Piglia que abundan igualmente en Escenas de la novela argentina.
En algún punto, se larga a hablar acerca del sino de “escritor menor” que le tocó en suerte a Jorge Luis Borges, dueño de una más bien infatigable mala suerte para los galardones literarios.
“Pensaban que no se merecía el premio él solo [digamos, el Formentor, compartido con Samuel Beckett, y luego el Cervantes, con Gerardo Diego]; tenía que compartirlo con otro. Entonces, ¿cómo le van a dar el Premio Nobel? ¡Cómo si se lo hubieran dado a Kafka! Entonces, Borges y Kafka son los escritores del siglo XX. Tac. Está lo kafkiano y lo borgeano. Uno sabe lo que es eso”, sentencia el profesor Piglia.
En los últimos años de su vida, Ricardo Piglia –acosado por la esclerosis lateral amiotrófica (ELA)– publicó una última novela, El camino de Ida, y sobre todo alcanzó a dejar listos los tres tomos de Los diarios de Emilio Renzi, la bitácora íntima y literaria que se pasó la vida escribiendo.