Ad(ecuación), ad-junción, ad-herencias, ad-yacencias son algunas de las marcas lingüísticas que distinguen, no sólo de manera figurada, sino conceptual, al estudio de arquitectura independiente Ad Urbis; ex libris nominativos que, colocados a la mano como en un pañol de herramientas, rezuman las ideas que han tomado como propiedad.
Fundado en La Habana en 2014, el colectivo independiente de arquitectos –conformado por Kiovet Sánchez Álvarez, Samuel Puente Fernández, Celia García Acosta, Carmen Díaz Acosta y Víctor Báez– no fue hasta 2017 que se autodenominó Ad Urbis. En 2020 ArchDaily, “el sitio web de arquitectura más visto del mundo”, los reconoció dentro de las mejores prácticas jóvenes de arquitectura, elegido entre más de 350 postulaciones de 72 países.
Este 2021 la misma plataforma los nominó con dos proyectos (Residencia Santa Clara y Casa de Pedro y María) al prestigioso premio Obra del Año (ODA), en el que compitieron 1000 obras de arquitectura proyectadas en Latinoamérica y España. Albor Arquitectos, otro estudio cubano de arquitectura independiente, también estuvo nominado. ODA se ha convertido, como podemos leer en el sitio web de ArchDaily, “en una verdadera tradición que este año llega a su decimotercera versión” convertido en el “máximo reconocimiento del mundo de la arquitectura en español”.
Desde el Hostal Boutique Residencia Santa Clara hasta la Casa de Pedro y María; desde las Nubes de Fábrica de Arte Cubano hasta Santuario #17; desde el Bar Fajoma hasta La Magnolia, Ad Urbis ha inscrito dentro la arquitectura cubana “emergente” y, por ende, dentro del paisaje arquitectónico de La Habana (y no sólo), líneas transmutadoras de representación.
Para dilucidar las políticas de representación asumidas por Ad Urbis y para conocer un poco más sobre las nominaciones en ArchDaily, el arquitecto Samuel Puente Fernández tuvo a bien responder algunas preguntas.
Edgar Ariel
Samuel, el estudio independiente Ad Urbis Arquitectos nació, con esta construcción nominativa, en 2017, pero han venido trabajando desde 2014. ¿Estoy en lo cierto?
Sí, es cierto. Kiovet Sánchez, líder del proyecto Ad Urbis, y profesor en aquel entonces de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Tecnológica de La Habana, al recibir su primer encargo en 2014 [Residencia Santa Clara], invitó y sumó a sus estudiantes al proceso del proyecto, lo cual devino para todos una oportunidad que nos involucró en la complejidad de los procesos constructivos.
¿Qué equipo conforma actualmente el estudio?
Somos cinco estructuralmente, todos arquitectos: Kiovet Sánchez, Celia García, Carmen Acosta, Víctor Báez y yo. Orbitan alrededor de este núcleo otros colaboradores, así como ingenieros y especialistas que complementan el proceso de construcción de un espacio.
Este año el estudio fue nominado al premio Obra del Año que ArchDaily convoca de manera anual. ¿Cómo recibieron estas nominaciones?
Las interpretamos como reconocimiento a una práctica que intenta construir conocimiento y arquitectura en un contexto de alto valor.
¿A qué crees que se debió la presencia, entre los nominados, de la Residencia Santa Clara y la Casa de Pedro y María?
Hay ciertos parámetros de calidad que se deben cumplir para ser publicado por ArchDaily. Las nominaciones de los dos proyectos, dadas a conocer el pasado 2020, se refieren a esos parámetros precisamente. Este hecho nos iguala a prácticas más universales, para nuestra satisfacción.
Además del Hostal Boutique Residencia Santa Clara y la Casa de Pedro y María, el estudio estuvo involucrado en las Nubes de Fábrica de Arte Cubano, Santuario #17, el Bar Fajoma, La Magnolia, entre otros proyectos. ¿Pudieras comentarme, a grandes rasgos, sus características?
Cada uno ha sido concebido por un método de aproximación a la realidad bastante riguroso, en ocasiones fatigante. Esto nos conduce a construir y deconstruir, una y otra vez, las respuestas a los problemas que nos plantean los encargos. Para materializar ideas hay que utilizar materiales físicos y siempre nos hacemos varias preguntas: ¿cómo se construye?, ¿con qué se construye? y ¿cuánto cuesta lo que se construye?
En los proyectos solemos utilizar como método la mise en place. Esta práctica nos permite comprender las dimensiones de los escenarios y sus particularidades. Por ejemplo, identificamos las capacidades espaciales de los contextos, los materiales y conocimientos disponibles en los escenarios donde se construirán las ideas. Como resultado, obtenemos soluciones más pragmáticas y éticas.
Otro denominador común en cada uno de estos procesos es la búsqueda incesante de conocimiento. Lo que llamamos la arqueología del conocimiento. Durante las investigaciones pertinentes para desarrollar un proyecto accedemos a fuentes disponibles y casi olvidadas. No nos dejan de sorprender los resultados encontrados al estudiar el cuerpo de conocimiento generado como respuesta a problemas del “pasado”.
Samuel, quisiera que comentaras los siguientes términos, marcas lingüísticas que funcionan como signos identitarios del estudio: ad(ecuación), ad-junción, ad-herencias y ad-yacencias.
Más allá de predefinir respuestas frente a determinadas situaciones del proyecto, son conceptos, etiquetas que nos ayudan a construir y definir estrategias proyectuales. Estos términos son síntesis lingüísticas en el discurso de nuestra práctica, que siempre busca sumar. Por ejemplo, ad(ecuación) es una operación, acción o sistema de operaciones sintéticas, pragmáticas, que buscan modificar, acondicionar, resignificar determinada situación espacial.
Frente a las restricciones económicas, legales y sociales en la isla, Ad Urbis ha desarrollado marcas propias en el paisaje de la ciudad. ¿Cómo lo han podido lograr?
Como arquitectos aprendemos a operar con determinadas restricciones. Estas que mencionas las interpretamos como cualquier otra.
Con respecto a otros estudios, ¿qué rasgos pudieran identificar a Ad Urbis?
Nos planteamos el siguiente dilema: “Ética vs. Estética”.
¿Cómo Ad Urbis se posiciona con respecto a “lo independiente” en la arquitectura cubana?
Los resultados construidos de nuestros proyectos son el mejor ejemplo para demostrar nuestra posición en la praxis. Lejos de restar, la práctica independiente de nuestra profesión viene a sumar allí donde las infraestructuras creadas no satisfacen las demandas de la ciudad.
¿En qué sentido Ad Urbis quisiera incidir en el paisaje de la ciudad (y no sólo)?
Nuestra ciudad tiene un alto valor patrimonial. Pero la mayoría de las edificaciones y espacios urbanos están obsoletos. Hay casos en los que Ad Urbis puede operar sobre estos y reciclarlos, más allá de desmontarlos completamente y construir algo nuevo. Pero nuestra práctica independiente tiene límites de acción. Es por ello que la mayoría de los integrantes de Ad Urbis también dedican gran parte de su tiempo al trabajo en una oficina pública para, de esta forma, contribuir a la construcción de instrumentos, herramientas y normativas necesarios para incidir, desde otras escalas de trabajo, en la práctica de planificar, salvaguardar y actualizar la ciudad.
¿Ad Urbis practica un acto de pervivencia?
No. Si tuviéramos que nombrarlo preferimos llamarlo un acto de voluntad.
* Una versión de este texto fue publicada originalmente en el número 3 de Énfasis, revista cubana sobre arte, diseño y arquitectura.
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