¿Estás trabajando en algún proyecto ahora mismo en tu estudio? Si es así, ¿podrías describirlo brevemente?

Ahora mismo estoy en Madrid en el epicentro de la crisis, en confinamiento total desde hace más de cuarenta días (España e Italia han sido los dos países de Europa más afectados con la epidemia). Como no podemos salir a la calle salvo por motivos de fuerza mayor dedico mi tiempo a escribir partituras –algo que desde hace algunos años no hacía–, concretamente estoy componiendo unas variaciones para guitarra sola sobre un tema de Henry Purcell. Ya sé que hacer partituras es un arte que pareciera haber muerto con el fin del siglo XX, pero de momento esta actividad me mantiene activo y además me ejercita el pensamiento relacional. También estoy escribiendo dos pequeños programas: el primero genera una serie de eventos de granulación estocástica que renderea en un fichero de audio, y el segundo es un juego sonoro para un festival online que está organizando el artista William Ruiz en Nueva York.

¿Cuál es tu receta para sobrevivir en un momento complicado como este?

No hay recetas creo, ¿no? Por suerte aún no conozco a ninguna víctima cercana de la Covid-19, lo cual me hace ser muy consciente de que estoy dentro de la lista de los afortunados; aunque preocupaciones claro que tengo: mi familia, por ejemplo, anda en lugares diferentes del mundo que, como casi todos los sitios, están afectados por la pandemia. Pero como no hay nada por ahora que uno individualmente pueda hacer, lo mejor es mantener la calma, ¿verdad? Lo que sí intento es no consumir demasiada información catastrofista sobre la epidemia –sólo la indispensable para hacerme una idea más o menos fiable del estado actual–. Al inicio de esta situación muchos datos se leían de una forma demasiado apocalíptica, lo que para mí no necesariamente contribuyó a la concentración para trabajar o la lucidez mental. Sin embargo, como es lógico, sí que sigo recibiendo noticias diarias y también muchos memes que me envían los amigos por Whatsapp: el humor es una cosa que ayuda. Sobre todo algunas teorías de la conspiración me parecen muy interesantes: como por ejemplo esa del profeta maya que era disléxico, y al vaticinar el Fin del Mundo escribió por error en los códices el número 2012 en lugar del 2021.

¿Hay algo que todos podríamos hacer para hacer del mundo un lugar mejor?

¿“Todos” quiénes?, ¿la “humanidad”?, ¿la “sociedad”?, ¿las “Naciones”?… Pues la verdad es que no lo sé: lo que el mundo es o puede ser, parece estar más bien condicionado por los grandes poderes que por el individuo en particular. Claro que en las sociedades democráticas se vota para elegir cuál gobierno representará a la comunidad y esto de alguna forma influye en el trazado de las políticas nacionales futuras, pero más allá de eso, el ciudadano parece no tener mayor alcance que el de su entorno cercano –y este tipo de alcance no es el que “cambia” (en el sentido amplio de la frase) al mundo, creo yo–. En los regímenes totalitarios es aún peor ya que el ciudadano no sólo no puede influir de ningún modo sobre las políticas futuras de su país, sino que para colmo sus libertades fundamentales se encuentran coartadas –incluso las de expresar libremente su descontento, ya sea en el espacio público o en las redes sociales–. De modo que como todo el mundo sabe, para que nuestro mundo cambie, primero tiene que cambiar forzosamente el individuo –y para nadie es un secreto que esto también lleva un proceso–. Ya sé que lo que digo suena un poco pesimista pero la verdad es que no podría responderte otra cosa ahora. Posiblemente tu pregunta mereciera más una respuesta motivacional del tipo “con fe, consciencia y voluntad todos podemos lograrlo”, pero sinceramente ni siquiera me encuentro con el ánimo para ello aun cuando todo esto te lo comento con un sarcasmo bastante grande.

¿Cuál es la principal lección que el mundo del arte debería aprender de todo esto? ¿Cómo te imaginas el mundo del arte pospandemia?

La verdad es que nunca he estado demasiado enterado sobre los pormenores del “mundo del arte”. ¿Qué te puedo decir? Por ahora la situación es más o menos la misma en muchos países supongo yo: las galerías y museos cerrados, las ferias de arte en stand by hasta nuevo aviso, y el coleccionismo, como es lógico, bajando. Quizás lo más preocupante es que para después de la crisis del coronavirus se prevé una recesión económica global bastante grande, y eso es para estar en alerta porque en tiempos de crisis la cultura suele verse generalmente afectada –por ejemplo, las reducciones de presupuesto para proyectos culturales suelen acrecentarse y esto afecta a un número grande de artistas que dependen de ello para vivir–. Como todos sabemos la vida cuesta, y es bien difícil ser creativo si se está agobiado o si además se necesita de un part time job para pagar las cuentas –esto que te digo ya es así en un entorno de normalidad, así que imagínalo con el agravante de una recesión–. En fin, que el panorama no pinta muy bonito que digamos. Lo que sí creo que pudiera visibilizarse un poco más es el hecho de que, así como la pandemia ha demostrado que tener un sistema de sanidad público es importante para afrontar problemas de este tipo, así mismo se ha evidenciado también que las personas (todos) necesitamos de la comunicación y de la creatividad para canalizar nuestras angustias –y en esto muchas iniciativas culturales espontáneas han ayudado durante la crisis–. Pero como te decía, para poder crear objetos culturales, primero las necesidades básicas deben estar cubiertas. Lo que sí me ha llamado la atención es cómo la cultura y el arte, al no ocupar el espacio físico, se han volcado por completo hacia el Internet de una forma bastante natural. Esto me hace pensar que familiarizarse con un número conveniente de herramientas y técnicas digitales específicas no es una mala idea a la hora de pensar una cultura de los próximos tiempos –sobre todo si esta situación se prolonga o si otros problemas similares comienzan a sucederse más frecuentemente–. Independientemente del gran salto tecnológico de la última década en las ramas del machine learning, aún las inteligencias artificiales no son lo suficientemente sofisticadas como para elaborar productos complejos que logren monopolizar la industria cultural actual. Es posible que esto ocurra en un futuro cercano, pero lo que sí está claro es que no sucederá en un futuro próximo; hasta ese momento, el arte va a seguir siendo obra del trabajo humano.

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SOLVEIG FONT
Solveig Font Martínez (La Habana, 1976). Licenciada en Estudios Socioculturales. Se desarrolló como especialista en artes plásticas en la Asociación de Artes Plásticas de la UNEAC y más tarde en la Galería Villa Manuela de la misma institución. Trabajó como curadora en la Fábrica de Arte Cubano (FAC) hasta el 2015. En el 2014 fundó el espacio de arte Avecez art space, donde ha trabajado con artistas y curadores nacionales e internacionales. Ha realizado más de veinticinco exposiciones dentro y fuera de Cuba. Ganó en 2015 la Residencia de RCAAQ en Montreal, Canadá.

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