Foto Marlon R. White

El 25 de noviembre, como era de esperar, el periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, dedicó su pliego central a un suplemento especial en homenaje a Fidel Castro. Inmediatamente después, el lector era puesto ante un artículo donde Raúl Antonio Capote abría fuego, en esta publicación, contra el Movimiento San Isidro. Hasta ese momento, mientras muchos perdíamos el sueño cada noche por las noticias de la huelga de hambre y sed que nos llegaban por las redes sociales, sólo el sitio Las Razones de Cuba, de Cubadebate, había ofrecido cierta información sobre los hechos, casualmente un espacio virtual editado por el propio Capote, escritor, periodista y profesor, exagente de la Seguridad del Estado que durante varios años estuvo infiltrado en la CIA.

En el artículo de Granma, que Capote titula “¿Quién está detrás del show anticubano en San Isidro?”, se inaugura el discurso de que aquellos hechos (huelga que él llama reality show para desacreditarla) estaban orquestados por el gobierno estadounidense. El texto utiliza una cita de la declaración de la Agencia Cubana de Rap para deslegitimar a Denis Solís como exponente del hip hop cubano. Del pie de foto que explica la ya vieja imagen del artista Luis Manuel Otero Alcántara realizando su performance con la bandera cubana, se excluye intencionalmente las palabras “artista” y “performance”, se descontextualiza la foto y se califica despectivamente a Otero Alcántara como “personaje”, “cabecilla del grupúsculo”, que “tiene un abultado expediente de provocaciones a las que se suma el ultraje de la bandera cubana”.

Captura de la edición impresa del periódico Granma del 25 de noviembre de 2020 | Rialta
Captura de la edición impresa del periódico Granma, 25 de noviembre de 2020

¿Qué daño le puede hacer al lector saber que esa foto de Otero Alcántara con la bandera es el documento de un hecho artístico ocurrido varios meses antes? Posiblemente no venía al caso si se quiere argumentar, y cito, “la degradación existencial y cultural de un grupo”, así como injertar una supuesta relación entre los huelguistas con una estrategia injerencista de “golpe suave”. Lo curioso es que este término forma parte de la retórica periodística (y también novelesca) de Capote desde hace años. El artículo, además, desestima la defensa de Denís Solís como acción legítima que da lugar a la huelga, insiste en la socorrida y gastada narrativa del enemigo externo que busca “desacreditar la trayectoria limpia y ejemplar de la Revolución, reconocida recientemente con la elección de Cuba como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU”. Como si la “trayectoria” no estuviese ya por sí misma mancillada por el cerco policial que rodeaba a los pacíficos huelguistas.

Al día siguiente, Capote vuelve a reservar espacio en la misma página del Granma, también a continuación de otro suplemento especial dedicado a Fidel. En este artículo dice que Denis Solís “es un individuo sancionado a 8 meses de privación de libertad, que reconoció tener vínculos con personas que han financiado actos violentos contra Cuba”. Un poco confusa me resulta esta oración cuando no aclara que Solís fue condenado sólo por desacato en juicio sumarísimo donde no contaron los supuestos vínculos que se aluden, aparentemente sólo para consumo de la opinión pública y no para el acto judicial en sí. Tampoco resulta inocente el acompañamiento en esta página de un texto del intelectual mexicano Fernando Buen Abad sobre (o quizás contra, si se usa la preposición ajustada a los límites que se imponen) la “libertad de expresión”.

Así, con dos páginas del Granma y un video colgado en Las Razones de Cuba y luego exhibido en el NTV, estaban creadas las condiciones, en lo que a opinión pública se refiere, para que en la noche oscura y con apagón para los internautas, la Seguridad del Estado desalojara por la fuerza Damas 955.

El 27 de noviembre se hizo mutis en el Granma, no así frente al Ministerio de Cultura de Cuba, por donde nunca apareció ningún periodista de este u otro medio oficial, pese a que estaba ocurriendo una manifestación sin precedentes que duró aproximadamente 15 horas en este céntrico espacio de El Vedado. Ya lo sabemos, este tipo de “órganos” necesitan más tiempo para reaccionar ante la noticia y, sobre todo, para pedir permiso y conciliar una política informativa al respecto.

El sábado 28 vuelve Capote casi con una réplica de lo publicado ya el 26, pero esta vez en primera plana. La manifestación frente al Ministerio de Cultura –que ya en medios alternativos o extranjeros comienzan a nombrar como 27N, Revolución de los Aplausos, o empiezan a referirse al Grupo de los 30, para hacer alusión a los que pudieron entrar al Ministerio– continúa sin mencionarse. Lo más significativo de ese fin de semana no está en el Granma, sino en un programa especial que ofrece la televisión cubana donde se invita al viceministro de Cultura Fernando Rojas, pero se excluye a la contraparte de la reunión del 27N. La respuesta oficial a la manifestación se convierte por días en espacio habitual dentro del Noticiero Nacional de Televisión.

El lunes 30, el Granma abre reportando la tángana del parque Trillo. La imagen del presidente Díaz Canel, junto a los jóvenes convocados para este mitin en respuesta a la manifestación del 27N, se hizo acompañar por un pie informando que el presidente “ratificó que en Cuba hay espacio de diálogo para todo lo que sea por el socialismo, para todo lo que sea por la Revolución”.

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Primera plana del periódico Granma, 30 de noviembre de 2020

He aquí claramente expresada la negativa a establecer un diálogo con quien disiente. Debajo, un texto de Yisell Rodríguez Milán citaba un Twitter de Díaz Canel: “Quienes diseñaron la farsa de San Isidro se equivocaron de país, de historia y de cuerpos armados” (el subrayado es mío para marcar la violencia o amenaza latente en la frase).

Esta edición del Granma no sólo dedica su portada al tema del Movimiento San Isidro y el 27N, sino también un suplemento especial, que se inicia con fragmento de algún texto o discurso de Fidel Castro, incitando a la lucha contra la “contrarrevolución”, sin referir de dónde es tomado ni a qué hechos o momento de la historia patria se refiere. Un texto, como muchos hay, donde habla de “gusanera”, “contrarrevolución”, “leyes” y “traición a la patria”. A continuación, Enrique Ubieta construye su diatriba con varias “imprecisiones”, por llamarlas de algún modo. Por ejemplo, cuando dice: “«Trump 2020!», gritan”, ¿se refiere a Denis Solís en el video que constantemente se trasmite en los espacios informativos por esos días?; de ser así, ¿por qué usa el plural?; o acaso se refiere a los cubanos en las manifestaciones preelectorales en Miami; o al que le sirva la saya que se la ponga. Pero es que el texto es sobre el MSI (un grupo heterogéneo, por cierto). Luego añade: “Esos trumpistas nacidos en Cuba son «desertores que piden fusilen los ejércitos de la América del Norte…»”. Y después habla de la Malinche y yuxtapone peligrosamente dos oraciones: “Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, malinche, hoy, es «toda persona, movimiento, institución, etc., que comete traición», no importa si es hombre o mujer. El llamado Movimiento San Isidro es un acto del reality show en que Donald Trump convirtió su presidencia”. Y así, de yuxtaposiciones malintencionadas que no dicen claramente, pero resignifican mediante un perverso montaje, está lleno el texto de Ubieta, está lleno el Granma. La huelga de hambre está declarada como un tipo de protesta pacífica; sin embargo, Ubieta prefiere parafrasear a Martí en su último párrafo y hablar de los huelguistas como “estos desertores que piden fusiles en el ejército invasor”.

Debajo del texto de Ubieta, Teresa Melo publica “Me vienen a convidar ¿a…?”. En su texto, la poeta santiaguera habla de San Isidro y los asocia a “la vulgaridad, el desprecio, la conducta antisocial y exhibicionista, aunque aparezca bajo el maquillaje del artista”, entre otros (des)calificativos que se van tornando habituales en todos los textos de la prensa oficial. También se refiere a lo que sucedió en el Ministerio de Cultura el 27, aclarando que no estaba allí. Y realmente, aunque insiste en trasmitir sus opiniones poco fundamentadas sobre los participantes en la manifestación espontánea del 27N, poco puede aportar la autora de lo sucedido aquel día (lo que deja al Granma con la deuda noticiosa en tanto no encuentra, al parecer, a quién entrevistar o encargarle un texto entre los cientos de artistas, escritores e intelectuales que sí estuvieron allí).

El texto que da cierre al suplemento especial del lunes 30 me llama poderosamente la atención, en tanto sentencia categóricamente: “Quienes se han sumado a apoyar el Movimiento de San Isidro, están sumándose, intencionalmente o no, quiéranlo o no, a la fabricación de un estallido social en contra del Gobierno Socialista de Cuba”. Su autora, Karima Oliva Bello, es aquella joven cubana, residente en México, que en octubre de 2020 atacó a los miles de cubanos que protestaron en las redes por el pago de la prórroga de estancia en el exterior. En aquel momento, Oliva Bello defendió la capacidad de diálogo del gobierno y su reflexión sobre este tema (el diálogo) se va haciendo habitual, así como su autoridad para, desde el principal medio de prensa del país, descalificar al que protesta o se solidariza con lo que cree una causa justa. Resulta sintomático que esta autora arremeta contra quienes acudieron a protestar al Ministerio de Cultura justo cuando allí se defendió el diálogo y se había pactado que se prepararía una agenda para desarrollar ese diálogo en una futura reunión con el ministro (valga aclarar que en ese momento se estaba trabajando esa agenda por parte del Grupo de los 30, y se mantenía en pie la promesa de la reunión con el Ministro, aun cuando en la prensa y la televisión estatales se transmitían discursos como el de esta autora que cuestionaban los propósitos de la parte demandante del diálogo).

El texto de Oliva Bello aparecía en el Granma como parte de la campaña de deslegitimación que había comenzado a implementar la televisión cubana desde el 28 de noviembre, que hacía hincapié en criminalizar a los miembros del Movimiento San Isidro y amenazar a quienes los defendieran, desvirtuando el motivo de la protesta del 27 de noviembre, que ocurrió ese día y no otro porque se originó ante todo como gesto solidario ante los hechos de violencia que ocurrieron en Damas 955 en la noche del 26.

Lo publicado de ahí en adelante resulta reiterativo y no aportó nuevos matices, aunque sí se incrementaba por día la intención de criminalizar el disenso y la protesta pacífica como vías, pese a que el derecho al disenso había sido una de las demandas de los artistas e intelectuales congregados en el Ministerio. Por ejemplo, el martes 1o de diciembre, Capote tomó casi una página entera para explicar las teorías de Gene Sharp sobre el “golpe suave”, traído a colación por los medios reiteradamente para etiquetar peyorativamente a los hechos relacionados con el MSI y el 27N.

El miércoles 2 se da a conocer, por primera vez a pesar del tiempo transcurrido, la noticia de que el descarrilamiento de un tren el 26 de mayo de 2019 había sido un acto terrorista financiado desde Miami. Injustificadamente, pues no hay nada objetivo que lo relacione, en esa misma página se colocó una columna bajo el malintencionado título de “En contexto”, que llama “mercenarios” a los huelguistas y declara que la huelga de Otero Alcántara era una comprobada farsa, aun cuando debajo se publicaba una nota sobre el estado de salud de Luis Manuel Otero que declara “decaimiento”, “presencia de lengua seca” y criterio de ingreso por “deshidratación ligera”; hospitalización que duró nada menos que cinco días (del 27 de noviembre al 1o de diciembre).

¿Por qué el Granma relaciona la noticia del descarrilamiento de un tren sucedido 18 meses antes con una nota sobre el estado de salud de Luis Manuel Otero Alcántara, que nada tuvo que ver con esos hechos? ¿Por qué llama mercenarios a los acuartelados en San Isidro, si “el mercenarismo” es severamente penado por las leyes cubanas y no existe causa judicial alguna que los declare culpable de esta acusación tan grave? ¿Por qué el titular del texto principal es “Cuba desenmascara nuevos actos terroristas y a sus autores” (las cursivas son mías) si se trata de un hecho ocurrido en 2019? ¿Y por qué publica a continuación una columna bajo el título “En contexto”, cuyo titular tiene una letra más pequeña que el resto de los titulares, lo que supedita desde el diseño editorial uno al otro? La autora del texto principal es la joven periodista tunera Leidys María Labrador, pero no queda claro en el periódico si ella es también la autora de “En contexto” o se trata de un texto editorial del Granma.

El jueves 3, Karima Oliva insiste en sus reflexiones sobre el diálogo. Dice defenderlo, pero “apegado a la Constitución, con base en nuestra capacidad de discernir con quién podemos dialogar y a quién tendríamos que combatir” (las cursivas son mías).

Al día siguiente, el periódico de marras replica una información ofrecida el día antes por el Noticiero, sobre un ciudadano llamado Abdel Antonio Cárdenas, que dijo haber sido convocado el 27 de noviembre, al terminar la manifestación en el Ministerio (supongo sería entonces en la madrugada del 28) para romper el cristal de la tienda de la esquina de 11 y 4. Dice el titular: “Cuando salió del Ministerio de Cultura, le ordenaron promover un estallido”. ¿Recuerdan la palabra estallido del texto de Oliva Bello del 30 de noviembre? ¿Qué hacía este ciudadano en el Ministerio de Cultura si no posee ningún vínculo con la cultura? ¿Por qué no se conoce qué condena tiene o si le hicieron algún juicio como terrorista? ¿Acaso no es necesario informar y dar seguimiento sobre este caso judicial teniendo en cuenta que él confiesa haber realizado un acto de sabotaje? No obstante, el foco de atención continúa sobre el Movimiento San Isidro, que sólo ha realizado protestas pacíficas, mientras no se ha publicado nada más sobre el proceso judicial de Abdel Antonio Cárdenas.

En la última página de esta misma edición, se publicó una foto de una obra del artista plástico Kcho en la que se recrea al escudo, uno de nuestros símbolos nacionales. La imagen ilustra el texto titulado “Cultura y Revolución”, de Abel Prieto, quien en su análisis divide en dos al grupo que protestó el 27 de noviembre: “una mayoría” que quería dialogar y “una minoría que participaba en un plan contra la Revolución”. El texto dice: “Echaron a rodar noticias falsas en torno a una represión imaginaria que incluía gases lacrimógenos, gas pimienta y supuestas emboscadas contra los participantes” (resalto “noticias falsas”). Y concluye su relato diciendo: “Con los farsantes no hay diálogo posible”.

Quiero apuntar, como testigo, que el propio Fernando Rojas tuvo que darnos garantías esa noche (a lo cual incluso se refirió públicamente en el programa especial trasmitido por la televisión el 28 de noviembre) para que no se cometiera ningún acto contra nosotros por la policía que rodeaba el lugar y los grupos de personas movilizadas (brigadas paramilitares de respuesta rápida para actos de repudio) que se encontraban en los alrededores pasadas las 2 a.m., a la vista de todos. Como yo, existen muchas personas que son testigos de ello, así como de la utilización del gas pimienta contra varios manifestantes.

A pesar de lo dicho por Abel Prieto sobre los “farsantes”, debería existir un diálogo con todos, fundamentalmente sobre la base del respeto mutuo, que incluya al exministro Prieto, para que él pueda obtener de primera mano los testimonios de lo que ocurrió el 27N en el Ministerio, y para que no vuelva a incurrir en el desconocimiento de la verdad, ni la prensa nacional en la reproducción de una noticia falsa. El final de su texto, que resulta excluyente, se redimensiona con el acompañamiento de la imagen de Kcho, como un símbolo de que unos pueden hacer en los predios del arte lo que a otros artistas se les critica e incluso prohíbe.

El propio 4 de diciembre en la edición digital de Granma, se reproduce la nota de prensa en la que el Ministerio de Cultura cancela el diálogo con el grupo al que se le había pedido que presentara una agenda para las futuras conversaciones. El correo emitido por los demandantes, y que fue publicado junto a la nota ministerial, sin siquiera ser respondido primero a sus destinatarios, decía claramente “ideas para condiciones”; sin embargo, fue calificado de “insolente” en la conferencia de prensa mientras se habla de “personas que se han autoexcluido”. Creo que basta leer los textos publicados en el Granma y comentados aquí, para saber que el prefijo auto sobraba y para determinar de dónde viene la exclusión y por qué.

A partir del día 5, la campaña de descrédito contra el MSI y el grupo del 27N no cesó. Todo lo contrario, se amplió hacia quienes los apoyaban. También se incrementaron las acciones represivas contra quienes habían estado en el Ministerio de Cultura: detenciones ilegales, prohibición de salir de sus casas de forma arbitraria, interrupciones del servicio telefónico y de Internet. Todo lo cual, por supuesto, no es reseñado por el periódico Granma ni ningún otro medio de prensa oficial.

Continuar reseñando estas publicaciones oficiales sería llover sobre mojado. Resulta deprimente leer páginas con información manipulada que parece apostar por que una mentira repetida mil veces pueda convertirse en una verdad. Además, ese triste monólogo que los medios oficiales prefieren me recuerda aquel juego, bastante pesado, que odiaba cuando era niña: “Yo no te dije que «¡Ya!», yo te dije que si quieres que te haga el cuento de la Buena Pipa”. Sí, pondremos un “¡Ya!”, un “¡Basta!” Y exigiremos que nos dejen hablar y que los medios de comunicación y sus voceros se retracten de estos actos de linchamiento mediático.

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