Exhiben obras poco conocidas del artista español Antoni Tàpies para celebrar el centenario de su nacimiento

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Detalle de una obra de Antoni Tàpies. Imagen: Fundació Antoni Tàpies / Facebook.
Detalle de una obra de Antoni Tàpies. Imagen: Fundació Antoni Tàpies / Facebook.

Tàpies. Maderas, papeles, cartones y collages se titula una exposición organizada por la Fundación Antoni Tàpies para conmemorar el centenario del nacimiento de este influyente artista español. Desde el 12 de mayo y hasta el 22 de noviembre de 2023, el centro cultural barcelonés exhibe alrededor de treinta obras realizadas por el autor catalán entre las décadas del sesenta y setenta del pasado siglo, apenas expuestas previamente, e incluso varias totalmente desconocidas para el público. La curaduría corre a manos de Núria Homs, conservadora de la institución catalana, quien reunió obras procedentes del fondo de la Fundación y otras obtenidas en calidad de préstamos nacionales e internacionales.

Tàpies (Barcelona, 1923-2012) es uno de los artífices capitales de la vanguardia española de posguerra y también uno de los creadores más singulares del arte del siglo XX. Este catalán ensayó un estilo sumamente original bajo los principios estéticos del informalismo y el expresionismo abstracto, justo cuando ambos movimientos reabrían nuevos caminos expresivos para la pintura. Al ofrecer una perspectiva más completa de la producción de Tápies, esta muestra ayuda a divisar la complejidad de su trayectoria y a valorar mejor las disímiles vertientes creativas experimentadas por él.

Las primeras obras creadas por este artista autodidacta, durante los años cuarenta, fueron dibujos sobre papel y cartón; materiales que marcarían su sensibilidad y abrirían la ruta que desemboca en sus extraordinarias “pinturas matéricas”. En 1964 realizó una significativa exposición de cartones, papeles, maderas y collages en la Sala Gaspar de Barcelona, que motivó al poeta Joan Teixidor a escribir un libro del que, precisamente, procede el título de esta exhibición impulsada y acogida ahora por la Fundación Antoni Tàpies.

En las piezas consumadas en los sesenta y setenta, “el dibujo está muy vinculado al collage, al ensamblaje, al raspado, al hecho de desgarrar, de plegar, de manipular el material para que sea el protagonista de la obra”, glosa la nota de prensa de la exposición. “Tàpies consideraba que todos los materiales pueden transmitir por sí mismos una serie de conceptos, y, por tanto, los elegía en función de lo que quería comunicar. El papel y el cartón, especialmente, le parecía que evocaban temas que consideraba importantes, como la humildad, la fragilidad, la pobreza, la simplicidad, el deterioro, el dolor”. Sobre ellos, “el dibujo le permitía encontrar una forma expresiva no espectacular, pero sí más vivencial”.

El diseño curatorial busca destacar en las obras “la precariedad de los materiales, la huella que dejó en ellos el artista, y el mensaje que quería comunicar”, resalta la nota. Estos experimentos expresivos permitían a Tàpies “transmitir con mayor precisión la desazón que le causaba el espectáculo excesivo que domina la cultura contemporánea, la abundancia de ruido ambiental, la superficialidad y la trivialidad, los impactos comerciales continuos, la falta de tiempo de reflexión”. Como él mismo apuntó en sus ensayos, veía el arte como una herramienta “para hacernos conscientes del mundo en que vivimos y para invitarnos a imaginar otro mundo posible”.

En los cuarenta, época en que exhibe sus primeros trabajos, Tàpies se involucra en la fundación de la revista Dau al Set, plataforma de algunos creadores que renovarían la escena artística española del momento. Para entonces estaba bastante influenciado por pintores como Miró y Klee, así como por el movimiento surrealista. Pero hacia mediados de los cincuenta, una vez entra en contacto con el informalismo en París, su interés por lo matérico se potencia y, casi de súbito, llega a ser el motivo expresivo y comunicativo central de su poética.

Arena, resina, madera, mármol, tela, piedra… son algunos de los materiales que el catalán incorporaba a sus prácticas informalistas. Esos materiales consiguen en sus ejercicios plásticos un alto valor semántico, enriquecido todavía más cuando aparecen las figuraciones simbólicas con que él intervenía el espacio del cuadro. Tàpies consiguió articular un imaginario y un estilo muy particulares, cuyos signos impactan aún nuestra contemporaneidad. Y no sólo en términos de representación, su registro temático guarda una considerable actualidad. En su creación se cifra una visión trágica del ser humano y la desgarradura histórica provocada por la guerra, que tanto marcó a su generación. Pero esos asuntos –que se reconocen emotivamente en la cualidad afectiva de la superficie plástica–, son el impulso hacia una sed de libertad, apreciable en el propio ejercicio creativo, y protesta ante la opresión del mundo.

La Fundación catalana nombró Año Tàpies al 2023, bajo el compromiso de rendir homenaje a este excepcional creador en el marco del centenario de su nacimiento. No sólo exposiciones, sino también publicaciones, proyectos de creación e investigación y actividades educativas son otras iniciativas convocadas con el objetivo de “consolidar el compromiso de la Fundación de aproximarse en profundidad a la obra y al pensamiento del artista, difundirlos tanto en el ámbito nacional como internacional, y contribuir a actualizar sus lecturas y a construir nuevas miradas”.

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Para ahondar más en aspectos importantes y poco explorados de su creación y pensamiento, además de Tàpies. Maderas, papeles, cartones y collages, se organizaron otras muestras como Tàpies. La huella japonesa, “centrada en la influencia que algunos monjes japoneses de los siglos XVIII y XIX ejercieron en la obra del artista como transmisores de las enseñanzas del budismo zen”, y A=A, B=B, “que toma a Tàpies como punto de partida para reflexionar sobre las conexiones entre el arte y la ciencia mediante la participación de otros artistas nacidos a partir de la década de 1980”.

La obra de Tàpies se ha presentado en (e integra la colección) de los más importantes museo y centros expositivos del mundo; entre ellos destacan el Museum of Modern Art y el Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York, el Institute of Contemporary Arts y la Serpentine Gallery de Londres, la Neue Nationalgalerie de Berlín, el Musée d’Art moderne de la Ville y el Centre Pompidou de París. Además de su creación visual, legó una reveladora producción ensayística y reflexiva, recogida en diversos volúmenes: La práctica del arte (1970), El arte contra la estética (1974), Memoria personal (1977), Por un arte moderno y progresista (1985), El arte y sus lugares (1999), entre otros.

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