Escritor ruso Vladimir Sorokin utiliza Inteligencia Artificial para dar vida a los personajes de su novela ‘La grasa azul’ en una exposición

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Detalle de una imagen de Dostoievski, perteneciente a la exposición de Sorokin en la White Box.
Detalle de una imagen de Dostoievski, perteneciente a la exposición de Sorokin en la White Box.

La galería White Box de Nueva York presenta Blue Lard (La grasa azul), una exposición que reúne imágenes creadas por el escritor ruso Vladimir Sorokin con Inteligencia Artificial (IA), a partir del próximo 2 de abril y hasta el 4 de mayo. El título de la muestra hace referencia a su famosa novela homónima, publicada en 1999, y da vida a sus personajes.

En ese texto, que se desarrolla en la Rusia de 2068, unos científicos están clonando a los escritores clásicos del pasado del país (Tolstoi, Dostoievski, Ajmátova) en un laboratorio clandestino de Siberia. La literatura creada por los clones no es lo que buscan los científicos sino “la grasa azul” que se acumula en los cuerpos de los clones mientras escriben. La sustancia contiene gran potencia, de ahí que el propósito de los científicos sea usarla para alimentar un reactor en la Luna. Pero antes de que puedan utilizarla, una oscura secta nacionalista roba la grasa y la envía a una Unión Soviética histórica alternativa.

Esta novela provocó revuelo en Rusia. El movimiento juvenil pro-Putin Nashi destruyó los libros del autor ruso frente al teatro Bolshói e impulsó un proceso legal en contra de Sorokin por “divulgar pornografía”. Sus primeras obras no pudieron publicarse tampoco en la Unión Soviética, de ahí que vieran la luz primero en Francia y Alemania. Años después, en 1989, empezaron a editarse en Rusia, durante la perestroika de Mijaíl Gorbachov. El escritor vive exiliado, luego de la guerra de Putin contra Ucrania.

Ahora, Sorokin acerca al público una representación visual de sus célebres personajes. “El artista formula un mensaje y la IA lo materializa utilizando un almacén de imágenes ya existentes —producidas por el ser humano– a las que tiene pleno acceso”, explica la nota de presentación del museo. Las imágenes no serán las misma si el artista hace este mismo ejercicio en otro momento, destaca la nota.

“Si como artista escribo un mensaje y la IA produce una imagen a partir de ese mensaje, puedo ver inmediatamente cómo se entiende e interpreta mi mensaje en ese momento histórico concreto, no por un individuo o un grupo, sino por toda la civilización en la que vivo. La IA no es otra cosa que el zeitgeist encarnado. E incitando a esta máquina del zeitgeist puedo analizar y diagnosticar el momento histórico del que soy contemporáneo”, dice Sorokin.

“En sus libros y obras de arte visual, Sorokin entabla precisamente ese diálogo con el zeitgeist. Zeitgeist no es ni vox populi ni, como se dice últimamente, ‘la mente colmena’. El zeitgeist no está unificado, no habla con una sola voz. Está, más bien, lleno de rupturas y contradicciones internas. Tiene aspectos oscuros, violentos y zonas ocultas que son peligrosas y repulsivas. Se puede decir que el zeitgeist es monstruoso porque es una combinación de partes lingüísticas y visuales heterogéneas. Como escritor, Sorokin siempre fue consciente de esta monstruosidad del zeitgeist y estuvo atento a sus zonas oscuras. Ahora demuestra el mismo enfoque como artista visual”, explica la nota.

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