Festival de Miami: Un notable catálogo de filmes cubanos revisa la memoria revolucionaria y la experiencia del exilio

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Fotograma de ‘Febrero’; Hansel Porras García (IMAGEN endac.org)
Fotograma de ‘Febrero’; Hansel Porras García (IMAGEN endac.org)

El Festival de Cine de Miami llevará desde el próximo 3 de marzo a las salas de esa ciudad esrtadounidense un grupo de películas de significativo impacto en el paisaje cinematográfico de Cuba. Ocho títulos vinculados a la isla, emprendidos desde la diáspora, confluirán en el programa del evento, cuya 40o convocatoria cerrará el día 12 tras diez jornadas de proyecciones, paneles, clases magistrales y actividades diversas vinculadas al audiovisual.

Según Lauren Cohen, directora de programación, el festival celebrará este año sus primeras cuatro décadas consagradas a ofrecer “una diversidad de películas de alta calidad a audiencias cada vez más sofisticadas”.

Los asistentes  especialmente seducidos por la filmografía de/sobre Cuba tendrán la oportunidad de paladear la variedad de voces –con diversos registros estilísticos, ideológicos, generacionales…– que integran la actual producción del exilio. Y, más relevante aún, podrán cotejar cómo estos realizadores revisan críticamente la memoria del período revolucionario y cómo participan en los debates que vertebran hoy la política, la cultura y la historia del país de origen.

Excepto El mundo de Nelsito, el más reciente filme del célebre director Fernando Pérez, el resto de las películas cubanas acogida por la cartelera del festival miamense son producciones de creadores emigrados. La nómina incluye los documentales Bebo (Ricardo Bacallao), El trueno y el viento (Jorge A. Solino) El caso Padilla (Pavel Giroud) y AfroCuba´78 (Emilio Oscar Alcalde), así como las ficciones Havana Stories. La operación Payret (Eliecer Jiménez Almeida), Plantadas (Lilo y Camilo Vilaplana), Vicenta B (Carlos Lechuga), y Febrero y 23 semanas (ambas de Hansel Porras García).

En este catálogo podrán apreciarse estrategias de representación, discursos y metodologías de producción sustantivos para dilucidar el mapa cinematográfico cubano, que en el presente ya no se muestra tan sujeto a determinaciones geográficas, ideológicas o estéticas.

 

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A ese grupo de filmes habrá que sumar Patria y Vida: The Power of Music, un documental de la cantante y actriz española Beatriz Luengo. Si bien parte de una revisión de la historia detrás de la mediática composición ganadora de los premios a Mejor Canción del Año y Mejor Canción Urbana en los Latin Grammy del 2021, la pieza gestiona además –como era de esperar– una crítica abierta al régimen cubano y a la situación de sus presos políticos.

Todas estas obras miran a Cuba, o a los cubanos desplazados del espacio físico de la isla, para reflexionar sobre el presente del país, enfrentarse al control estatal de la memoria nacional, denunciar la otra cara del triunfalismo oficial isleño y narrar la experiencia del exilio. Emigrados en momentos muy diversos de la historia revolucionaria, algunos de una extensa trayectoria y otros con carreras apenas iniciadas, residentes en diferentes ciudades del orbe, los realizadores que convergerán esta vez en Miami enriquecen, sin dudas, el horizonte creativo del cine cubano al operar directamente sobre los límites olvido y la memoria y sobre la equívoca actualidad insular.

Programadas ambas por los festivales de San Sebastián y Toronto, Vicenta B y El caso Padilla son quizás las obras cubanas más publicitadas entre las acogidas por la cita de Miami. Aspiran, respectivamente, al Knight Marimbas Award y al Documentary Achievement Award.

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En su película, Pavel Giroud recupera (y restaura) la grabación realizada por el ICAIC del famoso y lamentable mea culpa público del poeta Heberto Padilla, luego de sufrir prisión por una supuesta actitud contrarrevolucionaria. El documental resulta significativo menos por consumar un valioso trabajo en el manejo del archivo que por su revisión de ese terrible episodio de censura, represión y anulación de la libertad de expresión, cualidades intrínsecas a la política del régimen totalitario cubano.

Censurado en La Habana, el tercer largometraje de Carlos Lechuga es un grito de dolor ante la crisis de futuridad e en la isla. El director se enfoca en la experiencia de una madre cubana que, después de ver partir a su hijo del país, pierde sus dotes cartománticas; acontecimiento que la sume en una angustia profunda y la empuja a vivir experiencias dolorosas.

Plantadas y Havana Stories. La operación Payret revisan incisivamente la memoria nacional. Lilo Vilaplana, de amplia trayectoria fílmica, y Camilo Vilaplana, quien apenas debuta, se juntan para rendir tributo, según ellos mismos han expresado, a las mujeres víctimas del presidio político cubano. Con un guion elaborado junto al escritor Ángel Santiesteban a partir de entrevistas y testimonios a víctimas del encarcelamiento, Plantadas viaja a los años sesenta del pasado siglo para proponer otra visión del liderazgo de Fidel Castro y denunciar las atrocidades padecidas por aquellas mujeres que se enfrentaron a lo que creían una traición a la democracia por la que antes habían luchado.

Eliecer Jiménez Almeida despliega en su historia habanera una contundente crítica en clave de comedia, que juega con los esquemas de la ficción y el documental. Pero no es la confiscación de la memoria por parte del régimen cuanto le importa, sino en especial el fracaso del proyecto colectivo de construcción de un hombre nuevo. El realizador articula un mosaico de historias y personajes para referir un paisaje humano y un imaginario nacional atravesados por la pérdida y la frustración. Tanto Havana Stories… como Plantadas se disputan el Premio Knight Made in MIA, un reconocimiento concebido para estimular la producción local.

El joven director Hansel Porras García tendrá la oportunidad de estrenar su ópera prima, Febrero, junto a su cortometraje 23 semanas. La primera, que opta también por el Premio Knight Made in MIA, narra la experiencia de una viuda cubana del exilio que ve trastocada su vida al recibir la inesperada visita de una amiga de la infancia que no ha visto en cuarenta años. El segundo registra las contingencias de una actriz embarazada y su pareja, empeñados en hallar el nombre perfecto para la niña que está por nacer. Como en anteriores cortometrajes, el también escritor y actor sopesa los temas de la familia y la identidad personal cuando son impactadas por la emigración. “La experiencia del exilio y la negociación personal con el pasado tienen un peso significativo en mi vida, de ahí que también lo tenga en mi obra”, comentó el realizador a Rialta Noticias.

Completan la muestra cubana los documentales Bebo, El trueno y el viento, y AfroCuba´78. Esa exploración de la experiencia diaspórica emprendida por Porras García se palpa también en el filme de Ricardo Bacallao. Este director vuelve sobre asuntos recurrentes en su trabajo: las rutas migratorias de la cultura cubana y, en particular, de la música. Ahora, específicamente, rinde tributo a Bebo Valdés, al tiempo que registra la diseminación de su familia (y con ella la de su música) por la geografía europea.

Fotograma de ‘Bebo’; Ricardo Bacallao (IMAGEN miamifilmfestival2023.eventive.org / Trailer)
Fotograma de ‘Bebo’; Ricardo Bacallao (IMAGEN miamifilmfestival2023.eventive.org / Trailer)

Solino, por su parte, retrata a un cantautor cubano ciertamente insoslayable que, sin embargo, ha ocupado siempre el lugar del outsider: Pedro Luis Ferrer. La sinopsis del filme promete arrojar luz sobre un destino –revolucionario– ejemplar: “Desde muy joven comenzó su carrera con canciones y poesías que incluían elogios a la Revolución cubana, pero cuando no quiso participar en el Movimiento Nueva Trova, controlado por el gobierno, y comenzó a crear canciones y poesías críticas del régimen totalitario cubano, fue censurado por las autoridades, que prohibieron su obra y su presencia en todos los medios de distribución y salas de conciertos de la isla, dejándolo prácticamente en el exilio dentro de su propio país”.

En su película, Emilio Oscar Alcalde rescata la memoria del grupo AfroCuba, honrado hoy por su creativa fusión del jazz con ritmos populares cubanos. Al entrevistar a sus integrantes y consignar qué ha sido de sus vidas, el cineasta aprovecha para dilucidar –y denunciar– la intervención de las autoridades cubanas sobre la agrupación y la consiguiente condena de su director, el saxofonista Nicolás Reinoso.

Dirigidas por cubanoamericanos o cubanos exiliados, e incluso extranjeros, estas películas son la evidencia misma de una comunidad creativa que se afirma en un circuito ciertamente saturado. Excepto el filme de Carlos Lechuga, quien muy recientemente se instaló en España, las demás obras han sido gestadas fuera de la isla; sin embargo, son cubanos sus realizadores y muchos de sus intérpretes y miembros del equipo técnico.

El cine de la diáspora ha dejado de ser un cine sumergido. Plantadas, Havana Stories, Febrero, Bebo y el resto de las películas cubanas presentes en el programa del inminente Festival de Miami, procesan valores, deseos, imaginarios imprescindibles para explicar la Cuba de hoy. Estas películas son también territorios de negociación simbólica; constituyen la expresión de subjetividades ideológicas, políticas y estéticas forjadas en esos espacios denominados oposición, exilio, disidencia…

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