Lionel Valdivia y Legna Rodríguez (foto manipulada a partir de una foto de Gustavo Pérez)
Lionel Valdivia y Legna Rodríguez (foto manipulada a partir de una foto de Gustavo Pérez)

El polvo de leche en mi boca encuentra:
1. palos de esmalte vencido, 2. secreción,
3.lengua sin los betunes del sabor,
4. argamasa de aire y lamento,
5. quiniela de la mucosa
Lionel Valdivia

El libro de las extrañas densidades (Cristálida Ediciones, 2023), de Lionel Valdivia (Camagüey, 1975) es un libro denso, contundente, como un cuerpo no poético sino anestesiado, inflamado y en reposo. Las páginas empiezan ya anestesiadas, desde el primer poema, cuando Lionel Valdivia elige enumerar en vez de relatar (anécdota) o describir (belleza). Hay que enumerar, contar los minutos, sacar cuentas. Enumerar para saber la cantidad. Para por fin saber. Sin embargo, y, dicho sea de paso, la anestesia es necesaria.

Lionel Valdivia ha hecho, con relación a lecturas imprescindibles mías, lo mismo que hizo, antes de suicidarse, Juan Carlos Flores: construir máquina mecánica traumática: establecer poesía de posición de paz con instrumentos metálicos médicos (con alicates); o económicos gastronómicos (con tenedor). Activada en la frecuencia de la densidad, lo que quiero decir es que una máquina, cuando logra perfección, llega al clímax. Salvando la distancia de la sobrevida: Juan Carlos Flores sabía que iba a suicidarse y Lionel Valdivia sabía que iba a irse. La perfección provoca satisfacción.

Durante más de treinta prosas y menos de cuarenta, eso será lo que haga el nuevo Lionel Valdivia, no solo estructural o formalmente, sino sustancial, orgánicamente, en el poema. Así es como empieza todo, con un pensamiento seco y cortante o con un pinchazo de escritura celulosa, actualizada en él mismo, cuerpo de su poesía. El ejercicio de su escritura, el ejercicio de sus palabras y del sistema de sus palabras, se ha restablecido.

Partiendo de eso, no volver atrás. No volver a ninguno de los lugares comunes que cada escritor protege, haciendo suyos. Lionel Valdivia no vuelve atrás. La brevedad del libro permite darse cuenta del dolor que implica el no-regreso, la no-reversa. Uno se da cuenta en cada página de que hay una tensión y una respuesta a la tensión. Hay una tensión entre Lionel Valdivia y Lionel Valdivia, que Lionel Valdivia garantiza para probar fuerza: “Parte y no parte. Enigma de las contracciones del alma. Fatiga”.

La cotidianidad hostil, el cansancio del letargo, la ausencia del hijo, ciertas enfermedades o el hombre sin dignidad, son algunas de las zonas por las que transita un libro del que me interesa más el modo, el riesgo que tomó Lionel Valdivia al escribirlo como ejercicio sobrio, quieto, pero también desesperado. Publicado por una empresa pequeña que apenas ha empezado a producir sus títulos, El libro de las extrañas densidades corre un riesgo peor: pasar desapercibido, quedarse en el limbo editorial de los libros de autores que no están de moda.

En su página web, Cristálida Ediciones anuncia El libro de las extrañas densidades como “un libro de poesía de vigorosos trazos, lleno de resonancias múltiples, que capta las esencias alienantes de las circunstancias”. Hay una elipsis peligrosa en la sinopsis, aquella que evade el centro, el espacio Cuba a donde pertenece. Lionel Valdivia tampoco escribe Cuba, pero de Cuba y de la noción Cuba se trata. El volumen se suma a la lista de libros que retratan la foto de la desintegración.

Cubierta de 'El libro de las extrañas densidades'
Cubierta de ‘El libro de las extrañas densidades’

Lionel Valdivia se aleja, con El libro de las extrañas densidades, de una tradición del ser poético que aburre en la literatura cubana. Lo menciono porque me ha afectado y porque no hay nada más lejos de ese aburrimiento que estas páginas veloces o agresivas, en su totalidad. Diría, además, que Lionel Valdivia ha sido, desde una experiencia de rompimiento con su escritura anterior, despiadado. Leí de madrugada, como casi siempre, a deshora de paisajes que interrumpen la lectura, encontrándome con figuras conocidas, figuritas incómodas de la poesía, avasallamientos del lenguaje original.

- Anuncio -Maestría Anfibia

¿Qué otra cosa, como leedora activa (aunque también pasiva, leedora hembra) de un poema de un escritor cubano contemporáneo conmigo, buscaría yo, sino una escritura original? ¿Qué otra cosa podría exigirme a mí misma, sino leer solo lo que me atraiga y desarme, lo que me ponga a temblar en la madrugada de Miami, con cuidado de no hacer un gesto brusco, paralelo al pedaleo de Lionel Valdivia, para no despertar al niño, que duerme cerca? ¿Qué otra cosa valdría la pena? Yo leí lo que vale la pena: “triangulación de los martirios / bisagra carnal que no se mueve / del aborigen definitivo que nadar no aprende / ser y estar / signo vital / me duele y me harta / posición final en la batalla / los trozos humanos que aterrados se mueven / escupen sus señales de movimiento al padre de los enseres / retraso en la señal recibida”.

Sin embargo, Lionel Valdivia monta un tipo de lirismo exacto, matemático. Como si las formas del lenguaje se multiplicaran no en crecimiento sino parejas, de modo que cubrieran un diámetro preciso de coordenadas lógicas: “Oficio el de la tierra. Grano de los granos. Una boca engulle la huella y al muerto. ¿Oficio el mío? Hombre sin ojo, sin arpón, sin boca y sin tierra […] Aguas de un agua. Purga de la culpa cuando nadie te ha visto. Gestión de compra mientras duda la piltrafa de los nervios. En la masa cuelgan oficios del mundo y mi sospecha. Cinco libras. Ciento cincuenta pesos de hierro fundidos en la patria. Grillete: mastico y trago”.

Cuando leo, no hay retraso en la señal. Recibo el peso del poema que Lionel Valdivia ha escrito, desafiándose. Nunca leí un libro entero de Lionel Valdivia por la misma razón que leí entero este. Lo agradezco por partes, entre ansiosa y desesperada, entre la emoción (o su falta) y la voz de Google, que confundo con Lionel Valdivia: “No inspiro confianza. Solo expreso fluctuaciones internas. Masa sometida al mandato de una sustancia de ridículo volumen. Inmovilizar los tajos sobre una piedra de toque”.

El lírico poema como una foto de visa para salir del país y el libro de poemas como un mísero álbum de visas denegadas. Ahí está mi lectura, en los signos del instante anterior a la partida, al gesto de marcharse por una puerta trasera, que es la aduana de todas las familias. Redondos núcleos perpetuos, visados expeditos o su antónimo. El poema antes de la visa y el poema clasificado. Maldito libro con prólogo del poeta de Synergos. Ya entiendo por qué Roberto, desde la palabra exit, quiso traer este libro de lo anónimo a lo impreso. Te lo agradezco, Manzano.

Nota: Después de la presentación del libro, le pedí una foto a Gustavo Pérez, uno de los mejores fotógrafos que he conocido, y la manipulé exprofeso para usar por primera vez la nueva actualización de iPhone. Así quedaban las fotos de visa en Cuba, chapuceras y macabras.

Miami, 28 de julio de 2023
15:27

Colabora con nuestro trabajo
Somos una asociación civil de carácter no lucrativo, que tiene por objeto principal la promoción y fomento educativo, cultural y artístico. En Rialta nos esforzamos por trabajar con el mayor rigor profesional en la gestión, procesamiento, edición y publicación de los contenidos y la información. Todos nuestros contenidos web son de acceso libre y gratuito. Cualquier contribución es muy valiosa para nuestro futuro.
¿Quieres (y puedes) apoyarnos? Da clic aquí.
¿Tienes otras ideas para ayudarnos? Escríbenos al correo [email protected].
LEGNA RODRÍGUEZ IGLESIAS
Legna Rodriguez Iglesias (Camagüey, 1984). Escribe la columna Irrelevante en la revista digital El Estornudo y la columna 53 Noviecitas en Hypermedia Magazine. Obtuvo el Premio Casa de Las Américas, teatro, 2016; el Premio Iberoamericano de Cuentos Julio Cortázar, 2011; y el Paz Prize for Poetry, otorgado por The national Poetry Series, 2016. Es autora de libros como: Qué te sucede belleza, cuento, Editorial Los Libros de La Mujer Rota, Chile, 2020; La mujer que compró el mundo, cuento, Editorial Los Libros de La Mujer Rota, 2017; Mi novia preferida fue un bulldog francés, narrativa hispana, Editorial Alfaguara, 2017; Si esto es una tragedia yo soy una bicicleta, teatro, Casa de Las Américas, 2016; Mayonesa bien brillante, novela, Hypermedia Ediciones, 2015; No sabe/no contesta, cuento, Ediciones La Palma, 2015; y Las analfabetas, novela, Bokeh Press, 2015. Sus libros han sido traducidos al inglés, al alemán, al italiano y al portugués. No se incluyen aquí sus libros de poesía.

Deja un comentario

Escriba su comentario...
Por favor, introduzca su nombre aquí