Francis Bacon entre el arte y las letras, en el Centre Pompidou de París

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'Tres estudios para un retrato de George Dyer' (1963), Francis Bacon

El Centre Pompidou de París dedica una exposición a la influencia de la literatura en la obra de Bacon, y France Culture, la estación de radio francesa dedicada a la divulgación cultural, aprovecha la ocasión para emitir un podcast sobre la resonancia que su pintura ha ejercido, a su vez, sobre la literatura de su tiempo.

De Esquilo a Bataille, pasando por Nietzsche y Eliot, la literatura y el pensamiento ha sido clave en la maduración de la obra del pintor británico. Así lo demuestra la exposición Bacon en toutes lettres, que podrá visitarse hasta enero de 2020 en el Centre Pompidou de París, sede de la colección de arte moderno y contemporáneo más importante de Europa. A la inversa, también es notable la influencia que la pintura de Bacon ha ejercido en una serie de escritores y pensadores entre los que cabe destacar al checo Milan Kundera y a los franceses Michel Leiris y Gilles Deleuze. Sobre esto trata el podcast Francis Bacon sous la plume de Kundera, Leiris et Deleuze, que Pauline Petit realiza para France Culture. El podcast se detiene en una reflexión de Kundera sobre la relación entre la violencia plástica de Bacon y el terror político; en la crítica de arte de Leiris, que ve en su pintura la posibilidad de superación de la abstracción, y en el pensamiento de Deleuze, que en su Logique de la sensation teoriza sobre el nuevo modo de figuración inaugurado por este pintor:

Aunque muy cercano a la literatura, Bacon ha rechazado siempre las interpretaciones narrativas de su obra: la ficción le inspira imágenes, pero en ningún caso puede considerarse un ilustrador. Ese diálogo con las letras es recíproco. Filósofos, novelistas y literatos se apasionan por el pintor. Gilles Deleuze, Michel Leiris, Milan Kundera, Philippe Sollers, o incluso Jonathan Littell, cada uno desde su propio nivel de competencia, han intentado penetrar el misterio de esos inmensos óleos acristalados, de dar cuenta de la potencia de esos rostros desfigurados y esos cuerpos torturados. No se trata de exégesis, sino de relatos de experiencias estéticas singulares, al mismo tiempo que claves de acceso a la obra de Bacon.

[…]

Según Kundera, es en el poder de evocación de las sensaciones físicas donde reside la fuerza estilística de Bacon. El temblor tan particular de su trazo manifiesta un intento por penetrar la identidad del sujeto: “la mano violadora del pintor se instala con un gesto brutal en el rostro de sus modelos para encontrar, en algún punto de la profundidad, su yo escondido”. Es un hecho notable que, a pesar de la distorsión a la que son sometidas, las figuras de Bacon no pierdan nunca “su carácter de organismos vivos”. Mejor dicho, continúan pareciéndose a sus modelos. ¿Dónde se encuentra la frontera tras la cual la identidad se enturbia? He aquí, finalmente, para el novelista, la gran cuestión que nos propone la pintura de Bacon: “¿Hasta cuál grado de distorsión un individuo permanece siendo él mismo? ¿Hasta cuál grado de distorsión un ser amado sigue siendo un ser amado? ¿Durante cuánto tiempo un rostro querido que se aleja en la enfermedad, en la locura, en el odio, en la muerte, continúa siendo reconocible?”

Leer la nota completa, y escuchar el podcast, aquí.

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