Crítico cubano Iván de la Nuez pone en valor el impacto contemporáneo de la diáspora artística latinoamericana en España

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Iván de la Nuez impartió en Casa de América la conferencia
Iván de la Nuez impartió en Casa de América la conferencia "Curar la diáspora. Impacto del arte y la cultura de la diáspora latinoamericana en España". (IMAGEN X / @casamerica)

El ensayista y crítico de arte cubano Iván de la Nuez –asentado desde los años noventa en Barcelona– ofreció en la Casa de América de Madrid una conferencia en que valoró las estrategias de representación e intervención de la diáspora artística y literaria latinoamericana, así como fenómenos relativos a su recepción, en España durante las últimas décadas.

Bajo el título “Curar la diáspora. Impacto del arte y la cultura de la diáspora latinoamericana en España”, el autor de Fantasía roja (2006) y El comunista manifiesto (2013) –reeditados conjuntamente por Rialta Ediciones como La larga marca (2021)– defendió una noción de diáspora artística o cultural como elemento activo, modificador de la sociedad de acogida y, por tanto, una idea de curaduría como actitud de cura y cuidado de “esos cuerpos que vienen de otro lado e impactan aquí, a veces de manera chocante, [o] de manera más tenue, pero siempre de una manera crítica”.

Ello, por ejemplo, como réplica a la cuestión irresuelta de “la descolonización de los museos”, planteada por De la Nuez en estos términos: “¿Qué vamos a hacer con las colecciones espurias de los museos españoles?”. O bien: “¿Qué se ha a hacer con esa idea de museos que se mueven solo a partir de una forma curatorial casi de conquista y captura de lo que tiene alrededor?”.

Diferente a otros contextos europeos, se trata de un país, España, donde –según advierte el también comisario de arte– se sigue “hablando por los otros, […] por la alteridad, pero no desde esa alteridad” y donde incluso emergen, en cierta prensa, “negaciones del colonialismo”.

La ruta deseable sería, tal como subrayó, “asumir la distribución del saber en estas sociedades [de llegada/occidentales]”. Propiciar entonces que se hable “desde esas propias culturas, y [solo] no sobre esas culturas”.

En su recapitulación de los últimos treinta años, De la Nuez detecta, en efecto, un giro cada vez más definido por parte de esos sujetos diaspóricos hacia la implicación crítica en su nueva realidad, lo que marcaría una distancia con respecto a lo que dio en llamar “el síndrome del Boom”, incubado en las décadas inmediatamente anteriores por aquellos célebres novelistas que residían en Europa pero se limitaban mayormente a ofrecer proteicas representaciones de su lugar de procedencia.

De modo que el “yo te muestro, yo expongo” se convierte en “yo modifico, yo actúo”, observó conferencista, quien eligió algunos casos ejemplares cercanos –del contexto español y, específicamente, del área de Barcelona– como los argentinos Humberto Rivas (fotógrafo), América Sánchez (fotógrafo y diseñador) y Gato Pérez (rumbero), o bien ese “parteaguas” que fue el chileno Roberto Bolaño, portador –hizo notar– de “una mirada ciudadana en su literatura”.

Autor de obras más recientes como Cubantropía (Periférica, 2020) o Posmo (connsoni, 2023), De la Nuez también repasó brevemente cómo se dio, hace algunas décadas, un viraje o un ampliación correlativas en el ámbito de la teoría y la academia en Occidente .

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“Es interesante porque ninguna de las escuelas del debate de ese entonces tenía en cuenta [a] estos sujetos diaspóricos [en tanto] pensadores”, dijo. “O sea, el debate se daba entre el pensamiento crítico alemán, el postestructuralismo francés, el pensamiento noeoconservador norteamericano, el pensamiento débil italiano, el neomarxismo anglosajón. Eran los grandes dinamizadores de un debate sobre su propia decadencia. Y es ahí donde [se insertan y ganan espacio] pensadores que vienen de la India o de América Latina, que desde la periferia […] empiezan a hablar de las identidades, del cruce de fronteras, de las culturas híbridas, de lo multilingüe, de –por ejemplo– los proyectos que tienen que ver con el género…”.

A continuación, Iván de la Nuez precisó el marco general de sus consideraciones: “la diáspora latinoamericana, desde el punto de vista cultural, literario, etc., no es más que un capítulo de la historia de Occidente. Y eso es importante tenerlo en cuenta”, enfatizó. “Por más que vengas de otros lugares, tú estás reconfigurando la historia de eso que es Occidente, y que no sabemos bien qué es. Puede ser un espacio geográfico, ambiguo […]; los latinoamericanos, por ejemplo, alguien ha dicho que somos el extremo de Occidente, o el sur de Occidente, y a mí me parece que somos un Occidente in extremis, pero no dejamos de ser occidentales”.

“Cuando hablamos de esta diáspora”, añadió, “estamos hablando también de la idea de que la cultura occidental no es el canon exactamente; la cultura occidental está configurada por muchas y muchas y muchas derivas, muchos afluentes, que están a la orden del día. No concibo la cultura de Occidente sin todo lo que tiene dentro que no proviene supuestamente de Occidente. Hoy eso es parte de Occidente, y creo que es algo a reivindicar”.

Con todo, la prueba de que este en Casa de América resultaría apenas un acercamiento muy parcial a su objeto fue aportada por el propio crítico al finalizar su charla con una profusa “batería de preguntas” (algunas de las cuales remiten a asuntos tocados durante la sesión, aunque no se mencionan en esta nota) para seguir pensando…

“¿Es la diáspora una condición, un rito de paso, un puente, un medio para alcanzar un fin? ¿Qué diferencia términos como exilio, migración, diáspora? ¿Cuál es la dignidad épica de la diasporización contemporánea? ¿Cuándo se pasa de muestrario latinoamericano a la fase de implicación española o peninsular? ¿Existe un síntoma del Boom según el cual lo latinoamericano es leído, editado o comisariado desde una mirada española? ¿Cuál sería entonces la circunstancia post-Boom? ¿No sería el asesinato de Lucrecia Pérez, una trabajadora dominicana, un punto de inflexión en la concienciación de la diáspora latinoamericana?”, interrogaba De la Nuez.

Y proseguía: “¿Es, en términos literarios, una provincia de latinoamericana que sigue manteniendo en términos de la industria cultural? ¿Se aplica eso al mundo del arte? ¿Puede ser la curaduría de artistas de Latinoamérica un acto de traición?; ¿lo fue el año español de Felix Gonzalez-Torres? ¿Es la creación de espacios independientes una alternativa, una nueva forma de institucionalidad público-privada, o la mezcla de ambas? ¿Qué conexiones y desconexiones tienen lugar entre migración y turismo, entre economía de servicios y cultura de servicios? ¿Cómo valorar el hecho de que Sandra Gamarra sea la representante del pabellón español en la Bienal de Venecia? ¿Es el reguetón una reconquista de lo latino?”.

Entre los más recientes proyectos concretados por Iván de la Nuez –justo en tanto miembro de esa diáspora actuante–, está el volumen Guillem Nadal. Al ras (Editorial Turner, 2024). El texto del ensayista cubano vertebra de alguna manera las piezas, las imágenes del artista mallorquín, en una suerte de diálogo entre sensibilidades insulares.

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2 comentarios

  1. Uno de los principales críticos de arte en el mundo hispano. Y felicitaciones por el remozado Calibán, con Próspero a la mesa.

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