El realizador cubano Juan Pin Vilar (La Habana, 1963) hizo pública este jueves una carta que envió al presidente Miguel Díaz-Canel tras la censura, a fines de abril último, de su documental La Habana de Fito (2022), el cual debió proyectarse –junto a otras dos piezas también proscritas, El encargado (docu-ficción), de Ricardo Figueredo, y Existen de Fernando Fraguela y Yulier Rodríguez– en la Jam Session Audiovisual que organiza habitualmente la Cátedra del Performer del colectivo teatral habanero El Ciervo Encantado.
“Sr. Presidente, la prohibición de exhibir La Habana de Fito confirma mi tesis: lo que se le transmite a los jóvenes como errores fueron, y son, políticas deliberadas que continúan ejecutándose. Y la censura es deplorable a menos que se justifique por una causa universal y lesiva al ser humano, a sus valores éticos. La Habana de Fito no es el caso”, escribió Vilar, según se lee en su perfil de Facebook. “La mejor solución a esta acción irrespetuosa, mediocre, e injusta, desde el anonimato de una autoridad, a nombre del ministerio de cultura, es la proyección del documental en el cine Chaplin, como corresponde –y se ha hecho– con el resto de los filmes ganadores del Fondo de Fomento del Cine Cubano”.
Vilar –quien comenzó su publicación lamentando el “acto deplorable” de censura que “impone una mirada sesgada sobre el documental y supedita el testimonio de Fito Páez a cuestionamientos políticos o de credulidad histórica”– dejó asimismo una advertencia al final de su misiva sin respuesta de las autoridades cubanas.
“Sr. Presidente”, subrayó, “Fito Páez es mi amigo, no permitiré que se utilice mi silencio para mentirle con dilaciones y argumentos que legitimen políticas absurdas y fuera de contexto, que solo amplifican el descrédito mediático de nuestro país, por causas ajenas a los ciudadanos”.
Según el propio Vilar –director también del documental Pablo Milanés, en que el fallecido cantautor cubano narra su experiencia en los campos de reeducación y trabajo forzado denominados Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP)–, la premisa del filme ahora censurado es más bien sencilla: “Sentados en una azotea habanera, filmamos lo que representan la amistad y Cuba para Fito [Páez]”, quien constituye no solo un indiscutible protagonista de la escena rockera de Latinoamérica en las últimas décadas, sino también un asiduo visitante de la isla y un amigo o compañero cercano de muchas influyentes figuras de la cultura cubana.
Dijo en su post el documentalista que se enteró de la prohibición –supuestamente decidida el 26 de abril por “la directora de una dependencia del Ministerio de Cultura”– a través de las redes sociales. Relató entonces cómo acudió a varias instancias antes y después de dirigirse al mandatario cubano.
“El 16 de mayo, tuve el primer contacto con un funcionario del Ministerio de Cultura, el 22 de mayo con el embajador argentino, y el 26 de mayo, treinta días después de la suspensión, le envié una carta al Presidente de la República a través del sitio oficial de atención a la población”, repasó Vilar. “Inmediatamente, respondieron que trasladaban el asunto al Ministerio de Cultura”.
“Hoy publico la carta”, explicó a continuación, “porque contiene, esencialmente, las ideas fundamentales de mi desacuerdo con la suspensión, prohibición, censura –como prefieran llamarlo– del documental”.
Varias personalidades se solidarizaron con Vilar en la sección de comentarios de su post. “Ya lo veremos juntos, y como dices tú, lo verá el mundo menos Cuba. No aprendemos”, escribió su colega, de larga trayectoria oficialista, Roberto Chile.
“Toda la razón de tu parte Juan Vilar. Este asunto no es nuevo, tiene décadas y ya viene incorporado en el ADN de los funcionarios e ideólogos que dicen, representar al pueblo y cuidar la nación. Tuve la suerte de verlo [el filme], y sé de su valía como obra que se construye sobre la memoria de un país. Esa memoria que ha sido también secuestrada o manipulada por algunos en el poder. Por eso le temen a tu documental. La prohibición es también una muestra de su ceguera política, pues no solo actúa contra los espectadores sino también que se articula contra un artista que ha permanecido, aun en situaciones muy difíciles, cerca del pueblo cubano, ofreciendo su música y su cine”, razonó a su vez el crítico cinematográfico Gustavo Arcos Fernández-Britto, profesor durante muchos años en la Facultad de Medios Audiovisuales de Instituto Superior de Arte (ISA) de La Habana.
“Contigo, Juanpi, quiero ver el documental en un cine!”, dijo el ensayista Roberto Zurbano, investigador de la Casa de las Américas; en tanto, el también cineasta Jorge Dalton comentó: “Lamento decir que el presidente Díaz Canel jamás leerá tu carta, ni creo que le interese”.
“Yo, al menos, no lo reconozco como mi presidente. Te entiendo, pero no puedo pensar que de él depende la exhibición u exposición de mi obra”, zanjó por fin la novelista Wendy Guerra en su apostilla a la carta de Vilar. “Las generaciones que vienen después muchísimo nos enseñan. Una de esas enseñanzas ha sido, actuar sin pedir permiso, perdón o por favor a un gobierno que no respeta o representa lo que somos, fuimos nosotros y nuestros padres o abuelos”.
“Escribir a ese señor es legitimar la censura”, sumó la autora de Todos se van. “Ya sabes lo que te quiero. Es mejor abrir el documental para que TODOS tengan acceso, contra eso no hay quien pueda”.
Por su parte, el escritor Alex Fleites –quien dijo haber visto el documental gracias al propio realizador– hizo notar lo siguiente: “Fito no ha sido censurado. Él está por encima de eso. Censurados, nuestros espectadores, que son el público natural de la obra”. Y finalizó: “No al relativismo político. La censura injusta es una sola”.
“Tuve el honor de presentarlo en la clausura del Havana Film Festival en Nueva York, a petición del realizador y del comité organizador del evento”, expresó el crítico de cine Frank Padrón, quien tiene hace años un programa –De nuestra América– en la televisión oficial cubana. “Soy testigo de su buena acogida por cubanos, latinoamericanos y estadounidenses participantes allí”.
Semanas atrás, al conocerse el veto contra los tres filmes en el espacio de El Ciervo Encantado, la directora de esa agrupación, Nelda Castillo, fustigó en redes sociales el mandato de la burocracia cultural: “Estamos en total desacuerdo con esta decisión y expresamos con firmeza nuestra inconformidad con este acto de censura sin explicaciones hacia artistas cuyas obras dignifican y conforman la cultura cubana”.
Decenas de personalidades –incluidos los otros realizadores censurados– criticaron el gesto autoritario. Entre esas voces, destacó la de Fernando Pérez, acaso el cineasta vivo más importante de Cuba:
Una vez liquidada (no encuentro otra palabra) la Muestra de Cine Joven pensé que otros espacios alternativos comenzarían a suplir las confrontaciones y difusión del nuevo cine que es hoy y será mañana el rostro del audiovisual cubano más dinámico y renovador. El Ciervo Encantado[,] dirigido por esa gran artista que es Nelda Castillo[,] comenzó a hacerlo.
Hoy me entero [de] que nuevamente la censura impide la proyección de las obras más recientes de Fernando Fraguela, Ricardo Figueredo y Juanpin demostrando que el espacio cultural en Cuba sigue empecinadamente cerrado a la diversidad, a la divergencia y al pensamiento complejizador de nuestra realidad. Pero una vez más la censura no impedirá que el pensamiento siga siendo empecinadamente libre y que, como afirma en el documental de Juanpin ese otro gran artista que es Fito Páez, el arte y la vida sigan expresando su derecho a la duda frente a las verdades absolutas.
Horroroso.
El comportamiento de los censores, no el documental.