Jérôme Bel en 'Shirtology', 1997
Jérôme Bel en 'Shirtology', 1997

La danza es una práctica/ejercicio/experiencia que nunca se desarrolla en soledad. Sobre un escenario (entiéndase escenario como cualquier territorio de enunciación) un cuerpo nunca está solo. Más allá de que creamos que siempre estamos solos. Muy solos.

Es mentira que se pueda danzar en soledad. El cuerpo danzante es un cuerpo rizomorfo, multiplicado, fragmentado. Su autonomía radica, quizá, en esa consciencia de porosidad. Donde dice “autonomía” entiéndase también (tan bien) “anatomía”.

Un cuerpo es muchos cuerpos.

Un cuerpo es muchos cuerpos.

Un cuerpo es muchos cuerpos.

Como mismo una vida es muchas vidas, un cuerpo es un ecosistema donde cohabitan otros organismos. Un cuerpo sobre otro cuerpo. Capas que se infiltran. Sobre/dentro de nosotres hay virus, hongos, fantasmas y microbios; agentes transformadores. Menciono estos cuerpos y pienso en otros: innombrables.

Solo la mezcla genera poesía.

En la danza solo la mezcla genera poiesis.

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Revolución es revuelta. Revuelta es multiplicidad. Multiplicidad es amor.

Pienso (en) la danza como un acontecimiento. (No como un espectáculo). Pienso (en) la danza como un acontecimiento multifacético que busca territorios por los que expandirse. Como un acontecimiento que adopta múltiples formas y tamaños. Pienso también en el fracaso de la propia noción de acontecimiento. ¿Cuál es la forma del acontecimiento del fracaso del propio acontecimiento?

Pienso cada vez más en la importancia política de los acontecimientos lentos.

Pienso cada vez más en la importancia política de los microacontecimientos.

Pienso cada vez más en la importancia política de los microhábitats.

Pienso cada vez más en la importancia política de los microentornos.

Pienso cada vez más en la importancia política de la danza de los micro detritos.

Un cuerpo solo baila así, solo, en apariencia. Podríamos pensar ese cuerpo que baila “solo” como parasitario. Se alimenta de todo, de él mismo y de todo lo que le rodea. De los vivos y de los muertos. De lo vivo y de lo muerto. De lo que está más allá de lo vivo y de lo muerto. Podríamos pensarlo como un cuerpo zombi que emancipa el mito del muerto-viviente.

Es, quizá, un hongo. Es como si se desencarnara y, a su vez, encarnara en otros cuerpos. Mezcla, no para imitar, sino para expandir.

De alguna manera, lo que pongo aquí en cuestión es la noción de autor. ¿Autor(idad)? Así, tal como Barthes escribe sobre “la muerte del autor”, los posmodernistas infieren “la muerte del artista”, al menos como el creador de un significado único.

En la posmodernidad “muere el autor” como figura que posee el dominio de originalidad y finalidad. Pero la sensibilidad posmodernista entendió al “autor” como principio de agrupación del discurso, como foco de su coherencia.

Sobre el escenario un único cuerpo, baila.

No es otra cosa que la agrupación de muchos cuerpos. Amarrados con cuerdas. Eso que de manera corriente llamamos en danza “solo” (“hacer un solo”) debería entenderse como un reciclaje de sol(iloqui)os.

Estamos hablando de algo (la danza) que está acompañado, inevitablemente, de la teoría de la intertextualidad (contraria a la textocentricidad modernista). Damos por supuesto, con Bajtín, que el ejercicio de la danza (de un “solo” danzario) no se basa en un punto (un sentido fijo), sino en un cruce de superficies intertextuales, en un diálogo de varias escrituras (danzarias).

Todo cuerpo es un mosaico de citas.

Todo cuerpo es absorción y transformación de otro cuerpo.

El cuerpo y el lenguaje poético (el cuerpo como lenguaje poético) se leen como lenguajes por lo menos dobles. Y se leen en eso que, con Lepecki, llamamos la danza del agotamiento.

Un cuerpo (“solo”) sobre el escenario solo puede sobrevivir en la función de alusión, cita y collage. Un cuerpo (“solo”) sobre el escenario es una mera cámara de ecos.

Hablo de una danza donde no hay cuerpos, sino solo resonancias entre ellos.

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EDGAR ARIEL
Edgar Ariel Leyva González (Holguín, Cuba, 1994). Periodista, investigador y crítico de arte. Máster en Estudios Teóricos de la Danza (2020) en la Universidad de las Artes de Cuba (ISA) y Licenciado en Periodismo (2018) en la Universidad de Holguín. Es egresado del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Actualmente investiga sobre la configuración de la estética poscrítica en Cuba. Forma parte del Staff de Rialta.

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