A la edad de 21 años, el escritor piamontés Cesare Pavese agrupó una serie de poemas con el título Blues della grande città (Blues de la gran ciudad), la última raccolta unitaria pensada antes de la publicación de Lavorare stanca (Trabajar cansa), su poemario más célebre. Concebido en el mismo periodo que Estravaganti scelte (Elecciones extravagantes), Blues… expone algunas de las preocupaciones del joven Pavese. El influjo de la modernidad, el crecimiento de las ciudades y la soledad del becario en la urbe efervescente son ejes temáticos de este pequeño cuaderno.

Temprano padeció el peso de la ciudad sobre sus hombros de sujeto inadaptado y solitario: “Domani, sotto il sudicio del sole, / riprenderà la vita solitaria”.[1] Su fatiga emocional frente a una Turín imponente, fría y gris es expuesta en los versos “Un poeta è passato / attraverso lʼoceano balenante / dellʼatmosfera di pietra e dʼacciaio / della città notturna!”.[2] Sentimientos de angustia se expresan también en modo proclamatorio en el primer verso del poema homónimo: “Questa città mi ha vinto, come un mare”.[3] La moderna urbe “aplasta” su idea de Turín en tanto locus amoenus para convertirse en un espacio de alienación y nostalgia, leitmotiv del escritor, al menos en estos años.

Nacido en el pequeño pueblo piamontés Santo Stefano Belbo, al trasladarse a la capital de la región, Turín se le revela como ciudad ajetreada y melancólica, donde las ventanas proyectan sobre la calle los sonidos e imágenes “espectrales” de vidas “que le son ajenas”. A diferencia de los paisajes pintorescos de viñedos en las zigzagueantes colinas de Le Langhe, la llanura de la ribera izquierda del Po sólo ofrece espacio a un limitado horizonte visual que muere en el concreto de las edificaciones.

En el momento en que escribe Blues…, el autor preparaba su tesis de licenciatura en Literatura Inglesa sobre la obra de Walt Whitman en la Universidad de Turín. Inevitablemente, tanto el poeta decimonónico como el resto de la literatura estadounidense que entonces traducía Pavese, influyeron en su poética. En el poema 33 de Song of myself aparecen “the cityʼs quadrangular houses”, que en un proceso de apropiación lingüística serán convertidas en “le case geometriche” en el poema “La forza primitiva” (“La fuerza primitiva”), por ejemplo. Asimismo, varias imágenes (y adjetivos fundamentalmente) serán asimilados del inglés por parte del joven traductor.

El interés por la música –la norteamericana, fundamentalmente, en este periodo– será parte esencial en la vida de Pavese. En correspondencia sostenida por esos años con el musicólogo Antonio Chiuminatto[4] (también del Piamonte y radicado en Estados Unidos como profesor de violín en el Conservatorio de Chicago), discutirá sobre literatura estadounidense y jazz. A menudo, el poeta pide sugerencias de traducciones del slang americano al amigo coterráneo, además de pedirle literatura difícilmente encontrable en la Italia del momento.

La atracción del poeta por la cultura estadounidense alcanzó primero la literatura y el cine, y luego la música. Su curiosidad por los géneros musicales en boga en Estados Unidos –exóticos en Europa– sirvieron de pretexto al autor, que se sumerge fascinado en el panorama musical de un país distante e idealizado, para revelar su relación con la Turín de entreguerras.

Así como el blues se caracteriza por sus temas melancólicos, provocados por desamores, en canciones mucho más líricas que narrativas, en las que sus intérpretes, más que contar historias, expresan sentimientos, los poemas de Blues… comparten este lirismo intimista que el poeta explicita además con el recurrente uso de imágenes musicales. De igual manera, el jazz forma parte del catálogo musical de Pavese, otro género creado por la cultura afroamericana e influenciado por la estructura armónica europea y por los ritmos africanos. Cercano al blues, ambos sirven de medio para que el autor se despoje de sus desencantos y sus frustraciones de juventud. En el poemario, en ocasiones la música está presente como estado de ánimo, y en otras –desde el título– se ofrece una descripción de escenas musicales que deviene procedimiento literario.

La mayor parte de los poemas que integran el cuaderno fueron escritos en el transcurso de 1929, y otros, recuperados de 1928 para formar la edición definitiva. En el archivo del autor puede encontrarse una primera selección que reúne trece poemas bajo el título Blues della grande città; de estos, sólo diez serán incluidos en la edición definitiva.

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En las notas generales del volumen Poesie edite e inedite (Einaudi, Turín, 1962), se destaca a Pavese como “una de las voces más aisladas de la poesía contemporánea”. De ese estado introspectivo, dejó una imagen muy personal de la ciudad que lo acogió desde sus años de juventud y en la cual se suicidó el 27 de agosto de 1950.

Amanda Chang

La fuerza primitiva

I
Todo el cielo es de humo
grave del humo-niebla de noviembre
sobre la gran ciudad.
Pero no sólo noviembre
ha descendido sobre el mundo.
En los valles rígidos de las avenidas
los árboles negros y marrones
herrumbran entre los cables y el humo.
No tienen más linfas los árboles,
su antiguo pálpito
se contrajo y desapareció.
En la penumbra de la gran tarde
se yerguen en las calles
vivos de otra vida.
Y encienden entre las ramas endurecidas
flores enormes y espectrales,
las frías flores eléctricas
que florecen sobre el mundo.
Las altas casas flanqueadas
las encuentran inmóviles,
también ellas con los grandes ojos alucinados.

II
No solamente noviembre
ha descendido sobre el mundo.
La misma vida que poseen los árboles
y las casas geométricas
se cruza y grita segura entre ellas.
Bajo la fuerza inmóvil
de la naturaleza de piedra y de luces
arrecia un vórtice que no es de aguas,
no de viento o de fuego,
pero, en la niebla, vibra
de la misma pasión que se enciende
en las grandes flores eléctricas.
Aliento rojo, anhelo de acero
que lucha y ruge, pero perfecto
corre por su camino.
Y los hombres, en el frío, como los árboles,
pasan dentro del vórtice
vivos de una sangre firme e irresistible.

Sobre la ciudad algo venció el mundo,
no solamente noviembre.

La forza primitiva

I
Tutto il cielo è di fumo
grave del fumo-nebbia di novembre
sulla grande città.
Ma non solo novembre
è disceso sul mondo.
Nelle vallate rigide dei viali
gli alberi neri e bruni
s´arruginiscono tra i fili e il fumo.
Non han piú linfe gli alberi,
il loro antico palpito
sʼè contratto e scomparso.
Nella penombra della grande sera
si ergono per le vie
vivi di unʼaltra vita.
E accendono tra i rami irrigiditi
fiori enormi e spettrali,
i freddi fiori elettrici
che sbocciano sul mondo.
Le alte case affiancate
li riscontrano immobili,
anchʼesse coi grandi occhi allucinati.

II
Non soltanto novembre
è disceso sul mondo.
La stessa vita che possiede gli alberi
e le case geometriche
sʼincrocia e urla sicura in mezzo ad esse.
Sotto la forza immobile
della natura di pietra e di luci
infuria un vortice che non è di acque,
non di vento o di fuoco,
ma, nella nebbia, vibra
della stessa passione che sʼaccende
nei grandi fiori elettrici.
Alito rosso, anelito dʼacciaio
che si dibatte e rugge, ma perfetto
corre per la sua via.
E gli uomini, nel freddo, come gli alberi,
passano dentro il vortice
vivi di un sangue saldo e irresistibile.

Sulla città qualcosa ha vinto il mondo,
non soltanto novembre.

[6 de noviembre de 1928]

Luces mudas enjoyan la noche
los collares, en las avenidas, de las farolas.

La larga soledad agotadora
del día vil entre las casas altísimas
se enciende otra vez en toda mi sangre
y se me sube a los ojos hasta el cielo.
Luces blancas, en las avenidas de vértigo,
serpentean distantes y sin un sonido,
sin un ser vivo.
Estoy solo en medio del universo
de todas estas luces.
De cada parte se me abren en las avenidas
los polvos azulados.
Los recuerdos vilísimos
se callan por un momento.
Y el cielo es deslumbrado, desaparecido.

Mañana, bajo el suicidio del sol,
recomenzará la vida solitaria.

[6 novembre 1928]

Luci mute ingioiellano la notte
le collane, nei viali, dei lampioni.

La lunga macerante solitudine
del giorno vile tra le case altissime
si riaccende di tutto il mio sangue
e mi sʼaderge agli occhi fino al cielo.
Luci bianche, nei viali di vertigine,
si snodano lontano e senza un suono,
senza un essere vivo.
Io sono solo in mezzo allʼuniverso
di tutte queste luci.
Da ogni parte mi sʼaprono nei viali
le polveri azzurrine.
I ricordi vilissimi
tacciono per un attimo.
Ed il cielo è abbagliato, scomparso.

Domani, sotto il suicidio del sole,
riprenderà la vita solitaria.

[1ro de febrero de 1929]

Esta ciudad me ha vencido, como un mar.

No es ya el cielo aquel vacío lejano
que aparece entre las casas,
sino el peso de la piedra que sobresale.
Las calles negras o llenas de fragor,
en las cuales la multitud es fuerza que sumerge,
se abren como abismos.
Yo nunca comprenderé
que sea esta torsión de cada espíritu,
este cansancio loco,
que cada día vuelve sobre mis pasos
al aparecer de las casas enormes
y al rugido confuso, al enloquecer
de hombres y de luces en la noche.
Jamás lo entenderé,
si no sea tal vez el vano anhelo
de sentirme en el pecho
la misma fuerza sólida e irresistible.
Si esto es el deseo
solo me he roto,
he combatido sólo para doblarme
sobre el cuerpo destruido.

Y sobre mi derrota
contemplo salir un gran combate,
dos fuerzas sobrehumanas.
Por las otras calles, a la hora del crepúsculo
desde el cielo inflamado,
un viento que desciende sobre las luces
ya encendidas, y las atormenta y transfigura
con los cristales, con las piedras.
Como ráfagas en mar, sobre una roca. 

[1° febbraio 1929]

Questa città mi ha vinto, come un mare.

Non è piú il cielo quel vuoto lontano
che appare tra le case,
ma il peso della pietra che strapiomba.
Le strade nere o piene di fragore,
dove la folla è forza che sommerge,
si aprono come abissi.
Io mai comprenderò
che sia questa torsione dʼogni spirito,
questa fatica folle,
che ogni giorno riprende sui miei passi
allʼapparire delle case enormi
e al ruggito confuso, allʼimpazzire
di uomini e di luci nella notte.
Mai lo comprenderò,
se non forse sia il vano struggimento
di sentirmi nel petto
la stessa forza salda e irresistibile.
Se questo è il desiderio
mi son soltanto infranto,
ho combattuto solo per piegarmi
sopra il corpo distrutto.

E sulla mia sconfitta
contemplo uscire un gran combattimento,
due forze sovrumane.
Per le altre strade, allʼora del crepuscolo
giú dal cielo infiammato,
un vento che discende sulle luci
già accese, e le tormenta e trasfigura
coi vetri, colle pietre.
Come raffiche in mare, su uno scoglio.

[28 de abril de 1929]

Solo, de saxofón—

Estruendosa en la avenida
de repente la orquesta se apaga.
Sobre la orquesta en silencio,
canta fuerte un saxofón ronco.

Al fin la multitud se detiene.
Las casas indiferentes
gravitan alrededor del cielo.

Vibra la voz bárbara.

Así mi vida
se ha despedazado en tierra como un vidrio.
El cansancio que antes la regía
ha desaparecido en el vórtice del sonido.
Queda el alma inútil.
Y las notas se aferran más agudas
en el aire, retorciéndose.

Es mi misma voz
que resuena esta noche.
En el alma perdida
canta alto, altísimo la soledad
una canción borracha de la vida.
El cansancio me abandona,
no vivo más que por un instante al grito
modulado, exultante.
Toda mi alma
se estremece y tiembla y se abandona
al saxofón ronco.
Es una mujer a merced
de un amante, una hoja
dentro del viento, un milagro,
una música también ella.

Rápido, demasiado rápido el instante.
La voz sobrehumana,
bárbara de dulzura solitaria,
que, al levantarme la cabeza,
como un amigo, enloquecía de alegría,
ha desaparecido en el remolino del ruido.
De cada parte estallan los estruendos
brotando en las luces.

Yo regreso a caminar solitario
y casi me abandono.
Desde el cielo pesan las casas enormes.
Y los pasantes me miran, con ojos
como ventanas vacías.

 [28 aprile 1929]

A solo, di saxofono –

Fragorosa sul viale
ecco a un tratto lʼorchestra si spegne.
Sullʼorchestra in sordina,
canta spiegato un saxofono rauco.

Fin la folla si arresta.
Le case indifferenti
gràvano il cielo intorno.

Vibra la voce barbara.

Ecco che la mia vita
sʼè frantumata a terra come un vetro.
La stanchezza che prima la reggeva
è scomparsa nel vortice del suono.
Resta lʼanima inutile.
E le note si afferrano piú acute
nellʼaria, contorcendosi.

È la mia voce stessa
che echeggia questa notte.
Nellʼanima smarrita
canta alto, altissimo la solitudine
una canzone ubriaca della vita.
La stanchezza fuggita,
non vivo per un attimo che allʼurlo
modulato, esultante.
Tutta lʼanima mia
rabbrividisce e trema e sʼabbandona
al saxofono rauco.
È una donna in balía
di un amante, una foglia
dentro il vento, un miracolo,
una musica anchʼessa.

Rapido, troppo rapido lʼistante.
La voce sovrumana,
barbara di dolcezza solitaria,
che, a sollevarmi il capo,
come un amico, impazziva di gioia,
è scomparsa nel gorgo del frastuono.
Da ogni parte riscoppiano i fragori
sprizzando nelle luci.

Io torno a camminare solitario
e quasi mʼabbandono.
Dal cielo pèsano le case enormi.
E i passanti mi guardano, con occhi
come vuote finestre.

[26 de mayo-5 de junio de 1929]

Jazz melancólico–

El jardín profundo, en la plaza,
de sombra y frescura.
En la noche, las casas
que se pierden enormes en la oscuridad,
muestran entre las masas alguna luz.
Un desierto miedoso en el fondo del cielo,
remoto, entre las estrellas.
La gran fiebre espléndida
se amortigua llegando en esta oscuridad.
Aquí es silencio,
la alta inmovilidad de un cementerio.

Los ruidos y las luces
llegan desde lejos,
más allá de estas plantas.
Dentro de la sombra
brotan luces vivas,
aúllan frenéticos
en el abandono triste
los sonidos más alegres.
Llegan sofocados
a morir en la oscuridad sin fondo,
como suicidas pálidos
locos todavía de amor por la vida.

Escuchar en el corazón
las pasiones remotas,
escucharlas ascender en la noche
sobre el perfume húmedo de la tierra.
Una vegetación desconocida
de deseo, encerrada en este cielo
de oscuridad y de silencio.
Un florecer de fuego en la oscuridad,
como aquella luz roja
que sangra entre los árboles.

[26 maggio – 5 giugno 1929]

Jazz melanconico–

Il giardino profondo, sulla piazza,
di oscurità e freschezza.
Nella notte, le case
che si perdono enormi nel buio,
mostrano tra le masse qualche luce.
Un deserto pauroso in fondo al cielo,
remoto, tra le stelle.
La grande febbre splendida
sʼattutisce giungendo in questo buio.
Qui è silenzio,
lʼalta immobilità di un cimitero.

I rumori e le luci
giungono di lontano,
di là da queste piante.
Dentro lʼoscurità
sgorgano luci vive,
ululano frenetici
nellʼabbandono triste
i suoni piú gioiosi.
Giungono soffocati
a morire nel buio senza fondo,
come suicidi pallidi
folli ancora di amore per la vita.

Ascoltare nel cuore
le passioni remote,
ascoltarle salire nella notte
sul profumo umidiccio della terra.
Una vegetazione sconosciuta
di desiderio, chiusa in questo cielo
di buio e di silenzio.
Uno sboccio di fuoco dentro il buio,
come quel lume rosso
che sànguina tra gli alberi.


Notas:

[1]“Mañana, bajo el suicidio del sol, / recomenzará la vida solitaria” (“Luces mudas enjoyan la noche”).

[2] “Un poeta ha pasado / a través del océano relampagueante / de la atmósfera de piedra y de acero / de la ciudad nocturna” (“Un poeta ha pasado”).

[3] “Esta ciudad me ha vencido, como un mar” (“Esta ciudad me ha vencido, como un mar”).

[4] Giorgio Rimondi, en La scrittura sincopata: jazz e letteratura nel Novecento italiano (1999), analiza la relación epistolar entre Pavese y Chiuminatto, y la importancia que tuvo para ellos en tanto artistas.

* Revisión y corrección: Andreana Bò. Traducción realizada a partir de la edición Cesare Pavese. Le poesie (Giulio Einaudi, Torino, 2014), a cargo de Mariarosa Masoero.

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