Documental de Orlando Jiménez Leal sobre el Caso Ochoa se presentará en el teatro Koubek Center de Miami

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Cartel de 8A. Foto: Miami Film Festival.
Cartel de 8A. Foto: Miami Film Festival.

El documental 8A (1993), del director Orlando Jiménez Leal, se exhibirá en el teatro Koubek Center del Miami Dade College el jueves 29 de febrero de 2024. Esta suerte de presentación especial del filme es una propuesta del proyecto Serie de Cine Cubano, una iniciativa fundada y dirigida por el crítico Alejandro Ríos, y auspiciada por el Festival de Cine de Miami, cuya edición de 2024 se celebrará del 5 al 14 de abril próximo. Una vez concluya este evento, la Serie de Cine Cubano retomará sus actividades con nuevas propuestas.

8A es una revisión de la Causa 1/89, mejor conocida como Caso Ochoa: el proceso de enjuiciamiento y la consiguiente condena a pena de muerte de Arnaldo Ochoa Sánchez, general de división de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Héroe de la República de Cuba (condecorado por el propio Fidel Castro); además de a otras tres importantes figuras de las más altas instancias de la dirección del país: Jorge Martínez, Antonio De la Guardia y Amado Padrón Trujillo.

Ese oscuro pasaje del castrismo, todavía cubierto por una tupida red de misterio, es reconstruido por Jiménez Leal a través del archivo televisivo de la transmisión pública del juicio, divulgado sólo tras una celosa edición del material grabado. Si bien esas imágenes (re)articuladas por el realizador no desentrañan la trama detrás de la sombría jugada, sí resultan un vívido documento para comprender la naturaleza política del régimen instaurado en 1959.

El Tribunal Militar Especial que emprendió el juicio dictó sentencia un jueves 13 de julio de 1989. Además de condenar a fusilamiento a los acusados mencionados, sancionó con largos años de privación de libertad a otro grupo de implicados, varios de ellos presentes en las imágenes compiladas por Jiménez Leal. Ochoa, quien era miembro del Comité Central del PCC y máximo dirigente de las tropas militares cubanas en Angola, fue arrestado un mes antes y sometido primero a un Tribunal de Honor, acusado de mantener negocios con el narcotraficante Pablo Escobar. Como al resto de sus cómplices, se le condenó por participar en operaciones de tráfico de droga y por cometer “actos hostiles contra un Estado extranjero”.

Se especula, sin que haya pruebas firmes a favor o en contra, que estos eventos fueron, en realidad, un chivo expiatorio para limpiar las figuras de Fidel y Raúl Castro, presuntamente también implicados en las operaciones de tráfico de droga, una estrategia del régimen para evitar una inminente desacreditación política del proceso revolucionario, e incluso un ardid de los Castros para erradicar a Ochoa, una autoridad militar que parecía comenzar a hacerles sobra.

Una de las particularidades del filme de Jiménez Leal es que alterna los videos de archivo con dramatizaciones de una fiesta celebrada en casa de Diocles Torralba (focalizada desde los testimonios de un agente de la Seguridad del Estado), donde se conspiró contra los hermanos Castros. Estas escenificaciones, junto a los reportajes públicos en que las personas opinan sobre la justeza de la sentencia (emitidos entonces por la televisión), así como los registros del discurso de Raúl Castro y de la reunión de los miembros del Consejo de Estado, entregan una estampa compleja del grotesco espectáculo generado y del nefasto accionar del poder cubano.

Las grabaciones compiladas por Jiménez Leal evidencian una acentuada teatralidad. Sobre todo, en la figura del fiscal, el general de brigada Juan Escalona Reguera, quien bajo la exaltación y la retórica características de la oratoria triunfalista revolucionaria, empujaba a los acusados a desgranar sus parlamentos de autoinculpación. El carácter de puesta en escena de ese juicio televisado se advierte en la exclusión de toda evidencia que pruebe los sucesos, en la inexistencia de testigos o en la falta de abogados de defensa (sólo aparecen al concluir las declaraciones para aceptar cómplices la condena). Bastó la confesión de los acusados para inculparlos, en la que reconocen su culpa bajo un discurso moral que no hace más que acentuar exageradamente la bajeza de cada uno de ellos “al dañar la imagen de la Revolución” y, sobre todo, “al traicionar a Fidel Castro”.

Además de 8A, Jiménez Leal es autor de otras importantes obras cinematográficas: PM (1961), el significativo documental que protagonizó el primer caso de censura en el cine posrevolucionario; Conducta impropia (1984, codir. Néstor Almendros), documental clave para explorar el devenir del régimen, consagrado a registrar la represión contra los homosexuales en la isla; y El Súper (1978, codir. León Ichaso), un clásico de la diáspora que representa todavía hoy con elocuencia la complejidad del exilio desencadenado por el triunfo del 59.

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Esta presentación en el Koubek Center resulta oportuna para volver sobre el Caso Ochoa y también para insertar el filme en la trama memorística que teje hoy ese cine cubano que se interesa en repasar funestos capítulos de la Revolución como el éxodo del Mariel, el caso Padilla, la parametración, la participación en la Guerra de Angola, entre otros. Una vez concluida la proyección de la película, Jiménez Leal conversará con el público presente.

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