Exposición recuerda el trabajo de tres antropólogas afroamericanas revolucionarias

Los archivos de tres afroamericanas pioneras en el campo de la antropología en Estados Unidos, junto a su trabajo artístico, se exponen en el Museo Quai du Branly-Jacques Chirac de París, desde este 6 de febrero hasta el 12 de mayo. La exhibición, bajo el nombre Déborder l’anthropologie (Más allá de la antropología), intenta mostrar cómo estas tres figuras (poco conocidas en Francia), “con sus procesos audaces e innovadores” fueron capaces de adoptar “una postura diferente a la de los antropólogos blancos y escribir así una historia divergente de la disciplina”, informa el museo parisino.

Zora Neale Hurston (1891-1960), Eslanda Goode Robeson (1895-1965) y Katherine Dunham (1909-2006) son las protagonistas de este viaje estimulante al siglo XX. La exposición establece un paralelismo entre los archivos de campo de estas tres intelectuales y sus producciones artísticas y políticas.

Recogidas en África Oriental, el sudeste de Estados Unidos y el Caribe, las fotos y películas que reúne la muestra dan testimonio de la visión única que tenían de su época. “La forma en que transformaron estos materiales antropológicos en obras artísticas y políticas las convirtió en figuras de primer orden en la lucha contra el colonialismo y el racismo y en la defensa de los derechos de la mujer en el siglo XX”, señala el museo.

Zora Neale Hurston fue parte de un grupo de mujeres antropólogas que rebatió científicamente en Estados Unidos las tesis eugenésicas que defendían la superioridad del hombre blanco y heterosexual durante la primera mitad del siglo XX. Fue una mujer negra de Florida a la que le tocó vivir el punto álgido del racismo estadounidense. Su lugar marginal en el mundo la llevó a ser pionera en la propuesta del relativismo cultural, una corriente antropológica que rechaza el concepto de raza como parámetro para entender a una comunidad. Neale Hurston viajó al Círculo Polar Ártico, a las reservas americanas, al Caribe, a la Polinesia o a Japón con el fin de registrar perspectivas radicalmente diferentes sobre las relaciones entre hombres y mujeres, el amor o la familia.

Eslanda Cardozo Goode tuvo una carrera variada. Fue la primera mujer negra contratada en el Hospital Presbiteriano de Nueva York en el departamento de patología quirúrgica, como química históloga. Se casó con Paul Robeson, actor, cantante y activista de fama mundial, cuya biografía escribió en 1930. Se unió a él cambiando de carrera para ser su representante y trabajaron juntos en varios proyectos cinematográficos independientes. En la década de 1930 se trasladaron a Londres, donde sus vidas profesionales florecieron.

En el mundo del cine, además, fue una de las actrices protagónicas de Borderline, un filme de vanguardia filmado en Suiza que abordaba el tema de una relación amorosa birracial entre un hombre blanco y una mujer negra. Este filme ha sido considerado audaz y pionero por la forma en que trata no sólo las tensiones raciales, sino también la heterosexualidad y la homosexualidad.

En los años treinta, estudió en la Escuela de Economía de Londres (LSE), donde desarrolló su interés por África. African Journey (Viaje africano) es uno de sus principales trabajos antropológicos en el que abogaba por la independencia de África. En 1945 se doctoró en Antropología por la Escuela del Seminario de Hartford y continuó su oposición a la injusticia colonial. En Estados Unidos, tuvo problemas legales (su pasaporte fue confiscado por ocho años) por afirmar en Naciones Unidas que “los linchamientos y otras formas de agresión contra la vida y el sustento de los afroamericanos entre 1945 y 1951, especialmente los ataques frenéticos contra los veteranos negros estadounidenses que regresaban, equivalían a un genocidio”.

Katherine Dunham fue bailarina, coreógrafa y profesora de danza. Estudió Antropología y fue activista de los derechos civiles de los negros. Nació en Chicago en 1912 y en esa ciudad fue una de las primeras mujeres en estudiar Antropología en su universidad pública, donde realizó una sólida tesis sobre las danzas de Haití que aún hoy es referencia.

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Su frase “Black is beautiful” fue y es estandarte de muchos. El primer musical de su autoría en Broadway fue Cabin in the sky (1940) y ya en 1942 comenzó a participar en filmes de Hollywood como Rhytm, un clásico del género.

Como una de las pioneras y fundadoras del ballet afronorteamericano, su escuela se difundió por toda Norteamérica en universidades y centros tanto profesionales como amateurs. Entre sus alumnos estuvieron Marlon Brando, Harry Belafonte y James Dean, interesados por “la técnica Dunham”, que tenía como principio dejar salir y expandir emociones relacionados con el dolor, la muerte y la vida.

Entre 1940 y 1960, la compañía de bailes de Katherine Dunham viajó por más de sesenta países en los seis continentes, siempre llevando como bandera de lucha la igualdad y el no olvido. El estilo que defendía la compañía, cercano a las tradiciones y voces creole, reivindicaba la tradición de la cuenca del río Misisipi.

Entre la década de los veinte y los cuarenta, la idea de que la humanidad no dependía del color de la piel o de los hábitos o de la identidad sexual no se consideraba científica, como hoy, era más bien una proposición revolucionaria que estas tres mujeres supieron defender.

“Estas grandes figuras de la historia cultural afroamericana, aún relativamente desconocidas en Francia, se formaron en antropología moderna en una época en la que la segregación estaba aún muy viva en Estados Unidos. Eludiendo los límites de una disciplina que había sido creada por y para los blancos, la utilizaron para alimentar una profusión de prácticas: escritura, canto, danza y activismo político, a menudo todo al mismo tiempo”, dice una reseña de la exposición aparecida en el diario francés La Libération.