‘Soy Cuba’, la epopeya fílmica dirigida por Mikhail Kalatozov en la isla, ingresa a The Criterion Collection

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Fotograma de ‘Soy Cuba’.
Fotograma de ‘Soy Cuba’.

The Criterion Collection anunció recientemente que Soy Cuba (Mikhail Kalatozov, 1964), la “extraordinariamente ambiciosa” coproducción entre “las industrias fílmicas de Cuba y la Unión Soviética”, será incorporada a su catálogo. Consagrada a la restauración/distribución de obras claves del cine clásico y contemporáneo, la popular empresa calificó este filme como “un hito del cine político” y “una de las películas visualmente más deslumbrantes jamás realizadas”.

El filme saldrá a la venta el próximo 23 de abril, en un paquete que incluirá, junto a la versión restaurada, un conjunto de materiales adicionales que dan cuenta del viaje atravesado por Soy Cuba, una película que fue del olvido a la celebración y de ser una producción fallida a convertirse en obra de culto. Entre esos materiales se encuentran el documental Soy Cuba. El mamut siberiano, dirigido por el brasileño Vicente Ferraz en 2004. Este repasa la historia de la producción y recoge testimonios de varios de los protagonistas sobre la experiencia; entre otros, Sergio Corrieri y Salvador Wood (actores de la película), Alexander Calzatti (asistente de cámara), Enrique Pineda Barnet (uno de sus guionistas), Carlos Fariñas (responsable de la música) y Alfredo Guevara. El paquete también incluye un ensayo del historiador y crítico del cine cubano Juan Antonio García Borrero y una entrevista de 2003 ofrecida por Martin Scorsese a propósito de la película.

Para realizar Soy Cuba no se escatimaron esfuerzos. Fue rodada en el momento más efervescente del romance entre la Revolución cubana y la izquierda internacional. Kalatozov, su director, emprendió el proyecto en la cúspide de su carrera; pocos años atrás, en 1958, su filme Cuando pasan las cigüeñas obtuvo el máximo reconocimiento, la prestigiosa Palma de Oro, en el Festival Internacional de Cine de Cannes. Mientras que Mosfilm, el estudio cinematográfico responsable del filme junto al entonces recién creado ICAIC, cargaba a sus espaldas obras tan importantes como El acorazado Potemkin (Serguéi Eisenstein, 1925) o La infancia de Iván (Andréi Tarkovski, 1962).

Sin embargo, el descomunal empeño creativo, pensado como “un poema épico” capaz de cantar la epopeya revolucionaria cubana, fue un rotundo fracaso, tanto en Cuba como en la URSS, y se condenó la obra a un absoluto olvido. Catorce desproporcionados meses de producción (insólito incluso hoy) derivaron en escasos días en pantalla. Para realizar la película se movilizaron más de cinco mil extras y se trajo a Cuba tecnología fílmica del ejército soviético. De cualquier modo, tanto la crítica como el público cubano consideró Soy Cuba una obra mediocre, mientras en Moscú se juzgó inoportuna (durante el tiempo de su producción, el gobierno había transitado de Nikita Jruschov a Leonid Brejnev).

Pasadas tres décadas de su realización, a principios de la década del 90, Soy Cuba fue redescubierta paradójicamente en Hollywood. Se exhibió en festivales internacionales (en 2003 tuvo una suerte de estreno en Cannes). Intelectuales como Guillermo Cabrera Infante llamaron la atención sobre ella y Martin Scorsese y Francis Ford Coppola la calificaron como una empresa colosal y una genuina obra maestra. El director de Taxi Driver dijo incluso que, de haber visto antes Soy Cuba, habría sido un director diferente.

Del equipo de trabajo, además de Kalatozov, se debe destacar la labor del director de fotografía Sergei Urusevsky, quizás el responsable principal del interés que hoy despierta la película. La fotografía es el rubro más arriesgado y vanguardista de Soy Cuba, secundada por una extraordinaria puesta en escena y un criterio de montaje que remeda la tradición soviética radicalizada por Eisenstein. El relato sigue pareciendo desafortunado y la narración en off que articula el argumento (una personificación de Cuba en voz de Raquel Revuelta) resulta prefabricada y kitsch. Sin embargo, el trabajo de cámara, la planificación visual y el criterio de composición no dejan de crecer con el tiempo.

Las soluciones técnicas ensayadas en el plano visual arrojaron impresionantes cualidades estéticas. Los extensos planos secuencias, que orgánicamente coreografiados transitan de vistas aéreas a primeros planos entre multitudes de personas; el manejo de la iluminación; la plasticidad expresionista en escenas como la quema del cañaveral, la huelga universitaria o la lucha en las montañas; los desplazamientos dinámicos de la cámara en mano con encuadres insólitos durante las escenas en el hotel Capri o el bombardeo en la Sierra Maestra, sostienen el aliento épico de la película y el interés con que se consume en el presente.

Por otra parte, Soy Cuba es una obra de vocación propagandística, política y militante. Escrita por el realizador cubano Enrique Pineda Barnet y el poeta ruso Yevgeny Yevtushenko, la historia del filme “captura la vida cubana al borde de la transformación” en 1959, anota The Criterion Collection. En cuatro viñetas, se registran las desigualdades clasistas existentes en la isla y las luchas contra Batista. Desde un marcado carácter didáctico, que busca legitimar simbólicamente la nueva Hsitoria, el primer capítulo contrasta la urbe habanera de casinos y prostitución con la periferia pobre y marginal; el segundo mira la situación del campesinado y su explotación por compañías como United Fruit Company; el tercero retrata las luchas clandestinas de los universitarios contra la policía batistiana y el último se acerca a un campesino que ingresa a un foco guerrillero en la Sierra Maestra.

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Con su lanzamiento ahora por The Criterion Collection, Soy Cuba será vista definitivamente por un público más amplio y diverso. Los espectadores podrán revisar este archivo del socialismo real rescatado en términos estéticos, símbolo del entusiasmo internacional que despertó la Revolución. Esta es la tercera obra cubana que The Criterion Collection suma a su catálogo, tras Memorias del subdesarrollo (Gutiérrez Alea, 1968) y Lucía (Solás, 1968), y la decimosexta rusa, grupo donde se encuentran otras dos del famoso Kalatozov, Cuando pasan las cigüeñas y La carta que no se envió (1958).

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ÁNGEL PÉREZ
Ángel Pérez (Holguín, Cuba, 1991). Crítico y ensayista. Compiló y prologó, en coautoría con Javier L. Mora y Jamila Media Ríos, las antologías Long Playing Poetry. Cuba: Generación Años Cero (Casa Vacía, 2017) y Pasaporte. Cuba: poesía de los Años Cero (Editorial Catafixia, 2019). Tiene publicado el libro de ensayos Las malas palabras. Acercamientos a la poesía cubana de los Años Cero (Casa Vacía, 2020). En 2019 fue ganador del Premio Internacional de Ensayo de la revista Temas, en el apartado de Estudios de Arte y Literatura. Textos suyos aparecen en diversas publicaciones de Cuba y el extranjero. Vive en La Habana.

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