Dirigida por José Lezama Lima, Guy Pérez Cisneros y Mariano Rodríguez, la revista Espuela de Plata se publicó en La Habana entre 1939 y 1941. Sucesora de Verbum (1937), es la segunda de las llamadas “revistas origenistas”, un grupo de publicaciones vinculado a los escritores y poetas que confluyen en Orígenes (1944-1956), y en el que también se incluyen Nadie Parecía (1942-1944), Clavileño y Poeta (ambas publicadas entre 1942 y 1943).

En sus tres años de vida Espuela de Plata alcanzó a completar seis entregas, dos de ellas presentadas como “doble”. Con el paso de la primera a la segunda, no sólo dejó de notificar sus apariciones con números para empezar a hacerlo con las letras del alfabeto, sino que también añadió un subtítulo: “Cuaderno Bimestral de Arte y Poesía”.

El testimonio de Mariano Rodríguez sobre su fundación desmiente la idea de que fue Lezama Lima su único promotor.[1] Uno ansiaba, junto a René Portocarrero, hacer una revista dedicada a las artes plásticas, y el otro, que antes había animado y firmado de secretario en Verbum, la quería de poesía. Con Guy Pérez de Cisneros se unieron los dineros antes que los esfuerzos y se lanzó una publicación que acogió las apetencias del poeta y los pintores, pero también el ensayo, la crítica, notas de homenaje, traducciones; todo inédito y por encargo.

El grupo de consejeros del número inicial explica de algún modo esa diversidad. Junto a Jorge Arche, Portocarrero y el escultor Alfredo Lozano, figuran el músico José Ardévol y los poetas Gastón Baquero, Justo Rodríguez Santos y Cintio Vitier (quien por entonces firmaba Cynthio Vitier). Posteriormente, también aparecen Amelia Peláez, Eugenio Florit, Virgilio Piñera, el Pbro. Ángel Gaztelu, y el exiliado español Manuel Altolaguirre, quien ofrece su imprenta La Verónica para imprimir los ejemplares fechados en 1940.

Es Espuela de Plata el espacio para las viñetas y retratos de una nueva generación de la pintura en Cuba, lo que la convirtió, a juicio de Roberto Méndez, en “una de las revistas más hermosas de la tradición cubana, heredera del linaje de La Habana Elegante y El Fígaro”.[2] Acompañaban las obras y los artistas, las críticas de arte de Guy Pérez Cisneros, en textos antológicos como “Sexo, símbolo y paisaje (a propósito de Mariano)”, “Enlaces de líneas en Portocarrero”, los fragmentos de su conferencia “La pintura de Cézanne”, y las traducciones que acercaban la estética y la filosofía con sendas joyas de Gaston Bachelard y Crisipo de Solos.

Pero ante todo, es el momento en que, por primera vez después del “Coloquio con Juan Ramón Jiménez” (1938), Lezama transparenta su programática teleología del estado poético insular que se manifiesta a plenitud en los años de Orígenes (1944-1956). Bajo la ordenanza de convertir “el majá en sierpe, o al menos en serpiente”,[3] Espuela de Plata recogerá el celebérrimo poema lezamiano “Noche insular: jardines invisibles” y el ensayo poético “Doctrinal de la anémona”, también el “Carmen de Pascua” de un apólogo cristiano del siglo III, Lucio Cecilio Firmiano Lactancio, en traducción del padre Gaztelu, y varios de sus poemas, varios de Baquero, de Vitier, de Rodríguez Santos, de Florit, de Mariano Brull, de Piñera –quien también aquí publica su ensayo comparativo entre Lezama y Ballagas “Dos poetas, dos poemas, dos modos de poesía”–. Asimismo, tendrá presencia la narrativa en manos del propio Lezama, del periodista y novelista Enrique Labrador Ruiz, de Arístides Fernández y de Ramón Guirao. Con las traducciones, no escasas para el modesto número de páginas y la corta vida de la revista, se muestra en parte esa reconocible ambición origenista por acercarse a la poesía desde la gnosis y los modos para hallar en ciertas formas de otros lenguajes, de otras lenguas (hay poemas en francés de Brull e Yvan Goll), “la indistinción en el Cosmos”: además del carmen latino, Baquero versiona “Los hombres huecos”, de Eliot; Lezama, la “Plegaria al desconocido”, de Jules Supervielle; Vitier y Eliseo Diego (este en su única aparición) “El trompetero místico”, de Whitman; y el tercer capítulo del Ulysses, de Joyce, se verá en dos partes.

La amistad que trabara Lezama con Juan Ramón Jiménez y otros exiliados republicanos durante el paso de muchos por La Habana había abierto las puertas a la literatura española de las publicaciones origenistas. El propio Juan Ramón, homenajeado en el tercer número, había considerado Espuela de Plata “la mejor revista de poesía de cuantas recib[e]”, y Pedro Salinas la asocia a “plenas realizaciones, orientaciones certeras, aspiraciones felices”. Ambos envían poemas, notas, y asisten a la órbita que también atrae a Jorge Guillén, Luis Cernuda, Concha Méndez, Xosé Rubia Barcia, María Zambrano, José Ferrater Mora y el mencionado Manuel Altolaguirre.

Como algo cuando menos extraño en “la aventura origenista”, críticos como Jesús J. Barquet realzan la concurrencia de José Ardévol (además consejero) y Ramón Guirao en la nómina de colaboradores.[4] A ellos se debe la inserción, en medio del simbolismo poético de la ensoñada nación origenista, del tema negro y la tradición popular tan de moda en los años de la vanguardia y de poca estima para el grupo.

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En el número H, de agosto de 1941, los síntomas de algún conflicto se hacen evidentes. El Pbro. Ángel Gaztelu cuenta en la columna de los directores y el conjunto de los consejeros ha menguado a la mitad con respecto a la última salida. En una carta a Juan Ramón Jiménez al año siguiente, Lezama se lamenta de su cierre a la vez que presentaba el nacimiento del remplazo: “Espuela de Plata, no pudo seguir publicándose. Se hacía con esfuerzos increíbles, pero sin eco, y después de seis números, el cansancio y la impasibilidad nos apretaban terriblemente”.[5] La crítica ha apelado a las desavenencias entre Piñera y Gastón Baquero, casi siempre a la luz de la emergencia de Poeta y Clavileño que coexisten en el tiempo, como una posible causa del fin. Algunos alegan, siguiendo a Cintio Vitier,[6] que la inclinación abiertamente católica que tomaba la revista molestaba tanto al autor de “La isla en peso” que terminó discutiendo además con Guy Pérez Cisneros. Este será el primer cisma al interior del grupo, cuando aún no se sabían origenistas.

Roberto Rodríguez Reyes


Notas:

[1] Mariano Rodríguez: “Un gallo color ladrillo para José Lezama Lima”, en Carlos Espinosa, Cercanía de Lezama, La Habana, Letras Cubanas, 1986, p. 41.

[2] Roberto Méndez Martínez: “La dimensión plástica de Espuela de Plata”, Librínsula, Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, n. 245, agosto, 2009.

[3] “Razón que sea”, Espuela de Plata, n. A, agosto-septiembre, 1939, p. 1.

[4] Cfr. Jesús José Barquet: “Ardévol y el negrismo”, El grupo Orígenes y la eticidad cubana. Recuento de un proceso, tesis doctoral, Tulane University, 1990, pp. 104-109.

[5] José Lezama Lima: “Carta de José Lezama Lima a Juan Ramón Jiménez, septiembre de 1942”, Como las cartas no llegan…, int., sel. y notas de Ciro Bianchi Ross, Ediciones Unión, La Habana, 2000, p. 40.

[6] Amauri Gutiérrez Coto: “Unas palabras sobre Espuela de Plata”, Librínsula, Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, n. 245, agosto, 2009.

1939

1940

1941

Espuela de Plata, n. A, agosto – septiembre, 1939

Espuela de Plata, n. B, octubre – noviembre, 1939

Espuela de Plata, nos. C y D, diciembre 1939 – marzo, 1940

Espuela de Plata, nos. E y F, abril – julio, 1940

Espuela de Plata, n. G, febrero, 1941

Espuela de Plata, n. H, agosto, 1941

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