Festival de San Sebastián dedicará una retrospectiva al vanguardista Hiroshi Teshigahara

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Hiroshi Teshigahara. Foto: Asiateca.
Hiroshi Teshigahara. Foto: Asiateca.

Uno de los principales renovadores del cine japonés durante los años sesenta del pasado siglo, el realizador Hiroshi Teshigahara (1927-2001) es, probablemente, un desconocido entre el gran público en Occidente. En el momento de su aparición, las películas de este singular autor tuvieron muy poca repercusión mediática; quizás el más conocidos de sus filmes es el extraordinario La mujer de la arena (1964), merecedor del Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes y nominado a los Premios Oscar en las categorías de Mejor Dirección y Mejor Película Internacional.

Aunque no impactó en occidente como otros directores de la Nueva Ola Japonesa, Teshigahara fraguó algunas de las obras cinematográficas más experimentales, arriesgadas y francamente rupturistas de esta trascendente movida creativa. Ahora, el Festival Internacional de Cine de San Sebastián dedicará la Retrospectiva de su edición número 71, que tendrá lugar del 22 al 30 de septiembre de 2023, al memorable director nipón, con el firme propósito de contribuir al reconocimiento de su relevante legado.

La filmografía íntegra de Teshigahara, conformada por una veintena de títulos, pasará por las salas del evento bajo la convicción de su valía para el enriquecimiento expresivos y el alcance cultural del arte fílmico. En calidad de homenaje también, para complementar la exhibición de las películas, se publicará el libro de entrevistas Crónicas de vanguardia. Conversaciones con Hiroshi Teshigahara, firmado por Inuhiko Yomota y traducido del japonés por Daniel Aguilar.

Nacido y fallecido en Tokio, Teshigahara estudió primero Bellas Artes y debutó a mediados de los cincuenta en el campo del corto documental. Según detalla la nota de prensa, siempre estuvo “interesado por todas las corrientes cinematográficas occidentales que habían mostrado los movimientos de resistencia durante la II Guerra Mundial, netamente el neorrealismo italiano y el cine francés de la época”.

El cineasta formó parte de una especie de club denominado Cinema 57, “en el que se proyectaban y discutían documentales que en muchas ocasiones no llegaban a verse en las salas comerciales. El manifiesto interés por el documental le influiría considerablemente al pasar a la realización de largometrajes de ficción”.

Entre la aparición de su primer corto Hokusai (1953) y su primer largo de ficción La trampa (1962) se gestan las obras fundacionales de la Nueva Ola Japonesa. “En medio de estas dos fechas ya habían realizado sus primeras películas Nagisa Oshima, Seijun Suzuki, Shohei Imamura, Susumu Hani, Yoshishige Yoshida y Masahiro Shinoda, nombres representativos de las distintas tendencias [de la “Nuberu Vagu”]. Teshigahara tuvo un papel más tangencial en este movimiento y una menor repercusión internacional […]”, se subraya. Mas el realizador de El rostro ajeno (1966), “estuvo en el centro de aquella agitación conceptual que dio un vuelco al cine japonés a través de nuevas temáticas y formas de filmar”.

Se celebra muchísimo en el trabajo de Teshigahara, su colaboración creativa con el escritor Kobo Abe, autor del libreto original de La trampa y de los guiones de La mujer de la arena, El rostro ajeno y El hombre sin mapa (1968), adaptaciones de tres novelas suyas. En la letra de este narrador se agita una exploración formal y una avidez de indagación en la realidad cultural de japón concomitantes con el imaginario artístico del director. Estas tres últimas películas –vistas como una suerte de trilogía– son el núcleo artístico de su obra: los ensayos creativos en que llevó adelante sus ideas más revolucionarias.

Artista multifacético, Teshigahara aplicó al cine esa noción wagneriana que en occidente se conoce como “obra de arte total”. Sus filmes conjugan y son una extensión de las indagaciones estéticas emprendidas por él en el dibujo, la caligrafía, el diseño de jardines y otras prácticas tradicionales de la cultura nipona. Este autor participó de las invenciones lingüísticas y contribuyó a las perspicaces meditaciones existenciales e históricas que ocuparon a los artífices de la Nueva Ola Japonesa, distinguido por una original fusión de código del cine de género y el documental, con valores estéticos y recursos expresivos propios del surrealismo y la pintura.

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En La trama, donde ya queda definido su sello, se armonizan patrones del drama, el cine negro y el western en un rejuego plástico y sonoro inusitado. Toda esa originalidad se enfoca, como suele suceder con los grandes autores, por ejemplo, en auscultar las heridas dejadas por la Guerra en el país o las relaciones entre modernidad y tradición, urbanidad y ruralidad.

Después de El hombre sin mapa, Teshigahara acomete otra película: Soldados de verano (1972). Y a partir de 1980 se concentra en dirigir la escuela Ikebana Sogetsu, de la que su padre fue fundador, mientras su trabajo fílmico pasa a un segundo plano. “Sus últimos trabajos, Rikyu (1989) y La princesa Goh (1992), fueron películas históricas”, se lee en la nota de prensa del evento. “Rodó también para la televisión y nunca descuidó su práctica documental […] Dedicó dos películas al púgil puertorriqueño José Torres, una al escultor y pintor suizo Jean Tinguely y [otra] al Tokio de 1958. Su documental más conocido es Antonio Gaudí (1984), excelente aproximación a la figura y obra del arquitecto modernista catalán”.

No es la primera vez que este festival español mira hacia la cinematografía nipona con el interés de visibilizar, en occidente, propuestas relevantes para la Historia del séptimo arte. Incluso dos filmes de Teshigahara fueron programados en convocatorias anteriores del certamen: La mujer de arena se incluyó en el ciclo “Cenizas y diamantes” en 1985 y El hombre sin mapa hizo parte de una retrospectiva consagrada al cine negro japonés en 2008. Además, se puede mencionar que, en 1998, pasó por las pantallas de Donostia toda la filmografía del director Mikio Naruse; en 2013, se rindió un merecido homenaje a Nagisa Oshima y, en 2015, se organizó una muestra del cine independiente japonés del nuevo milenio.

Este necesario examen de la producción histórica del país asiático se complementa ahora con esta retrospectiva del imprescindible Hiroshi Teshigahara, organizada gracias a la colaboración de Filmoteca Vasca, Japan Foundation y Etxepare Euskal Institutua.

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