Actriz cubana Lola Amores: premio a Mejor actuación femenina en el Festival de Málaga, España

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Lola Amores (protagonista), Alán González (director) y Claudia Calviño (productora) de ‘La mujer salvaje’. En el Festival de Cine de Málaga, España (IMAGEN festivaldemalaga.com)
Lola Amores (protagonista), Alán González (director) y Claudia Calviño (productora) de ‘La mujer salvaje’. En el Festival de Cine de Málaga, España (IMAGEN festivaldemalaga.com)

La actriz cubana Lola Amores sumó otro galardón a la lista de reconocimientos recibidos por su actuación en La mujer salvaje (Alán González, 2023), al obtener el premio a Mejor interpretación femenina en el Festival de Cine de Málaga. La ópera prima del realizador cubano competía en la sección oficial del evento español, que entregó sus galardones este viernes 8 de marzo del 2024. 

La mujer salvaje es un filme de personaje. En consecuencia, una parte considerable de su excepcionalidad recae en el trabajo de la actriz protagónica. A propósito del mismo, en alguna entrevista, Alán González dijo que Lola Amores era una intérprete inhumana. Y ahora, con motivo del premio en Málaga, la productora Claudia Calviño escribió en su cuenta de Instagram: “Lola es una actriz con un talento, inteligencia y sensibilidad extraordinarias”. Y agregó: “este premio es también por todo lo que no vemos en la pantalla, por el grandísimo esfuerzo que hizo para poder rodar la película […], enfrentándose a los juicios y a la culpa que tantas veces dispara la sociedad a las mujeres que nos esforzamos por cumplir nuestros sueños”.

Lola Amores –que es decir Yolanda– es principio y fin de la historia narrada por La mujer salvaje. El filme comienza con la cámara extasiada en el cuerpo del personaje; se desplaza al ritmo de sus sensuales movimientos, se detiene en su rostro, abre el plano para observar la situación, mas nunca abandona a la intérprete. La cámara se mantiene siempre cerca del cuerpo de la protagonista, hasta el último minuto, atenta para asir cada palabra, gesto, mirada…; empeñada en advertir sus lágrimas y sonrisas, su rabia y sensualidad… Ese criterio de filmación, pendiente siempre del personaje, da la medida del desafío (interpretativo) que enfrentó la actriz. Un desafío del que salió triunfante, en una nueva demostración de la estatura de su talento histriónico. Gracias al rigor de Lola Amores, que supo potenciar cada fibra de su herido personaje, tenemos hoy ese retrato contundente, hermoso y conmovedor de Yolanda.

El reconocimiento que el Festival de Málaga ha concedido a la actriz cubana resulta una gran oportunidad para celebrar, apreciar y valorar su trabajo en La mujer salvaje. Lola Amores encarna una madre que, tras sobrevivir a una sangrienta pelea entre su marido y su amante, sale en búsqueda de su hijo, sin saber exactamente a donde fue con su abuela. Es una mujer plena de contradicciones; cercada por el barrio marginal donde vive, arrinconada por sus instintos, presionada entre sus responsabilidades como esposa y el dictado de sus deseos, pero fortalecida por el amor maternal. Yolanda es salvaje solo por fuera; el título de la película es, en cierta medida, una trampa… Ella se mueve bajo la determinación de recuperar el cariño de su hijo; sin embargo –y aunque no se deja vencer–, es una víctima de la violencia machista, de la violencia propia de la marginalidad social, incluso un poco de sí misma.

Fotograma de 'La mujer salvaje', Alán González dir., 2023
Fotograma de ‘La mujer salvaje’, Alán González dir., 2023

Lola Amores supo advertir toda esa riqueza de matices, todas esas complejidades que se posan en la mirada y estremecen el cuerpo de Yolanda, y consiguió, además, que llegaran al espectador. Justo porque esta actriz supo manejar a golpe de inteligencia y sensibilidad (como advierte Calviño), haciendo gala de un riquísimo repertorio histriónico, las enormes demandas del fino guion de Nuri Duarte & Alán González, tenemos ahora en pantalla la humanidad desgarradora de Yolanda.

Quizás el mayor logro de Lola Amores estuvo en la intensidad y la limpieza con que deja en libertad y comunica las encontradas emociones que se apoderan de su personaje. Yolanda va, incluso en una misma escena, de la rabia al dolor, de la tristeza a la alegría, de la razón a la irracionalidad. Lola Amores hace frente a tales transiciones con espontaneidad; consigue transparentar cada sentimiento a partir de un detallado trabajo con los gestos, la mirada, la intencionalidad de los parlamentos. ¡Sorprende cómo esta actriz modula las intenciones en cada escena! El encuentro sexual con su marido, en el foso donde él se esconde, o la conversación que sostiene con su hijo en aquel parque, donde rompe a llorar presa de la rabia y el dolor, dejan ver su capacidad para llenar de sentidos lo mismo una simple mueca, que las inflexiones de su voz, cada movimiento, incluso la quietud misma del cuerpo.

Solo actrices con el talento de Lola Amores pueden responder con tanta organicidad e interiorización a un registro fílmico como el pulsado en La mujer…, que pudiera conducir al efectismo histriónico, al expresionismo vacío, a la espectacularización. Lola Amores sabe –y esa es otra de sus grandes virtudes– transmitir las tensiones éticas y psicológicas, los afectos, los miedos de su personaje a través de la imposición de su cuerpo en la pantalla, y nunca recurre para ello al énfasis o la exageración.

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Creo que la palabra que describe la interpretación de Lola Amores en la ópera prima de Alán González es, definitivamente, “intensidad”. No es fácil para ninguna actriz enfrentar en una misma historia situaciones como el encuentro sexual de Yolanda con su marido, el implosivo desencuentro entre ella y su amiga durante una fiesta escolar, las conversaciones con su hijo tanto en la casa de su prima como en el parque, los tensos diálogos con su madre, cargados de un pasado que no se conoce pero que pesa en las palabras, se perciben en las miradas…

En una entrevista para Diario de Cuba, Lola Amores habló sobre el primer momento en que se enfrentó a su personaje: “La mujer salvaje era un título que caía con un peso enorme sobre mí”, comenta. “Es un título que de cierta forma te lleva al resultado, y eso era lo que quería evitar”. Entonces, la actriz se entregó a un proceso de investigación; hasta, dice, “encontrar zonas del personaje que a mí me tocaran”. No importa si se apoya en una sonrisa (como hace hacia el final, cuando pide a su hijo que cuente sus sueños), o en un gesto de espontaneidad, casi involuntario (como hace, en el parque, cuando tira un zapato de su hijo para de inmediato ir a recogerlo), esta mujer, esta artista consigue siempre desnudar la intensa humanidad de Yolanda, quien no sabe racionalizar las emociones que se desbordan por su cuerpo como un volcán en erupción.

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ÁNGEL PÉREZ
Ángel Pérez (Holguín, Cuba, 1991). Crítico y ensayista. Compiló y prologó, en coautoría con Javier L. Mora y Jamila Media Ríos, las antologías Long Playing Poetry. Cuba: Generación Años Cero (Casa Vacía, 2017) y Pasaporte. Cuba: poesía de los Años Cero (Editorial Catafixia, 2019). Tiene publicado el libro de ensayos Las malas palabras. Acercamientos a la poesía cubana de los Años Cero (Casa Vacía, 2020). En 2019 fue ganador del Premio Internacional de Ensayo de la revista Temas, en el apartado de Estudios de Arte y Literatura. Textos suyos aparecen en diversas publicaciones de Cuba y el extranjero. Vive en La Habana.

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