Presentación

El investigador, o el simple curioso que repase las dos ediciones de las cartas de José Lezama Lima a su hermana Eloísa[1] está obligado a notar no sólo algunas penosas erratas –o incluso errores–, sino también ciertos “huecos” temporales en una correspondencia que con los años se fue volviendo cada vez más sistemática en sus fechas y recurrente en sus temas.

Tras la muerte de Eloísa Lezama Lima en Miami, el 25 de marzo de 2010, los originales de todas las cartas que de 1961 a 1976 le había enviado su hermano pasaron a los fondos de la Cuban Heritage Collection, de la University of Miami. Allí hemos encontrado estas tres cartas inéditas, es decir, no recogidas en libro. (Hay más, por cierto, y estaría bien que una nueva reedición reincorporara todas al conjunto, y lo corrigiese con cuidado: ese epistolario es una pieza clave de nuestra historia literaria.)

Para el potencial biógrafo, estas tres cartas tienen detalles interesantes, aunque no del todo novedosos: opiniones más o menos en clave sobre el devenir político cubano; pruebas de la escasez y el hambre padecidas por el escritor y su esposa desde los años sesenta (esa deprimente necesidad de escoger entre zapatos o comida, o la obsesión por las “sopas de paquetico” que enviaban sus hermanas); la tremenda desolación de Lezama tras la muerte de su madre, y que se prolongó durante años; el lento goteo de amigos y familiares que abandonaron la isla en los sesenta y setenta, chismes de conocidos y hasta una alusión del poeta a los “pecadillos nefandos” de un pariente lejano.

En mi transcripción he preferido incluir las notas mínimas.

Valga esta mínima contribución a la papelería lezamiana para recordarnos lo mucho que falta todavía para reconstruir el archivo de nuestra cultura, definitivamente marcada por el exilio.

Tres cartas inéditas de José Lezama Lima a sus hermanas

La Habana, 5 de nov[iem]bre de 1965

Adorables hermanas: Ya está el invierno en nosotros, mucha humedad y los bronquios gimiendo como los de un viejo limosnero. Ya nuestra gente ni se preocupa por la fidelidad a nuestra vieja fórmula invernal. Siguen con sus vestiditos, sus guayaberas, sus camisas de mangas cortas. Parece que el frío era recuerdo de etapas anteriores, y ahora hay una total indiferencia por las mantas y por esas heladas corrientes anteriores. Estamos todos tan problematizados que nos importa una higa el invierno. La gente con los ojos muy abiertos sigue el curso de sus insolentes preocupaciones, de tal manera que sólo nosotros, los pobres asmáticos, hablamos de nubes bajas, de lluvias o de fríos y nadie nos oye cuando respiramos como unas focas fuera del agua.

Voy a tratar de ceñirme a la preocupación de las cartas anteriores de ustedes. Dile a Rosita que todavía el escaparate de Mamá está como ella lo dejó al morir. Cuando pase más tiempo y yo me considere más fuerte para ese terrible menester, veré si en el escaparate, en alguna de las gavetas, aparecen esos retratos. Deben de aparecer, pues Mamá guardaba todas esas cosas como tesoros, ella soñaba con devolvérselos a ustedes cuando se verificase el regreso. Su escaparate, su cuarto, todas sus cosas, están como el día desdichado en que partimos para la clínica para verla morir día a día.

- Anuncio -Maestría Anfibia

Cada vez que recibimos carta de Uds. llamamos a la sobrina de Q. M., pero cuesta un trabajo inmenso pillarla en su casa, parece que trabaja, lo cierto es que es punto menos que imposible hablar con ella.

Eloy[,] les he mandado los siguientes libros. Para los hijos de Ernesto, La edad de oro. Para Orlandito: Platero y yo, Los tres mosqueteros (una edición muy bonita), Cuentos de Andersen, Las aventuras de [la] Kon-Tiqui (sic). Y para ti[,] Eloy, el teatro de Giraudoux.[2] Tan pronto los recibas, escríbeme, para estar contento y tranquilo.

Próximamente te enviaré las Poesías de Antonio Machado, y otro tomo con sus Prosas. Creo que es un autor que te gusta.

Eloy, en relación con lo que me dices en tu última carta, qué preferimos, zapatos o comestibles, te diré que zapatos tanto M.[aría] L.[uisa] como yo tenemos suficientes por ahora. Sin embargo, comida cada día hace más falta. Quisiera que me mandaras bastantes sopas de paquete y queso, pues las demás cosas, como Neskafe [sic], como no se pueden enviar en una lata, se empegostan y se vuelven inútiles. También frijoles negros. Pero lo que más queremos, perdona que me repita, es sopas, de tomate, de pollo, de res, o de lo que sea pues nos remediamos mucho con ellas por la noche, es casi nuestra comida. Y hoy no es posible hacer sopas, pues las sustancias para caldos están muy racionadas.

Me gusta recibir todas las semanas carta de uds. En la última carta tuya recibí el retrato de uds y Orlandito, pero de eso ya les hablé en mi última carta. Adiós,

J.

*  *  *

La Habana, 14 agosto 1970

Queridísimas hermanas: Como tengo noticias, lo más certeras posibles, de que las dos hacen su etapa borinqueña, hacia allí va mi carta como una flecha. A esas preguntas habituales de cómo estamos te diré que rodeados de tanta desolación, hambre, incertidumbre e inquietud, llegamos por comparación a sentirnos disminuidos en nuestra propia angustia pues por todas partes nuestro dolor y nuestra angustia están rebasados.

Ya les mandé dos ejemplares para mis dos hermanas de mi libro La cantidad hechizada. Supongo que ya los habrás recibido pues a distintas personas que se los han enviado en Estados Unidos ya saborean sus páginas. Ya se han terminado de hacer las traducciones de Paradiso al francés y al italiano, así yo creo que antes de fines de año estarán en librerías.

Conocí a la nueva esposa de Cortázar. Se llama Ugné Karbelis (sic). Es lituana, muy fría, habla muy bien el español. Aproveché para mandarle La cantidad hechizada a Cortázar y a Severo Sarduy. Son personas que algún día tú podrás conocer, aunque ya el tiempo comienza a sobresaltarse. Con resignación espero a fines del año la meta sombría: 60 años. Aunque espero esa edad con alegría de trabajo, tiene algo de sombría inscripción babilónica. Su solo enunciado entraña una fuerza destructiva.

Como te dije, L. García Vega se está divorciando. ¿Sabes con quién se va a casar? Con Marta Lindner, que estaba casada con un muchacho, un Ronaldson, que está preso. Se han ido a reunir a Nueva York. Ella gana buen sueldo como bibliotecaria en la Universidad de Miami. Ella es una muchacha fina, aunque creo, como decía Stendhal, busca en el amor efectos demasiado sublimes. Los dos tórtolos se conocieron en la Sociedad económica, donde trabajaban juntos y se aficionaron el uno y la otra hasta el paroxismo. No olvides que Veguita ha padecido de violentas crisis nerviosas que lo hacen aparecer como un sicótico. Dicen que él en Nueva York está alojado en casa de Carlos M. Luis. A quien ni siquiera le contestaba las cartas porque decía “que lo comprometía”, y ahora se aferra con desesperación a esa piedrecita para que lo detenga en medio de la corriente precipitada. Él no le escribe a ninguno de sus amigos, incluyendo a mí, porque dice que quiere romper sus amarras con el pasado. No se te escapará que todo esto es un poco ridículo pues ya Veguita no es el muchacho que nosotros conocimos, tiene ya 43 años.

La que más ha sufrido con esa situación es su madre Ramona, pues tú sabes lo que ella quería a su hijo, y por otra parte Blanquita si se va se llevará a su hija, de tal manera que Ramona se quedará sin su hijo y sin su nieta, y eso la desespera.

La comida por aquí cada día más alejada y en sus fieros límites dantescos.

Abrazos mil,

Jocelyn

*  *  *

La Habana 29 agosto / 1973

Queridísima Eloy: Al fin, hace dos días que recibimos carta tuya, en la que nos habla de nuevo la Guillermo.[3] A la semana de tu llamada telefónica, te mandamos un cable diciéndote que estaba perfectamente bien. Después, M[aría] L[uisa] te mandó una extensa carta dándote detalles de su situación. Trabaja como médico en el sitio donde se halla. Intentamos en numerosas ocasiones establecer comunicación telefónica contigo, fue más que imposible. Uds. no se encontraban nunca en la casa. Hasta que al fin, en la imposibilidad de la comunicación, desistimos.

El Padre Gaztelu dice que te escribió dos cartas y que no ha recibido respuesta. Pónle unas líneas pues pregunta con frecuencia por Uds. y por la respuesta de su carta.

Chunti está en Miami y como casi todo el mundo piensa irse a España. Parece que esa es la meta ideal de casi todos los cubanos y españoles acubanados.             Recibimos la fotografía de Ileana.[4] En realidad, como tú dices, es una belleza espléndida. Mamá hubiera disfrutado mucho con verla, pues hubiera visto en ella la continuación de las mujeres bonitas de nuestra familia. Vamos a ver si hacen un buen matrimonio con un hombre trabajador y que sepa respetarla y quererla.

Me hablas con frecuencia del hijo de Yoyó.[5] Esas maneras son el signo de gran parte de la juventud norteamericana. Una segunda parte del existencialismo. Algunos se autodestruyen, en otros es una fiebre pasadista, pero si tiene verdadera vocación cultural se irá poniendo a flote. Nunca ha querido escribirme, lo cual revela en él cierta timidez. Si incurre en otros pecadillos, que para la generación nuestra eran nefandos (todavía creíamos en los valores), puede convertirlos como decían los griegos armoniosos “al enemigo en auxiliar”.

Baldomera engordando y felicísima en su asilo. Todo hace pensar que será la sobreviviente de la familia entera.

Estuvo aquí, para ver a sus familiares, el guitarrista J. Rey de la Torre.[6] Nos hizo pasar unas horas de conversación magníficas.

Abrazos,

J. Lezama Lima


Notas:

[1] José Lezama Lima: Cartas (1939-1976), introducción y edición de Eloísa Lezama Lima, Orígenes, Madrid, 1979; y Cartas a Eloísa y otra correspondencia, edición comentada e introducción de José Triana prólogo de Eloísa Lezama Lima, Verbum, Madrid, 1998. Hay una segunda edición de este volumen de Verbum, hecha en 2013. Otra edición, bastante sesgada, de la correspondencia de Lezama, hecha por Ciro Bianchi Ross (Como las cartas no llegan, Ediciones UNIÓN, La Habana, 2000), incluye unas pocas cartas a sus hermanas. El corpus más confiable de la correspondencia lezamiana ha sido editado por Iván González Cruz, en sus indispensables Archivo de José Lezama Lima. Miscelánea (Centro de Estudios Ramon Areces, 1998) y El espacio gnóstico americano. Archivo de José Lezama Lima (Universidad Politécnica de Valencia, 2001).

[2] Jean Giraudoux: Teatro, Editora del Consejo Nacional de Cultura, La Habana, 1965 (selección y prólogo de José Triana).

[3] Edenia Guillermo y Marrero (1925-2002), educadora, amiga de Lezama y Eloísa, emigró a EE. UU. en 1961, y obtuvo la nacionalidad norteamericana en 1969. Al parecer, estaba inquieta por alguien que se había quedado en Cuba, y pidió noticias al escritor.

[4] Ileana Marta Bustillo y Sotolongo (n. 1955), una de las hijas de Ernesto Bustillo Lezama y Elsa Sotolongo y Dubrocq. Nieta de Rosa Lezama Lima y sobrina nieta de Lezama. Reside en Miami.

[5] Lezama se refiere aquí a su sobrino nieto, Manuel Aurelio (Manolito) Álvarez y López-Mendez, cuya madre, Eloísa (Yoyó) López-Méndez y Lezama, era prima paterna de los Lezama. En carta anterior a Eloísa, del 10 de septiembre de 1970, Lezama precisa que “el hijo de Yoyó” está en una universidad norteamericana y es discípulo de Rodríguez Monegal. En efecto, Julio Ortega menciona a Manolito Álvarez como un “sobrino de Lezama” que “completaba sus estudios de licenciatura” en Yale, en 1971. (Cfr. La comedia literaria. Memoria global de la literatura latinoamericana, Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 2019).

[6] A José Rey de la Torre (1917-1994) dedicará Lezama un poema de Fragmentos a su imán, “El esperado”, fechado en agosto de 1973, e inspirado por esta visita y conversación en Trocadero 162. En el poema Lezama recuerda las tertulias musicales organizadas, también con la presencia del guitarrista, en casa del amigo común de ambos, Julián Orbón, a la que Lezama se refería en broma como “el palacio Orbón”, ubicado en la calle Calzada.

Colabora con nuestro trabajo
Somos una asociación civil de carácter no lucrativo, que tiene por objeto principal la promoción y fomento educativo, cultural y artístico. En Rialta nos esforzamos por trabajar con el mayor rigor profesional en la gestión, procesamiento, edición y publicación de los contenidos y la información. Todos nuestros contenidos web son de acceso libre y gratuito. Cualquier contribución es muy valiosa para nuestro futuro.
¿Quieres (y puedes) apoyarnos? Da clic aquí.
¿Tienes otras ideas para ayudarnos? Escríbenos al correo [email protected].

4 comentarios

  1. Tomo nota atenta sobre lo que le dice Lezama a Eloísa sobre García Vega. Parece adelantarse a «Los años de Orígenes», al decir: «No olvides que Veguita ha padecido de violentas crisis nerviosas que lo hacen aparecer como un sicótico»

  2. Valioso aporte auna futura ediciòn de la Cartas Completas de Lezama a quien tuve la suerte de conocer y frecuentar a diario en el Instituto de Literatura y Lingūística desde 1968, cuando comencé a trabajar allì durante mis estudio universitarios, hasta su retiro a raíz del llamado «Caso Padilla». Posteriormente lo visité en su cass de Trocadero no lo frecuentemente que hubiera querido. Sus gentilezas y consejos a la jovencita que era entonces son uno de mis màs grandes orgullos. Su recuerdo vive aùn en mi memoria con la frescura de la primera juventud.

Deja un comentario

Escriba su comentario...
Por favor, introduzca su nombre aquí