Los papeles literarios de Thomas Pynchon se guardan ahora en la Biblioteca Huntington de California, Estados Unidos

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Thomas Pynchon (1937) en su juventud (FOTO Vía: pijamasurf.com)
Thomas Pynchon (1937) en su juventud (FOTO Vía: pijamasurf.com)

Notas manuscritas, correspondencia (no privada), borradores y copias mecanografiadas de novelas como V, Arcoiris de gravedad o Al límite (Bleeding Edge)… La papelería literaria del celebrado, y misterioso, autor estadounidense Thomas Pynchon (Long Island, Nueva York, 1937) se encuentra desde este diciembre a buen recaudo en la Biblioteca Huntington de San Marino, en California, donde también se conservan los archivos de Charles Bukowski, Hilary Mantel, Octavia Butler o Wallace Stevens.

Tanto esa institución como la familia de Pynchon –quien, famosamente, no ofrece entrevistas, ni suele hacer declaraciones públicas– confirmaron la transacción sin que trascendiera su monto económico.

Algo más se ha conocido: los papeles adquiridos por Huntington Library, Art Museum and Botanical Gardens no incluyen fotografías –ya sabemos que apenas se conocen una pocas– del elusivo escritor de La subasta del lote 49, Vineland, Mason & Dixon, Contraluz e Inherent Vice.

Según lo informado, el archivo Pynchon comprende 48 cajas, o 70 pies lineales, de material que data desde finales de los cincuenta hasta los años más recientes. En tanto, los apuntes de investigación que han nutrido sus monumentales novelas van, verbigracia, desde agrimensura del XVIII e historia postal hasta cohetes de la Segunda Guerra Mundial.

Thomas Pynchon (1937) en Oyster Bay High School (FOTO ‘The Oysterette Yearbook’, 1953. Vía: Wikipedia)
Thomas Pynchon (1937) en Oyster Bay High School (FOTO ‘The Oysterette Yearbook’, 1953. Vía: Wikipedia)

“Traer a un escritor del calibre de Pynchon a The Huntington es un ejemplo de nuestra larga inversión en la historia y la cultura estadounidenses, a la vez que subraya nuestro compromiso con la literatura del siglo XX y contemporánea”, afirmó en un comunicado Karen R. Lawrence, presidenta de la citada biblioteca.

Por su parte, la curadora Karla Nielsen dijo que el archivo responde al modo en que el propio Pynchon ha preferido modelar su carrera y su existencia (escasamente) pública. “Ha habido un verdadero esfuerzo a lo largo de su vida para que el foco esté en el trabajo”, apuntó. “Eso fue muy similar a cómo querían [él y su familia] el archivo”.

Su hijo, Jackson Pynchon, elogió en una declaración familiar las colecciones, de diversas temáticas (científicas, aeroespaciales, cartográficas, et. al.), que acoge de The Huntington. De ahí que, aseveró, “cuando conocimos la magnitud y el rigor de sus programas académicos independientes, que proporcionan recursos excepcionales para la investigación académica en humanidades, tuvimos la certeza de que el archivo Pynchon había encontrado su hogar”.

“El archivo literario de Pynchon ofrece una mirada sin precedentes a los métodos de trabajo de uno de los escritores más importantes de Estados Unidos”, ha asegurado la biblioteca californiana.

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Y en ese material están puestas desde ya las esperanzas de muchos académicos e investigadores, pero también de un gran número de simples lectores, ávidos de echar un vistazo –hasta donde sea posible– lo mismo a la ingeniería interna de esas “novelas densas, eruditas y juguetonamente posmodernas y a menudo extremadamente largas” –tal como las empaquetaba hace unos días The New York Times— que al modo en que Pynchon ha venido pergeñando durante los últimos 60 años los nombres de sus personajes: “world class, Dickens-level shit”, dicen por aquí.

En este punto sólo habría que recordar que el fallecido Harold Bloom tronó en su momento para dejarnos claro que –según su canon particular— Pynchon, junto a los ya también provectos (o muerto, en el último caso) Don DeLilloCormac McCarthy y Philip Roth, integraba el Big Four de la novela contemporánea en Estados Unidos.

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