Legna y Belkis, 2023 (FOTO Daniela Olivero)
Legna y Belkis, 2023 (FOTO Daniela Olivero)

Yo tuve que pedir a los viejos que le preguntaran a los dioses si me permitían fotografiar porque estas cosas en Cuba no se fotografiaban, entonces los viejos se reunieron, hicieron junta, y los dioses me dieron permiso.
Lydia Cabrera

La artista cubana Belkis Ayón comenzó su investigación y su profundo viaje al mundo abakuá en 1985, después de leer El monte, de Lydia Cabrera. Y entonces se convirtió en Sikán, princesa. Grandes ojos de Whacher Sikán Ayón (como escribió Anne Carson que escribió Brontë, sin saber nada de Lydia o Belkis, en un mundo paralelo) que veían lo prohibido sin poderlo ver. Y tampoco decirlo.

Aunque vayamos al cielo siempre se acordarán de nosotros

Entonces vamos juntas a ver a Belkis Ayón en Miami, a la Galería David Castillo, un poquito antes de Liberty City. La noche anterior habíamos bailado y yo aún me pregunto si es lo mismo observar a Belkis Ayón después de bailar u observarla sin bailar nada en absoluto. Tenía el borde de los dedos gordos de los pies ampollados, así que llegué a la galería con aquellos tenis baratos de Período Especial que tanto me gustan y donde las ampollas pueden quedarse en paz, sin reventar sin remedio.

Subí las escaleras y empujé la puerta. Más de diez obras de Belkis Ayón se veían desde afuera, a través del vidrio. ¿O esa es una idea que me hago y en verdad no se ve nada porque la puerta no es transparente? Lo que recuerdo es haber presentido un poder y una cosa fuerte (vértigo) mientras subía, lo cual no tiene nada de extraño si uno sabe que va a enfrentarse a Sikán, Whacher Sikán Ayón.

Llegué primero a la galería. Cuando ella llegó fue directo a mirar los pies de la mujer con serpiente sentada sobre una cabra o un chivo o un antílope. Fue un pensamiento importante porque yo también había mirado esos pies, fijamente, y coincidir en algo con alguien provoca certeza y alegría, y acerca a las personas que coinciden. Y también fue un pensamiento reivindicador, ante la presencia de tantos ojos magnéticos: vimos pies y luego ojos. Y no los vimos superficialmente, sino que nos quedamos unos segundos congeladas frente a esos pies reposados y negros como una noche de muerte.

Sikán, Nasakó y Espíritu Santo

Mientras veía a Sikán repetida en las paredes, la voz de Lydia Cabrera me daba vueltas en la cabeza como una canción de Nina Simone: “yo puse una maldición en ti o tú pusiste una maldición en mí”. La noche antes habíamos bailado. Hacía mucho que no bailaba, sin parar, durante más de sesenta minutos. Yo no sé bailar y cuando bailo lo hago en forma de trance, de ritual. Me alegro, como todo el mundo, y pienso en cosas buenas y en cosas que emocionan, o no pienso nada y cierro los ojos y me río. Sikán no se ríe o no puede reírse, pero estoy segura de que baila. Sikán baila. Sikán traiciona.

Whacher Sikán Ayón coloca al espíritu santo convertido en paloma entre una mujer princesa y un Nasakó leopardo que cruza las manos sobre su pecho y le brillan los ojos. No sabemos cómo le brillan, pero le brillan, y mucho. El Nasakó de Belkis Ayón casi tiene diamantes en vez de ojos. Nasakó leopardo es bien capaz de comerse a la paloma, o matarla (como escribió Anne Carson que escribió Brontë, sin saber nada de Lydia o Belkis, en un mundo paralelo) aunque esta paloma no pertenezca a este mundo. La paloma espíritu me hace reír porque me acuerdo de una canción evangélica que me sé de memoria. Mi abuela paterna era metodista de la Iglesia San Marcos y yo me sé de memoria la canción de la paloma.

Canto bajito mirando luxury cars pasar frente a la ventana de la Galería David Castillo. Los negros viejos de Lydia Cabrera seguro cantaban la misma canción, pero en yoruba o lucumí o abakuá, y seguro la paloma era otra cosa. No importa la paloma, lo que importa es el espíritu: “Hay una paloma blanca que está volando en este lugar, hay una paloma blanca que está buscando donde posar. Bienvenida sea, bienvenida sea, paloma de Sikán”.

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Obras de Belkis Ayón
Obras de Belkis Ayón

El cuerpo muere pero el alma queda

Ella llega con dos amigas después de que la paloma se desvanece. Los bocetos de Belkis, a diferencia de sus grabados, están llenos de colores y de flores. Hay varios donde aparece una figura desnuda, delineada en sus contornos, que trae flores a Sikán. La figura (un hombre) trae las flores escondidas (en las manos, a la espalda) para sorprenderla. Whacher Sikán Ayón ha amado y ha sido amada. El enemigo (Mokongo) trae flores a la princesa Sikán, que lo espera en la orilla, sorprendida.

El pez de la princesa se llama Tanze, aunque no hay ningún grabado con ese nombre. Tanze (su culpa) la acompaña, pero no la exime. La sociedad fraterna no la perdonará. En el boceto de La sentencia, Tanze aparece en su estómago, digerido por Sikán. A esa altura, el cuerpo de Whacher Ayón está a punto de desaparecer. No está arrepentida. No se arrepiente. Ni un poquito.

Desde el grabado con la serpiente de 1991, Tanze ha sido puesto en el vientre de Sikán, interpretado por Belkis de una manera distinta a la leyenda. De alguna forma, Sikán Whacher Ayón va más lejos que en el mito, gracias al sincretismo de sus exploraciones. Belkis ama, tiene hambre, tiene sed, tiene deseo, tiene Tanze.

Solo sé que yo te amo

¿Tú le hiciste fotos al libro? Anoté que Belkis leyó El monte y luego empezó su investigación, pero ahora tengo dudas sobre el año, solo me acuerdo del número cuatro. Ella (mi amiga) fue a La Habana sin saber que encontraría a Belkis de nuevo. Abrió los ojos un día y ahí estaba Belkis, en una pantalla del Centro Loyola, explicada por la profesora Lázara Menéndez.

Las últimas obras de Belkis Ayón dialogan con el paño de la Verónica, el mito religioso de que para los judíos era algo impuro profanar un sepulcro y llevarse la mortaja. Entonces se inventa la figura de la Verónica, vera icona o imagen verdadera, esa mujer que supuestamente limpió el rostro de Cristo cuando este iba camino al Gólgota.

Eso fue lo último que hizo Belkis: la verdadera imagen. Whacher Sikán Ayón, la princesa abakuá cubana que conquistó el amor o la muerte, y viajó toda la noche sobre una cabra, un chivo o un antílope, con los pies reposando en el pelaje de la bestia, aunque no tuviera ampollas porque lo que le dolía era una herida (como escribió Anne Carson que escribió Brontë, sin saber nada de Lydia o Belkis, en un mundo paralelo) que no cierra. La verdadera imagen de Sikán es el amor. La verdadera imagen del amor es una herida.

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LEGNA RODRÍGUEZ IGLESIAS
Legna Rodriguez Iglesias (Camagüey, 1984). Escribe la columna Irrelevante en la revista digital El Estornudo y la columna 53 Noviecitas en Hypermedia Magazine. Obtuvo el Premio Casa de Las Américas, teatro, 2016; el Premio Iberoamericano de Cuentos Julio Cortázar, 2011; y el Paz Prize for Poetry, otorgado por The national Poetry Series, 2016. Es autora de libros como: Qué te sucede belleza, cuento, Editorial Los Libros de La Mujer Rota, Chile, 2020; La mujer que compró el mundo, cuento, Editorial Los Libros de La Mujer Rota, 2017; Mi novia preferida fue un bulldog francés, narrativa hispana, Editorial Alfaguara, 2017; Si esto es una tragedia yo soy una bicicleta, teatro, Casa de Las Américas, 2016; Mayonesa bien brillante, novela, Hypermedia Ediciones, 2015; No sabe/no contesta, cuento, Ediciones La Palma, 2015; y Las analfabetas, novela, Bokeh Press, 2015. Sus libros han sido traducidos al inglés, al alemán, al italiano y al portugués. No se incluyen aquí sus libros de poesía.

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