Exposición colectiva en La Habana explora los caminos del collage en el arte cubano

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Exposición de collage cubano ‘Come Together’; hasta el 15 de octubre de 2023 en Infraestudio, La Habana. (IMAGEN Instagram / yenny_hernandez_valdes)
Exposición de collage cubano ‘Come Together’; hasta el 15 de octubre de 2023 en Infraestudio, La Habana. (IMAGEN Instagram / yenny_hernandez_valdes)

Visto comúnmente como un recurso esencial del arte moderno, el collage mantiene un lugar dominante entre las manifestaciones artísticas contemporáneas. Es cierto que en el trayecto que va de Picasso a Rauschenberg el collage se institucionalizó como técnica de vanguardia dentro de las bellas artes; mas el arte contemporáneo no ha renunciado al collage, con todo y la emergencia de tantos nuevos formatos, soportes, medios, metodologías. Lo dicho: esta práctica milenaria muestra hoy una vitalidad expresiva y una capacidad de diálogo excepcionales.

Y justamente eso viene a refrendar la exposición colectiva Come Together, inaugurada el pasado viernes 15 de septiembre en la sede capitalina de Infraestudio (empresa independiente de arquitectura sita en calle 17, no. 7, /N y O, Vedado, La Habana), y abierta hasta el 15 de octubre próximo. Esta muestra resulta de “la necesidad de debatir [o sea, de cuestionar la idea de] la ausencia del collage en el discurso artístico y analítico del arte cubano”, declara, en sus redes sociales, la Embajada de Noruega en Cuba, uno de sus sponsors, que subraya, además, que se trata de “la primera exposición colectiva de collage en el escenario cubano de los últimos setenta años”.

Por sobre las virtudes creativas de los autores y la productividad discursivas de las obras exhibidas, quizás la mayor virtud de la muestra sea demostrar la persistencia de esa práctica expresiva en la tradición artística nacional, como mínimo después de 1959. Aquí se exhiben artífices que hicieron/han hecho del collage el núcleo de su propuesta visual en alguno de sus periodos creativos –como Raúl Martínez (1927-1995), quien incursionó en el mismo con una fecundidad asombrosa, o Ricardo Miguel Hernández (1984), uno de los autores más singulares hoy en el manejo del collage. Pero también integran la nómina de esta exhibición otros artistas de proteica inventiva que colaboran en la empresa de revitalizar esta práctica en nuestros días.

Come Together deja ver entonces los múltiples usos del collage, la maleabilidad con que este se injerta en otros sistemas expresivos, la potencia con que viabiliza discursos/temáticas centrales del arte cubano contemporáneo. Si se acepta que la introducción del collage en los ejercicios vanguardistas de principios del pasado siglo fue un detonante primario para formas posteriores como las del arte povera, el arte pop o la instalación, puede comprenderse la diversidad de nociones presentes en Come Together. Por ejemplo, la simbiosis de objetos de uso y materiales bien diversos en las instalaciones objetuales/esculturas instalativas de José Manuel Mesías (1990), así como la integración de medios y soportes en la videoinstalación (inmersiva) de Nelson Barrera (1988).

Los curadores de esta exposición, Yenny Hernández y Ricardo Miguel Hernández, consiguieron articular un grupo de autores pertenecientes a diversas promociones del arte cubano desde la década del sesenta hasta la actualidad. Y no solo reúnen creadores de la plástica; también convocan a escritores que han hecho del collage otra próspera extensión de sus imaginarios textuales: son los casos, entre otros, de Pedro Juan Gutiérrez (1950) y Omar Pérez (1964).

Junto a los autores nombrados, integran el line up de esta exposición Orlando Hernández (1953), Sandra Ceballos (1961), Jorge Pantoja (1963), Glexis Novoa (1964), Luis Gómez (1968), Ernesto Benítez (1971), larry (1976), José Carlos Imperatori (1976), Evelyn Aguilar (1991), Fernando Martirena (1992), Anadis González (1994), Niurka Moreno (1994), y los hermanos Lázaro Saavedra Nande (1995) y César Saavedra Nande (1999).

En efecto, sus obras respectivas vienen a desautomatizar esa noción del collage solo como el ensamblaje de recortes de páginas de revistas o fotografías para forjar una imagen autónoma (que suele prescindir de la carga simbólica de aquellos o a transgredirla intencionadamente). El otro aspecto revelador de la muestra es el incisivo diálogo con el mundo que establecen cada una de las piezas.

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Por ejemplo, el público de Come Together podrá acceder al registro memorístico de Orlando Hernández, cuyos recortes de fotografías familiares, así como la intervención y el acompañamiento con textos escritos, exorcizan un paisaje de afectos, dinámicas filiales, una identidad; al registro político de Sandra Ceballos, que extraña el fetichismo clínico/médico sobre los órganos sexuales, o bien al registro paródico de larry, donde el grafismo infantil del dibujo y la superposición de recortes desacralizan, con un corrosivo humor criollo, discursos, narrativas y figuras oficiales, desde Fidel Castro hasta Nancy Morejón.

Entonces, Come Together, al mapear cronológicamente el collage, de Martínez a los hermanos Saavedra, igual mapea su diseminación técnica, de los poemas visuales de Gutiérrez al collage digital de Fernando Martirena y Anadis González. En este último aspecto se puede apreciar la complejidad de una práctica solo en apariencia sencilla, y los manejos particulares de los creadores, capaces de abrazar el collage bajo los dictados de sus estilos particulares.

Habría que reparar igualmente en la orgánica simbiosis de recortes y en el principio integrativo que anima las propuestas de Martínez, Evelyn Aguilar, José Carlos Imperatori u Orlando Hernández; en la inteligente articulación de referentes, a partir de la cualidad/procedencia del material, en las obras de Mesías o Ceballos, así como en la lucidez asociativa y la combinación de lenguajes en los trabajos de larry, Jorge Pantoja o Glexis Novoa.

“El colach ha estado siempre ahí”, dice Orlando Hernández en sus palabras para el catálogo. “La cuestión”, insiste, “es que el colach ha estado siempre ahí”.

“La variedad del colach es enorme. Y la autoría múltiple. Casi todo se convierte de un momento a otro en colach”, dice. No otra es la evidencia que hallamos en Come Together.

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