Tomás Fernández Robaina
Tomás Fernández Robaina

Tomás Fernández Robaina nació en 1941 en el barrio de San Isidro, La Habana Vieja. Su obra constituye a la altura del siglo XXI una de las contribuciones más importantes al campo de las negritudes[1] y es parte de una tradición denominada por Pedro Deschamps Chapeaux como: historia de la gente sin historia.[2] Este corpus también resulta definido como cimarronaje por diversos exponentes de militancia antirracista, movilizado desde el plano intelectual por la igualdad entre todos los componentes raciales del país.

Los numerosos aportes realizados lo convierten en uno de los genios del saber vernáculo, acompañado por el reconocimiento de quienes se sienten identificados en su escritura, conferencias y cursos/talleres; al tiempo que su obra nutre la praxis de numerosas generaciones, cual manantial inagotable que proporciona herramientas cognoscentes a la lucha del movimiento contra el racismo y las múltiples formas de discriminación extendidas.[3] La extracción de barrio configura parte esencial de su imaginario intelectivo, dedicado a visibilizar aquellas personalidades y problemáticas que no resultan del interés teórico-conceptual de la academia, que suele demeritar dicho conjunto de valores como ajenos a la racionalidad “coherente e ilustrada”, que dictaminan los prismas de la episteme “ateo-científica” de la modernidad.[4]

La raigal perspectiva de Tomasito, anclada hacia el respeto de las tradiciones orales y la sabiduría ancestral de los colectivos subalternizados por el poder occidental, angloeurocéntrico y heteronormativo, lo convierte en una de las voces más respetables de la intelectualidad cubana. Dicha proyección resulta aún más valiosa al apartarse del prisma etnológico que distinguen otros acercamientos con pretensiones de objetividad, caracterizados por apropiaciones ventrílocuas y/o perspectivas extractivista-colonizadoras. De esta forma, su compromiso lo aparta de todo posicionamiento devenido en barrera (des)interesada en la transformación socio-estructural de los escenarios que suelen distinguir las investigaciones sobre fenómenos de la realidad cotidiana.

De la bibliotecología académica a la bibliografía científica

La bibliotecología es una de las disciplinas más devaluadas por los expertos de las ciencias sociales, muchas veces entendida como mero oficio de catalogación clasificatoria. Pensada desde otras especialidades como una rama menor, requiere el ejercicio sistemático del silencio; de manera que tan arduo trabajo sirve a los estudiosos para fortalecer la solidez de sus apartados concluyentes.

No resultan escasos los bibliógrafos cuyos aportes padecen la omisión por quienes disfrutan de mayores créditos en las distintas esferas del ámbito editorial; a pesar de que gran parte de sus resultados se debe a las facilidades organizativas que proporciona el trabajo consistente en sistematizar de manera enciclopédica y clasificada la documentación para emprender cualquier proyecto indagatorio. La brillantez del especialista resulta aún más sorprendente, cuando logra convertir dicho acceso a la información en conocimiento compacto, de manera que logra rebasar los propios límites de la disciplina para incursionar en esferas cuyas herramientas no proporciona la formación curricular. De este modo, la trascendencia de tales barreras ratifica el tránsito del crecimiento erudito hacia los senderos de la evolución intelectual.

Tomás Fernández Robaina logró traspasar las barricadas formativas que le impusieron desde el inicio, como resultó la negativa de otorgarle el derecho a acceder a la universidad por su condición de varón con una corporeidad visiblemente feminizada y homosexual, fuera de los cánones parametrizado-disciplinantes del “hombre nuevo”. Sin embargo, la seriedad de sus resultados como profesional, le permitieron transgredir los límites del absurdo político. Todo ello, mientras indagaba sobre el enigmático mundo de los estudios raciales; al tiempo que sostuvo con la persistencia del obrero, la acumulación de datos, fechas y referencias contenida en diarios, folletos, revistas, libros y extractos de publicaciones, cuya conjunción resulta fundamental para historiar dicho cuerpo gnoseológico, agrupado de manera orgánica en su título: Bibliografía de temas afrocubanos (1985).[5]

Esta obra constituye una contribución monumental a los estudios de ascendencia negra y africana en Cuba, al recopilar información esencial para construir líneas genealógicas sobre los movimientos de resistencia afrodescendiente. Asimismo, ofrece herramientas para elaborar acertadas cartografías sobre las tradiciones religiosas, sociedades culturales y movimientos políticos de extracción negra. Este trabajo, cuya temporalidad abarca desde el siglo XIX hasta la fecha de su publicación en 1985, incluye hechos sobre la existencia de cimarrones y palenques, fraternidades abakuás, sociedades negras, actos de discriminación hacia antillanos y programas de organizaciones con proyección antirracista. De igual modo, ofrece una detallada reconstrucción en torno al quehacer y masacre del Partido Independiente de Color (1908-1912), al instante que evidencia la complicidad de los actores involucrados en el exterminio masivo.

La Bibliografía de temas afrocubanos (1985) facilita el análisis sobre el contexto estructural en que la población afrocubana desarrolló sus condiciones de vida; al tiempo que describe el escenario que favorecía su discriminación. De esta forma, proporciona suficiente material que concierne a las luchas emancipatorias, desde los instantes en que sus miembros fueron sometidos a un modus vivendi explotador dentro de la sociedad esclavista y pos/(neo)colonial. A tenor con ello, ofrece elementos de importancia para documentar el rol de las personalidades negras más relevantes en las esferas del arte, la política y la economía.

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El índice onomástico permite identificar a los más encumbrados exponentes que destacaron por su carácter patriótico e intelectual como: Martín Morúa Delgado (1856-1910), Antonio Maceo Grajales (1845-1896), Juan Gualberto Gómez Ferrer (1854-1933), Rafael Serra Montalvo (1858-1909), Evaristo Estenoz Corominas (1872-1912), Quintín Bandera Betancourt (1837-1906), Ángel César Pinto Albiol (1882-1952), Gustavo Urrutia Quirós (1881-1958), Raúl Cepero Bonilla (1920-1962), Serafín Portuondo Linares (1906-1976), Juan René Betancourt Bencomo (1918-1976), José Luciano Franco (1891-1989) y Walterio Carbonell (1920-2008); sin obviar la importancia en la difusión que adquirieron para tales fines, diarios y revistas de perspectiva antirracista/descolonizada como: La República Cubana (1901-1904), El Nuevo Criollo (1904-1905), Previsión (1908-1910), La Antorcha (1916-1919), Labor Nueva (1916), Adelante (1939-1945), Nuevos Rumbos (1945-1959), entre otros. Resulta importante enunciar a su vez la trascendencia concedida a las luchas, narrativas y accionar de las mujeres negras en sus reclamos por la igualdad ante el fenómeno del racismo y la discriminación por razones de género, debido a la hegemonía masculino/patriarcal predominante en la época.

No obstante a dicha rigurosidad científico-investigativa, la obra de Tomasito también contiene aportes sustanciales en otras zonas del ámbito bibliográfico, de cuyos resultados dan cuenta publicaciones como: Bibliografía de Estudios Afroamericanos (1969),[6] Índice de revistas folklóricas (1971),[7] Bibliografía de Bibliografías Cubanas (1973),[8] Bibliografía de la mujer cubana (1985),[9] y la inédita Bibliografía de temas abakuá, que el prestigioso etnólogo Serafín Tato Quiñones (1942-2020) tuvo la oportunidad de consultar tiempo antes de su fallecimiento, calificándola como una valiosa contribución a los estudios de la fraternidad religiosa.[10]

Tomás Fernández Robaina
Tomás Fernández Robaina

Un intelectual comprometido con los relegados del proyecto nacional

La labor intelectual de Tomás Fernández Robaina se ha enfocado en potenciar las tradiciones culturales, prácticas religiosas y problemáticas sociales –distanciado de toda pretensión esnobista–, que conciernen a los excluidos por los metarrelatos del poder; dado el intento desde tales instancias por apuntalar visiones de legitimidad, a través de los preceptos nacionalista-republicanos y marxista-hegemónicos sobre los que se cimentaron las bases de la dominación política durante la etapa poscolonial. La sensibilidad del escritor hacia ese conjunto de imaginarios que caracterizan a las comunidades preteridas adquiere una potencia reivindicatoria transmutada en crítica sobre la situación existente; en tanto establece un compromiso sincero en la voluntad de estudiar tales fenómenos para revertir sus efectos.

La obra testimonial basada en hechos reales Recuerdos secretos de dos mujeres públicas (1884),[11] se ubica en dicha zona crítica y de denuncia; al tiempo que exterioriza la prostitución habanera desde la experiencia de dos reconocidas trabajadoras sexuales. Su abordaje está emplazado en la empatía sobre uno de los oficios más despreciados en múltiples civilizaciones. Por ende, a lo largo del texto es posible apreciar una perspectiva empática –narrada con profunda sencillez– hacia las realidades que complejizan la vida de estas mujeres. Las protagonistas narran con libertad sus códigos de supervivencia en espacios de marginalidad y pobreza, afectadas por la extorsión de las autoridades y la relegación que persiste sobre sus vidas por los entes de saber académicos. Desde tales ámbitos se incentiva la invisibilización hacia quienes resultan víctimas de la precariedad, cuya existencia se dirime en el vacío que propicia la comercialización de sus cuerpos por las lógicas de reproducción económica. De ahí lo trascendente en el tratamiento de la problemática desde un enfoque descolonizador y humanista.

Por otra parte, el libro Hablen paleros y santeros (1994),[12] constituye un excelente material etnográfico que describe las realidades de practicantes religiosos en varias de las manifestaciones sincréticas de matriz africana. Escrito desde una prosa coloquial, asequible y ligera, facilita la comprensión a cualquier experto o neófito en las temáticas de ese universo cultural. Esta obra cuenta con referentes que le anteceden dentro de la literatura cubana, como son: El Monte (1954)[13] de Lydia Cabrera (1899-1991) y Los orishas en Cuba (1990)[14] de Natalia Bolívar (1934); sin obviar las contribuciones de Fernando Ortiz Fernández (1881-1969), Rómulo Lachatañeré (1909-1952), Adrián de Souza Hernández (1957-2013), Joel James Figarola (1942-2006), Jesús Guanche Pérez (1950), Víctor Betancourt Estrada (1953) y Lázara Menéndez Vázquez (1946).

Un legado militante en la vanguardia contra el racismo

El compromiso abnegado de combatir el racismo se refleja en la dimensión más eminente de sus contribuciones en las ciencias sociales. Este hecho le permitió recibir gran número de reconocimientos nacionales e internacionales y ofrecer conferencias en países como: Nigeria, Senegal, México, Argentina, Brasil, Martinica, Venezuela, Guadalupe, Colombia, Canadá, Estados Unidos, Alemania y Francia. Asimismo, dicho prestigio y sapiencia lo hizo partícipe de documentales, posgrados, cursos/talleres y entrevistas que alimentaron las investigaciones de interesados en dicha realidad temática.

Entre sus aportes más destacados se encuentra su ópera prima en el campo de las negritudes, titulada: El negro en Cuba 1902-1958,[15] que como resultado del dogmatismo y la censura institucional tardó once años en publicarse hasta ver la luz finalmente en 1990. Este hecho no resulta casual, pues se produjo en una etapa inviable para mantener el silencio sobre las emergentes desigualdades y manifestaciones de racismo que resurgieron con la caída del “campo socialista europeo” y las medidas neocapitalistas que implementó el Gobierno cubano,[16] ante el advenimiento de la profunda crisis económica.[17]

Este escenario reafirmó la desventaja histórico-social que padecían los sectores racializados del territorio en comparación con sus pares de color blanco,[18] a pesar del discurso nacionalista-revolucionario reivindicativo de la “igualdad de las razas”, el fomento de la unidad homogenizante y el efecto prohibitivo de la segregación en los espacios públicos e institucionales del país; sin obviar el acceso a derechos tradicionalmente vetados por el orden republicano-burgués existente antes de 1959.

A pesar de su matiz histórico, El negro en Cuba 1902-1958 constituye una de las obras pioneras en la problematización de la temática racial luego del triunfo revolucionario y abrió caminos para su tratamiento desde otras perspectivas. De igual modo, influyó en la producción de especialistas que incursionaron en el análisis interseccional junto a otras variables de opresión sistémicas. Ello significó un quiebre con las narrativas predominantes en el campo historiográfico, continuado por autores que se acercaron a ese conjunto de realidades desde un posicionamiento contemporáneo, sin dejar de lado el rigor científico e intelectual, aunque apartados de todo rol ventrílocuo y/o instrumental colonizante.

No obstante, es necesario apuntar que dicha obra cuenta con antecedentes en el tiempo como: Los independientes de color (1950) de Serafín Portuondo Linares,[19] Azúcar y Abolición. Apuntes para una historia crítica del abolicionismo (1948) de Raúl Cepero Bonilla,[20] Crítica: cómo surgió la cultura nacional (1961) de Walterio Carbonell,[21] El negro en la sociedad habanera del siglo XIX (1971) de Pedro Deschamps Chapeaux,[22] y La problemática racial en Cuba y su solución definitiva (1986) de Pedro Serviat.[23]

Luego de lanzado El negro en Cuba 1902-1958, siguieron otras contribuciones como: Cuba. Personalidades en el debate racial (2007),[24] Identidad afrocubana, cultura y nacionalidad (2009),[25] El negro en Cuba. Colonia, República y Revolución (2012),[26] Antología cubana del pensamiento antirracista (2015),[27] y La cuestión racial en Cuba. Pensamiento y periodismo de Gustavo E. Urrutia (2018).[28] Con esta última publicación, Fernández Robaina divulga la obra de uno de los escritores más prolíficos en la etapa republicana, que con su labor en el Diario de la Marina libró una ardua batalla frente al racismo antinegro y el prejuicio hacia las tradiciones afrocubanas. Aunque es un elemento poco abordado, Urrutia resultó influyente en la prosa de Nicolás Guillén (1902-1989) y otros exponentes del negrismo durante la década de 1930; sin obviar las polémicas sostenidas con Jorge Mañach Robato (1898-1961) sobre la presencia del negro/a cubano/a en la cultura nacional.

Tomás Fernández Robaina
Tomás Fernández Robaina

Otras múltiples facetas del maestro

El conjunto de materiales agrupados en el transcurso de su vida, constituye una huella indeleble para la dignificación de las personas negras –usualmente despojadas de sus contribuciones a las luchas por la liberación–, debido a discursos demagógicos, instrumentales y paternalistas, que halla sus antecedentes operativos en la tradición patriótica cubana.[29] Los saberes del maestro se han desplegado en talleres populares, cursos comunitarios, conferencias y audiovisuales que, a la postre, influyeron en la proyección de raperos, historiadores y expertos en diversas esferas que reconocen el legado del también activista y luchador social.

Para la mayoría de quienes lo conocen resultaría redundante abordar los sentimientos de profunda humildad y sencillez que caracterizan su personalidad; aspectos que también se pueden apreciar en la sensibilidad de su prosa, así como en las temáticas que le suscitan interés, abordadas siempre desde una perspectiva ennoblecedora, que se distancia de todo revanchismo frente a las instancias de opresión estructurales; a pesar del sufrimiento desgarrador que su condición de hombre homosexual le provocó durante la etapa más dogmática y autoritaria del poder revolucionario.

Tales aspectos le valieron el rechazo institucional por colegas y directivos en la Biblioteca Nacional José Martí. De igual modo, padeció los efectos de la homofobia en la Universidad de la Habana por parte de las autoridades que negaron temporalmente su ingreso y retuvieron su título de graduado; a la vez que decidió –asesorado por una recomendación personal– no asistir a la convocatoria policial que reclamaba su movilización hacia las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP). Este hecho lo eximió de padecer la praxis represiva de la maquinaria estatal-militarizada contra personas en campos de trabajo forzado,[30] debido a su orientación sexual y/o creencia religiosa.

Sobre esta dimensión íntima revela de manera parcial detalles en Misa para un ángel (2010),[31] novela en la que describe las andanzas de su amistad con el afamado escritor Reinaldo Arenas Fuentes (1943-1990). Dicha obra, constituye la primera de su tipo editada en Cuba sobre la vida del novelista holguinero. La exégesis permite adentrarse en elementos escasamente conocidos del narrador, convertido en símbolo petrificado de la comunidad gay e instrumento de las oposiciones políticas contrarias al régimen de la Isla.

La integridad orgánica en la obra intelectual del cimarrón

Los aspectos de interés en la labor literaria, investigativa y pedagógica de Tomás Fernández Robaina ratifican su compromiso con el mejoramiento de la sociedad, a través de la visibilización de elementos silenciados en las páginas de la historia, programas de enseñanza educacionales y medios de comunicación. Tales espacios resultan reproductores de los estigmas sociales, legitiman los prejuicios y mecanismos de discriminación sexo-genéricos que laceran la integridad de las poblaciones subalternas.

La extensión de tales patrones que configuran el soporte racional de la modernidad adquiere en la obra de Tomasito una crítica radical, mediante el conocimiento profundo de las realidades sobre las comunidades relegadas por las elites económicas y vanguardias políticas; quienes han liderado para sí los procesos nacionales de transformación estructural. En dicha ecuación, es posible contemplar las heridas que supuran sobre la materialidad de los sectores racializados; a pesar de las etapas de lucha abolicionista, anticolonial y patriótico-revolucionaria, que derivaron en la conformación de pactos excluyentes; sustentados además en la ausencia de políticas dirigidas a revertir dicho escenario de empobrecimiento, marginalidad y criminalización.[32]

Debido al predominio de esa realidad, la obra de Tomasito constituye un símbolo de resistencia frente a las instancias que mediante la desmovilización antihegemónica, el silenciamiento histórico y relegación de las demandas que conforman la agenda antirracista, pretenden imponer desde instancias burocrático-estaduales quienes se empeñan en legitimar los ecos de la colonialidad para perpetuar sus condiciones de privilegio, capital y poder.

En tal sentido, el legado de Tomás Fernández Robaina constituye una fuente inagotable de saberes y referente de accionar para las generaciones comprometidas en la transformación del escenario político, en pos de construir, desde el proyecto de cimarronaje afrodescendiente, un régimen basado en preceptos de equidad social, igualdad ciudadana y justicia humanista.


Notas:

[1] Concepto aportado por el intelectual negro/afrocubano de origen matancero Alberto Abreu Arcia.

[2] Cfr. Pedro Deschamps Chapeaux y Juan Pérez de la Riva: Contribución a la historia de la gente sin historia, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2013.

[3] Sobre la problematización en torno a la existencia en Cuba de un movimiento negro (antirracista), consultar la obra del pensador descolonial Agustín Laó-Montes: Contrapunteos diaspóricos. Cartografías de Nuestra Afroamérica, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2020.

[4] Walter Mignolo: (compilador): Desobediencia epistémica: retórica de la modernidad, lógica de la colonialidad y gramática de la descolonialidad, Ediciones del Signo, Buenos Aires, 2010.

[5] Tomás Fernández Robaina: Bibliografía de temas afrocubanos, Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, 1985.

[6] Tomás Fernández Robaina: Bibliografía de Estudios Afroamericanos, Departamento de Hemeroteca e Información de Humanidades, La Habana, 1969.

[7] Tomás Fernández Robaina: Índice de revistas folklóricas, Departamento de Hemeroteca e Información de Humanidades, La Habana, 1971.

[8] Tomás Fernández Robaina: Bibliografía de Bibliografías Cubanas, Departamento de Hemeroteca e Información de Humanidades, La Habana, 1973.

[9] Tomás Fernández Robaina: Bibliografía de la mujer cubana, Departamento de Informaciones Bibliográficas, La Habana, 1985.

[10] Entrevista personal realizada a Serafín Tato Quiñones, el 15 de febrero de 2018.

[11] Tomás Fernández Robaina: Recuerdos secretos de dos mujeres públicas, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1984.

[12] Tomás Fernández Robaina: Hablen paleros y santeros, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1994.

[13] Lydia Cabrera: El Monte, igbo finda, ewe orisha, vititin finda: notas sobre las religiones, la magia, las supersticiones y el folclor de los negros criollos y el pueblo de Cuba, La Habana, 1954.

[14] Natalia Bolívar: Los orishas en Cuba, Ediciones Unión, La Habana, 1990.

[15] Tomás Fernández Robaina: El negro en Cuba 1902-1958, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1990.

[16] Roberto Zurbano Torres: «Racismo vs. socialismo en Cuba: un conflicto fuera de lugar (apuntes sobre/contra el colonialismo interno)», en Meridional. Revista Chilena de Estudios Culturales, no. 4, abril de 2015.

[17] Mayra Espina Prieto. Transformaciones recientes de la estructura socioclasista cubana, Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, La Habana, 1995.

[18] Esteban Morales Domínguez: Desafíos de la problemática racial en Cuba, Fundación Fernando Ortiz, La Habana, 2007.

[19] Serafín Portuondo Linares: Los independientes de color, Publicaciones del Ministerio de Educación, Dirección de Cultura, La Habana, 1950.

[20] Raúl Cepero Bonilla: Azúcar y Abolición. Apuntes para una historia crítica del abolicionismo, Editorial Cenit, La Habana, 1948.

[21] Walterio Carbonell: Crítica: Cómo surgió la cultura nacional, s/e, La Habana, 1961.

[22] Pedro Deschamps Chapeaux: El negro en la sociedad habanera del siglo XIX, UNEAC, La Habana, 1971.

[23] Pedro Serviat: El problema negro en Cuba y su solución definitiva, Editora Política, La Habana, 1986.

[24] Tomás Fernández Robaina: Cuba. Personalidades en el debate racial (Conferencias y Ensayos), Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007.

[25] Tomás Fernández Robaina: Identidad afrocubana, cultura y nacionalidad, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2009.

[26] Tomás Fernández Robaina: El negro en Cuba. Colonia, República y Revolución, Ediciones Cubanas Artex, La Habana, 2012.

[27] Tomás Fernández Robaina (compilación): Antología cubana del pensamiento antirracista, Editorial Ácana, Camagüey, 2015.

[28] Tomás Fernández Robaina (compilación): La cuestión racial en Cuba. Pensamiento y periodismo de Gustavo E. Urrutia, Editorial José Martí, La Habana, 2018.

[29] Rafael Soto Paz: La falsa cubanidad de Saco, Luz y Del Monte, Editorial Alfa, La Habana, 1941.

[30] Abel Sierra Madero: El cuerpo nunca olvida: trabajo forzado, hombre nuevo y memoria en Cuba (1959-1980), Rialta Ediciones, 2022.

[31] Tomás Fernández Robaina: Misa para un ángel, Ediciones Unión, La Habana, 2010.

[32] ONEI: El color de la piel según el Censo de Población y Viviendas, edición de febrero de 2016.

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1 comentario

  1. Merecido reconocimiento a la obra de Tomasito aún por otorgarle todos los méritos que se merece desde la investigación y desde su lucha antiracista y siempre del lado de los oprimidos.

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